Las fronteras del g¨¦nero
Una de las grandes fronteras de los derechos humanos en el siglo XXI es el reconocimiento y garant¨ªa de lo que, por ejemplo, la recientemente aprobadaLey 2/2014 para la no discriminaci¨®n por motivos de identidad de g¨¦nero y reconocimiento de los derechos de las personas transexuales de Andaluc¨ªadenomina "el derecho a la autodeterminaci¨®n de g¨¦nero". Al margen de los instrumentos legales, que obviamente son necesarios para garantizar el libre desarrollo de la personalidad de los individuos de acuerdo con el g¨¦nero que sientan y vivan m¨¢s all¨¢ de lo meramente biol¨®gico, necesitamos un cambio de paradigma, una radical transformaci¨®n cultural y social (y por tanto tambi¨¦n pol¨ªtica) que nos permita superar el binarismo de g¨¦nero y, en consecuencia, las vallas que continuamos elevando entre lo que mayoritariamente se entiende como normal y aquellas otras opciones que consideramos como minoritarias y devaluadas.
No es casualidad que el protagonista de la intensa y emocionante pel¨ªcula de Xavier Dolan Laurence Anyways -filme que durante meses busqu¨¦ de manera in¨²til por cines que solo estrenan producciones tan olvidables como un men¨² barato de comida basura- escriba un libro titulado Elogio de la normalidad, con la esperanza, reconocida por el mismo Laurence, de que contribuya a acabar con la separaci¨®n entre lo normal y lo marginal.
El poeta, en una de las escenas m¨¢s inteligentes de la pel¨ªcula, en la que se somete al interrogatorio de una periodista a la que va seduciendo poco a poco, reclama un cambio real, pensando no tanto en ¨¦l mismo, puesto que ¨¦l ya dio el salto, sino en los j¨®venes. Unos j¨®venes que, mucho me temo, contin¨²an siendo deudores de unos esquemas heteronormativos, patriarcales y que, bajo la apariencia de una igualdad formal, contin¨²an viviendo en un mundo que incluso hoy amenaza con una elevada cotizaci¨®n de los caracteres reaccionarios.
Laurence anywaysnos cuenta la historia de una persona que vive "la ¨²ltima mitad" de su vida como mujer. Una afirmaci¨®n frente a la que la entrevistadora le replica que se trata de "tu primera mitad como mujer, en realidad". S¨ª, contesta Laurence, "pero la ¨²ltima mitad no tiene nada que ver con primera mitad". Asistimos a la evoluci¨®n del poeta protagonista a trav¨¦s de la intensa relaci¨®n amorosa que mantiene con una mujer a lo largo de varios a?os, la cual se resiste a aceptar que ¨¦l haya decidido cambiar de sexo.
Ella, a pesar del amor que siente -en un momento de intensa discusi¨®n llega a afirmar "te amo m¨¢s de lo que podr¨ªa amar a un hijo"-, se agarra a la "normalidad", al miedo o al v¨¦rtigo que le provoca romper con los patrones, saltarse las reglas, seguir amando en definitiva a alguien del que se enamor¨® como hombre y que ahora es una mujer. Aunque tanto en una mitad como en la otra fueran el mismo individuo. De ah¨ª que la invitaci¨®n que a Frederique le hace Laurence tenga tambi¨¦n mucho de reproche: "He pensado que podr¨ªamos volver a donde estabas antes de tu viaje hacia una supuesta vida normal (...) Haz lo que yo hago, disfruta de nuestra historia, disfruta de nuestro amor".
Xavier Dolan, con su habitual capacidad para crear im¨¢genes po¨¦ticas, con sus movimientos de c¨¢mara elegantes e incisivos, con esa tendencia suya a hurgar en los dramas humanos (en esta ocasi¨®n de manera mucho m¨¢s depurada y desnuda que en ocasiones anteriores), nos adentra en un proceso de construcci¨®n personal que es psicol¨®gico y emocional. Huye de una mirada paternalista y por supuesto de una visi¨®n m¨¦dica o patologizadora de lo que supone vivir y sentir un g¨¦nero distinto al marcado por la naturaleza. Y lo conecta, sabiamente, con el proceso creativo de un poeta. Un poeta que se ha atrevido a atravesar fronteras y que contin¨²a amando a la misma mujer a la que amaba cuando era un hombre.
Ella, sin embargo, est¨¢ prisionera del orden que a todos nos ha categorizado como si fu¨¦ramos insectos en un laboratorio. De ah¨ª que incluso necesite tener el testimonio de una pareja que ha vivido una situaci¨®n similar. El encuentro con estas dos personas, Fanny y Alexander (como la pel¨ªcula de Bergman, por cierto), es otro de los momentos esenciales de la pel¨ªcula. A ella le pregunta Frederique si es lesbiana. En su respuesta tenemos las claves de como romper con las fronteras del g¨¦nero: "Para m¨ª lo que importa es la persona. Alexander, Alexandra, Alexandrine. Yo sigo la l¨®gica de mi coraz¨®n. El g¨¦nero es poco importante para m¨ª. Las apariencias pueden ser muy enga?osas".
Ese es el mensaje que nos lanza Dolan con la historia de Laurence Alia: el g¨¦nero no importa, o no deber¨ªa importar. Necesitamos romper las barreras que contin¨²an separando lo normal de lo marginal. El gran reto es reconocer la "erosdiversidad" y la m¨²ltiples maneras de ser persona, desde una perspectiva din¨¢mica, mutable, flexible, d¨²ctil. Alejada por supuesto de los esquemas r¨ªgidos y castradores de la heteronormatividad y de los intereses patriarcales que remiten a un orden -cultural, pol¨ªtico y hasta econ¨®mico- basado en la complementariedad de lo masculino y lo femenino. Es necesario pues trascender las apariencias, la l¨®gica jerarquizante y asumir la verdad y la belleza que reside en la posibilidad que un individuo tiene para dar saltos. Pese al v¨¦rtigo que ello puede suponer. Es, o deber¨ªa ser, obligaci¨®n esencial, ahora s¨ª, de los mecanismos legales, hacer posible que el v¨¦rtigo sea lo m¨¢s reducido posible y que el salto tenga las redes suficientes para no acabar en descalabro.
Pero como en tantas otras cuestiones que tienen que ver con la dignidad humana, el principal cambio debe ser cultural y personal. Es decir, debemos educarnos y socializarnos desde la ruptura de las fronteras del g¨¦nero. Desde el reconocimiento y la empat¨ªa con lo diverso que, por lo tanto, dejar¨¢ de ser marginal y alimentar¨¢ las posibilidades de lo normal. Reconociendo, por qu¨¦ no, que todos y todas somos personastransg¨¦neros.
La empat¨ªa que, por ejemplo, de nuevo con sensible inteligencia, Dolan nos ejemplifica a trav¨¦s de la conversaci¨®n que en un almuerzo Laurence mantiene con su madre. Esta lo invita a su nuevo loft en la ciudad. "T¨² cambiaste de sexo, yo cambi¨¦ de direcci¨®n".Laurence la mira con afecto y le confiesa: "Yo siempre te vi como una mujer que solo pod¨ªa vivir dentro de su casa. Nunca como una madre".Y ¨¦sta le abraza con su respuesta:"Y yo nunca te vi como a un hijo. Pero si puedo decirte que te veo como a una hija".
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