Rosa Garc¨ªa: ¡°Ser un pa¨ªs de servicios nos debilita¡±
La presidenta de Siemens en Espa?a, forja un discurso directo y pr¨¢ctico con recetas para recuperarnos de la crisis. Considera que hemos sido muy duros con nosotros mismos, y cree que el mundo que estamos construyendo es mejor que el heredado.
De ni?a era capaz de apreciar la belleza de los teoremas. Pronto se dio cuenta de que los dem¨¢s no lo llegaban a entender as¨ª. Los n¨²meros desde un punto de vista est¨¦tico. Como la f¨ªsica cu¨¢ntica y la inform¨¢tica mezcladas con el arte. Algo que tambi¨¦n lleg¨® a ser una obsesi¨®n para Steve Jobs. Rosa Garc¨ªa se meti¨® en dicho mundo fascinada por eso, pero despu¨¦s descubri¨® adem¨¢s hasta qu¨¦ punto la t¨¦cnica unida al negocio puede cambiar el mundo. ?Idealismo? S¨ª, dice Garc¨ªa. Y a mucha honra, aunque se pueda dejar la vida en ello.
Hoy, esta mujer de or¨ªgenes humildes es una de las mentes empresariales m¨¢s reputadas de Espa?a. Al frente de la alemana Siemens ¨C¡°una empresa que lleva 120 a?os en nuestro pa¨ªs, como para decir que no es espa?ola tambi¨¦n¡±, asegura¨C, apuesta por la industrializaci¨®n y la innovaci¨®n para despu¨¦s de la crisis. Empe?ada en aplicar una mayor conciliaci¨®n laboral y familiar, dirige un gigante que utiliza la alta tecnolog¨ªa en la vida com¨²n. Activa en las propuestas, avivadora de debates, esta madrile?a madura, madre de tres hijos y triunfadora en el ¨¢mbito multinacional ¨Ctambi¨¦n fue ejecutiva de Microsoft¨C, est¨¢ empe?ada en ofrecer al capitalismo un rostro humano con su veta de utop¨ªa posible.
Usted iba para profesora, pero ?por propia vocaci¨®n o porque se empe?aron sus padres? Por m¨ª, por m¨ª. Tambi¨¦n, cuando era ni?a, me hubiera gustado trabajar en un zoo¡ Pero al decidirme, ya m¨¢s mayor, me apetec¨ªa ayudar a los j¨®venes, no a los ni?os, a los adolescentes, en la ense?anza media, para su formaci¨®n. Yo resultaba buena en todos los campos t¨¦cnicos. Me di cuenta de que en las matem¨¢ticas era donde yo pod¨ªa ser m¨¢s ¨²til porque, aparte de considerarlas un juego, me sent¨ªa capaz de ver lo que muchos no aprecian: su belleza. Cuando me demostraban un teorema, pod¨ªa decir: ¡°?Qu¨¦ elegante!¡±.
?Aplicaba la est¨¦tica a las matem¨¢ticas? Y ve¨ªa su vertiente intelectual, me gustaba que la l¨ªnea racional fuera limpia, directa.
Creo que estamos construyendo un mundo mejor del que heredamos¡±
?Por eso ha acabado trabajando en una empresa alemana? No, por eso no. Era simplemente que me sent¨ªa capaz de apreciarlas como una obra de arte. Yo quer¨ªa ense?arlas bien.
?Por qu¨¦ costar¨¢ tanto ense?arlas bien? Hay que hacerlo con sentido pr¨¢ctico, aplicadas a lo cotidiano y con paciencia. Con gr¨¢ficos tangibles y d¨¢ndoles un aspecto l¨²dico.
?La vida le ense?¨® despu¨¦s que las resoluciones no tienen nada que ver con las ciencias exactas? Eso es as¨ª, la vida es demasiado compleja como para poder programarla. Pero la matem¨¢tica impone un car¨¢cter especial. Una sensaci¨®n de tranquilidad. Si te invad¨ªa la sospecha de que no sab¨ªas nada, te pon¨ªas a indagar para ver qu¨¦ pod¨ªa salir de ah¨ª. Esa es una ventaja. Despu¨¦s, hay personas a las que los n¨²meros les hablan. Sacan conclusiones, identifican tendencias de las hojas de c¨¢lculo. Los matem¨¢ticos no somos mejores sumando o restando o calculando porcentajes. Pero si me enfrento a una hoja de c¨¢lculo, detecto se?ales que ayudan a ver oportunidades de negocio o cosas por el estilo.
