El valor de la humildad
Soberbios, prepotentes, sabios por naturaleza, creemos que nuestra forma de vivir es la que vale M¨¢scaras de la vida moderna que nos enga?an y dificultan la posibilidad de seguir creciendo
La gran mayor¨ªa estamos convencidos de que nuestra forma de ver la vida es la forma de ver la vida. Y que quienes ven las cosas diferentes que nosotros est¨¢n equivocados. De hecho, tenemos tendencia a rodearnos de personas que piensan exactamente como nosotros, considerando que estas son las ¨²nicas ¡°cuerdas y sensatas¡±. Pero ?sabemos de d¨®nde viene nuestra visi¨®n de la vida? ?Realmente podemos decir que es nuestra? ?Acaso la hemos elegido libre y voluntariamente?
Desde el d¨ªa en que nacimos, nuestra mente ha sido condicionada para pensar y comportarnos de acuerdo con las opiniones, valores y aspiraciones de nuestro entorno social y familiar. ?Acaso hemos escogido el idioma con el que hablamos? ?Y qu¨¦ decir de nuestro equipo de f¨²tbol? En funci¨®n del pa¨ªs y del barrio en el que hayamos sido educados, ahora mismo nos identificamos con una cultura, una religi¨®n, una pol¨ªtica, una profesi¨®n y una moda determinadas, igual que el resto de nuestros vecinos. ?C¨®mo ver¨ªamos la vida si hubi¨¦ramos nacido en una aldea de un pueblo de Madagascar? Diferente, ?no? Y entonces, ?por qu¨¦ nos aferramos a una identidad prestada, de segunda mano, tan aleatoria como el lugar en el que nacimos? ?Por qu¨¦ no cuestionamos nuestra forma de pensar? ?Y qu¨¦ consecuencias tiene este hecho sobre nuestra existencia?
El orgullo es un alba?il especializado en la construcci¨®n de murallas que cuanto m¨¢s nos protegen, m¨¢s a la defensiva nos hacen vivir¡± Irene Orce
Para responder a esta ¨²ltima pregunta tan solo hace falta echar un vistazo a la sociedad. ?Vemos a seres humanos felices al volante de los coches en medio de un atasco de tr¨¢fico? ?Vemos a personas que se sienten en paz saliendo por la tele? ?Vemos mucho amor en los campos de f¨²tbol o en las empresas? La ignorancia es el germen de la infelicidad. Y ¨¦sta, la ra¨ªz desde la que florecen el resto de nuestros conflictos y perturbaciones. No existe ni un solo ser humano en el mundo que quiera sufrir de forma voluntaria. Las personas queremos ser felices, pero en general no tenemos ni idea de c¨®mo lograrlo. Y dado que la mentira m¨¢s com¨²n es la que nos contamos a nosotros mismos, en vez de cuestionar nuestro sistema de creencias e iniciar un proceso de cambio personal, la mayor¨ªa nos quedamos anclados en el victimismo, la indignaci¨®n, la impotencia o la resignaci¨®n.
Para cultivar la modestia
LIBRO
¡®El prozac de S¨¦neca¡¯
Clay Newman
(Debolsillo)
Concebido como un medicamento para el alma, este libro promueve la filosof¨ªa estoica para afrontar los problemas de la vida cotidiana. En vez de aliviar los s¨ªntomas por medio de pastillas, este autor nos invita a cultivar la sabidur¨ªa que erradica de ra¨ªz el sufrimiento.
PEL?CULA
¡®Siete a?os en el T¨ªbet¡¯
Jean-Jacques Annaud
Relata los a?os que el famoso escalador austriaco Heinrich Harrer pas¨® en el T¨ªbet. Y de c¨®mo sus valores y aspiraciones occidentales fueron desvaneci¨¦ndose tras conocer al actual Dal¨¢i Lama y los fundamentos filos¨®ficos del budismo.
Muchos estamos perdidos en el arte de vivir plenamente. ?Y qui¨¦n no lo est¨¢? Demasiada gente nos ha estado confundiendo durante demasiados a?os, presion¨¢ndonos y convenci¨¦ndonos para que hagamos cosas que no nos conviene hacer para tener cosas que no necesitamos tener. Observemos los resultados que estamos cosechando en las diferentes dimensiones de nuestra existencia. ?Qu¨¦ vemos? Si nuestra vida carece de sentido, reconozc¨¢moslo. No nos enga?emos m¨¢s. Si nos sentimos vac¨ªos, asum¨¢moslo. Dejemos de mirar hacia otro lado. El autoenga?o es un d¨¦ficit de honestidad. Esta cualidad nos permite reconocer que nuestra vida est¨¢ hecha un l¨ªo porque nosotros nos sentimos as¨ª en la vida. A menos que admitamos que tenemos un problema, nos ser¨¢ imposible solucionarlo. Lo ¨²nico que conseguiremos ser¨¢ crear nuevos problemas, cada vez m¨¢s sofisticados.
