¡®Taxi driver¡¯ en Bogot¨¢
En la capital colombiana hay un vac¨ªo de pol¨ªticas p¨²blicas del transporte que ha provocado un limbo en el que las 'apps' han roto con el monopolio de Taxis Libres, la mayor flota de la ciudad
Dice Juan Villoro que los taxis son espacios narrativos donde no se precisa m¨¢s est¨ªmulo que el silencio para que el conductor comience a hablar. La cronista-v¨ªctima propiciatoria se sube, pues, a ese espacio narrativo consciente de que en cualquier otra situaci¨®n podr¨ªa considerarse una fatalidad estar metida en un atasco a las 8.30 en una de las autopistas m¨¢s transitadas de Bogot¨¢. Si se hiciera una lista de los lugares m¨¢s temidos del mundo, en ella estar¨ªan los taxis de la capital colombiana. Aqu¨ª se hizo c¨¦lebre ¡°el paseo millonario¡±, esa modalidad de secuestro expr¨¦s con denominaci¨®n de origen que consiste en arrastrar al pasajero de cajero en cajero, durante horas, hasta blanquearle la cuenta y crearle un trauma vitalicio. Aqu¨ª, hasta un agente de la DEA puede morir a manos de supuestos taxistas. Es lo que le pas¨® a James Terry Watson cuando, hace menos de un a?o, se subi¨® a uno y fue apu?alado por resistirse al asalto.
Por suerte, yo no he tomado este taxi a la europea ¨Csalir a la calle, estirar el brazo y tomarlo, algo que en toda Latinoam¨¦rica siempre se ha considerado temerario¨C; no, mi taxi ha llegado gracias a Tappsi, app creada por dos j¨®venes colombianos que ha despertado a muchos de la pesadilla de los taxistas que te roban, te violan o simplemente adulteran el tax¨ªmetro. Con este sistema, las carreras son monitoreadas digitalmente, los conductores identificados y los precios controlados. Eso me est¨¢ contando Dan Loayza, ingeniero de Tappsi, en el asiento de atr¨¢s, cuando Alfonso Le¨®n, al volante, irrumpe para dar la versi¨®n del taxista: asegura que en sus 30 a?os de experiencia ha visto m¨¢s taxistas que clientes atracados y que las app no resuelven ese problema. Adem¨¢s, critica que Tappsi incorpore la opci¨®n de dar propinas salt¨¢ndose las tarifas oficiales, lo que ha terminado fomentando la desigualdad y la escasez, pues muchos conductores no aceptan carreras sin un buen ¡°incentivo¡±.
Ir en este taxi es como ver al pasado y al futuro darse de manotazos ante el desastre del presente: el eterno vac¨ªo de pol¨ªticas p¨²blicas que regulen el transporte. En ese limbo, las app han roto con el monopolio de Taxis Libres, la mayor flota de la ciudad, cuyos due?os ¨Cseg¨²n el medio digital La Silla Vac¨ªa¨C, Uldarico Pe?a y Jos¨¦ Eduardo Hern¨¢ndez, pod¨ªan paralizar Bogot¨¢ con una huelga o decidir qui¨¦n ser¨ªa su pr¨®ximo alcalde. Tappsi es la l¨ªder con m¨¢s de 20.000 taxistas registrados y alrededor de 1,2 millones de usuarios, pero no es la ¨²nica. Otra aplicaci¨®n, la norteamericana Uber, un servicio de transporte individual de alta gama que funciona como un servicio privado sin licencia de conducci¨®n p¨²blica, tiene al mundo del taxi en pie de guerra por presunta competencia desleal: en Barcelona intentan boicotearla, en Madrid quieren bloquearla antes siquiera de haber llegado, y en Londres, el gremio de taxistas ha anunciado ya una jornada de caos y horror a principios de junio. En Bogot¨¢, en tanto, Uber se acaba de prohibir por la presi¨®n de Uldarico y los suyos. ¡°?Por qu¨¦ el conductor de taxi amarillo, en vez de preocuparse y ver a Uber como una amenaza, no cambia de actitud y compite con buen servicio?¡±, ha escrito Hugoleonrojito, taxista medi¨¢tico, en su blog del diario El Tiempo.
Silvana Bonfante, antrop¨®loga y usuaria de las app, cree que estas ¡°han ayudado a reforzar el imaginario de la seguridad. Que uno pueda hacer seguimiento a la ruta del taxista en tiempo real es una clara ventaja en el territorio de la desconfianza¡±. Existen tambi¨¦n iniciativas independientes en las redes sociales en contra de los abusos, como denunciealtaxista.com, muy activo en Twitter. ¡°En Colombia¡±, concluye Silvana, ¡°los usuarios tienden a conformarse con un servicio peligroso y de baja calidad porque les parece algo natural, parte de lo que somos. Y eso es lo que tiene que cambiar¡±.
Por fin, despu¨¦s de casi una hora llego a mi destino inocuo: las oficinas de Tappsi. Hablo con los programadores, me conecto a la app y pido un coche de regreso. Mi nuevo taxista, identificado y monitoreado como todos los dem¨¢s, tiene unos 20 a?os. Como el viaje es largo y aburrido, me conecto a Internet (s¨ª, los taxistas bogotanos usan tecnolog¨ªa 4G). Pero el chico se pasa todo el viaje hablando con un amigo por la radiofrecuencia y por momentos creo que morir¨¦ en un accidente junto a este ni?o distra¨ªdo. Como sobrevivo y las app te permiten calificar a los taxistas de cinco a cero estrellas, le pongo tres, por el wifi.
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