La maldici¨®n de los ni?os brujos
En Togo, unos 1.000 menores fueron acusados de brujer¨ªa el a?o pasado Son estigmatizados, maltratados y hasta asesinados
Juegan, corren, saltan, juegan, se suben a los columpios y hacen acrobacias en cada barandilla que encuentran a su paso. Como cualquier otro ni?o de su edad. Son los ni?os sorcier o ni?os brujos que residen en el hogar Don Bosco de las Misiones Salesianas de Togo y, aunque ahora s¨ª pueden vivir tranquilos, hubo un tiempo en el que no se les permiti¨® tener infancia. No se sabe con exactitud cu¨¢ntos hay, pero existen y su n¨²mero aumenta al mismo paso que aumenta la pobreza en el entorno en el que viven: tan solo en la regi¨®n de Kara, en el norte del pa¨ªs, 773 menores fueron acusados de hacer brujer¨ªa en el a?o 2013, seg¨²n la direcci¨®n regional de Acci¨®n Social de dicho pa¨ªs. Son inculpados por sus familias y vecinos de todos los males que sufren: desde una enfermedad hasta la muerte, desde una mala cosecha hasta la p¨¦rdida de un empleo. Y son maltratados, marginados e incluso asesinados.
Esta realidad ha sido recogida por las Misiones Salesianas en el informe Menores acusados de brujer¨ªa en la regi¨®n de Kara, un documento con el que la orden religiosa pretende sensibilizar a la sociedad y a la comunidad internacional para que los agresores de estos peque?os no queden impunes. El texto, que analiza las causas y consecuencias de este fen¨®meno, se ha publicado al mismo tiempo que el corto documental Yo no soy bruja, dirigido por Ra¨²l de la Fuente, autor de otra pel¨ªcula bien premiada con un Goya, Minerita.
En Togo, un peque?o pa¨ªs del ?frica subsahariana apretujado entre Ghana y Benin, conviven m¨¢s de 40 etnias diferentes para las que el animismo es una parte fundamental de su cultura. Y all¨ª la acusaci¨®n de brujer¨ªa est¨¢ anclada en las tradiciones m¨¢s ancestrales, como sucede en algunos otros pa¨ªses de ?frica. El aumento de la pobreza es la causa primera y m¨¢s directa por la que se incrementa este fen¨®meno. Togo, con casi siete millones de habitantes, una esperanza de vida situada en los 56 a?os y una renta per c¨¢pita de 479 euros, se encuentra a la cola del r¨¢nking del ?ndice de Desarrollo Humano, en el puesto 166 de 187 Estados.
El pa¨ªs, que vive de agricultura de subsistencia, se empobrece velozmente debido al cambio clim¨¢tico, a la deforestaci¨®n y al uso de abonos qu¨ªmicos que disminuyen las tierras de cultivo. Si aumenta la pobreza, aumentan la enfermedades y la mortalidad por la falta de servicios sanitarios b¨¢sicos, y la situaci¨®n acaba degenerando en la creencia de que un esp¨ªritu mal¨¦fico est¨¢ perjudicando a la familia, seg¨²n explica el informe. ¡°Es muy f¨¢cil de entender: a m¨¢s pobreza, m¨¢s muertes; a m¨¢s muertes, m¨¢s culpables que buscar¡±, resume el misionero Jos¨¦ Luis de la Fuente, director del hogar Don Bosco en Kara desde hace ocho a?os y coautor del estudio.
"La brujer¨ªa es el poder de hacer da?o a otra persona a trav¨¦s del mundo espiritual porque es una persona pose¨ªda por esp¨ªritu mal¨¦fico. Lo hace comiendo el alma a la persona a la que ataca. Se manifiesta en el mundo f¨ªsico a trav¨¦s de la enfermedad, la muerte, o el desprestigio social y econ¨®mico", explica Patricia Rodr¨ªguez, tambi¨¦n coautora, que ha vivido dos a?os en esta regi¨®n.
Normalmente, las v¨ªctimas de estas acusaciones proceden de las capas m¨¢s vulnerables de la sociedad: ancianos, viudas, ni?os y ni?as que suelen ser hu¨¦rfanos de padre, madre o de ambos, o que no viven con su familia. "Cualquiera que sea diferente", aclara De la Fuente, en cuyo centro de acogida viven unos 110 ni?os de los que el 40% fueron acusados de realizar brujer¨ªa en el pasado, cuando en 2010 eran el 20%. "Cuando hay varias muertes o enfermedades en la misma familia se suele buscar al culpable en el clan. Si se trata de un ni?o que no tiene madre y vive con su madrastra, esta mirar¨¢ al que no es su propio hijo", explica.
As¨ª le pas¨® a Georgette, que en el documental muestra abiertamente sus manos deformes. Las tiene as¨ª desde que su madrastra le oblig¨® a meterlas en agua hirviendo para demostrar que no era una bruja. Y como humana que es, sufri¨® terribles quemaduras que no dejaron a los m¨¦dicos otra opci¨®n que amputarle la mayor¨ªa de sus dedos. "Un d¨ªa mi padre me llam¨® para preguntarme si yo ten¨ªa al diablo, le dije que no sab¨ªa y me contest¨® que, si no dec¨ªa la verdad, me matar¨ªa", explica la peque?a, que ahora cursa el equivalente a 3? de la ESO. Georgette dijo que s¨ª lo era para que no le pegaran y entonces su madrastra tuvo la idea de escaldar sus manos. Cuando unos familiares vieron su estado, quisieron llevarla al hospital, pero su padre se neg¨®: "Dijo que era mejor que muriera porque si me recuperaba ir¨ªa a destruirles¡±, relata la joven. "Esta ni?a qued¨® segunda de su promoci¨®n, es muy lista, en su familia era la ¨²nica que progresaba y por eso la madrastra la conden¨® como bruja", explica el misionero De la Fuente, que aclara que los ni?os acusados de brujer¨ªa suelen ser los que destacan, para bien o para mal, por encima del resto: "Los que sacan muy buenas notas y eclipsan a otros, los que no estudian, los que roban, los que son un poco m¨¢s agresivos o un poco m¨¢s mentirosos que el resto¡", enumera.
