Un Estado dentro del Estado
La Guardia Civil es la instituci¨®n mejor valorada de nuestro pa¨ªs Sus 85.000 efectivos cubren el 85% del territorio La historia de una polic¨ªa rural que naci¨® hace 170 a?os, represora durante el franquismo y reinventada en democracia
El primer control de seguridad se activa con la huella del ¨ªndice. El siguiente, con una combinaci¨®n num¨¦rica. Cada paso que damos es monitorizado por un enjambre de c¨¢maras. Nuestro destino es el Centro de Mando de la Guardia Civil, un complejo subterr¨¢neo de 6.000 metros cuadrados inaugurado en 2012 en el centro de Madrid. Carece del blindaje a prueba de bombardeos del b¨²nker de La Moncloa (el Departamento de Seguridad Nacional, la estructura del presidente para gestionar situaciones de crisis, que dirige un teniente coronel del Cuerpo, Alejandro Hern¨¢ndez Mosquera), pero pone en evidencia la capacidad operativa de la Benem¨¦rita y su acceso en tiempo real a todo lo que ocurre en el territorio espa?ol, en las fronteras de la Uni¨®n Europea y en sus mares territoriales. Incluso en las costas de ?frica, donde patrullan entre Marruecos, Mauritania y Senegal aviones esp¨ªa, lanchas y barcos del Cuerpo, para impedir el tr¨¢fico de drogas, armas, seres humanos. ¡°La clave no es ya evitar que desembarquen en Europa, sino que no lleguen a zarpar del continente africano; interceptarlos; rescatarlos y devolverlos a tierra. Y acabar con esas mafias que son un puente entre el terrorismo y la delincuencia¡±, explica el capit¨¢n Ovidio Corredor, jefe del Control de Vigilancia del Estrecho, en Algeciras.
El centro neur¨¢lgico de este complejo es la Sala de Operaciones: un espacio de acceso restringido, di¨¢fano, cibern¨¦tico, del tama?o y configuraci¨®n de un teatro; amueblado con mesas tapizadas de ordenadores donde guardias de uniforme reciben toda la informaci¨®n sobre el posicionamiento y el trabajo que realiza cada una de las patrullas, integradas en los 2.000 puestos del Cuerpo (que cubren el 85% del territorio); sus 20.000 veh¨ªculos, 120 embarcaciones, 36 helic¨®pteros y 2 aviones de reconocimiento. Desde aqu¨ª se realiza un seguimiento en tiempo real de todas las misiones e investigaciones en curso a trav¨¦s de una red de comunicaci¨®n en la que cada guardia, est¨¦ donde est¨¦, vierte la m¨ªnima incidencia, investigaci¨®n, detenci¨®n, matr¨ªcula sospechosa o confidencia de que tenga noticia. Es el Sistema Integrado de Gesti¨®n Operativa (SIGO). Cada uno de los 85.000 miembros de la Guardia Civil (el 6% son mujeres) es, por tradici¨®n y disciplina, un potencial agente de informaci¨®n que no se desprende de su piel de guardia ni en vacaciones (as¨ª lo ordena el reglamento).
Numerosos y dispersos, forman una red que capilariza todo el territorio. Es su poder: la presencia f¨ªsica. En carreteras, puertos, aeropuertos y ministerios; custodiando el Estado Mayor de la Defensa, La Zarzuela, La Moncloa, y nutriendo de agentes el Centro Nacional de Inteligencia. El verde oliva es omnipresente. Forma parte del paisaje nacional.
En esta Sala de Operaciones se trabaja 24 horas diarias, 365 d¨ªas del a?o. Las fuentes informativas que la alimentan son m¨¢s amplias que las del propio despliegue de la Guardia Civil. Van desde las agencias de seguridad nacionales e internacionales hasta la red exterior del Cuerpo (a trav¨¦s de su presencia en embajadas, organismos como la ONU o la OTAN, la Gendarmer¨ªa Europea o las misiones militares en que participa, desde Afganist¨¢n hasta Rep¨²blica Centroafricana). En caso de emergencia, se activar¨ªa aqu¨ª el Centro de Crisis, conectado por videoconferencia (a trav¨¦s de una malla segura) con los responsables de las 17 zonas del Cuerpo (una por comunidad aut¨®noma).
