"Qu¨¦dense con su moneda y d¨¦jennos con nuestros valores"
Mateo Renzi, Primer Ministro de Italia y Presidente de turno de la UE. Foto: EL PA?S.
¡°No es suficiente con tener una moneda com¨²n, una presidencia com¨²n o fuentes comunes de financiaci¨®n. O aceptamos la idea de un destino y unos valores comunes, o peligra el papel mismo de Europa. (¡) Qu¨¦dense con su moneda y d¨¦jennos con nuestros valores¡±.
Mateo Renzi se muestra enf¨¢tico cuando habla de inmigraci¨®n irregular, y razones no le faltan. Solo en las costas de Italia y entre los meses de enero y junio, 50.000 hombres, mujeres y ni?os fueron rescatados en el mar. De acuerdo con The Economist, la cifra anual superaba los 100.000 en el conjunto del Mediterr¨¢neo a mediados de agosto, un ritmo que pulveriza el de los tres a?os anteriores. El n¨²mero de los que murieron no lo sabremos nunca.
En una l¨®gica que se repite en numerosos enclaves norteafricanos, un goteo constante de potenciales refugiados e inmigrantes econ¨®micos se acumula a la espera dar el salto a Europa en cuanto tengan la oportunidad. Las razones por las que asumen los riesgos de un viaje costoso y peligroso tienen poco que ver con la caricatura que construyen oportunistas como el alcalde de Vitoria, Javier Maroto, pero eso carece de importancia en este momento. Ni los emigrantes van a alterar su pulsi¨®n por venir, ni nuestras sociedades van a mostrarse m¨¢s receptivas.
El problema es que la crisis de la inmigraci¨®n irregular pone de manifiesto la disfuncionalidad legal y moral de este modelo. El gang Espa?a-Marruecos, sin ir m¨¢s lejos, incumple de manera sistem¨¢tica en Ceuta y Melilla sus obligaciones internacionales en materia de asilo y refugio. Mientras las pla?ideras del Ministerio de Asuntos Exteriores se escandalizan con el drama humanitario de Siria, sus colegas de Interior deber¨ªan explicarnos a todos los europeos qu¨¦ est¨¢ pasando con los miles de candidatos directos a refugiados que se acumulan en nuestros centros de internamiento y que, de manera m¨¢gica, deciden no presentar una solicitud de asilo.
As¨ª que Renzi tiene raz¨®n: este asunto amenaza la idea misma de Europa. De hecho, supone una avanzadilla de debates m¨¢s amplios, como la movilidad interna de los europeos y las obligaciones de un Estado frente a los ciudadanos de pa¨ªses terceros: se empieza restringiendo el derecho a la movilidad de un ciudadano (legal) no comunitario y se acaba limitando el acceso de los inmigrantes europeos a los beneficios sociales m¨¢s b¨¢sicos. El nacionalismo y la xenofobia son procesos de direcci¨®n ¨²nica que fundamentan pol¨ªticas miedosas y fragmentadas. Cabe la posibilidad, por ejemplo, de que la mayor amenaza de los extranjeros a los Estados del bienestar no provenga de los trabajadores por venir, sino de los desempleados que no tienen posibilidad de retornar por la rigidez extrema de las normas de movilidad. Las puertas abiertas permiten salir, adem¨¢s de entrar.
Se sienten donde se sienten en este debate, seguro que podemos encontrar un punto com¨²n de partida: lo que tenemos no est¨¢ funcionando para nadie, salvo para los traficantes de seres humanos. Por eso sorprende que, cuando nos acercamos al ecuador de la presidencia italiana de la UE, las promesas de una discusi¨®n seria y en profundidad se est¨¦n escapando por el mismo sumidero que se colaron las anteriores. La Cumbre Europea de junio, que deb¨ªa sentar las bases de una negociaci¨®n tan delicada como relevante, qued¨® limitada al en¨¦simo baile de sillas de los cargos europeos, como si eso importase a alguien m¨¢s que a ellos. El abandono pol¨ªtico en el que han quedado varados los pa¨ªses del sur de la UE es tanto como suponer que el conflicto de Ucrania deber¨ªa preocupar ¨²nicamente a polacos y eslovacos. Renzi tiene raz¨®n y Europa debe despertar cuanto antes de este letargo irritante.
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