Masa y poder

Deb¨ªa de tener unos siete a?os. All¨¢ por el 68. No recuerdo bien. Y tampoco me explico c¨®mo a nuestros padres se les ocurri¨® llevarnos a un espect¨¢culo de delfines, cuando para m¨ª ir al circo era como ir al dentista, pero no tan necesario. La exhibici¨®n nos gust¨®, aunque apenas aplaudimos. Nos daba verg¨¹enza. Y, a juzgar por las risas y ovaciones a nuestro alrededor, la mayor¨ªa de los que estaban all¨ª tambi¨¦n disfrut¨® de lo lindo. Hubo un sorteo y result¨® que el boleto premiado lo ten¨ªa yo. En un pu?o. Hecho una bola. Aterrorizada, pens¨¦ no decirlo.

Al fin, en un arranque de valor, me anim¨¦ a bajar hasta donde el tipo del micr¨®fono voceaba el n¨²mero. A ver si as¨ª se callaba. Consegu¨ª llegar, y a¨²n grit¨® m¨¢s: ?Esta es la ni?a afortunada! A punto estuve de desaparecer, cuando me dio a elegir entre dos lotes. Se?al¨® primero un delf¨ªn hinchable, enorme, y el p¨²blico aull¨® de placer. Despu¨¦s mostr¨® otros dos, de mi tama?o. Se hizo un significativo silencio, y yo mir¨¦ hacia arriba. No buscaba consejo, sino el rostro de mi hermana. R¨¢pidamente, con una sonrisa digna de un idiota, escog¨ª los peque?os. El p¨²blico me dedic¨® el abucheo m¨¢s ensordecedor que he escuchado jam¨¢s, pero yo volv¨ª a mi asiento contenta con un delf¨ªn en cada brazo.

Y hoy d¨ªa sigo siendo tan imb¨¦cil que, aunque mi opini¨®n no suele coincidir con la de la mayor¨ªa, creo que, a pesar de todo, el mejor sistema de gobierno es la democracia. Que cualquier ciudadano pueda hablar. La masa m¨¢s silenciosa es la de los enemigos muertos, dice Canetti a prop¨®sito de la guerra. Cuando lo que se quiere es un oponente mudo¡­ En la pol¨ªtica deber¨ªamos buscar lo contrario. Escuchar al otro. E incluso alguna que otra vez hacerle caso.