La sala tambi¨¦n alberga (en un alarde de aprovechamiento de medios) el Centro de Coordinaci¨®n para la Vigilancia Mar¨ªtima de Costas y Fronteras de la UE, que dirige el teniente coronel Eduardo Lobo. En esta sala envuelta en una luz tenue es dif¨ªcil adivinar d¨®nde terminan los cometidos de la Guardia Civil de cara a la seguridad ciudadana y d¨®nde empieza su trabajo especializado para la UE. Desde el atentado contra las Torres Gemelas, desde que el fen¨®meno de la globalizaci¨®n se fundi¨® con el del terrorismo hasta convertirlo en un fen¨®meno sin fronteras, los organismos de seguridad e inteligencia de todo el mundo se vieron obligados a interconectarse para contrarrestar las nuevas amenazas sin fronteras, a compartir informaci¨®n; ya no es posible diferenciar entre seguridad interior y exterior: los enemigos son comunes y m¨¢s et¨¦reos, empezando por el ciberterrorismo. ¡°Hoy es imposible una investigaci¨®n policial sin cooperaci¨®n exterior¡±, explica el general que ocupa esa responsabilidad en la Guardia Civil, Francisco D¨ªaz Alcantud, que encabez¨® en 2010 una misi¨®n de la UE para formar polic¨ªas en Irak. ¡°Las grandes operaciones policiales son conjuntas. El mejor ejemplo es la estrecha colaboraci¨®n con el Estado franc¨¦s que nos ha permitido derrotar a ETA. En estos momentos te puede pasar una informaci¨®n la DEA estadounidense, desarrollarla t¨² y que la rematen los carabinieri. Una labor conjunta de la que fuimos excluidos durante muchos a?os en favor del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa. Hoy, por fin, estamos integrados en el mundo de la seguridad global, y participamos desde en Interpol y Europol hasta en Frontex o Eurojust. Ha sido una conquista¡±.
La Uni¨®n Europea puso 20 millones de euros para la construcci¨®n de la sala de operaciones de la Guardia Civil
Fue la Uni¨®n Europea, a trav¨¦s de la agencia Frontex, la que corri¨® con el importe de este centro de mando, con el objetivo de aunar los esfuerzos de los socios europeos contra los tr¨¢ficos ilegales. Puso sobre la mesa 20 millones de euros. Y proporcion¨® al Cuerpo el centro puntero de mando y control del que siempre careci¨®. Y una imagen de modernidad siempre ausente de esta instituci¨®n creada hace 170 a?os para que el peso de la ley alcanzara cada rinc¨®n de un pa¨ªs rural sembrado de caciques y bandoleros. El regalo de la UE fue un golpe de suerte para la Guardia Civil, tan sobrada de pompa y ceremonia como escasa de fondos (un 90% de su presupuesto de m¨¢s de 2.600 millones de euros se va en pagar las n¨®minas). No hab¨ªa olfateado un lujo decorativo y operativo como el del Centro de Operaciones en su larga historia.
No era el primer golpe de suerte de la Benem¨¦rita. Si algo ha demostrado en las ¨²ltimas d¨¦cadas es que sabe aprovechar las oportunidades. Nunca dice no. Acepta los retos. La utilidad es la clave de la supervivencia de esta instituci¨®n, a mitad de camino entre el ej¨¦rcito y la polic¨ªa; civil hacia fuera y militar hacia dentro; que pas¨® de la dictadura a la democracia; de UCD al PSOE y al PP, y de vuelta al PSOE y de vuelta al PP, sin cambiar de estilo, himno, tricornio ni uniforme. Un alarde de camaleonismo. Sin sufrir una depuraci¨®n. Conservando como protectora a la Virgen del Pilar. Y sin apearse de sus r¨ªgidos principios fundacionales, resumidos en su manual de conducta, la Cartilla del Guardia Civil, redactada en 1845, que indica, entre otras cosas: ¡°El guardia civil, por su aseo, buenos modales y reconocida honradez, ha de ser un dechado de moralidad¡±. O esta otra: ¡°El honor ha de ser la principal divisa del guardia civil; debe por consiguiente conservarlo sin mancha. Una vez perdido, no se recobra jam¨¢s¡±.
