Cuidar las relaciones
Las personas nos nutren, pero con frecuencia no les dedicamos el tiempo necesario Debemos huir de encuentros rutinarios, cuidar los detalles y cultivar las buenas conversaciones
Las relaciones son fuente de felicidad y de sufrimiento. Encontramos felicidad en una buena amistad, un buen amor, una conversaci¨®n, un compartir ¨ªntimo y lleno de sentido o en una aventura compartida. Todo esto nos nutre. Sin embargo, las relaciones tambi¨¦n son las que m¨¢s sufrimiento nos causan. Debido a malos entendidos, ri?as y conflictos, pueden suponer una causa de pesar constante. Desafortunadamente, a veces es la p¨¦rdida de un ser querido la que nos hace sentir que quiz¨¢ deber¨ªamos haber cuidado m¨¢s la relaci¨®n. Cu¨¢ntas veces hemos escuchado que en el lecho de muerte, las personas se arrepienten de no haber cuidado mejor a sus amistades o familiares, de no haber dedicado m¨¢s tiempo a conversar y a estar con ellos. ¡°Muy pronto en la vida es demasiado tarde¡±, dice Marguerite Duras.
A veces cuidamos m¨¢s las relaciones en momentos dif¨ªciles. En cambio, en momentos mejores podemos caer en dar por supuesto que uno ya tiene a esa persona, sea marido, esposa, amigo, colaborador. Y entonces deja de sentirle, de cuidarle, de estar m¨¢s atento a su presencia y a lo que le ocurre y necesita. Cuando se inicia una relaci¨®n se cuidan los detalles. Con el tiempo, cuando uno ya ha integrado a esa persona en su c¨ªrculo relacional cercano, a menudo deja de cuidarla con atenci¨®n. No escucha, no dedica tiempo, no percibe si la otra persona est¨¢ pasando por momentos delicados.
Si no puedes cambiar tu destino, cambia tu actitud¡± Amy Tan
Cuidarnos unos a otros es esencial para que las relaciones florezcan. Somos seres relacionales. Las personas dan sentido a nuestro ser y hacer. Nos construimos con el otro. Las relaciones se convierten en un proceso de revelaci¨®n propia y ajena, en las que uno se descubre a s¨ª mismo descubriendo al otro.
?Qu¨¦ hace que las relaciones prosperen? ¡°El poder personal no se puede desarrollar ni sostener si la persona no logra ver a otros y sentirse vista por los dem¨¢s, valorados y valorar. ?sta es la din¨¢mica relacional central, la fuente que permite vivir plenamente¡± (Joan Quintana).
Si las amistades y las relaciones son tan importantes, es una prioridad cultivar una actitud apreciativa y prestar atenci¨®n a no caer en la trampa de las expectativas, plantear las conversaciones necesarias, escuchar, estar por el otro, no evitar el conflicto sino afrontarlo mediante la comunicaci¨®n no violenta, acompa?ar en el sufrimiento y dedicar el tiempo necesario. Veamos cada uno de estos aspectos.
Cuando estamos muy cerca de alguien y creemos que le conocemos bien, podemos caer en el h¨¢bito de fijarnos m¨¢s en lo que no nos gusta y nos acostumbramos a quejarnos. Dejamos de apreciar el valor que nos aporta. Tenemos la sensaci¨®n de que es el otro el responsable de nuestra insatisfacci¨®n.
Para saber m¨¢s
LIBROS
¡®Ense?anzas sobre el amor¡¯
Thich Nhat Hanh. (Oniro, Barcelona)
¡®Cuidarse a s¨ª mismo para ayudar sin quemarse¡¯
Francesc Torralba, Luciano Sandrin y
Nuria Calduch-Benages. (PPC Editorial)
¡®?tica del cuidar¡¯
Francesc Torralba. Mapfre Medicina
¡®Relaciones poderosas¡¯
Joan Quintana y Arnoldo Cisternas
(Kair¨®s)
Cuando uno se queja de algo es porque le importa. Si no le importara, ni prestar¨ªa atenci¨®n, ni dedicar¨ªa energ¨ªa a protestar. Cuando recibimos un reproche de alguien cercano, merece la pena ver qu¨¦ es lo que realmente nos est¨¢ diciendo. Detr¨¢s de las frustraciones hay un anhelo no cumplido. ?Cu¨¢l es? ?Qu¨¦ es lo que realmente quiere la otra persona? ?Hasta qu¨¦ punto podemos satisfacerlo o c¨®mo hacerle aterrizar en la realidad de lo que somos y podemos ofrecer? Cuando las quejas son nuestras, podemos reformularlas para expresarlas como una petici¨®n, un anhelo, en vez de con rabia o intenci¨®n de culpabilizar.
Hay veces que la frustraci¨®n es fruto de darse cuenta del autoenga?o en el que uno ha vivido respecto a una relaci¨®n. Aparece la decepci¨®n. La persona se cae definitivamente del pedestal: no es como pensaba que era. En esos casos, cuidar la relaci¨®n implicar¨ªa procurar que la separaci¨®n sea lo m¨¢s ¨¦tica y respetuosa posible. Siendo consciente de que es bueno salir del espejismo en el que se estaba. Es una liberaci¨®n incluso mientras causa dolor. En estos casos, a veces, la relaci¨®n que m¨¢s tenemos que cuidar es la que mantenemos con nosotros mismos. Cuidarnos para no caer en la desesperaci¨®n ni en la depresi¨®n. Necesitamos escuchar y escucharnos. ¡°El cuidado de uno mismo es la condici¨®n de posibilidad para ?ar?ti?cular correctamente atender a otro¡± (Francesc Torralba).