Gu¨ªan, claro, pero ?ayudan tambi¨¦n a tomar decisiones complejas, o para eso necesitas otro instinto que muestre el mejor camino? Los n¨²meros ayudan a entender el pasado.
Pero de eso se ocupaba la historia¡ Son buenos para transformar ese pasado y convertirlo en algo m¨¢s eficaz. No resuelven el futuro, pero entre esos n¨²meros, m¨¢s una suma de aplicaci¨®n de tu conocimiento adem¨¢s de intuici¨®n, encuentras caminos, soluciones. Tambi¨¦n hay que escuchar: a clientes y competidores, estar informado; yo me leo como poco al d¨ªa cinco peri¨®dicos, aunque no s¨®lo por placer, sino con mentalidad de estructura de negocio.
Las matem¨¢ticas han guiado su carrera, pero a lo grande. Luego lleg¨® al mundo de la tecnolog¨ªa. ?Cu¨¢nto tard¨® en darse cuenta de que ah¨ª se fraguaba la mentalidad de un nuevo poder para su generaci¨®n? Entr¨¦ en ese mundo con vocaci¨®n de servicio, no de poder.
Ya, pero ?no hablamos de un servicio que tendr¨ªa el poder de transformar nuestras vidas? Entr¨¦ de casualidad. Quer¨ªa un curso de capacitaci¨®n, necesitaba un dinerillo para ayudar a la familia.
?Un dinerillo? En mi familia ven¨ªan bien esas ayudas. Mi madre era ama de casa y mi padre trabajaba en el Instituto Nacional de T¨¦cnica Aeroespacial. No pudieron acabar la escuela; mi padre se autoform¨®. Yo ten¨ªa hermanos mayores y mi padre me dedic¨® m¨¢s tiempo al ser la peque?a. Me ense?aba a sumar, a leer, y al llegar a la escuela entr¨¦ directamente en primero. Hab¨ªa sido el juguete de la familia.
?Con un padre que hab¨ªa sido m¨¢s abuelo, quiz¨¢? S¨ª¡ en ese sentido, s¨ª. Lamentaba no haber tenido tiempo para mis hermanas con tres trabajos como ejerc¨ªa a la vez y conmigo se resarci¨®. ?l buscaba la excelencia y me aconsej¨® que el trabajo reflejara qui¨¦nes ¨¦ramos. Eso me marc¨®. Era una maravilla tener un padre que valoraba el esfuerzo y una madre que era algo as¨ª como el psic¨®logo del barrio. De ella aprend¨ª la empat¨ªa, saber escuchar, el respeto a la gente. He tenido mucha suerte.
Pero volvamos a la tecnolog¨ªa¡ Ah, s¨ª. Pronto me di cuenta de que cambiaba la vida de la gente y no pude volver atr¨¢s, se me pasaron las ganas de ser profesora. Deseaba, a trav¨¦s de ese mundo, ayudar a la sociedad.
Pero ese discurso, ?no es un poco un rollo que se inventan desde ah¨ª para, realmente, vendernos el producto con envoltorio de Ong? ?De verdad se lo creen? Nos lo creemos¡
Pues conv¨¦nzame. Quiz¨¢ seamos unos na¨ªf¡
No lo creo. Nos levantamos por la ma?ana para aportar tecnolog¨ªas que ayudan a dejar a nuestros hijos un mundo mejor. Un ni?o con c¨¢ncer, pongamos por caso. Nuestros esc¨¢neres detectan los problemas antes, pueden guiarnos a afrontar tratamientos con radio m¨¢s ajustados¡ Es cierto que vendemos ese material a los hospitales, pero lo hacemos guiados por la pasi¨®n de mejorar las cosas.