Cada cambio de sistema y Gobierno desde mediados del XIX supuso una amenaza de disoluci¨®n, reorganizaci¨®n, desmilitarizaci¨®n o fusi¨®n con la polic¨ªa. Nunca se materializ¨®. La Guardia Civil era imprescindible. Estaba en todos lados. Era obediente. Y fiel al poder constituido. Lo fue incluso con la II Rep¨²blica durante el golpe del 18 de julio de 1936; no se rebel¨® en Madrid, Valencia o Barcelona ante la ira de Francisco Franco, que medit¨® disolverla en 1940. Al final le cogi¨® cari?o, puso al frente de la misma en 1943 a su paisano el despiadado teniente general Camilo Alonso Vega (alias Don Camulo), le encarg¨® luchar contra el maquis (morir¨ªan cerca de 300 guardias en enfrentamientos contra la guerrilla hasta 1952) y la convertir¨ªa en su escolta personal, como har¨ªan m¨¢s tarde los reyes Juan Carlos I y Felipe VI.
La Guardia Civil se sigue moviendo en un brumoso apartidismo; la mayor¨ªa de sus miembros carecen de un perfil pol¨ªtico claro (al contrario de lo que ocurre en el Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, donde cada cambio al frente del Ministerio del Interior supone enviar a las tinieblas a la c¨²pula policial anterior para colocar a la af¨ªn) y nunca expresan sus opiniones pol¨ªticas (¡°aunque das por sentado que son muy conservadores¡±, explica un responsable de la Seguridad del Estado). ¡°A un comisario se le destituye; a un general de la Guardia Civil, no¡±, profiere con gesto retador un miembro del generalato del Cuerpo (una c¨²pula de 34 altos oficiales que se re¨²nen una vez al mes en el herm¨¦tico Consejo Superior de la Guardia Civil y mantienen una alta capacidad de influencia sobre el poder pol¨ªtico). Cuatro ex directores generales pol¨ªticos de la Guardia Civil confirman para este reportaje que no se les pas¨® por la cabeza cambiar la c¨²pula que heredaron cuando llegaron al cargo. ¡°Las cosas en la Benem¨¦rita no funcionan as¨ª. Los generales son leales¡±, explica un exdirector. ¡°No te ocultan informaci¨®n, pero hay que saber mandar. No puedes flojear. Hay que ser duro y al tiempo dejarles trabajar. En esa casa, el director general es Dios. Manda mucho. Su nombramiento es pactado entre Defensa e Interior y se traduce en un decreto de la Presidencia, frente al nombramiento del director de la polic¨ªa, que es de Interior. Ah¨ª se olfatea la diferencia de influencia de cada cuerpo policial¡±.
Todos los Gobiernos desde la Transici¨®n terminaron por entenderse con ellos. Y les proporcionaron honores, medios y competencias. Helic¨®pteros, embarcaciones, unidades antiterroristas y de subsuelo; de inteligencia e investigaci¨®n. Incluso aquellos que desconfiaban de su pasado, de su naturaleza militar y de las r¨¦plicas del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 (que protagonizaron miembros del Cuerpo), y llegaban con la idea de carg¨¢rsela, pasaron por el aro. Algo evidente tras el acceso de Felipe Gonz¨¢lez al poder, en 1982. Los socialistas, viejos represaliados del franquismo, no tardaron en enamorarse de la Benem¨¦rita. La larga y terrible lucha contra ETA tuvo mucho que ver en ese entendimiento mutuo. En 1986, los socialistas pusieron a un civil (el primero de su historia) al frente, Luis Rold¨¢n. Que conseguir¨ªa para el Cuerpo m¨¢s medios y dinero de lo que hab¨ªan logrado durante 40 a?os los directores militares heredados del franquismo, que se dedicaban a sestear y aprovechar el relumbr¨®n social del cargo. De paso, rob¨® a manos llenas. Y debilit¨® de nuevo la imagen del Cuerpo. Sin embargo, ning¨²n Gobierno posterior, ni del PP ni del PSOE, har¨ªa sangre en relaci¨®n a los c¨®mplices de la corrupci¨®n de la era Rold¨¢n en el interior del Cuerpo. No conven¨ªa. En la c¨²pula de la instituto armado circula una an¨¦cdota que sus mandos dan por segura. La cuenta un general: ¡°Cuando Zapatero, que hab¨ªa dicho durante la campa?a de 2004 que iba a desmilitarizarnos, lleg¨® a La Moncloa, el primer consejo que recibi¨® de Felipe Gonz¨¢lez fue: ¡®Jos¨¦ Luis, a la Guardia Civil, ni la toques¡±. Responsables antiterroristas del Cuerpo recuerdan tambi¨¦n las discretas reuniones privadas de expertos en ETA con el propio presidente Aznar.
