'Streaming': en ti confiamos
Es la nueva oportunidad de la industria musical. Un informe revela que los ingresos digitales remontan sus beneficios gracias a servicios como Spotify. Aunque el artista a¨²n sale perdiendo
El negocio musical (discogr¨¢ficas, distribuidoras y m¨²sicos) recupera el aliento. Su nueva oportunidad se llama streaming:poder escuchar millones de canciones en el ordenador o el m¨®vil sin descargarlas. En EE UU reina Pandora. En Espa?a, Deezer y Spotify son las plataformas importantes.
El nuevo informe de la Federaci¨®n Internacional de la Industria Discogr¨¢fica (IFPI) revela que estamos dejando de ser ilegales y la industria vuelve, lentamente, a coger las riendas. Seg¨²n sus an¨¢lisis, algo m¨¢s de la mitad de los usuarios de Internet ¨Cun 61%¨C utilizan ya servicios legales para consumir m¨²sica por la Red. Otro dato significativo: los ingresos digitales de las discogr¨¢ficas aumentaron un 4,3% en 2013 hasta alcanzar 4.200 millones de euros, lo que equivale a un 39% de los ingresos totales a nivel mundial. O lo que es lo mismo: encontrar un enlace para bajar un disco sin pagar es cada vez m¨¢s complicado.
Javier Gayoso, director de Spotify Espa?a, donde en la actualidad trabajan 12 personas, lo refrenda: ¡°Las cifras que tenemos demuestran que el streaming tiene un futuro prometedor. La l¨ªnea de la venta f¨ªsica es descendente; lo mismo que la de las descargas digitales de canciones. La del streaming, aun siendo inferior a las dos anteriores, es ascendente¡±. Gayoso no ofrece n¨²meros concretos de usuarios y beneficios en Espa?a, pero, seg¨²n el informe IFPI, actualmente hay 28 millones de personas que pagan no m¨¢s de diez euros mensuales por tener acceso a millones de canciones. Muy lejos de los escasos ocho millones de abonados de 2010.
El proceso est¨¢ en marcha. ¡°Conviene ser cautos. En el futuro habr¨¢ varios modelos de negocio¡±, advierte ?lvaro Rebollo, de marketing digital de Sony Music. ¡°Y aunque el streaming es una nueva e interesante f¨®rmula, no se puede asegurar categ¨®ricamente que sea la ¨²nica viable¡±. ¡°Aunque por ahora no se puede vivir del streaming¡±, precisa Marisa Moya, socia de la cooperativa discogr¨¢fica Marxophone, donde edita su m¨²sica, entre otros, Nacho Vegas. ¡°Pero para la gente es una herramienta muy v¨¢lida y eso le augura un buen futuro¡±.
Para los m¨²sicos, la recuperaci¨®n ser¨¢ m¨¢s lenta. El porcentaje que el artista se llevaba de cada disco f¨ªsico vendido era peque?o; con el streaming, este margen ha encogido. En oto?o, Spotify revel¨® que los artistas cobran una media de 0,005 euros por cada reproducci¨®n. ¡°No es lo mismo vender una casa que alquilarla. El ?streaming es eso: alquilar la m¨²sica. El usuario no la posee, solo la escucha¡±, dice Gayoso. Las plataformas se nutren de publicidad y suscripciones. De lo que ganan, un 70% va a las compa?¨ªas discogr¨¢ficas (que luego reparten entre sus m¨²sicos en funci¨®n de las escuchas) y a las entidades de derechos de autor. El 30% restante es su beneficio.
De Thom Yorke, de Radiohead, a Lady Gaga, son muchos los m¨²sicos que han protestado por las rid¨ªculas cifras que generan sus canciones en streaming. Algunos, como la banda estadounidense de funk Vulfpeck, entre la iron¨ªa y la protesta, han ideado un sistema para hacer dinero de Spotify: publicar canciones en silencio y pedir a sus fans que las reproduzcan en modo repetici¨®n por la noche mientras duermen. El streaming puede salvar a la industria. Pero a unos m¨¢s que a otros.
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