Godfrey vuela
El sue?o de Masauli era ser piloto. No lo consigui¨®, pero es el primer malau¨ª en manejar un parapente Su historia de superaci¨®n se ha convertido en un ejemplo para sus compatriotas Un documental ha llevado a las pantallas de todo el mundo su historia
En Malawi cada cierto tiempo aparece un ni?o, una esperanza que provoca gran ilusi¨®n en el peque?o pa¨ªs sudafricano. Hace unos a?os esa ilusi¨®n ven¨ªa de la mano de William Kamkwamba quien con tan s¨®lo 14 a?os cre¨® un molino de viento con materiales reciclados para abastecer de iluminaci¨®n a su aldea. Sus padres no pod¨ªan pagar sus estudios de secundaria y, sin embargo, ¨¦l manten¨ªa intactas sus esperanzas de cambiar la vida que el destino le ten¨ªa preparada. Su tenacidad fue clave para conseguir una educaci¨®n.
Ahora, es Godfrey Masauli quien a su modo tambi¨¦n se ha servido del viento para motivar a muchos j¨®venes malau¨ªes. Godfrey es el ni?o que vuela. A sus 24 a?os se ha convertido en el primer parapentista malau¨ª consiguiendo hacer realidad un sue?o que ten¨ªa desde lo cinco a?os: ¡°el de volar como un p¨¢jaro¡±. En un hotel de la capital financiera de Malawi (Blantyre), Godfrey mantiene una sonrisa que en pocas ocasiones se le borra de la cara y recuerda perfectamente cuando su t¨ªo, Stanley Masauli, le dej¨® pilotar por unos instantes uno de sus aviones. Desde ese momento comenz¨® a pasar m¨¢s tiempo junto a ¨¦l, el primer malau¨ª en conseguir una calificaci¨®n para pilotar un avi¨®n, en las instalaciones del aeropuerto de Chileka, a pocos kil¨®metro de la capital financiera del pa¨ªs, Blantyre.
¡°Hab¨ªa d¨ªas en los que quer¨ªa dejar el colegio¡±, recuerda Godfrey, quien se mantuvo gracias a la persistencia de su madre pero, sobre todo, al consejo de su t¨ªo, quien le advirti¨® de que para ser piloto deb¨ªa hablar bien ingl¨¦s. Mientras sus compa?eros, faltos de motivaci¨®n abandonaban las aulas, el perfeccionaba ese idioma. Godfrey quer¨ªa ser piloto. No se resignaba al futuro deparado para la mayor¨ªa de sus compatriotas. Pero a pesar de su dominio del idioma y de superar la educaci¨®n secundaria, su familia no pod¨ªa hacer frente a los gastos de la universidad. Los motivos econ¨®micos apartaban as¨ª a Godfrey de su objetivo. Otro golpe sacudi¨® su ya improbable quimera. La devaluaci¨®n de la moneda malau¨ª, el kwacha, en 1995, hizo que su t¨ªo no tuviera m¨¢s remedio que cerrar su negocio aeron¨¢utico. Su h¨¦roe, ese primer piloto nacional en surcar los cielos y fuente de inspiraci¨®n, finalizaba 10 a?os en el aire con sus aviones en venta. ¡°No pod¨ªa pagar ni la gasolina¡±, comenta Godfrey. Pero ¨¦l no se desanim¨®.
A cada persona expatriada o voluntario que llegaba a su pueblo le contaba su sue?o. Era el perfecto escaparate para que alguien le ayudase a conseguirlo. Sin embargo, siempre recib¨ªa amablemente el consejo de abandonarlo y dedicarse a otra actividad que le diera para vivir. Comenz¨® a buscar un trabajo que le permitiera ahorrar lo suficiente para obtener su licencia de vuelo. Vendi¨® le?a y calcul¨® que ser¨ªa piloto a la edad de 105 a?os. Se pas¨® a la construcci¨®n, donde su salario mejorar¨ªa, pero a¨²n as¨ª, a 25 c¨¦ntimos por hora, tendr¨ªa 53 a?os para cuando pudiera dar su primera clase de pilotaje. ¡°Era dif¨ªcil renunciar. No le ve¨ªa raz¨®n a vivir¡±, dice. Se encontraba devastado, su coraz¨®n se negaba a aceptar la realidad. Sin embargo, la vida le ofreci¨® otra oportunidad.
En 2011 conoci¨® de casualidad a Benjamin Jordan, un parapentista canadiense que, aburrido de su rutinaria existencia en la Columbia Brit¨¢nica, emprendi¨® un viaje a Malawi para ense?ar a los m¨¢s peque?os c¨®mo manejar una cometa. Adem¨¢s, Benjamin so?aba con poder preparar a alguien para volar en parapente. Un d¨ªa, en su camino a la obra, el joven malau¨ª vio a aquel blanco rodeado de ni?os con una cometa hecha de peri¨®dico sobre sus cabezas.
¡°De no haber conocido a Benjamin, habr¨ªa ido ilegalmente a Sud¨¢frica a trabajar donde fuera para poder volver con algo m¨¢s de dinero¡±. Habr¨ªa seguido as¨ª la pr¨¢ctica de muchos malau¨ªes que no consiguen en encontrar oportunidades en su pa¨ªs y est¨¢n obligados a emigrar.