El mismo Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, ministro del Interior entre 2006 y 2011, se neg¨® a su desmilitarizaci¨®n (a costa de granjearse el odio de los escalones m¨¢s bajos del Cuerpo) y lleg¨® a tener una relaci¨®n estrecha con la c¨²pula generalicia de la denominada en el Cuerpo sangre azul, para la que consigui¨® en 2007 el ansiado ascenso a teniente general (general de tres estrellas), un honor siempre negado a la Guardia Civil con el objeto de mantenerla protocolaria y operativamente por debajo del Ej¨¦rcito. El socialista Joan Mesquida, director general del Cuerpo entre 2006 y 2008, recuerda aquella operaci¨®n del PSOE de reconocimiento al generalato de la Guardia Civil: ¡°Era un agravio claro contra ellos, que ten¨ªan casi tantos efectivos como el Ej¨¦rcito y la mitad de generales, lo que provocaba una c¨²pula muy reducida y desequilibrada. Me pele¨¦ porque pudieran llegar a teniente general. Lo hablamos Rubalcaba y yo con el Rey; nos apoy¨®. Hab¨ªa cierta reticencia en el Gobierno, porque nombrar un solo teniente general pod¨ªa interpretarse como que era un contrapeso uniformado al poder del director general civil. Por eso se decidi¨® que hubiera tres tenientes generales, para difuminar esa imagen de poder uniformado en una sola figura; al final, Rubalcaba nos regal¨® un cuarto puesto de teniente general, para recompensar al jefe de Informaci¨®n, Atilano Hinojosa, que hab¨ªa sido nombrado por el PP, pero hab¨ªa sido muy leal a nuestro Gobierno en la lucha contra ETA¡±. La actual reivindicaci¨®n de la c¨²pula de sangre azul va todav¨ªa m¨¢s lejos: conseguir que un general del Cuerpo alcance las cuatro estrellas (que solo cuatro generales de las Fuerzas Armadas ostentan) y tenga el mando efectivo del Cuerpo. ¡°Es nuestra sana ambici¨®n¡±, resume un general con sorna.
Como explica Juan Antonio Ramos, portavoz de la Asociaci¨®n Unificada de Guardias Civiles, el principal sindicato (una palabra y una figura que est¨¢n totalmente proscritas en el Cuerpo por la naturaleza militar del mismo), ¡°cualquier Gobierno tiene que estar a buenas con la Guardia Civil porque toca lo m¨¢s sensible: el terrorismo, la inmigraci¨®n, la delincuencia organizada. Tiene informaci¨®n, y eso es poder. Todos los Gobiernos se han llevado bien con la instituci¨®n a costa de olvidarse de nosotros, de los guardias, y de nuestros derechos. Somos ciudadanos y trabajadores y tenemos menos derechos que los dem¨¢s ciudadanos y trabajadores. ?Sabe por qu¨¦ la Guardia Civil est¨¢ tan bien valorada por el ciudadano?¡±.
¨CD¨ªgame.
¨CPorque es barata, eficaz y obediente. No da problemas y funciona. Pero detr¨¢s de esa fachada est¨¢ la trastienda. Somos los m¨¢s valorados, pero los que menos derechos tienen. Es como si una gran marca deportiva tuviera ni?os del Tercer Mundo cosiendo balones. Por eso funciona la Guardia Civil. Y la gente debe saberlo.
Santiago L¨®pez Valdivielso, senador del PP y director general del Cuerpo entre 1996 y 2004, interpreta el ¨¦xito del Cuerpo a partir de su experiencia: ¡°Cuando el Gobierno tiene una patata caliente se la encarga a la Guardia Civil. Les puedes ordenar que luchen contra el terrorismo, controlen las vacas locas, se enfrenten a la crisis de los cayucos o midan la radiactividad del Tireless, aquel submarino nuclear brit¨¢nico que se averi¨® en Gibraltar. Y se ponen firmes. Sirven para todo. Quiz¨¢ adolezcan de falta de iniciativa, pero es que su jerarqu¨ªa es muy vertical; muy de arriba hacia abajo. Quiz¨¢ haga falta un mayor cuidado y atenci¨®n a los de abajo, y ah¨ª entra en juego el asociacionismo¡±.