Esa mentalidad tambi¨¦n la tendr¨¢ la competencia. Bueno, los hay que tenemos m¨¢s capacidad de crear orgullo de pertenencia que otros.
?No es un rasgo generacional m¨¢s que de empresa? ?Es casual que esos aspectos empezaran a existir a medida de que gente nacida en los sesenta los impusiera? ?Un cierto idealismo aplicado a la empresa? ?O es marketing? Nos lo creemos. Nos levantamos cada ma?ana y lo intentamos¡ S¨ª, somos idealistas, pero con una mentalidad de este siglo. Creemos que la econom¨ªa es importante, pero s¨®lo si est¨¢ al servicio de la sociedad, m¨¢s que enfocada al negocio propiamente o a los consumidores.
Fant¨¢stico. Pero ?no es una treta? No, de verdad, no.
Prefiero esa que la otra, pero suena a treta, al fin y al cabo. Me la creo, pero, adem¨¢s de eso, hay que tratar de hacerse con los mejores en cada campo; si los dejamos en manos de la competencia, mal. Es ese idealismo mezclado con capital humano, el que crea empresas muy especiales, donde al empleado se le escucha, se le apoya, se le trata como una persona, es propietario, parte del proyecto¡
?Aprendi¨® todo eso en Microsoft? Fue la primera gran empresa en la que trabaj¨¦.
Y entonces, ?por qu¨¦ le entr¨® una crisis vital y se propuso buscarse a s¨ª misma? Vamos a ver. Lo que pas¨® es que, despu¨¦s de 20 a?os trabajando, los ¨²ltimos 3 en un puesto internacional y en plena crisis, me encontraba muy enferma. Estaba muy cansada, sent¨ªa que ten¨ªa abandonada a la familia, ped¨ª un a?o sab¨¢tico para decidir qu¨¦ hacer, recuperarme f¨ªsicamente y poner orden en mi vida.
En lo peor de la crisis hemos sido muy duros con nosotros mismos¡±
?Estaba enferma o deprimida? Enferma, enferma, de eso que dices: ¡°Dios, me acabo de marear, tengo que apoyarme en una pared¡±. O que te levantas en un lugar extra?o y piensas: ?¡±D¨®nde estoy? ?Qu¨¦ hora es?¡±.
?D¨®nde andaba cuando le pas¨® eso, si se acuerda? En un hotel¡
?De qu¨¦ ciudad? Creo que era en Dinamarca¡
?No est¨¢ segura? S¨ª, creo. Es que en ese tiempo s¨®lo dorm¨ªa el s¨¢bado en mi casa y visitaba 14 pa¨ªses habitualmente¡ Sal¨ªa el domingo por la noche, cenaba del minibar, me levantaba por la ma?ana, com¨ªa mucho, trabajaba, trabajaba, trabajaba, cog¨ªa otro avi¨®n¡
?Se acuerda siquiera de lo que vend¨ªa? Vend¨ªan los de los pa¨ªses respectivos¡
Y mientras la vida se le iba lentamente, ?manten¨ªa ese entusiasmo de ahora? ?Iba a cambiar el mundo y crear una sociedad mejor con sus productos? S¨ª¡
?Se da cuenta de lo curiosa que puede llegar a ser esa mentalidad? Puede ser siniestro. No, no es siniestro.
Bueno, pues bien¡ El problema con la otra empresa es que no un¨ªa el software con el hardware¡ Los problemas reales del planeta, los que nos plantean retos como es la organizaci¨®n de la globalizaci¨®n para que no s¨®lo se fabriquen productos en los pa¨ªses asi¨¢ticos o se agoten los recursos sin que eso nos impida vivir con calidad, pero sin destruir el medioambiente; los problemas de la sobrepoblaci¨®n y sus enfermedades, la urbanizaci¨®n, la contaminaci¨®n¡ Para todo eso, el software solo no sirve, por eso me cambi¨¦. Pero lo hago porque, ll¨¢mame ilusa, este es un momento crucial.
