Comparando actitudes

Paso a relatar dos hechos de los que he sido protagonista. El primero de ellos tuvo lugar recientemente en la estaci¨®n de Sierra Nevada, aunque pod¨ªa haber sucedido en cualquier otro lugar del territorio nacional: mi pareja se olvida las gafas de sol en el ba?o. A los pocos minutos vuelve para recogerlas, pero ya no est¨¢n; alguien se las han llevado. Un par de horas m¨¢s tarde bajo al aparcamiento y dejo involuntariamente apoyados los esqu¨ªes en el exterior del coche. A continuaci¨®n subo a reunirme con mi gente. Cuando un tiempo despu¨¦s bajamos con la intenci¨®n de irnos, los esqu¨ªes tambi¨¦n han desaparecido. Alguien se ha llevado unas tablas que no eran suyas.

Otra situaci¨®n, esta vez en una aldea de Botsuana en el verano de 2010. Vemos a un nativo que corre hacia nosotros cuando nos disponemos a abandonar el pueblo. Nos alcanza y nos entrega un l¨¢piz de manteca de cacao que hab¨ªamos olvidado en su locutorio de Internet.

Comp¨¢rense los dos actos y los lugares en los que suceden; el uno en un pa¨ªs desarrollado y en un sitio (una estaci¨®n de esqu¨ª) en el que la mayor¨ªa de los que vamos all¨ª tenemos un nivel de vida, al menos, desahogado. El otro, en un hermos¨ªsimo pa¨ªs del Tercer Mundo que lucha por salir de su subdesarrollo.

Si decimos que la mayor¨ªa de los pol¨ªticos son unos chorizos, ?qu¨¦ somos el resto de los ciudadanos?, ?salchichones?¡ª Francisco Javier de las Heras Molinos.