¨C?Desmilitarizar¨ªa usted la Guardia Civil?
¨CSi la desmilitarizas, te la cargas.
La disponibilidad es su se?a de identidad. Aunque desconozcan c¨®mo resolver la misi¨®n que se les encarga. Siempre habr¨¢ un oficial con un par de guardias que comiencen a darle vueltas en un despachito, sin medios, y terminen por sacarlo adelante. ¡°Pueden discutir con el mando pol¨ªtico, poner pegas, pero terminan haciendo lo que les pides; en eso son diferentes al Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, que discute menos, pero hace lo que le da la gana. Estos son disciplinados; tienen naturaleza militar y, es cierto, un plus de esp¨ªritu de sacrificio y disponibilidad que le viene muy bien al Gobierno. Un militar no tiene jornada laboral; tiene que estar dispuesto a todo. A un guardia le dices que se est¨¦ ocho horas sin moverse de un sitio y no se mueve¡±, explica un antiguo responsable del Cuerpo. ¡°Y le haces eso a un polic¨ªa y llama a su sindicato. Y es l¨®gico, porque tienen derechos de los que carecen los guardias¡±. Seg¨²n un alto mando de la Guardia Civil, el Gobierno tiene un motivo esencial para no desmilitarizar el Cuerpo y fusionarlo con la polic¨ªa: ¡°Una sola fuerza policial de 150.000 miembros y con un sindicato potente ser¨ªa ingobernable; podr¨ªa derribar un Gobierno con una huelga. En la Guardia Civil no puede haber contrapesos al mando; no puede haber comisarios pol¨ªticos¡±.
La Guardia Civil tiene casi los mismos efectivos que el Ej¨¦rcito y la mitad de los Generales¡± Joan Mesquida, ex director general de la Guardia Civil
Ese lanzarse al vac¨ªo sin tener la m¨ªnima experiencia ocurri¨® en 1991, cuando se organiz¨® la Guardia Civil del Mar, ¡°y nadie sab¨ªa d¨®nde estaba la proa ni la popa¡±, explica el sargento primero Rafael Padial, que comanda una lancha en el Estrecho y se enfrenta a diario con el contrabando, el narcotr¨¢fico y la inmigraci¨®n clandestina en uno de los puntos m¨¢s calientes de nuestro territorio, junto a su tripulaci¨®n, el cabo primero Alonso Landauro y el guardia Jos¨¦ Luis Rom¨¢n, dos tipos cargados de sentido com¨²n, con m¨¢s aspecto de surferos que de picolos. ¡°Al principio hubo que tirar de patrones de la Marina mercante porque no sab¨ªamos navegar, pero hoy somos 2.500 guardias que operamos como polic¨ªa integral en nuestras aguas. Y no solucionamos las cosas a tiros. Somos distintos a los militares¡±. O en 1998, cuando se les orden¨® organizar el Servicio de Protecci¨®n de la Naturaleza (Seprona), por la raz¨®n de que se mov¨ªan en el medio rural y conduc¨ªan motos. Y hoy es una de las mejores polic¨ªas ecol¨®gicas del mundo. Como remacha el n¨²mero dos del Cuerpo, el teniente general Pablo Mart¨ªn Alonso (alias Don Pablo), poderoso jefe del Mando de Operaciones y antiguo jefe de la lucha antiterrorista: ¡°Cuando conseguimos una misi¨®n, cuando el Gobierno nos encarga algo, no lo soltamos. Y eso es clave en nuestra filosof¨ªa: no soltamos nada¡±.