?En qu¨¦ sentido? En plena crisis, pens¨¦ que desde nuestra empresa pod¨ªamos ayudar a que nuestro pa¨ªs fuera mejor¡
Hombre, desde Siemens, quiz¨¢ pueda contribuir usted como espa?ola a ablandar el coraz¨®n de hierro que demuestran en ciertos asuntos los alemanes. Con muchas m¨¢s cosas.
?Por ejemplo? Reforzando el tejido industrial. Ayudando a que la sanidad sea m¨¢s barata sin que perjudique al paciente, o a salir al extranjero para construir grandes infraestructuras¡ Hemos sido muy Pepito Grillo, con muchos informes en los que remarc¨¢bamos que Espa?a tiene un problema industrial, pero dando soluciones sin que alent¨¢ramos a comprar nuestros productos. Insistiendo en la innovaci¨®n, en cambiar la formaci¨®n.
Durante su crisis personal, ni sus hijos la conocer¨ªan. He tenido mucha suerte. Si hay algo que he hecho bien ha sido educar a mis hijos. Es verdad que en aquel tiempo perd¨ªa el d¨ªa a d¨ªa. Me preocup¨¦ por mi hijo mayor, ve¨ªa que el s¨¢bado y el domingo se quedaba en casa. Yo le pregunt¨¦: ¡°?Qu¨¦ pasa? ?No tienes amigos?¡±. Y me respondi¨®: ¡°Muchos, mam¨¢, lo que pasa es que los puedo ver entre semana y a ti s¨®lo el fin de semana¡±. Me di cuenta de que la familia, no s¨®lo mi marido, estaba adaptando su forma de vida a la m¨ªa y me pareci¨® injusto. Cuando iba a dejarles al colegio, ni conoc¨ªa a las otras madres. Durante ese a?o sab¨¢tico, los llev¨¦ todos los d¨ªas al colegio, volv¨ª a la universidad, asist¨ª a conferencias, presentaciones de libros. Recuper¨¦ la forma f¨ªsica y en un a?o me di cuenta de que mi mente volv¨ªa a pensar con frescura.
Rosa Garc¨ªa
Nacida en Madrid en 1965, es presidenta y consejera delegada de Siemens en Espa?a, aparte de miembro del consejo de administraci¨®n de Bolsas y Mercados de Valores. Estudi¨® Ciencias Matem¨¢ticas en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
En 1991 se incorpor¨® a Microsoft Ib¨¦rica como directora de soporte t¨¦cnico, para trasladarse en 1996 a la matriz de la compa?¨ªa en Redmond (EE UU) y trabajar conjuntamente con el CEO y presidente Steve Ballmer como responsable de proyectos estrat¨¦gicos corporativos. En dicha empresa tambi¨¦n fue nombrada presidenta de Microsoft Ib¨¦rica y vicepresidenta de Microsoft Western Europe, hasta que en 2012, tras un retiro, entr¨® en la alemana Siemens.
Y su marido, ?qu¨¦ dec¨ªa? En casa tenemos la responsabilidad distribuida entre los cinco. Donde pudo colaborar, era el momento que ayudaba. ?l era el que conoc¨ªa a las otras madres del colegio, a los profesores, los m¨¦dicos. Gracias a Dios, nuestra generaci¨®n ha roto los roles tradicionales sobre lo que debe ser una madre y un padre. Pero no nos echamos nada en cara respecto a las decisiones importantes.
?Aquel trauma ha sido el que le ha animado a implantar reglas importantes de conciliaci¨®n laboral en su actual empresa? Ya lo hab¨ªa implantado antes.
Pero no se aplicaba usted el cuento. Tienes raz¨®n, yo no.
?Y ahora? ?Predica con el ejemplo? Cada vez m¨¢s.
?C¨®mo es su d¨ªa a d¨ªa? Me levanto un poco antes de las siete de la ma?ana, organizamos desayunos, vestimenta y mochilas. Intento regresar hacia las ocho de la tarde, me dedico a la peque?a generalmente, luego a los mayores, me acuesto, antes leo un rato.