En Togo, como en otros pa¨ªses africanos, existe abundante legislaci¨®n destinada a proteger a la infancia en parte gracias a la presi¨®n de la comunidad internacional, pero es habitual que se produzca un choque entre el Derecho y la legislaci¨®n vigente y las leyes de andar por casa. "En la pr¨¢ctica no se hace mucho uso de los tribunales, se intentan resolver los conflictos dentro de la justicia tradicional", indica Patricia Rodr¨ªguez. Seg¨²n el informe de C¨¢ritas, Las condiciones de vida de la regi¨®n de Kara, el 31,4% conf¨ªa m¨¢s en la justicia que imparten los jefes de los clanes frente a un 13,3% que conf¨ªa en la v¨ªa oficial. Por eso, Rosal¨ªe casi pierde la vida.
La ni?a sufri¨® un malentendido con un grupo de chicas cuando iba a recoger agua y las amenaz¨® con pegarlas. Dos semanas despu¨¦s, una de ellas cay¨® enferma. A Rosal¨ªe la se?alaron con el dedo: era claramente una bruja. "Me llevaron ante el jefe del cant¨®n, el juicio fue en presencia de todo el pueblo. Yo ten¨ªa que beberme un remedio; si era inocente, vivir¨ªa y, si no, morir¨ªa", recuerda. Fue entonces cuando contact¨® con los misioneros para que la sacaran de all¨ª.
El jefe del cant¨®n tambi¨¦n suele apoyarse en la figura del charlat¨¢n o knaw en el idioma local, una persona que supuestamente tiene poderes de clarividencia; ¨¦l ve lo que ocurre en el mundo espiritual y tambi¨¦n posee poderes curativos que obligan a salir a los malos esp¨ªritus de los menores, pero sus pr¨¢cticas solo consiguen "destrozar" a los chicos que dejan a su cargo, seg¨²n De la Fuente, al someterlos a pruebas como la ingesti¨®n de venenos, la abrasi¨®n del cuerpo y otro tipo de malos tratos. En ocasiones, el charlat¨¢n se los lleva lejos de sus familias durante temporadas ¡ªque pueden durar meses¡ª, durante las que estos trabajan en r¨¦gimen de semi esclavitud y son sometidos a continuas agresiones f¨ªsicas. Adem¨¢s, estas supuestas curas no son gratuitas, por lo que el charlat¨¢n acaba haciendo peque?as fortunas a costa de estos ni?os. "Los diablos son como la gente pero sus piernas son delgadas, tienen alas", asegura, sonriente, uno de estos charlatanes en el documental.
El impacto de estas acusaciones de brujer¨ªa en los ni?os es demoledor. Al ser acusados de cualquier mal que surja en su comunidad quedan estigmatizados de por vida. El informe salesiano destaca los da?os psicol¨®gicos que sufren, sus problemas de aprendizaje, aislamiento social, agresividad, depresi¨®n, estr¨¦s postraum¨¢tico, ansiedad o trastornos de la personalidad. En la edad adulta, si no son tratados y reinsertados, pueden repetir las conductas violentas que vivieron en el pasado.
Al tratarse de pr¨¢cticas semiclandestinas, muchos de estos peque?os no cuentan su problema, por lo que es muy dif¨ªcil dar con ellos para tratarlos y acaban convirti¨¦ndose en ni?os de la calle, malviviendo del robo, consumiendo estupefacientes o vincul¨¢ndose a bandas de delincuentes.
Para terminar con este tipo de pr¨¢cticas, el informe insiste, entre otras recomendaciones, en que es necesario modificar la legislaci¨®n vigente para que la acusaci¨®n por brujer¨ªa se incluya como agravante de un delito de violencia contra la infancia. "En Togo, los malos tratos a un menor solo est¨¢n castigados con siete d¨ªas de trabajos comunitarios", critica Rodr¨ªguez.
As¨ª mismo, es importante que la comunidad internacional contin¨²e ejerciendo presi¨®n sobre las autoridades locales para combatir estas pr¨¢cticas. Ya se han realizado diversas reuniones con los jefes de los clanes para tratar este asunto, pero la soluci¨®n se alcanzar¨¢, en todo caso, a largo plazo. "Los l¨ªderes tradicionales no van a dar soluciones enseguida, pero poco a poco van buscando razones mas profundas a los males de su comunidad antes de acusar a un ni?o de brujer¨ªa", indica De la Fuente. "As¨ª, habr¨¢ ni?os que se libren, a los que no acusen, pero no resultar¨¢ f¨¢cil este cambio, porque ellos pueden asegurar colaboraci¨®n delante de Asuntos Sociales y despu¨¦s tendr¨¢n muchas presiones en sus poblados", asevera.
Georgette y Rosal¨ªe han tenido m¨¢s suerte porque fueron acogidas por la orden religiosa. Georgette va a cursar el equivalente a 3? de la ESO y sue?a con ser embajadora de Togo en Alemania. Rosal¨ªe comienza a estudiar Econ¨®micas este a?o y quiere ser contable. Pero la recuperaci¨®n no ha sido sencilla. ¡°Al final siempre algo les va a faltar, permanece el estigma. Cuando te ocurre algo as¨ª en la infancia, por mucho que cambies, algo queda¡±, concluye el misionero.
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