Otra mirada de Melilla desde el documental
Autores invitados: Alberto Elena y Alejandra Val Cubero (*)
Melilla se ha convertido en una frontera particularmente sensible. La construcci¨®n de una primera y todav¨ªa rudimentaria valla en 1996 confirma la necesidad de responder a los requisitos de refuerzo de las fronteras exteriores impuestos por la que se ha dado en llamar proceso de schengenization. Desde la entrada de Espa?a en la Uni¨®n Europea los enclaves espa?oles en el Norte de ?frica han experimentado "un triple proceso de reconfiguraci¨®n geopol¨ªtica, funcional y simb¨®lica" una frontera que ya no puede verse simplemente como una frontera entre naciones, sino que, con sus connotaciones supranacionales o postnacionales, termina por remitir a una brecha civilizacional entre Europa y ?frica, Occidente y el mundo isl¨¢mico, entre ¡®nosotros¡¯ y 'ellos¡¯.
Dif¨ªcilmente puede considerarse que las representaciones cinematogr¨¢ficas de Ceuta y Melilla hayan hecho habitualmente justicia a la complejidad y riqueza de estos territorios fronterizos. Es cierto que, en comparaci¨®n con las tradicionales comparecencias de estas ciudades en la gran pantalla, la producci¨®n de estos ¨²ltimos a?os aborda con mayor rigor una problem¨¢tica que nunca antes se hab¨ªa querido evocar abiertamente, aunque el grave problema de la inmigraci¨®n ilegal parece haber galvanizado la atenci¨®n de los cineastas, despreocupados por lo general por cualesquiera otras dimensiones de estas ricas "culturas de frontera", en expresi¨®n de Hastings Donnan y Thomas M. Wilson. Si, como argumentan estos autores, muchos de los fen¨®menos que encontramos en otros lugares se dan tambi¨¦n en las zonas fronterizas, no menos cierto que "algunas cosas s¨®lo pueden ocurrir en las fronteras".
Cien metros m¨¢s all¨¢ (Juan Luis de No, 2008) propone un nuevo acercamiento a la realidad de la frontera espa?ola en el Norte de ?frica. La pel¨ªcula concentra as¨ª su atenci¨®n de forma monogr¨¢fica en el llamado ¡®comercio at¨ªpico¡¯ o contrabando ilegal, pero abiertamente tolerado, que desde hace algunas d¨¦cadas florece en la frontera de Beni Enzar, ajetreado lugar de tr¨¢nsito entre la ciudad y la regi¨®n de Nador. Miles de personas, mayoritariamente mujeres, cruzan diariamente la frontera con el ¨²nico prop¨®sito de introducir, en pesados fardos que cargan sobre sus espaldas, toda clase de peque?as mercanc¨ªas desde Melilla, puerto franco que se beneficia de sustantivas exenciones de tasas e impuestos, en territorio marroqu¨ª. Esta actividad comercial transfronteriza de car¨¢cter ¡®at¨ªpico¡¯ es de hecho considerablemente superior al total de exportaciones legales de Espa?a a Marruecos y, en realidad, la mayor parte de las mercanc¨ªas importadas en Melilla terminan finalmente circulando en territorio marroqu¨ª (y no s¨®lo en la regi¨®n circundante).
La pel¨ªcula de Deiback tiene el m¨¦rito de poner sobre el tapete algunas espinosas cuestiones habitualmente rehuidas por el cine espa?ol y no es de extra?ar por ello que en absoluto pasara desapercibida y, sobre todo en el contexto local, resultara fuertemente pol¨¦mica. Deiback arroja una mirada simplemente vitri¨®lica que comienza de manera hilarante con la secuencia tomada del pr¨®logo de la pel¨ªcula The Refuge en la que un supuesto jefe mafioso, leyendo la procedencia de una carta que viene de Melilla se pregunta ?d¨®nde co?o queda esta ciudad?, mientras que su colaborador saca un mapa y se?ala el norte de ?frica, a lo que el jefe responde: "?Pero no est¨¢ Espa?a en Europa? No, Melilla pertenece a Espa?a pero no est¨¢ en el mismo continente, pero jefe no se preocupe porque la historia de Europa es un foll¨®n".
Las m¨¢s de veinte entrevistas a c¨¢mara fija de Natural de Melilla son testimonios de personajes extremos por lo que dicen y c¨®mo lo dicen: desde un "sin papeles" musulm¨¢n que se?ala que Melilla no es Europa, es ?frica, por eso la basura de Europa la tiramos para Melilla; un legionario que afirma de manera contundente que Melilla es Espa?a antes de que el reino de Navarra se incorporara a la corona de Castilla; un im¨¢n que defiende que Melilla no es Europa (¡) Melilla es musulmana y del mundo ¨¢rabe, o una transexual que apostilla que somos la cultura Europea metida en ?frica pero no dejamos que ?frica entre en nosotros.
Melillenses se constituye as¨ª en un gran fresco sobre la ciudad, pero va sin duda m¨¢s all¨¢ para explorar su condici¨®n de heterotop¨ªa y desmontar concienzudamente la ret¨®rica del multiculturalismo habitualmente asociada a los discursos oficiales sobre la ciudad. Como muy bien apunta Parvati Nair a prop¨®sito de un caso bien homologable, "decir simplemente que Ceuta es una ciudad frontera entre Norte y Sur, que une y divide dos continentes, es omitir de muchas maneras la complejidad de movimientos presentes en ella".
Melillenses no reh¨²ye as¨ª las espinosas cuestiones sobre identidades m¨²ltiples y negociaci¨®n de significados ni evac¨²a la tensi¨®n entre presente y pasado, evitando concentrarse de manera exclusiva en la idea de Melilla como frontera europea y sus complejas implicaciones en el plano migratorio. Salama presta, por ejemplo, una especial atenci¨®n al factor amazigh, habitualmente soslayado en muchas de las aproximaciones a la problem¨¢tica de la ciudad (tanto por parte espa?ola como marroqu¨ª o incluso desde perspectivas m¨¢s internacionales) y, desde luego, una pieza esencial en la definici¨®n de identidades en la ciudad que sobrevuela por encima de la benevolente ret¨®rica de las cuatro culturas y dinamita desde la base las c¨®modas confrontaciones entre los ¡®cristiano¡¯ y lo ¡®musulm¨¢n¡¯ en el ecosistema del enclave y sus entornos. El gran mosaico de estos enclaves fronterizos no es, pues, reductible a visiones tur¨ªsticas, consignas propagand¨ªsticas o simplistas y reconfortantes retratos.
(*) Alberto Elena y Alejandra Val Cubero son profesores en la Universidad Carlos III de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.