Evitar la infelicidad laboral
Muchos mantienen su puesto de trabajo pero interiormente se han despedido de la empresa Recuperar la ilusi¨®n empieza por un cambio de actitud y por recordar nuestras capacidades
Corr¨ªa el a?o 2007 cuando Lotfi El Ghandouri public¨® El despido interior: Cuando nuestra infelicidad laboral nos lleva a convertir nuestro trabajo en una prisi¨®n. Hoy, inmersos en recortes, expedientes de regulaci¨®n de empleo, congelaciones de sueldo y miedo generalizado, hay muchos que, si bien conservan el trabajo, se han despedido interiormente. Ya no est¨¢n en la empresa, pero ni ellos mismos se han dado cuenta. Por lo general, esto sucede cuando la distancia entre lo que esperamos y lo que obtenemos se hace insalvable y terminamos decidiendo que lo mejor es hacernos invisibles. Que nadie se d¨¦ cuenta ni de cuando llegamos ni de cuando salimos. Pero as¨ª se lastiman las relaciones, con nuestros compa?eros y, lo que es peor, con nosotros mismos. Al final nos sentimos solos, aislados e incomprendidos. ?C¨®mo hemos llegado a esta situaci¨®n? ?C¨®mo evitar que la inercia nos empuje? Al despido interior se llega por una escalera que va minando la ilusi¨®n con la que empezamos a trabajar. Veamos sus pelda?os, porque reconoci¨¦ndolos podremos alertarnos.
La entrega. Acabamos de ser contratados y nos sentimos especiales e involucrados. Sin embargo, pronto aparecen los primeros desacuerdos, las primeras decepciones. Si no somos capaces de manejar estas situaciones de conflicto y afrontar con madurez las peque?as desilusiones cotidianas, bajaremos al siguiente escal¨®n.
Cuando no se puede lograr lo que se quiere, mejor cambiar de actitud¡± (Publio Terencio)
El compromiso. Pensamos que nuestro esfuerzo y dedicaci¨®n no han obtenido sus frutos, as¨ª que nos vamos limitando a hacer lo que tenemos que hacer. Ponemos barreras a nuestro esfuerzo y, en consecuencia, a nuestro desarrollo. Aparecen frases como ¡°a m¨ª no me pagan para esto¡±.
La participaci¨®n. Hacemos lo que nos piden, simplemente. Rutinarios. Repetitivos. Aqu¨ª, tanto la empresa como el empleado saben que han llegado a un punto cr¨ªtico. Es posible, todav¨ªa, restablecer la confianza mutua. Pero la situaci¨®n se complica si ambas partes siguen sin hablar, sin comunicarse.
La retirada. Nos sentimos v¨ªctimas y nos situamos en el esquema de la empresa contra m¨ª. Nos convertimos en rebeldes pasivos y no afrontamos la situaci¨®n. Culpamos a la organizaci¨®n de nuestra infelicidad y nos vemos atrapados entre el sueldo que recibimos y la tristeza que nos genera la situaci¨®n.
La resignaci¨®n. El ¨²ltimo pelda?o. P¨¦rdida de confianza en nosotros mismos y par¨¢lisis general. Aparece en nuestra cabeza esa frase tan negativa, pesimista y destructiva de m¨¢s vale malo conocido¡ Nos hemos rendido y aceptamos la situaci¨®n. Renunciamos a nuestros principios, a nuestro crecimiento personal y profesional. Ahora s¨ª, nuestro trabajo se ha convertido en nuestra c¨¢rcel.
Para aprender m¨¢s
LIBROS
'El despido interior', Lotfi El Ghandouri (Editorial Alienta)
Cuando nuestra infelicidad laboral nos lleva a convertir nuestro trabajo en una prisi¨®n, Lotfi El Ghandouri acu?a este t¨¦rmino tan revelador.
Con ¡®El despido interior en la pareja¡¯ (Plataforma Editorial) aprenderemos la aplicaci¨®n sentimental y relacional del concepto despido interior.
'La vaca', Dr. Camilo Cruz (Taller del ?xito)
Desarrolla la f¨¢bula y nos inspira a vivir libres de aquellas cadenas que nos sujetan al conformismo.
Hemos descendido la escalera que nos ha llevado hasta el despido interior. Sabemos que no podemos seguir as¨ª aunque no tenemos ni idea de c¨®mo seguir de otro modo. Si abr¨ªamos este ep¨ªgrafe con una inspiradora cita de Publio Terencio, el c¨¦lebre autor c¨®mico latino, tampoco vendr¨ªa mal recordar otra sentencia suya que dice que es mala cosa tener un lobo cogido por las orejas, pues no sabes c¨®mo soltarlo ni c¨®mo continuar aguant¨¢ndolo. Nosotros, en la situaci¨®n de despido interior, tambi¨¦n tenemos un lobo agarrado por las orejas. Y tenemos que decidir si seguir con ¨¦l o soltarlo. Supongamos que lo que queremos es arreglar las cosas en nuestra empresa y dar un giro a nuestra relaci¨®n con el trabajo para recuperar el entusiasmo, la autoestima y la motivaci¨®n. ?Por d¨®nde empezar? ?Hay alguna receta m¨¢gica? No¡ o mejor dicho, s¨ª. Porque lo primero que haremos ser¨¢ activar la magia de un cambio de actitud. Darnos cuenta de que antes de que cambie nuestro entorno debemos cambiar nosotros mismos. Y estos cuatro pasos nos ayudar¨¢n a empezar.
