De mosquitos y brujas
Un cooperante encuentra en la RCA una peculiar enfermedad: la 'maridoctom¨ªa'
Ndele es una peque?a ciudad ubicada al norte de la Rep¨²blica Centroafricana, pa¨ªs que lleva m¨¢s de un a?o sumido en un conflicto interno que ha obligado a casi un mill¨®n de personas a abandonar sus hogares huyendo de la violencia. El n¨²mero de muertos a golpes de machete y odio resulta incalculable y, hasta hoy, m¨¢s de la mitad de los centroafricanos dependen por completo de la ayuda humanitaria para sobrevivir. Capital de una provincia de cuarenta mil habitantes, la poblaci¨®n de Ndele ¡ªentre la que se estima hay un 20% de desplazados¡ª es de aproximadamente 15.000. Por su condici¨®n de feudo de una de las partes del conflicto ¡ªel grupo armado ex-Seleka¡ª, sus habitantes no sufren de forma directa las masacres que se suceden m¨¢s al sur desde hace meses.
En un pa¨ªs donde la impunidad es el ¨²nico reflejo de la ley y los servicios p¨²blicos son pr¨¢cticamente inexistentes, esta peque?a capital de provincia no es ajena al sufrimiento. Por un lado, los soldados derrotados y de vuelta a casa repiten h¨¢bitos de robos y abusos. Por otro, ante tales carencias, las enfermedades hacen f¨¢cilmente acto de presencia. Obviamente, en Ndele no todo son l¨¢grimas, y el d¨ªa a d¨ªa ofrece situaciones curiosas que se prestan a exprimir gotas de humor. Permitidme que os cuente la ¨²ltima de ellas¡
Normalmente, a la una de la tarde, el equipo de M¨¦dicos sin Fronteras en Ndele se dirige a casa para degustar las delicias de Papa Joseph, comentar la ma?ana y, los que pueden, descansar unos minutos. Pero hace unos d¨ªas, tras una larga ma?ana sin nada con lo que enga?ar al est¨®mago debido al intenso ritmo de trabajo, la comida se retras¨®. Poco antes de la una recibimos un aviso de un caso urgente que requer¨ªa nuestra presencia en el hospital. Dado que se trataba a su vez de un tema de seguridad y de salud, el doctor Jean Claude ¡ªencargado de las actividades m¨¦dicas del proyecto¡ª y yo, decidimos ir juntos.
Varias personas y una autoridad militar vestido de caqui merodeaban algo nerviosos frente a la puerta de la sala de admitidos. El doctor Bruno ¡ªsupervisor general del hospital¡ª se acerc¨® antes que nadie para explicarnos la situaci¨®n. Se trataba de los familiares de una paciente de malaria que hab¨ªa sido dada de alta d¨ªas atr¨¢s. El hombre de caqui era el segundo de a bordo de la Gendarmer¨ªa. Y estaba dispuesto a poner orden en caso de que fuera necesario.
Al parecer, en la sala de admitidos estaba ingresada una bruja que hab¨ªa lanzado un mal de ojo a la joven paciente de malaria. Sus familiares la esperaban a la salida cual matones de instituto. Al escuchar semejante disparate, no pudimos contener una sonrisa, al margen del respeto a las creencias tradicionales. El doctor Bruno ¡ªoriginario de la zona¡ª nos respondi¨® de igual forma y cautela, a modo de comprensi¨®n y complicidad. Cuando preguntamos qu¨¦ hac¨ªa una bruja en la sala de admitidos, el Dr. Bruno nos cont¨® que le hab¨ªan propinado una paliza por haber lanzado el mal de ojo sobre la joven en cuesti¨®n. Pero, dado que la joven no hab¨ªa hecho sino empeorar desde su salida del hospital ¡ªcuriosamente despu¨¦s de haberla llevado ante un curandero tradicional para acelerar su cura¡ª, la familia hab¨ªa decidido venir a por la bruja para que esta deshiciera el mal de ojo. No se mover¨ªan de ah¨ª hasta que consiguieran sacarla.
Ante tal panorama, los doctores y yo decidimos pasar a la sala de reuniones con el marido de la joven y con el se?or de caqui para tratar de mediar y encontrar una soluci¨®n. Por el bien de todos, m¨¢s nos val¨ªa que as¨ª fuera. Cost¨® una larga discusi¨®n hacerle entender al caballero que su mujer sufr¨ªa malaria y que, probablemente, habr¨ªa empeorado a causa del tratamiento tradicional. Que su enfermedad ¡ªend¨¦mica de la regi¨®n¡ª nada ten¨ªa que ver con una bruja, sino con un mosquito. Y sobre todo, que si quer¨ªa que su mujer mejorara deb¨ªa traerla de vuelta al hospital. Finalmente, tras lograr aplacar las amenazas de muerte que el caballero vert¨ªa sobre el se?or de caqui en caso de que su mujer no mejorase en el hospital, conseguimos que una ambulancia saliera en b¨²squeda de la joven.
Esperamos su llegada para comprobar su estado de salud. Interesante. Tras examinarla, a juzgar por su manera de entreabrir ligeramente un ojo tan pronto como dejaba de escuchar la voz de su hombre, los doctores le diagnosticaron una maridoctom¨ªa. Al margen de un peque?o cansancio, consecuente de la reciente malaria, la joven se encontraba sana pero falta de afecto marital. El marido, miembro de un grupo armado, dedicaba sus horas a fechor¨ªas varias olvid¨¢ndose de su amada. La se?orita, para llamar su atenci¨®n, digna de un Goya, fing¨ªa sufrir un mal de ojo que le hab¨ªa echado la inocente vecina, a quien hab¨ªan acusado de bruja de un d¨ªa para otro.
Esta vez, el tratamiento consistir¨ªa en diur¨¦ticos para obligarla a visitar el aseo y en un alejamiento temporal de sus seres queridos, para que el teatro se quedara sin p¨²blico.
La bruja, amenazada de muerte, fue dada de alta la ma?ana siguiente. Ojal¨¢ pudiera coger su escoba y volar lejos, m¨¢s de lo que puede un mosquito.
?Omar Ahmed Abenza es coordinador del proyecto de MSF en Ndele, Rep¨²blica Centroafricana
Asistencia en RCA
En Ndele, MSF gestiona desde 2010 un proyecto de asistencia sanitaria a las v¨ªctimas de la crisis cr¨®nica que sufre la RCA. Entre las actividades de la organizaci¨®n en esta localidad del norte de la RCA se encuentran los servicios de obstetricia, las consultas externas, el tratamiento del VIH/sida y el apoyo a cuatro centros de salud cercanos. Cada semana, los equipos de MSF realizan unas 1.600 consultas ¡ªuna tercera parte de las cuales son a ni?os menores de 5 a?os¡ª, y unos 40 pacientes son ingresados en el hospital.
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