Efecto retrovisor
Los grandes recurren a las siluetas del pasado para dise?ar las colecciones del futuro
Colecciones de inspiraci¨®n retro, reclamos de consumo emocionales que apelan al pasado, branding que recurre a la herencia¡ La capacidad de las grandes estrellas del dise?o actual para captar el signo de los tiempos est¨¢ en entredicho. ?Vive la moda de sus rentas?
¡°D¨ªgame, ?por qu¨¦ aquellos j¨®venes dise?adores que ya no cumplen los 40 tienen que rehacer los a?os sesenta y setenta? ?Por qu¨¦ no pueden inventar ropa de hoy?¡±. Como el dardo envenenado que se dispara subrepticiamente, la pregunta del mill¨®n la deslizaba Karl Lagerfeld en una larga entrevista publicada en The Guardian en marzo. ¡°Soy un vago¡±, proclamaba en el mismo reportaje. Ah¨ª lo tienen: 81 din¨¢micos a?os, reci¨¦n convertido en mu?eca Barbie, haciendo desvergonzado alarde de pereza, pero se?alando a sus colegas con menos arrugas por no saber captar, respirar l¡¯air du temps. Y tampoco es que le falte raz¨®n al reinventor de Chanel y Fendi. Basta echarles una breve ojeada a las colecciones de esta temporada para d¨¢rsela. O casi.
¡°Los creadores no ignoran el mundo exterior, simplemente est¨¢n m¨¢s atentos a un cierto tipo de informaciones que a otro. Por lo general, casi nunca prestan demasiada atenci¨®n a la actualidad. Para que un acontecimiento les afecte y aparezca en sus creaciones debe alcanzar las dimensiones de un cataclismo, aunque eso tampoco llegar¨¢ a homogeneizar las tendencias¡±, afirma el soci¨®logo, ensayista y periodista franc¨¦s Guillaume Erner, autor de V¨ªctimas de la moda (Ed. Gustavo Gili, 2004).
¡°?C¨®mo puedes exigirle a un creador que se haga responsable de reflejar su tiempo? No le veo sentido. Lo ¨²nico que tiene que hacer es expresar su propia est¨¦tica, que evidentemente puede estar influida por el pasado. En todo caso, su obligaci¨®n ser¨ªa intentar que su ropa se venda¡±, tercia al tel¨¦fono Valerie Steele, directora del Museo del Fashion Institute of Technology (FIT) de Nueva York, que rebate la teor¨ªa del eterno retorno de Nietzsche a golpe de filosof¨ªa cl¨¢sica: ¡°Como dec¨ªa Her¨¢clito, no te puedes ba?ar dos veces en el mismo r¨ªo. Todo fluye. Por mucho que los dise?os evoquen los a?os sesenta o los setenta, los materiales con los que est¨¢n confeccionados no son los mismos de antes, ni siquiera el cuerpo de la mujer es igual¡±. En id¨¦ntica longitud de onda, Linda Loppa, la legendaria directora del departamento de moda de la Real Academia de Bellas Artes de Amberes (fue su estrategia la que logr¨® colocar en el mapa a los dise?adores belgas), rechaza cualquier tipo de ¡°responsabilidad¡± sencillamente porque el sentido del zeitgeist est¨¢ invariablemente ligado a la sensibilidad art¨ªstica: ¡°Los individuos creativos son, en su mayor¨ªa, tipos muy sensibles, por lo que es inevitable que expresen lo que sienten en sus trabajos. Esos sentimientos muestran el momento que est¨¢n viviendo. No, yo no reconozco el fen¨®meno del que habla Lagerfeld¡±.
El veterano periodista brit¨¢nico Tony Glenville, director creativo de la London College of Fashion, pone la coda: ¡°Los artistas de m¨¢s elevado nivel raramente resultan comerciales precisamente porque necesitan explotar su impulso creativo. El problema es que la moda ¨Cexceptuando el peculiar universo de la alta costura, y a veces ni aun as¨ª¨C es un arte comercial. Desde el punto de vista del dise?o tiene que funcionar, que vender. Un abrigo, unos pantalones, una sudadera son parte de un guardarropa que se viste, no las fantas¨ªas de un dise?ador ¨Caunque haya bastante de eso en las pasarelas, pero ni son la esencia de las colecciones ni es lo que te mantiene en el negocio¨C. Por eso resulta imposible crear al margen, fuera de tu tiempo¡±.
Negar la contemporaneidad de los ¡°inventores¡± de ropa ¨Cen terminolog¨ªa lagerfeldiana¨C ser¨ªa, para el caso, absurdo. Se da por sentado que esta es una industria propulsada por la novedad. Su ret¨®rica es la de la vanguardia. Pocos dise?adores permanecen ajenos a las m¨¢s rompedoras expresiones de la actualidad. Phoebe Philo es una apasionada del arte (su madre, Celia Philo, es marchante y dise?adora gr¨¢fica). Con permiso de Raf Simons, no existe nadie en el negocio ahora mismo con mejor ojo para lo que se cuece en el planeta juvenil que Hedi Slimane. No hay quien abuse m¨¢s y mejor del pop que Jeremy Scott (el a?o que viene entrar¨¢ en la cuarentena). Y no olviden que Vivienne Westwood ten¨ªa casi 40 cuando vendi¨® la rabia social del punk en su boutique de King¡¯s Road.