Todo el frontal de la Sala de Operaciones est¨¢ ocupado por una pantalla de 20 metros donde se dibuja un mapa electr¨®nico de Europa, desde el Atl¨¢ntico hasta los Balcanes. La cantidad de informaci¨®n que aparece sobre patrullas terrestres y mar¨ªtimas de todos los cuerpos de seguridad europeos es abrumadora. En un lateral, en forma de puzle interactivo, se proyectan im¨¢genes v¨ªa sat¨¦lite de las vallas de Ceuta y Melilla; de la situaci¨®n en Lampedusa o en la frontera de Turqu¨ªa con Grecia y Bulgaria; de la interceptaci¨®n en directo de una lancha con droga en el Estrecho. Se escanea la procedencia y ruta de cada barco; aqu¨ª tambi¨¦n revierten sus im¨¢genes las c¨¢maras y los radares del Sistema de Vigilancia Exterior (SIVE) que blindan la costa desde Levante hasta Huelva. En un futuro, esta sala recibir¨¢ las im¨¢genes de los drones Predator, los veh¨ªculos a¨¦reos no tripulados que la UE encomendar¨¢ a la Guardia Civil para controlar la frontera sur de Europa.
?C¨®mo ha conseguido esa polic¨ªa rural, pol¨ªtica y temida, protagonista de la represi¨®n durante el franquismo y de un golpe de Estado en la Transici¨®n, convertirse en una de las polic¨ªas con m¨¢s presencia y competencias del planeta (tiene 25 especialidades), dirigir la seguridad del presidente del Gobierno, ser pieza clave en el palacio de la Zarzuela (cuyo funcionamiento y servicio de seguridad controlan dos oficiales del Cuerpo, el general Domingo Mart¨ªnez Palomo y el coronel Francisco L¨®pez Requena) y, lo que es m¨¢s sorprendente, ser de forma recurrente la instituci¨®n m¨¢s valorada por los espa?oles seg¨²n los bar¨®metros del CIS? Para el director adjunto operativo del Cuerpo, el teniente general C¨¢ndido Cardiel, n¨²mero uno uniformado (su superior, el director general, es el miembro del PP Arsenio Fern¨¢ndez de Mesa), la clave del ¨¦xito es: ¡°Contar con la disciplina precisa para mantener cohesionada y controlada una estructura tan dispersa, tener una gran capacidad de adaptaci¨®n a los cambios de la sociedad y ser vers¨¢tiles y flexibles; somos una polic¨ªa moderna e integral que da respuesta a las necesidades de seguridad de los ciudadanos, desde el yihadismo hasta la violencia de g¨¦nero. La gente conf¨ªa en nosotros. Y hoy buscamos dar un servicio de m¨¢s calidad¡±.
No siempre fue as¨ª.
Tras la guerra, la Guardia Civil era una instituci¨®n desmoralizada, pobre, inflada con excombatientes de Franco en la base y espadones franquistas en la c¨²pula; en la que la investigaci¨®n no iba m¨¢s all¨¢ de los hurtos rurales; donde los guardias redactaban las diligencias sobre el tricornio, viajaban a pie con la manta y el mosquet¨®n y dorm¨ªan en gallineros. Seg¨²n explica Maximiliano Las¨¦n, coronel retirado y concejal socialista de la localidad madrile?a de Valdemoro (uno de los feudos del Cuerpo), ¡°eran objeto de una disciplina cruel, viv¨ªan en la miseria y se mor¨ªan a los 50 a?os. No era gente de derechas, era gente empe?ada en subsistir. Sus hijos y los hijos de sus hijos eran a su vez guardias; y sus mujeres, hijas del Cuerpo. Era una instituci¨®n ombliguista, que no se mezclaba con la poblaci¨®n, aislada en sus m¨ªseras casas-cuartel a las afueras de los pueblos. La especializaci¨®n fue lo que nos inyect¨® modernidad en las venas¡±.
El cuerpo tiene informaci¨®n, y eso es poder. Los Gobiernos se tienen que llevar bien con ¨¦l¡± Juan Antonio Ramos, portavoz del sindicato AUGC
En 1940, la Guardia Civil se hizo con las funciones del disuelto Cuerpo de Carabineros (al que Franco consideraba m¨¢s rojo y peligroso que la Benem¨¦rita). Fue su primer golpe de suerte. Aquella rancia polic¨ªa rural tomaba las riendas de la lucha contra el contrabando y el control de las fronteras, algo que hoy le permite controlar los puertos, aeropuertos, aguas territoriales, el narcotr¨¢fico, los delitos fiscales y la inmigraci¨®n clandestina. En 1959, el Gobierno les otorgaba un nuevo cometido que modernizar¨ªa y cambiar¨ªa la mentalidad de miles de guardias y oficiales: les daba el control de las v¨ªas de comunicaci¨®n terrestre a trav¨¦s de la Jefatura de Tr¨¢fico. Una competencia sustra¨ªda a la polic¨ªa. Un paso adelante. Los a?os del desarrollismo fueron buenos para la Guardia Civil.