?Con qu¨¦ se entretiene? Me gusta leer, la fotograf¨ªa, caminar por el campo y el monte; si no andamos 12 kil¨®metros un d¨ªa de vacaciones, no son vacaciones.
?C¨®mo es el mundo que estamos construyendo? No s¨¦ si soy una optimista compulsiva, pero creo que es mejor del que hemos recibido.
?Por qu¨¦? Si hablamos de negocios, los empresarios buenos saben que este siglo es el de la innovaci¨®n y el talento. Nos gusta dejar florecer y crear entornos para estar a gusto trabajando. La tecnolog¨ªa tambi¨¦n ha logrado que la transparencia empresarial sea m¨¢s posible. En el pasado, una buena jefa de gabinete pod¨ªa evitar que se supiera o ?amortiguar el efecto de haber cometido un acto poco decoroso. Ahora resulta imparable con las redes sociales y aparece al d¨ªa ?siguiente en los peri¨®dicos. Esa ¨¦tica no queda en una mera est¨¦tica para la galer¨ªa. La sociedad penalizar¨¢ ciertos comportamientos, dejar¨¢ de comprar ciertos ?productos si no te avienes a esa pr¨¢ctica, valores y transparencia. Los ciudadanos hemos cobrado mucha m¨¢s fuerza. Eso, unido a la ebullici¨®n de la tecnolog¨ªa, que simplifica y facilita nuestras vidas, ayuda a un futuro mejor.
?Tambi¨¦n en Espa?a? Este pa¨ªs tiene cosas muy buenas. Creamos felicidad alrededor nuestro m¨¢s que en otros sitios. Nuestra gente hace que los extranjeros se sientan bienvenidos. Es bello, comemos bien; junto con esa cultura existe un talento innovador. En el pasado se nos achacaba la etiqueta de chapuza. Busc¨¢bamos salidas raras. Esa b¨²squeda de soluciones ha hecho ahora que se aprecie m¨¢s al alto ejecutivo espa?ol porque encuentra soluciones m¨¢s innovadoras que las que aportan otras culturas como la anglosajona, o la alemana, o la china¡ Si a todo eso le damos un impulso mayor con dos aspectos, mejoraremos.
?Cu¨¢les? Crecer en innovaci¨®n y en patentes, industrializarnos m¨¢s, insisto, porque ser un pa¨ªs de servicios nos debilita ante las crisis. El empleo industrial es de m¨¢s calidad, m¨¢s fijo y est¨¢ mejor pagado. Si mejoramos nuestra situaci¨®n geoestrat¨¦gica en el mundo como puerta de Europa para ?frica y Latinoam¨¦rica, tendremos un pa¨ªs con mucho futuro.
?Va para presidenta del Gobierno? ?Repite esto usted en los despachos de quienes toman decisiones? Esa tendencia de la que habla a la felicidad es heroica porque, desde hace tiempo, nuestros dirigentes parecen empe?arse en gobernar a veces contra la gente. En el extranjero se aprecian dos cosas inesperadas. Una es la madurez con la que se han encajado los recortes de la crisis. Es el sacrificio de la sociedad lo que saca al pa¨ªs de la situaci¨®n, con poder y confianza. Madurez, pragmatismo y rapidez de reacci¨®n. Ahora resulta que en los peri¨®dicos cuentan que Espa?a podr¨ªa volverse a convertir en una locomotora europea. Esto ha sorprendido al mundo, como ha sorprendido que en los peores momentos fu¨¦ramos tan duros con nosotros mismos. M¨¢s cr¨ªticos de lo que los dem¨¢s se mostraban respecto a nosotros. Otra cosa que nos aprecian es el orgullo, no agachar la cabeza. Este pa¨ªs es mucho m¨¢s que sus pol¨ªticos.
Esperemos¡ Es un pa¨ªs que se debe preguntar qu¨¦ desea ser de mayor. Dependiendo de la respuesta, las acciones ser¨¢n diferentes. Podemos ser parque de atracciones de Europa, residencia de ancianos del continente o un pa¨ªs en que queramos ser reconocidos por la innovaci¨®n. Cada receta tiene su soluci¨®n. Siempre dentro de una integraci¨®n europea.
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