El arte de los olvidados
Trabajos inquietantes, oscuros y misteriosos. Un colectivo de creadores con discapacidad intelectual desaf¨ªa los c¨¢nones.
A Lola Barrera, la vida le ha ido llevando de una cosa a la otra desde que colg¨® la bata blanca para dedicarse a la pintura, tras ejercer 10 a?os como m¨¦dico. Eso fue en los noventa. En la siguiente d¨¦cada dio el giro al cine, y en este salto tuvo mucho que ver su hija con s¨ªndrome de Down fruto de su relaci¨®n con el realizador Julio Medem. Ley¨® en una revista dedicada a esta enfermedad un reportaje sobre Judith Scott, artista estadounidense con Down, sordomuda y cuyas esculturas cotizaban al alza en el mercado internacional. Con su expareja Medem de productor, Barrera viaj¨® a California para codirigir junto al realizador I?aki Pe?afiel un documental sobre ella. All¨ª le impact¨® el Creative Growth Art Center, el lugar donde trabajaba la escultora junto a otras personas con discapacidad. Un espacio donde se alentaba la creaci¨®n outsider o art brut; as¨ª suele denominarse al arte libre de influencia, parido en los m¨¢rgenes de la sociedad. A la vuelta, mientras promocionaba la pel¨ªcula sobre Scott ?Qu¨¦ tienes debajo del sombrero?, sol¨ªa anunciar que quer¨ªa montar una instituci¨®n similar en Espa?a. Fue su siguiente giro: de cineasta a directora de Debajo del sombrero, una ¡°plataforma de creaci¨®n contempor¨¢nea dirigida a personas con discapacidad intelectual¡±, que naci¨® en 2007. El 19 de noviembre, La Casa Encendida de Madrid inaugura la primera gran exposici¨®n de arte outsider de Espa?a. Los 26 artistas de la muestra han salido del colectivo.
Hace unas semanas, Barrera, de 52 a?os, abandon¨® un momento un aula en la segunda planta de La Casa Encendida. Era el primer d¨ªa del nuevo curso para los alumnos de primer a?o y los novatos estaban viendo el documental Encuentros en el fin del mundo, en el que el director Werner Herzog viaja a la Ant¨¢rtida en busca de la belleza en los confines de la Tierra. Barrera abandon¨® la clase sujetando el iPad con el que suele documentar todas las obras. Se sent¨® y fue pasando con el dedo criaturas fascinantes, como las de Jos¨¦ Manuel Egea, un gigante de 25 a?os con un trastorno del espectro autista. Egea solo pinta hombres lobo (¡°teen Wolf¡±, suele decir con su vozarr¨®n) o al superh¨¦roe Hulk, o una curiosa s¨ªntesis de ambos. Le obsesionan desde los cinco a?os. En casa, al artista lo suelen dejar en cueros porque en cuanto puede se rasga la ropa por la mitad, como si quisiera sacar la criatura que lleva dentro. Todos sus jers¨¦is llevan un remiendo. Ese corte impulsivo tambi¨¦n lo practica en sus obras, una vez terminadas, confiri¨¦ndoles una misteriosa composici¨®n a tajos. Nadie sabe por qu¨¦.
Luego, los dedos de Barrera se posaron sobre una extra?a escultura, una taquilla de feria en cuyo interior hay un busto verde (la taquillera) y en la que se lee: ¡°Dance extreme¡±. La obra aparece en el cortometraje hom¨®nimo de Bel¨¦n S¨¢nchez, una videoartista de 40 a?os con retraso mental. Una tarde de octubre, S¨¢nchez, sentada en el sal¨®n de su casa, lanz¨® un chillido de satisfacci¨®n cuando su madre encontr¨® el DVD con el cortometraje, un viaje surrealista en el que la artista interpreta todos los personajes y todas las voces y es el molde de todas las esculturas que aparecen en el filme. Arranca con ella esperando el autob¨²s; la rapta un cami¨®n; es arrastrada al parque de atracciones, donde la obligan a subir en la monta?a rusa hasta vomitar y perder el conocimiento. Una voz en off desquiciada dice: ¡°?Qu¨¦ te pasa, cari?o?¡±, y cuando es ensartada por las agujas de un reloj a?ade: ¡°Mira c¨®mo sangra¡ Un cabrito¡±; la trasladan a un quir¨®fano y es revivida con una transfusi¨®n en la nuca. Al despertar, aparece en la taquilla de Dance extreme; suena m¨²sica de baile y gira una estatua diab¨®lica, cuyo rostro es un molde de ella misma. Ocho minutos impenetrables que lo dejan a uno clavado en la silla. Su madre dice que ve a su hija ¡°un poco s¨¢dica¡± y que le gustar¨ªa que ¡°le dieran un caballete y pintara lo que ve¡±. Pero asume que ¡°quienes saben de arte¡± valoran su trabajo.
Sus propuestas muestran el enigma de la vida y el desgarro del que brota la necesidad¡±, dice ?ngel Gabilondo
?Qu¨¦ es arte? Este es quiz¨¢ el debate m¨¢s interesante que plantea esta muestra en la que hay mucho m¨¢s: los mapas y las listas de Andr¨¦s Fern¨¢ndez, un chico que se qued¨® sin ox¨ªgeno al nacer, que siempre lleva un GPS encima y documenta hasta los planos de sus sue?os; o la propuesta de Eduardo de la Calle, un hombre sin habla, que lleva dos a?os levantando una especie de rascacielos chabolista con trocitos de madera. Tom¨¢s Ba?uelos, escultor y colaborador del Sombrero, confiesa: ¡°Esta gente rompe con la grandilocuencia del artisteo. Es casi, yo dir¨ªa, el arte de verdad¡±. Creaciones ¡°elaboradas en medio de una soledad dram¨¢tica y que tienen como ¨²nico objeto encantar a su autor¡±, dec¨ªa Jean Dubuffet, creador del concepto del art brut. ¡°Considero que estamos ante arte, no como mera expresi¨®n o manifestaci¨®n, sino como generaci¨®n de posibilidades de belleza y de vida¡±, seg¨²n el catedr¨¢tico de Metaf¨ªsica ?ngel Gabilondo, que ha visitado el colectivo. ¡°En estos trabajos se hace patente el enigma de la vida y el desgarro del que brota la necesidad¡±.
Luis S¨¢ez, cofundador del Sombrero, prefiere emplear el s¨ªmil de una enorme cueva descubierta a partir de una grieta en un muro de hielo. Esa imagen es uno de los cl¨ªmax del documental de Herzog que les pasan a los nuevos. Bel¨¦n S¨¢nchez, por ejemplo, comenz¨® pintando bodegones. Un d¨ªa hizo un collage y pidi¨® una c¨¢mara. Grab¨® una escena superponiendo su voz a las im¨¢genes. Al poco, pint¨® el storyboard de su corto Extreme dance. Ten¨ªa algo que contar. Y su v¨ªdeo le ha dado nombre a la exhibici¨®n, Mundo extreme. El fruto de seis a?os de trabajo que Barrera, con todo su bagaje como m¨¦dico, pintora y cineasta, resume as¨ª: ¡°Estar receptivos a lo que trae cada persona¡±.
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