La honestidad puede resultar muy dolorosa al principio. Pero a medio plazo es muy liberadora. Nos permite afrontar la verdad acerca de qui¨¦nes somos y de c¨®mo nos relacionamos con nuestro mundo interior. As¨ª es como iniciamos el camino que nos conduce hacia nuestro bienestar emocional. Cultivar esta virtud provoca una serie de efectos terap¨¦uticos. En primer lugar, disminuye el miedo a conocernos y afrontar nuestro lado oscuro. Tambi¨¦n nos incapacita para seguir llevando una m¨¢scara con la que agradar a los dem¨¢s y ser aceptados por nuestro entorno social y laboral.
A su vez, esta cualidad nos impide seguir ocultando debajo de la alfombra nuestros conflictos emocionales. As¨ª, nos da fortaleza para cuestionarnos, identificando la falsedad y las mentiras que pueden estar formando parte de nuestra vida. De pronto perdemos el inter¨¦s en justificarnos cada vez que alguien se?ala alguno de nuestros defectos. Y aumenta nuestra motivaci¨®n para desarrollar nuestro potencial como seres humanos. En la medida que la honestidad se va integrando en nuestro ser, sentimos frecuentes episodios de alivio por no tener que fingir ser quien no somos.
A pesar del sufrimiento y del conflicto que vamos cosechando, en ocasiones nos cuesta mucho considerar que estamos equivocados. ?Qui¨¦n lo est¨¢? As¨ª, solemos utilizar una serie de mecanismos de defensa para mantenernos en nuestra zona de comodidad. Entre estos destaca la arrogancia de creer que no tenemos nada que cuestionarnos, ni mucho menos algo que aprender. As¨ª es como evitamos remover el sistema de creencias con el que hemos fabricado nuestro falso concepto de identidad.
Y lo mismo hacemos con la soberbia, que nos lleva a sentirnos superiores cada vez que nos comparamos con alguien, poniendo de manifiesto nuestro complejo de inferioridad. De ah¨ª surge la prepotencia, con la que tratamos de demostrar que siempre tenemos la raz¨®n. Tambi¨¦n empleamos la vanidad, haciendo ostentaci¨®n de nuestros m¨¦ritos, virtudes y logros.
Eso s¨ª, el gran generador de conflictos con otras personas se llama orgullo. Principalmente porque nos incapacita para reconocer y enmendar nuestros propios errores. Y pone de manifiesto una carencia de humildad. Etimol¨®gicamente, esta cualidad viene de humus, que significa tierra f¨¦rtil. Es lo que nos permite adoptar una actitud abierta, flexible y receptiva para poder aprender aquello que todav¨ªa no sabemos.
La humildad est¨¢ relacionada con la aceptaci¨®n de nuestros defectos, debilidades y limitaciones. Nos predispone a cuestionar aquello que hasta ahora hab¨ªamos dado por cierto. En el caso de que adem¨¢s seamos vanidosos o prepotentes, nos inspira simplemente a mantener la boca cerrada. Y solo hablar de nuestros ¨¦xitos en caso de que nos pregunten. Llegado el momento, nos invita a ser breves y no regodearnos. Es cierto que nuestras cualidades forman parte de nosotros, pero no son nuestras.
La humildad nos permite silenciar nuestras virtudes, permitiendo que los dem¨¢s descubran las suyas" Clay Newman
La paradoja de la humildad es que cuando se manifiesta, se corrompe y desaparece. La coletilla ¡°en mi humilde opini¨®n¡± no es m¨¢s que nuestro orgullo disfrazado. La verdadera pr¨¢ctica de esta virtud no se predica, se practica. En caso de existir, son los dem¨¢s quienes la ven, nunca uno mismo. Ser sencillo es el resultado de conocer nuestra verdadera esencia, m¨¢s all¨¢ de nuestro ego. Y es que solo cuando accedemos al n¨²cleo de nuestro ser sabemos que no somos lo que pensamos, decimos o hacemos. Ni tampoco lo que tenemos o conseguimos. ?sta es la raz¨®n por la que las personas humildes, en tanto que sabios, pasan desapercibidas.
En la medida que cultivamos la modestia, nos es cada vez m¨¢s f¨¢cil aprender de las equivocaciones que cometemos, comprendiendo que los errores son necesarios para seguir creciendo y evolucionando. De pronto ya no sentimos la necesidad de discutir, imponer nuestra opini¨®n o tener la raz¨®n. Gracias a esta cualidad, cada vez gozamos de mayor predisposici¨®n para escuchar nuevos puntos de vista, incluso cuando se oponen a nuestras creencias. En paralelo, sentimos m¨¢s curiosidad por explorar formas alternativas de entender la vida que ni siquiera sab¨ªamos que exist¨ªan. Y cuanto m¨¢s indagamos, mayor es el reconocimiento de nuestra ignorancia, vislumbrando claramente el camino hacia la sabidur¨ªa.
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