Duraron poco. En 1968 era asesinado por ETA el guardia Jos¨¦ Pardines. Era el primer muerto a manos de la banda terrorista y era guardia civil. Despu¨¦s caer¨ªan 200 guardias m¨¢s v¨ªctimas de ETA y centenares de heridos. Hoy, Pardines da nombre a la calle principal del cuartel de Intxaurrondo, el decadente complejo del Cuerpo a las afueras de San Sebasti¨¢n, el lugar donde a mediados de los a?os ochenta se dirigi¨® la lucha antiterrorista y tambi¨¦n la desesperada guerra sucia contra ETA.
En los setenta, la Guardia Civil no estaba preparada para enfrentarse al terrorismo. No ten¨ªa medios, formaci¨®n ni el apoyo de la sociedad. No sab¨ªa actuar en secreto. Su forma de trabajar en el Pa¨ªs Vasco era a base de patrullas de tipo militar que se mov¨ªan sobre cuadr¨ªculas del terreno y representaban un blanco f¨¢cil en las emboscadas; carec¨ªan de veh¨ªculos blindados; practicaban redadas indiscriminadas; el servicio de Informaci¨®n era un desastre: con los coches particulares de los guardias como veh¨ªculos camuflados y agentes con peluca para hacerse pasar por mujeres (que no llegar¨ªan al Cuerpo hasta 1988); las escuchas telef¨®nicas se transcrib¨ªan con papel y bol¨ªgrafo, y los malos tratos a los detenidos en los cuarteles del Pa¨ªs Vasco eran la norma. No hab¨ªa ordenadores y menos a¨²n una red de comunicaci¨®n propia. Se recog¨ªa mucha informaci¨®n que iba a parar a unos ficheros que nadie revisaba, cruzaba, elaboraba ni analizaba. Todo estaba por hacer. La primera piedra la puso a partir de 1978 el teniente coronel del Ej¨¦rcito Andr¨¦s Cassinello, formado en los servicios secretos de Franco y la Transici¨®n, y hombre de confianza de Su¨¢rez y Felipe Gonz¨¢lez; la segunda, el coronel de la Guardia Civil Pedro Catal¨¢n, que se inspir¨® a mediados de los ochenta en el Mosad, el servicio secreto israel¨ª, para remodelar el de la Benem¨¦rita; despu¨¦s vendr¨ªan en la lucha contra ETA nombres como Pedro Mu?oz, Faustino Pellicer, Hinojosa, Garc¨ªa Varela o Mart¨ªn Alonso. Todos alcanzar¨ªan la c¨²pula del Cuerpo en recompensa a su trabajo silencioso. Hasta los atentados del 11-M de 2004 no se hab¨ªan dado cuenta de que, adem¨¢s de ETA, hab¨ªa que dedicar medios a la lucha contra el yihadismo. Nadie parec¨ªa haberse darse cuenta.
El teniente coronel Valent¨ªn D¨ªaz tiene aire de profesor. Alto, desgarbado; vestido con corbata oscura y una vieja chaqueta de tweed, y tocado con un sempiterno bigote benem¨¦rito, se describe como un hombre gris. ¡°Los analistas de informaci¨®n somos gente que no espera nada; que nunca jam¨¢s podr¨¢ presumir de las vidas que ha salvado; que se va de su puesto tal y como ha venido: con nada¡±.
