Juan Mayorga: ¡°Hay un tipo de teatro que est¨¢ siendo censurado por la crisis¡±
El Premio Nacional de Literatura Dram¨¢tica critica la pol¨ªtica cultural del Gobierno En 2012 se representaron 17.700 funciones menos que en 2008, un cuarto del total
Juan Mayorga (Madrid, 1965) ha encontrado un oasis en medio de la capital. A tres minutos de la ruidosa calle Doctor Esquerdo, su piso, en un edificio de 1948, se sumerge en silencio. Es ¨¦l quien abre la puerta de la vivienda: ¡°Os voy a ense?ar la casa¡±. El dramaturgo parece haberse librado de la crisis que ha reducido en 17.700 (un 26%) las representaciones teatrales entre 2008 y 2013. El Premio Nacional de Literatura Dram¨¢tica le coron¨® en 2013 como uno de los pilares de la creaci¨®n teatral espa?ola. ?l act¨²a como si no lo supiera. Presenta a su hija, que no ha ido hoy al colegio (¡°Est¨¢ malita¡±), y a su gato, Tormenta. Se interesa por el funcionamiento de la c¨¢mara de v¨ªdeo. Agita los pies contra el parqu¨¦ cuando las ideas se resisten a salir de su boca. Mira. Pregunta. Habla del teatro con pasi¨®n.
Pregunta. ¡°Muchos piensan que desde que el teatro existe se habla de crisis teatral. No es as¨ª¡±. De esta forma comienza un art¨ªculo de 1976 publicado en EL PA?S. ?Es el teatro un enfermo eterno?
Respuesta. Heiner M¨¹ller [dramaturgo alem¨¢n] dec¨ªa que el teatro es crisis. El teatro vive de las situaciones inestables que se convierten en conflictos f¨¦rtiles para la creaci¨®n. Y en lo econ¨®mico, el teatro, que se ha hecho en palacios y en caminos, es un arte preparado para resistir toda crisis. Ese dispositivo que crearon los atenienses es extremadamente ambicioso pero extremadamente sencillo en lo material. Nosotros podr¨ªamos decir: ¡°vamos a hacer teatro esta tarde¡± sin otros medios que los que ahora est¨¢n en nuestras manos. El teatro puede responder a cualquier crisis y sobrevivir¨¢ a cualquier crisis.
P. El teatro no se enfrenta a los cambios tecnol¨®gicos que afronta el cine, la m¨²sica grabada, e incluso los libros. Y pese a eso, ha perdido m¨¢s de cinco millones de espectadores desde 2007. ?Qu¨¦ est¨¢ pasando?
R. Por un lado, los ciudadanos tienen menos renta. Y si escuchas que incluso est¨¢n dejando de ir a la farmacia, c¨®mo no van a dudar antes de comprar una entrada. Cuando se dan esas circunstancias, la pol¨ªtica cultural de un Gobierno responsable deber¨ªa ser ayudar a los ciudadanos a acercarse al teatro. Y est¨¢ pasando lo contrario. La famosa aplicaci¨®n del IVA del 21% es una pol¨ªtica disparatada, tanto m¨¢s si la comparamos con lo que est¨¢ ocurriendo en Francia o Alemania, o incluso en pa¨ªses intervenidos como Grecia. En el IVA somos r¨¦cord europeo, y est¨¢ haciendo mucho da?o. Pero hay que decir que en los ¨²ltimos a?os, al mismo tiempo que se est¨¢n cerrando salas, est¨¢n apareciendo otras.
P. Estas nuevas salas, que prescinden en algunos casos incluso del patio de butacas, o formatos como el microteatro, ?son un nuevo modelo o un parche?
R. Creo que hay que saludarlo como una respuesta a una situaci¨®n econ¨®mica dif¨ªcil. Precisamente espect¨¢culos muy ampulosos de otros tiempos pecaban de una falta de confianza en el actor y en el espectador. Si el actor es elocuente no necesita m¨¢s que la complicidad del p¨²blico. Y por otro lado, frente a ¨¦pocas muy autoritarias desde el propio hecho teatral, donde se sosten¨ªa que hab¨ªa una, o dos, o tres formas de hacer teatro, lo que nos encontramos en la cartelera madrile?a es una enorme diversidad. Aunque hay ciudades donde la oferta es m¨¢s pobre que hace seis o cinco a?os.