Plantear las conversaciones necesarias. Uno de los factores clave del cuidado de las relaciones radica en tener las conversaciones acerca de los temas que importan con las personas que nos importan. Estar presentes y disponibles para conversar, dialogar y aclarar. ?Qu¨¦ facilita un buen di¨¢logo? La actitud apreciativa, de escucha y de plantear con claridad y respeto nuestras peticiones. Nos cuesta conversar cuando la relaci¨®n es fuente de frustraci¨®n y de quejas. Las quejas, dec¨ªa, son peticiones encubiertas, y las frustraciones suelen ser sue?os o anhelos no cumplidos. Por tanto, para facilitar encuentros que nos permitan un acercamiento, podemos preguntar qu¨¦ es lo que la persona realmente quiere, y hablar desde ese aspecto y no de lo que no se quiere.
Al charlar sobre los anhelos, abrimos las puertas a una conversaci¨®n generativa que nos ayuda a aclarar lo que deseamos y hacia d¨®nde queremos ir. En cambio, si nos focalizamos en lo negativo con un discurso de lo que falta, nos anclamos en la queja y no vemos ni nos abrimos a imaginar soluciones.
A menudo vamos tan deprisa que cuando hablamos con otra persona, lo hacemos de forma rutinaria y aburrida, sin chispa. No somos comunicadores creativos. Vemos la relaci¨®n como una irrupci¨®n en lo que ten¨ªamos previsto, en nuestros planes no entraba la presencia del otro. Planificamos reuniones y acciones, lugares y horarios. Si vivimos aferrados a lo que hemos planificado, dejamos de escuchar las se?ales que nuestro cuerpo y el momento nos dan. Vivimos en la mente planificadora que quiere lograr sus objetivos.
Percibe la verdadera situaci¨®n del otro, ya que de lo contrario quiz¨¢ le ofrezcas algo que le haga infeliz¡± Thich Nhat Hanh
A veces nos forzamos a cumplir los planes que nos hemos marcado y los compromisos que hemos adquirido. Otras veces nos obligamos a seguir los horarios impuestos por otros. Vamos tirando del carro sin parar, sin respirar a conciencia ni escuchar. Las personas pasan por nuestro lado o las tenemos delante, y no hay tiempo para ellas porque debemos cumplir con nuestros planes. As¨ª, la vida va pasando. Compromisos cumplidos, pero oportunidades y encuentros perdidos. Paseos no compartidos, conversaciones no mantenidas, personas no atendidas, oportunidades desperdiciadas de reencuentros con el otro, porque ten¨ªamos que hacer otra cosa marcada por el plan. Cuando actuamos de esta manera, nos instalamos en las planificaciones de la mente y queremos que la realidad las cumpla. En cambio, si vivimos estando presentes en el momento, abrazaremos estos encuentros.
Un amigo m¨ªo que trabaja en banca desde hace 38 a?os me comenta su experiencia a ra¨ªz de un cambio de actitud que le aport¨® un gran crecimiento personal e increment¨® su motivaci¨®n para ir a trabajar. Sinti¨® que cada encuentro con el cliente era de hecho la oportunidad de un hallazgo personal real. Por ello, nos explica, cada vez que recibe a alguien lo convierte en una verdadera re-uni¨®n. En ese momento, lo m¨¢s importante es estar presente con quien tiene enfrente. As¨ª la persona se lleva algo m¨¢s que una soluci¨®n financiera.
Cuando alguien est¨¢ delante de otra persona, pero su mente est¨¢ en el pasado o en el futuro, en lo que tiene que hacer luego o en lo que pas¨® antes, no est¨¢ presente y la comunicaci¨®n que se establece es p¨¦sima, porque ni escucha ni habla. Se pierde la oportunidad de un encuentro real y se queda en uno com¨²n, ordinario, sin nada nuevo ni especial.
Sea consciente de que su presencia y ?actuaci¨®n influyen. Crea en s¨ª mismo. Recuerde que el poder est¨¢ en lo que ocurre en ese preciso momento. Considere sagrado cada encuentro con alguien e incremente esa actitud de inter¨¦s ¨²nico, sea quien sea la persona que est¨¢ frente a usted. Si est¨¢ con un cliente, est¨¦ plenamente con ¨¦l. Si es su hijo, entr¨¦guese completamente. Haga que cada persona con la que tenga oportunidad de encontrarse sienta que es la m¨¢s importante para usted en ese momento. Convi¨¦rtalo en una experiencia inolvidable. Comparta lo mejor de s¨ª mismo. Dele sentido a la conversaci¨®n y evite huir con conversaciones superfluas y miradas distra¨ªdas. Haga que su persona y su ser aporten diferencia, calidad, cuidado y claridad.
Apreciar y confiar
El mejor cuidado lo manifestamos en entornos de confianza. En ocasiones surge la dificultad de confiar en nuestros colaboradores. Dominan los miedos, en especial cuando se siente que hay mucho que perder. Desde el miedo es dif¨ªcil asumir riesgos y plantear conversaciones para llegar a acuerdos. Para recuperar la confianza necesitamos valorar lo que tenemos delante. Como explico en el libro Indagaci¨®n apreciativa, ¡°cuando apreciamos, avanzamos: nuestra mente se abre a recibir, a reconocer nuevos datos y aprender. Apreciando sentimos asombro y curiosidad, descubrimos lo mejor de lo que es y nos abrimos a ver lo que podr¨ªa ser¡±. Apreciar con esfuerzo apasionado y absorbente nos ayuda a generar una imagen positiva del futuro que deseamos. ¡°Cuando apreciar al otro se convierte en una actitud vital, incrementamos la calidad de nuestras relaciones y contribuimos a que se manifieste lo mejor de las personas.¡±
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