Valent¨ªn D¨ªaz es el jefe de la Unidad Central Especial N¨²mero 1 (UCE-1), una de las tres ramas en que se divide la opaca Jefatura de Informaci¨®n de la Guardia Civil (encargada de la lucha antiterrorista), dirigida por el general Pablo Salas y en la que trabajan en torno a 6.000 agentes. La unidad que dirige este teniente coronel combate a ETA; la UCE-2, que manda el teniente coronel V¨¢zquez, al yihadismo; la UCE-3 est¨¢ encargada de los movimientos antisistema. El servicio de Informaci¨®n cuenta con otros dos ap¨¦ndices, una unidad de adiestramiento y el Grupo de Apoyo Operativo, encargado de los trabajos m¨¢s arriesgados y delicados. Cada una de las tres unidades centrales concentra toda la obtenci¨®n, elaboraci¨®n, an¨¢lisis y uso operativo de la informaci¨®n antiterrorista, en la que est¨¢ especializada tanto dentro de Espa?a como a trav¨¦s de su red internacional. Con esta estructura s¨®lidamente centralizada, la Guardia Civil, 46 a?os despu¨¦s del asesinato de Pardines, ha mostrado una enorme eficacia en la derrota de ETA (el Cuerpo se atribuye un 70% de los ¨¦xitos policiales contra la banda) y en los primeros pasos de la lucha contra el yihadismo (para la que hace 10 a?os no contaba con personal, preparaci¨®n, experiencia, traductores ni tampoco impulso pol¨ªtico). Como explica un veterano oficial de Informaci¨®n sin rostro: ¡°Con el yihadismo hemos tenido que aprender desde cero. Son dos terrorismos muy diferentes. Su ritmo de actuaci¨®n es distinto. Con ETA puedes prolongar una operaci¨®n; darle hilo a la cometa, alargar la investigaci¨®n, esperar. Con el terrorismo islamista tienes que intervenir en cuanto tienes pruebas; el yihadismo, cuando tiene medios, act¨²a. Ese es su mayor riesgo¡±.
La conversaci¨®n con el teniente coronel Valent¨ªn transcurre en uno de los espacios mejor protegidos del Cuerpo, un an¨®nimo e impersonal edificio cercano al aeropuerto de Madrid, sin uniformes ni banderas. Por este complejo se mueven hombres y mujeres muy j¨®venes y de aspecto muy corriente; alguno ataviado al estilo Ocho apellidos vascos; alguna muy elegante en traje de chaqueta y alt¨ªsimos tacones (¡°las mujeres han sido clave, no solo en las operaciones, sino en el an¨¢lisis de la informaci¨®n y la elaboraci¨®n estrat¨¦gica. Ven cosas que los hombres no ven¡±, explica un coronel de Informaci¨®n).
No hemos aflojado con ETA. La ¨²ltima fase de una guerra es la explotaci¨®n del ¨¦xito¡± Valent¨ªn D¨ªaz, teniente coronel jefe de la UCE-1
En este inmueble conviven los elegidos del Cuerpo: los investigadores y los agentes de inteligencia. Los primeros pertenecen a la Unidad Central Operativa (UCO), encargada de los asuntos de criminalidad organizada, especializada, violenta y de car¨¢cter internacional, centrada en aspectos como la delincuencia econ¨®mica, tecnol¨®gica, contra la Administraci¨®n o el narcotr¨¢fico. Los 500 superagentes de la UCO est¨¢n distribuidos en las cuatro primeras plantas de este edificio; en las cuatro superiores, los discretos agentes antiterroristas. La primera reflexi¨®n del teniente coronel Valent¨ªn ante el periodista es sosegada: ¡°En la lucha contra ETA pasamos de ir muy detr¨¢s a ir delante. Y despu¨¦s de ir muy delante, a detenerlos antes de que entraran en ETA. Y coger a todos sus jefes militares seg¨²n acced¨ªan al puesto. Para ese ¨¦xito ha sido imprescindible la colaboraci¨®n de Francia, que hizo una cesi¨®n de su soberan¨ªa para que pudi¨¦ramos operar con armas en su territorio; y el CNI, con todo su potencial tecnol¨®gico y de infiltraci¨®n. Hemos derrotado a ETA entre todos.
¨C?Se ha acabado ETA? ?Ha abandonado la Guardia Civil la lucha contra la banda para centrarse en el terrorismo internacional?
¨CNo hemos aflojado contra ETA. La ¨²ltima fase de una guerra es la persecuci¨®n del enemigo y la explotaci¨®n del ¨¦xito. Y en eso estamos. En Francia hay todav¨ªa armas y explosivos escondidos. Y c¨¦lulas durmientes. No podemos bajar la guardia. Y ha llegado tambi¨¦n el momento de investigar con calma 300 asesinatos que a¨²n est¨¢n sin dilucidar. Hay que seguir investigando y revisando el pasado. Queda mucho por hacer. Pero nos sobra tiempo. Somos la Guardia Civil. Tenemos 170 a?os.
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