Por qu¨¦ no est¨¢n en el manicomio
Es grave que hayamos alcanzado un grado de idiotez en el que prevalece lo que nos aseguran que ocurre sobre lo que vemos
Hace ya a?os que vengo observando una extra?a costumbre de la prensa espa?ola que no me explico y que da que pensar. Que los periodistas mienten y manipulan es sabido desde hace siglos; que a veces inventan noticias inexistentes, y que ocultan o callan otras, seg¨²n su conveniencia o sus ¨®rdenes y consignas. A estas alturas, nadie deber¨ªa ser tan ingenuo para creer sin m¨¢s lo que se nos cuenta en un diario, la radio o la televisi¨®n, no digamos en Internet. Obviamente, hay medios m¨¢s tendentes a tergiversar que otros, o a falsear, y algunos resultan transparentes hasta la puerilidad. Uno dir¨ªa que los lectores, oyentes o espectadores de ¨¦stos se han tenido que dar cuenta y los habr¨¢n abandonado, o por lo menos habr¨¢n aprendido a poner entre par¨¦ntesis o en cuarentena cuanto procede de ellos. Sin embargo no es frecuente que sea as¨ª. Tambi¨¦n sabemos que muchos individuos desean enterarse s¨®lo de lo que previamente les gusta o aprueban, pretenden ser reafirmados en sus ideas o en su visi¨®n de la realidad nada m¨¢s, y se irritan si su peri¨®dico o su canal favoritos se las ponen en cuesti¨®n. S¨®lo aspiran a ser halagados, a cerciorarse de lo que creen saber, a que nadie les siembre dudas ni los obligue a pensar lo que ya tienen pensado (es un decir). Nuestra capacidad para tragarnos mentiras o verdades sesgadas es casi infinita, si nos complacen o dan la raz¨®n. El autoenga?o carece de l¨ªmites.
Pero cuanto m¨¢s maduro se hace el mundo cronol¨®gicamente, m¨¢s parecen crecer el infantilismo y la credulidad. Alguien suelta un bulo en Internet y de inmediato se le da carta de naturaleza y corre como la p¨®lvora, pocos se cuestionan su veracidad. No son raras las ocasiones en que dichos bulos alcanzan hasta a la prensa ¡°seria y responsable¡±, la cual se molesta a veces en rectificar y a veces no. En todo caso el rumor ya queda ah¨ª, ¡°flotando¡±, y es dif¨ªcil que no prospere, demasiadas personas se quedan s¨®lo con la primera versi¨®n, que pasa a formar parte de lo ¡°acontecido¡±. Los ¨²nicos que acaban por ser desmentidos son los relativos a la muerte de alguien que contin¨²a vivo. Al ver im¨¢genes posteriores del personaje, en movimiento y hablando, la gente acepta que su fallecimiento no tuvo lugar. Es una de las ventajas de las im¨¢genes, que desmienten una falacia o demuestran una verdad.
Nuestra capacidad para tragarnos mentiras o verdades sesgadas es casi infinita
De ah¨ª que lo que vengo observando en nuestra prensa me resulte tan inexplicable como alarmante, una tentativa de ahogar la fuerza de esas pruebas, de negarlas, de presentarlas con unas palabras previas que ¡°anulen¡± lo que el espectador va a ver a continuaci¨®n, o con un titular que no se corresponde con la informaci¨®n. Pondr¨¦ ejemplos inocuos, no de pol¨ªtica (¨¢mbito en el que la cosa clama al cielo), sino de f¨²tbol. Uno est¨¢ viendo un partido m¨¢s bien malo y aun sopor¨ªfero, pero los comentaristas ¨Cseguramente porque es su cadena la que lo est¨¢ ofreciendo¨C no paran de insistir en el ¡°impresionante duelo¡± al que estamos asistiendo; repiten que la actuaci¨®n de tal o cual jugador es ¡°de esc¨¢ndalo¡± mientras uno no le ve m¨¢s que vulgaridades, o que ha metido ¡°un golazo para quitarse el sombrero¡± cuando se ha limitado a empujar el bal¨®n tras un rebote. Uno se pregunta si no entienden nada de ese juego en el que presumen de ¡°expertos¡± o si se han vuelto locos. Pero, si incurren en semejantes desprop¨®sitos, debe de ser porque han comprobado que su palabra demente logra convencer a no pocos de que ven efectivamente lo que ellos les aseguran que ven. A¨²n m¨¢s llamativo este ejemplo reciente: el locutor del telediario de TVE (cadena hoy falaz donde las haya) anuncia que Mou?rinho ha ¡°arremetido contra Cristiano¡± y adem¨¢s ha manifestado su deseo de regresar al Real Madrid. Acto seguido aparece el v¨ªdeo de Mourinho, y uno descubre que nada de lo anunciado es cierto. Lo que ese t¨¦cnico dice es que ahora no tiene relaci¨®n con Cristiano, puesto que ¨¦ste es jugador del Madrid y ¨¦l entrenador del Chelsea. Lo cual es normal (cada uno vive en un pa¨ªs), y la ¡°arremetida¡± no se ve ni oye por ning¨²n lado. Tampoco expresa ganas de volver al Madrid, sino que dice que no se arrepiente de su experiencia en este club y que, de retroceder en el tiempo, volver¨ªa a aceptar el puesto, como hizo en su d¨ªa. Su deseo de ¡°regresar¡± no se manifiesta en absoluto. Al d¨ªa siguiente, no obstante, numerosos medios repiten no lo que han tenido oportunidad de ver y o¨ªr, sino lo que el torticero locutor de TVE (ya s¨¦ que esto es redundancia) anunci¨® que hab¨ªa pasado. ?C¨®mo es que se miente con tama?o descaro, y adem¨¢s justo antes o despu¨¦s de mostrar lo que desenmascara el embuste? No me cabe duda de que la operaci¨®n est¨¢ estudiada. Al mundo se lo toma por tan tonto (quiz¨¢ haya llegado a serlo) que los responsables de los medios saben que una imagen, lejos de valer m¨¢s que mil palabras, es f¨¢cilmente descalificada y anulada por unas cuantas frases, deslizadas antes o despu¨¦s de la contemplaci¨®n de aqu¨¦lla. Y si esto se da en el deporte y el entretenimiento, ?qu¨¦ no suceder¨¢ en la pol¨ªtica y en la econom¨ªa, esferas m¨¢s opacas y las que de verdad importan? Es grave que hayamos alcanzado un grado de idiotez en el que pueda prevalecer lo que nos aseguran que ocurre sobre lo que vemos que ocurre. Es indudable que hay multitud de personas expuestas a esto, o si no los desfachatados tergiversadores no se arriesgar¨ªan tanto a hacer el rid¨ªculo, quedar en evidencia, perder todo cr¨¦dito y ser conducidos al manicomio.
elpaissemanal@elpais.es
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