Recordar que somos capaces. Antes de avanzar, debemos retroceder en el tiempo para no olvidar que nosotros podemos ser valiosos. Que nosotros fuimos escogidos en un proceso de selecci¨®n. Debemos enfocarnos en los ¨¦xitos que somos capaces de conseguir y apartar la mirada de los fracasos que hemos podido acumular.
Reconectar con nuestro compromiso. Si somos valiosos es porque tenemos unos principios y unos valores con los que debemos reconectar urgentemente. Aquellos que significan un compromiso con nosotros mismos. Las cosas pueden funcionar mejor o peor, pero nosotros debemos seguir creciendo y evolucionando como personas para, de este modo, enfrentarnos mejor a los retos que nos depare el futuro.
Restablecer el di¨¢logo. Una vez que hemos recordado y hemos restablecido el compromiso, es la hora de dialogar, es decir, ser capaces de hablar con nuestro responsable en la empresa, o con quien creamos que pueda ayudarnos, para expresarle c¨®mo nos sentimos y c¨®mo queremos sentirnos. Aceptar nuestra parte de responsabilidad, pero demostrando ganas, compromiso y entusiasmo. Las respuestas positivas a una actitud de este tipo seguro que nos sorprender¨¢n.
El conformismo es el carcelero de la libertad y el enemigo del crecimiento¡±
(J. F. Kennedy)
Romper nuestra zona de confort. Pero no conseguiremos nada si no estamos dispuestos a salir de nuestra ¨¢rea de confort. S¨ª, confort. Como dec¨ªa Dostoievski, el hombre es un animal que se acostumbra a todo. Incluso a situaciones que nos lastiman. Pero nosotros vamos a decir no. Vamos a romper con las viejas rutinas y los antiguos h¨¢bitos. Querer salir del despido interior es querer arriesgarse. Estar dispuesto a fallar, a que las cosas no salgan exactamente como esperamos. Pero a lo mejor salen mejor¡
?Y si no sirve? ?Y si a pesar de nuestros intentos seguimos sintiendo una distancia enorme entre la empresa y nosotros? ?Y si no somos capaces de realizarnos en nuestro trabajo? ?Qu¨¦ hacer? Primero, alegrarnos por no habernos dejado vencer por las circunstancias y haber sido capaces de afrontar la situaci¨®n con honestidad y valent¨ªa. Luego, matar la vaca. Exacto, como en esta f¨¢bula de origen incierto, pero que ha inspirado a todo aquel que la ha le¨ªdo, porque todos tenemos vacas que matar. Pueden ser laborales, sentimentales¡
¡°Hab¨ªa una vez un viejo maestro que decidi¨® visitar junto a su disc¨ªpulo la casa m¨¢s pobre de la comarca, donde malviv¨ªa una familia con una sola posesi¨®n: una fam¨¦lica vaca cuya escasa leche les prove¨ªa de insuficiente alimento, pero alimento al fin y al cabo. El padre, hospitalario, les invit¨® a pasar con ellos la noche. Al d¨ªa siguiente, muy temprano, el maestro le dijo a su disc¨ªpulo: ¡°Ha llegado la hora de la lecci¨®n¡±. Y el maestro sac¨® una daga y degoll¨® a la pobre vaca.
Los trabajos no son Disney World
Walt Disney era caricaturista en el diario Kansas City Star y fue despedido porque, palabras textuales, le faltaba imaginaci¨®n y no ten¨ªa buenas ideas. Fue una suerte. De haberse quedado, tal vez nos hubi¨¦ramos perdido su magia. Los trabajos no son una pel¨ªcula de Disney. No siempre los buenos ganan. Es entonces que no debemos esperar al despido, ni interior, ni exterior, ni de ning¨²n tipo. Debemos buscar el lugar donde encajar nuestras habilidades. Y nuestra historia tendr¨¢ el final feliz que merece.
¨C?Qu¨¦ clase de lecci¨®n deja a una familia sin nada? ¨Cse quej¨® el disc¨ªpulo.
¨CFin de la lecci¨®n ¨Cfue la ¨²nica respuesta.
Un a?o m¨¢s tarde volvieron al pueblo y donde estaba la casucha destartalada encontraron una casa grande, limpia y bastante lujosa.
Vieron salir al padre de familia, que no sospechaba que el maestro y el disc¨ªpulo hab¨ªan sido los responsables de la muerte de su vaca, y les cont¨® c¨®mo el mismo d¨ªa de su partida alg¨²n envidioso hab¨ªa degollado salvajemente al pobre animal¡
¨C¡ esa vaca era nuestro sustento. Pero cuando vimos a la vaca muerta, supimos que est¨¢bamos en verdaderos apuros y que ten¨ªamos que reaccionar. Y lo hicimos. Decidimos limpiar el patio que hay detr¨¢s de la casa, conseguimos algunas semillas y sembramos patatas y algunas legumbres para alimentarnos. Muy pronto vimos que nuestra granja casera produc¨ªa m¨¢s de lo que necesit¨¢bamos, y as¨ª empezamos a vender. Con las ganancias compramos m¨¢s semillas, y as¨ª hasta hoy mismo que he comprado la casa de enfrente para plantar m¨¢s patatas y hortalizas y algo de¡
Mientras el padre de familia segu¨ªa hablando, el disc¨ªpulo se dio cuenta de que aquella vaca hab¨ªa sido la cadena que manten¨ªa a toda la familia atada a una vida de conformismo y mediocridad.
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