Godfrey y Benjamin. Dos personas, dos historias entrecruzadas. Se echaron a la carretera en sendas bicicletas para recorrer el sur del pa¨ªs. El objetivo era entrenar a Godfrey. Que llegara a ser el primer parapentista de Malawi. Algo aparentemente imposible.
Su madre no pod¨ªa creer la alocada idea en la que su hijo se met¨ªa, pero su padre y su t¨ªo le bendijeron. Durante el camino, Godfrey y Benjamin intimaron, pudieron conocerse bien. Compart¨ªan experiencias mientras eran acogidos caritativamente en distintas casas para pasar la noche. Propusieron a varios colegios la idea de realizar cometas con material reciclado e inspirar a los m¨¢s peque?os. Tras el primer desencuentro con un director, ¨C¡°vay¨¢nse con sus est¨²pidos juegos a otra parte¡±¨C, la idea cont¨® con el benepl¨¢cito de otros centros. As¨ª se pasaban los d¨ªas. Kil¨®metros en bicicleta, charlas con los ni?os y entrenamiento.
Y mientras, Benjamin se encargaba de documentar el viaje con dos c¨¢maras. Todo el material ser¨ªa posteriormente parte del documental que cuenta la historia de Godfrey. ¡°Yo quer¨ªa aprender a volar, no estaba interesado en tomar fotos o grabar¡±, dice Godfrey, quien encontr¨® el proceso de grabaci¨®n aburrido en un principio.
¡°No pod¨ªa quitarme el miedo de que un d¨ªa se iba a echar atr¨¢s, que iba a abandonar el proyecto y, para ser sincero, hab¨ªa un mont¨®n de veces en que no lo habr¨ªa culpado si lo hac¨ªa¡±, comenta Benjamin por correo electr¨®nico sobre las dificultades de las semanas de entrenamiento. Una de las mayores adversidades fueron las dudas de Godfrey. Su t¨ªo Stanley estaba en el hospital, enfermo, y necesitaba una operaci¨®n que su familia no pod¨ªa costear. Titubeaba entre proseguir o volver a casa y ayudar econ¨®micamente. Si su t¨ªo no pod¨ªa ser testigo de su logro, para qu¨¦ seguir, se preguntaba Godfrey quien opt¨® finalmente por hacer que su t¨ªo estuviera orgulloso siguiendo adelante.
Tras pasar por los alrededores de Blantyre, zambullirse en el lago Malawi en Mangochi, perderse por la meseta de Zomba y recorrer Phalombe llegaron a las faldas de la cordillera de Mulanje a finales de junio. El destino siempre hab¨ªa sido llegar a la monta?a y frente a ella estaba una de los macizos m¨¢s altos del ?frica Austral.
El 28 de junio de 2011 lleg¨® el d¨ªa. Tras cinco jornadas de entrenamiento intensivo todo estaba listo para el salto. ¡°Tuve miedo. Ech¨¦ a correr, cerr¨¦ los ojos y cuando los abr¨ª estaba volando¡±, recuerda Godfrey emocionado. Desde el suelo, los ni?os gritaban ¡°ndizotheka¡±, (¡°es posible¡±) y una vez aterriz¨® los presentes corrieron a abrazarle. Godfrey pod¨ªa volar.
Su historia trascendi¨®. Godfrey comenz¨® a dar charlas en las escuelas de los alrededores de su pueblo natal, Chileka. Anima a los j¨®venes desde entonces a no dejar la escuela y creer en un sue?o que les mantenga motivados. El pasado a?o incluso clausur¨® una charla TED organizada en Lilong¨¹e, capital de Malawi. Poco m¨¢s tarde, en verano de 2013, realiz¨® una gira junto a Benjamin para promocionar su documental en Estados Unidos.
A modo de retrospectiva, Benjamin no duda en alabar el esfuerzo de Godfrey y su empe?o. ¡°No podr¨ªa haber elegido alguien mejor con el que trabajar que con este muchacho joven y brillante del que me hice amigo volando esa m¨¢gica cometa colina abajo en la carretera de Chichwawa¡±.
Ahora con m¨¢s de 300 saltos a sus espaldas, encara el 2014, a?o que se presenta pr¨®spero. El documental est¨¢ siendo la herramienta de apoyo y financiaci¨®n para la llamada "Escuela de los Sue?os", su pr¨®ximo objetivo. Este centro pretende ser el primero, y posiblemente el ¨²nico, de parapente en Malawi. Un lugar para dotar a los j¨®venes de objetivos, una raz¨®n para vivir como el deseo de volar se la dio a Godfrey. La Escuela de los Sue?os ser¨¢ concebida como una plataforma educativa para hacer parapente y para el desarrollo personal, explica. Y ya cuenta con varias localizaciones para este proyecto ideado para ser autosuficiente.
¡°Malawi necesita ambiciones, sue?os para que la gente se esfuerce por unos objetivos¡±, dice Godfrey de una sociedad en la que el 70% de los j¨®venes no finaliza la primaria porque no son conscientes de la importancia de la educaci¨®n. Su sue?o le permiti¨® formarse. Ese est¨ªmulo es el que reclama para su pa¨ªs. ¡°Malawi necesita motivaci¨®n, m¨¢s que ayuda econ¨®mica. Tenemos dinero de pa¨ªses donantes pero nos hacemos m¨¢s pobres¡±, argumenta. Godfrey opina que su pa¨ªs debe levantarse y echar a andar por sus propios medios con la educaci¨®n como piedra angular de progreso.
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