¡°El ¨¦xito desmesurado puede convertirse en una trampa. Es como si te quedaras enjaulado. Salirse del tiesto significa arriesgarse demasiado, as¨ª que optas por no inventar. Supongo que se trata de una cuesti¨®n de negocio versus creatividad¡±, esgrime Paola Brandi, consultora en branding y profesora invitada de la ?cole de la Mode (ESMOD) de Par¨ªs. ¡°Empe?arse en resultar vanguardista o moderno solo lleva a preguntarnos qu¨¦ es moderno¡±. Lo cuestionaba la periodista brit¨¢nica Suzy Menkes en uno de sus art¨ªculos en el International Herald Tribune: ¡°?Avanza la moda?¡±. No se trata de la novedad por la novedad, sino de reinterpretar los cl¨¢sicos, darles nuevas perspectivas a las prendas sin caer en trucos tontos (cualquiera puede dise?ar un jersey con tres mangas, pero ?a santo de qu¨¦?). ¡°En el clima actual, invertir en una pieza de moda equivale a comprar nostalgia¡±, a?ade Glenville.
¡°Un buen dise?ador rebusca en el ayer para ensayar el ma?ana¡±, dice Tony Glenville
Nostalgia, he ah¨ª la cuesti¨®n. La nuestra es una ¨¦poca que parece sufrir de exceso de historia, quiz¨¢ porque, como sostienen los psicoanalistas, nuestro pasado da forma a nuestro futuro. Tener memoria es vital para poder construir una identidad. As¨ª que todo es retro, vintage. Como Proust, hablamos del pasado en tiempo presente. Lo expres¨® el soci¨®logo Siegfried Kracauer: ¡°No es el hombre moderno el que anda perdido, son los muertos quienes vagan y nos llaman¡±. Cuando est¨¢bamos a punto de estrenar milenio, el fil¨®sofo de la deconstrucci¨®n Jacques Derrida se hizo eco del fen¨®meno y lo rebautiz¨® hauntolog¨ªa (contracci¨®n del t¨¦rmino ingl¨¦s haunt, aparici¨®n espectral, y ontolog¨ªa): ¡°La injerencia de los fantasmas del pasado en nuestra realidad temporal nos impide olvidar y mirar adelante. En el ¨¢mbito que nos ocupa es lo que se ha dado en llamar fashion hauntology¡±.
¡°Yo opino todo lo contrario. La gente tiene muy poca memoria. No creo que esa nostalgia sea en realidad la motivaci¨®n de los consumidores, ser¨ªa m¨¢s bien que se sienten mucho m¨¢s c¨®modos ante entidades o cosas que reconocen. Como quiera que ya han visto c¨®mo era la moda en el pasado (al menos en fotograf¨ªas o im¨¢genes), responden mejor a esos dise?os retro que a los de apariencia m¨¢s nueva¡±, arguye Steele. Y Tony Glenville le da la raz¨®n: ¡°Para la mayor¨ªa de la gente, la historia no son sino series aleatorias de retazos, en especial para los m¨¢s j¨®venes. Por otro lado, este es un mundo que va muy r¨¢pido y la tecnolog¨ªa lo est¨¢ modelando ante nuestros propios ojos¡±. Loppa se pone todav¨ªa m¨¢s tajante: ¡°Un buen dise?ador solo rebusca en el ayer para ensayar el ma?ana. Los movimientos nost¨¢lgicos, con sus memorias familiares, resultan agradables, pero son ef¨ªmeros. La respuesta es el futuro, no el pasado¡±, sentencia la acad¨¦mica belga, en cuyas palabras late una nueva pregunta: ?qu¨¦ hay de esas estrellas del dise?o que se entrampan poniendo patas arriba los archivos de las firmas en las que ejercen de creativos?
Invocar el excelso pasado de las viejas casas de la moda es la excusa definitiva para viajar en el tiempo. Y en cuanto la tradici¨®n entra por la puerta, el zeitgeist salta por la ventana. ¡°?Absolutamente! No deber¨ªa ser as¨ª, pero cuando dicen eso de ¡®desempolvar los archivos¡¯, casi siempre significa ¡®copiar looks pasados¡±, concede Valerie Steele. La propia Loppa valora la situaci¨®n en su contexto empresarial: ¡°Los dise?adores son parte del proceso de una estrategia corporativa. Y ah¨ª, los marcadores, los identificadores de una firma resultan fundamentales. El premio gordo se lo llevar¨¢ aquel capaz de aportar innovaci¨®n¡±, dice la directora de Polimoda, la insigne escuela florentina, al tiempo que insiste en la necesidad de estar alerta ante los bandazos del negocio. ¡°Como educadores, nuestra misi¨®n es mantener vivo el sue?o de la moda entre los estudiantes, pero inform¨¢ndoles continuamente de los cambios que se suceden en la identidad, imagen y comunicaci¨®n de marca¡±.
¡°Mira Lagerfeld, que trabaja para dos casas cuyo legado est¨¢ grabado a fuego en todo lo que venden. Y ¨¦l va de moderno sin nostalgia porque hace zapatillas para Chanel y mu?ecos de piel para Fendi, qu¨¦ gracia. ?Esa es su contribuci¨®n a la moda? Que se deje de tonter¨ªas y dise?e ropa bella de una vez¡±, explota Glenville.
Quiz¨¢ tenga raz¨®n Guillaume Erner cuando escribe que ¡°l¡¯air du temps no lo hace todo: puede pasar que una tendencia ya plebiscitada se recupere a conciencia¡±. Da igual si se culpa al sentimentalismo de las marcas, al dise?ador holgaz¨¢n que pone como coartada la ¨²ltima pel¨ªcula en blanco y negro que ha visto o a esos prescriptores de tendencias que escriben en sus altas tribunas el regreso de determinada tendencia. Al fin y al cabo, somos el producto de lo que hemos vivido. Se lo preguntaron una vez a Slimane: ¡°?Qu¨¦ queda de los ochenta?¡±. Y su respuesta lo resume todo: ¡°Nosotros¡±.
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