Vida y obra del gur¨² que trajo el yoga a Occidente
Fallece B.K.S. Iyengar, profeta de la disciplina india m¨¢s all¨¢ de sus fronteras. Todo comenz¨® con la lesi¨®n de un c¨¦lebre violinista
¡°Vive felizmente y muere majestuosamente¡±, dec¨ªa B.K.S. Iyengar, fundador de la escuela que lleva su nombre. Y eso es justamente lo que hizo este maestro de yoga, que falleci¨® ayer (mi¨¦rcoles, 20 de agosto), en Pune (India), a los 95 a?os.
Gur¨² del escritor Aldous Huxley, del violinista Yehudi Menuhin o del fil¨®sofo J. Krishnamurti, autor de algunos de los principales libros de pr¨¢ctica y filosof¨ªa de yoga, Iyengar fue, sobre todo, uno de los principales impulsores del yoga en Occidente, convirtiendo esta antigua disciplina en un fen¨®meno global que hoy practican millones de personas en todo el mundo. ¡°Se puede decir que Iyengar es al yoga lo que Albert Einstein a la f¨ªsica o Shakespeare al teatro. Yoga como indagaci¨®n filos¨®fica y existencial, yoga como ciencia y yoga como arte¡±, se?ala Rub¨¦n Revillas, profesor y formador de docentes de yoga y meditaci¨®n.
En las clases de estilo Iyengar se utilizan sillas, mantas o cinturones como soportes para facilitar la movilidad de los practicantes y el yoga se considera una herramienta terap¨¦utica, por lo que tambi¨¦n es apropiado para personas con movilidad reducida o ancianos. Las posturas (que en yoga se llaman asanas) se mantienen durante largo tiempo. "Fue un profundo conocedor del cuerpo humano, de la biomec¨¢nica y del yoga adaptado a las posibilidades de cada uno. Aunque despu¨¦s de ¨¦l ha habido otros grandes maestros, Iyengar fue una revoluci¨®n", apunta Revillas. ¡°El yoga estaba muy estancado y el conocimiento y la adaptabilidad fueron brutales. Nos abri¨® la puerta a eso que le faltaba al yoga, la parte cient¨ªfica¡±.
Fue un encuentro con el violinista Menuhin en 1950 lo que produjo el punto de inflexi¨®n en su ¡°carrera¡± como embajador del yoga m¨¢s all¨¢ de su pa¨ªs natal. El virtuoso viaj¨® a la India y encontr¨® en las ense?anzas de Iyengar la cura que andaba buscando para la lesi¨®n que padec¨ªa en el brazo izquierdo, que le dificultaba tocar el instrumento. Menuhin le invit¨® a Suiza dos a?os despu¨¦s para presentarle a occidentales prominentes, que enseguida se convirtieron en sus alumnos. Este viaje prendi¨® la chispa de una internacionalizaci¨®n que culmin¨® cuando, en 2004, la revista Time le nombr¨® una de las cien personas m¨¢s influyentes del mundo.
Nacido en una familia muy pobre de un peque?o pueblo del estado de Karnataka, en el sur de la India, su mala salud ¨Cpadeci¨® tuberculosis, tifus y malaria de ni?o¨C le condujo al yoga en primer lugar, permiti¨¦ndole ganar fortaleza. ¡°El yoga me salv¨® la vida. Comenc¨¦ a practicarlo para mejorar mi salud, y despu¨¦s se convirti¨® en mi misi¨®n¡±, se?al¨® en 2005. Una determinaci¨®n que lo convirti¨® en un testimonio viviente del alcance terap¨¦utico de esta disciplina.
Cuando ten¨ªa 18 a?os, su gur¨² le envi¨® a Pune (s¨¦ptima ciudad m¨¢s grande de India, clave durante el dominio brit¨¢nico) porque hablaba un poco de ingl¨¦s. All¨ª desarroll¨® su propio estilo y, tiempo despu¨¦s, abri¨® su instituto, que hoy tiene m¨¢s de 100 sedes en todo el mundo y est¨¢ en el centro del boom que ha experimentado el yoga en Occidente. Este fen¨®meno no ha quedado exento de cr¨ªtica, ya que algunos creen que, con dicha expansi¨®n, la pr¨¢ctica se ha alejado demasiado de sus or¨ªgenes espirituales. Iyengar, por su parte, opinaba que no era justo echar la culpa a los yoguis. ¡°Todo depende del estado mental del que practica cuando est¨¢ haciendo yoga¡±, dijo en una entrevista con el peri¨®dico Mint. ¡°Que no culpen al yoga o a la comunidad de yoguis¡±.
Interesado en el cricket y las artes, lleno de energ¨ªa pero tambi¨¦n exigente y con su buena dosis de malas pulgas, este maestro reconocible por sus abultadas cejas y largo cabello plateado continu¨® con el yoga tras el ataque al coraz¨®n que padeci¨® a los 80 a?os, y lo hizo con el mismo tes¨®n de siempre: su pr¨¢ctica diaria a los 86 a?os era de cinco horas, e inclu¨ªa la postura del pino sobre la cabeza mantenida durante un largo periodo de tiempo.
¡°Si el cuerpo colapsa, la mente no puede aguantar¡±, se?alaba a The New York Times en 2005. ¡°Estoy utilizando pura fuerza de voluntad para mantener la mente y el cuerpo¡±. Sin embargo, nadie es inmortal. Ni siquiera B.K.S. Iyengar.
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