P. ?Hay alg¨²n tipo de teatro que la crisis no permita?
R. Los teatros municipales, dirigidos por Ayuntamientos descapitalizados, acaban confiando solo en determinados productos que, o bien son muy f¨¢ciles para muchos espectadores, o bien est¨¢n liderados por actores famosos, que a veces son extraordinarios y a veces no son los mejores. Hay un tipo de trabajo que est¨¢ siendo censurado. Eso es malo para las compa?¨ªas, que no pueden mostrar ese trabajo; es malo para el espectador, que no puede acceder a ese espect¨¢culo; y finalmente es malo para la ciudad entera. Una ciudad sin teatro es m¨¢s pobre, menos capaz de imaginarse a s¨ª misma de otra manera, y por tanto es m¨¢s fr¨¢gil frente a esta crisis y frente a cualquiera. Y ah¨ª es donde debe intervenir la pol¨ªtica cultural.
El teatro, que se ha hecho en palacios y en caminos, est¨¢ preparado para resistir a todo
P. ?Est¨¢ el p¨²blico dispuesto, emocionalmente, a dejar sus problemas del d¨ªa a d¨ªa y entrar en una sala donde se le enfrenta a m¨¢s conflictos?
R. Por utilizar una imagen de [Walter] Benjamin, una obra de teatro habr¨ªa de ser capaz de asaltar a un espectador como un asaltador de caminos al confiado paseante. Si el teatro no es capaz de desestabilizar de alg¨²n modo las convicciones del espectador, si no es capaz de ponerle ante buenas preguntas, est¨¢ siendo irrelevante. Hay espectadores que agradecen un arte que los sorprenda, que abra heridas. Y ese es el espectador para el que debemos trabajar. Para el que solo busca obediencia, o eso tan triste que es matar el tiempo, ya hay una industria cultural trabajando con enorme eficacia.
P. Solo el 21% de los espa?oles ha ido al teatro al menos una vez en el ¨²ltimo a?o. ?Qu¨¦ hay que hacer para que el resto se acerque a una sala?
R. Mi primera experiencia teatral en Francia fue con una compa?¨ªa muy modesta, que representaba una de mis obras en un teatro perif¨¦rico. Hac¨ªa una noche de perros. Vi 50 espectadores y percib¨ª que no eran familiares de los actores (que tampoco eran famosos) y, por supuesto, no hab¨ªan ido ni por la obra ni por m¨ª. ?Por qu¨¦ estaban all¨ª esas personas??Por qu¨¦ hab¨ªan dejado una casa caliente donde probablemente hab¨ªa una pantalla con los mejores actores del mundo? Hab¨ªan salido por el teatro mismo, porque el teatro los hab¨ªa envenenado alg¨²n d¨ªa. Siempre me digo que nuestra obligaci¨®n es que esa gente vuelva. ?C¨®mo se hace esto? Recordando que el teatro debe ser un acto de amor a la gente. Descubrirlo como un lugar de cr¨ªtica y utop¨ªa. Si se hace as¨ª, el teatro ir¨¢ extendiendo su fuerza.
Un extra?o entre bambalinas
Juan Mayorga no pod¨ªa imaginar que acabar¨ªa viviendo en los escenarios. Su licenciatura en Filosof¨ªa y Matem¨¢ticas no anticipaba lo que llegar¨ªa un a?o m¨¢s tarde, en 1989: el acc¨¦sit al premio Marqu¨¦s de Bradom¨ªn, que se?ala a los dramaturgos menores de 30 m¨¢s prometedores, y por su primera pieza, Siete hombres buenos. Cinco obras m¨¢s tarde, a los 34 a?os, el Centro Dram¨¢tico Nacional daba vida a sus Cartas de amor a Stalin, dirigida por Guillermo Heras, compinche habitual del escritor: "El hecho de que se apostase por un autor joven fue un acto de confianza y de paciencia conmigo que agradezco mucho. Siento que hay gente ahora mismo que merece esa paciencia y esa confianza, probablemente m¨¢s de la que yo recib¨ª".
Sus obras han sido representadas en 31 pa¨ªses y traducidas a 22 idiomas. Los galardones (del Nacional de Teatro a los siete Premios Max) se agolpan en su curr¨ªculo. Y sin embargo, el Mayorga reverenciado en el mundo del teatro trata de mantener la cercan¨ªa con las nuevas generaciones, como si pagara una deuda del joven Mayorga, que tantos "c¨®mplices" encontr¨®. Ha sido profesor durante a?os en la Escuela Superior de Arte Dram¨¢tico de Madrid y ahora prepara un m¨¢ster en Creaci¨®n Esc¨¦nica para la Universidad Carlos III: "Voy a contar con Blanca [Portillo] y otros... Yo creo que puede estar bien. Vivimos en un momento de redescubrimiento del teatro".
Pa¨ªs | % poblaci¨®n |
Suecia | 53% |
Reino Unido | 39% |
Alemania | 30% |
Italia | 24% |
Francia | 21% |
Espa?a | 21% |
Portugal | 13% |
FUENTE: COMISI?N EUROPEA.
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