Menos declaraciones y m¨¢s coherencia
La gran limitaci¨®n de los Objetivos de Desarrollo del Milenio fue poner el foco en los efectos de la pobreza extrema sin considerar sus causas. La desigualdad y los derechos humanos deben marcar ahora los pasos para 2015
![Hartos...](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/HS7XDFUK2VHE4BILI62DJJNSSQ.jpg?auth=f0411282b79f3393e13e95607799628735f53c7e700428d4ea994d738f60ca6a&width=414)
Han pasado 15 a?os. Comenzaba el milenio y con ¨¦l las buenas intenciones para reducir la pobreza extrema a la mitad. Entonces, 189 pa¨ªses se comprometieron con los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que hasta 2015 conseguir¨ªan, desde reducir la pobreza extrema, hasta frenar la propagaci¨®n del sida, garantizar el acceso a una educaci¨®n primaria, o promover la igualdad entre los sexos. El tiempo se agota, los logros se mezclan con los fracasos y las valoraciones dependen en gran medida de las gafas con que se miren.
Para entender el porqu¨¦ de esa diferencia de opiniones debemos analizar c¨®mo fue configurada esa agenda de desarrollo. Su construcci¨®n se produjo de arriba a abajo; es decir, desde pa¨ªses del Norte desarrollado a pa¨ªses del Sur en desarrollo y donde la participaci¨®n de la ciudadan¨ªa brill¨® por su ausencia. En este contexto no es de extra?ar la escasa implicaci¨®n y participaci¨®n de la sociedad en unas propuestas sobre las que no ha sido consultada.
Sin duda, la limitaci¨®n fundamental de los ODM es que pusieron el foco en los efectos de la pobreza extrema, sin considerar sus causas. Esto ha hecho que el sistema que rige el mundo contin¨²e siendo profundamente injusto y ecol¨®gicamente insostenible. Aunque en estos a?os se ha reducido la pobreza absoluta, asistimos a un crecimiento indecente de las desigualdades: las 85 personas m¨¢s ricas del mundo tienen lo mismo que los 3.500 millones de personas m¨¢s pobres, ?la mitad de la poblaci¨®n mundial!
La Agenda de los ODM se concibi¨® a partir del modelo de desarrollo propio del paradigma neoliberal basado en el crecimiento econ¨®mico, sin tener en cuenta los l¨ªmites sociales y medioambientales del modelo actual. El propio gobierno espa?ol en la propuesta de posici¨®n para la agenda post-2015, reconoce que no es posible avanzar "en una estrategia de sostenibilidad si ello no implica una mutaci¨®n en los modelos de producci¨®n y de consumo hoy vigentes¡±.
?Y despu¨¦s de los ODM, qu¨¦?
15 a?os despu¨¦s, la realidad mundial exige, m¨¢s que nunca, una nueva y diferente agenda com¨²n. La interdependencia entre lo que ocurre en un lugar y otro del planeta no tiene precedentes. Entender ese complejo engranaje con m¨²ltiples aristas es absolutamente necesario si no queremos caer de nuevo en an¨¢lisis que cojeen desde su punto de partida.
Los derechos humanos deben estar en el epicentro de la agenda para avanzar hacia un nuevo paradigma de desarrollo que sea igualitario y sostenible. Sobre ese pilar debe construirse un nuevo camino, que necesariamente tiene que contemplarla lucha contra la desigualdad como un eje central, y por tanto incorporar en la agenda pol¨ªticas redistributivas. Y tiene que apostar por la equidad de g¨¦nero porque no hay desarrollo posible mientras el 50% de la poblaci¨®n contin¨²e sufriendo una sistem¨¢tica violaci¨®n de sus derechos por el mero hecho de ser mujer.
El nuevo acuerdo que sustituya a los ODM deber¨ªa ser universal con objetivos globales para todos los pa¨ªses, pero con metas adaptadas a los contextos nacionales y regionales. Las responsabilidades de los gobiernos ante los compromisos asumidos deben ser compartidas, aunque diferenciadas en funci¨®n de los contextos, capacidades, responsabilidades hist¨®ricas y un principio general de equidad y justicia social universal. Una responsabilidad que tambi¨¦n tienen que asumir otros actores de cuya actuaci¨®n depende, tanto en positivo como en negativo, los niveles de pobreza y desigualdad en todo el mundo como son las empresas transnacionales o los mercados financieros. La transparencia y la responsabilidad de todos ellos tienen que asegurarse mediante mecanismos fiscalizadores efectivos que midan resultados reales y exijan rendici¨®n de cuentas.
Pero sobre todo, el nuevo acuerdo deber¨ªa apostar con valent¨ªa por una agenda transformadora que afronte las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad y apueste de verdad por un cambio de paradigma en el modelo de crecimiento. Esto implicar¨ªa cambios radicales en el enfoque de las pol¨ªticas fiscales, agrarias, comerciales o energ¨¦ticas ¡ªpor mencionar algunas¡ª a nivel global, pero especialmente de los pa¨ªses industrializados.
En este nuevo marco, la pol¨ªtica de Cooperaci¨®n, exige un replanteamiento integral. No tiene sentido seguir hablando de Cooperaci¨®n para el Desarrollo sin ponerla en relaci¨®n con las pol¨ªticas fiscales, comerciales, financieras, migratorias, agr¨ªcolas, etc. La coherencia de pol¨ªticas pasa porque el desarrollo humano sostenible este en la mira de todas las pol¨ªticas p¨²blicas.
¡°El nuevo siglo ha comenzado con una declaraci¨®n de solidaridad sin precedentes y con el firme prop¨®sito de acabar con la pobreza en el mundo¡±, dec¨ªa el Informe de Desarrollo Humano de 2003, del PNUD. Ya ha pasado bastante tiempo como para que las declaraciones y los prop¨®sitos dejen de serlo y pasen a convertirse en hechos reales que atajen de ra¨ªz las causas de la pobreza. La sociedad civil de todo el mundo tiene claro cu¨¢l es el camino, ?ser¨¢n capaces los gobiernos de recorrerlo de su mano? Esperamos que as¨ª sea porque lo que como humanidad nos jugamos es mucho.
Mercedes Ruiz-Gim¨¦nez Aguilar es presidenta de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo-Espa?a.
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