4 trucos sencillos para desengancharse del az¨²car
Una sesi¨®n de deporte larga y poco intensa ayuda. Tambi¨¦n hacer la compra con el est¨®mago lleno. C¨®mo enga?ar a un cuerpo que pide az¨²car sin parar
De los dulces se pueden decir bastantes cosas buenas. En general, est¨¢n riqu¨ªsimos. Bajo esa denominaci¨®n extremadamente gen¨¦rica (¡°los dulces¡±) cabe una cantidad casi inabarcable de productos, casi todos maravillosos tanto gustativa como est¨¦ticamente: del cl¨¢sico bollo y las galletas a una raci¨®n de tarta o un donut de chocolate, cada variedad tiene su p¨²blico. Y su temporada: en Semana Santa, torrijas, y en Reyes, rosc¨®n; por no hablar de las festividades patronales. Los postres alegran. Representan, adem¨¢s, y puesto que los dulces no crecen en los ¨¢rboles, la culminaci¨®n culinaria del ser humano como animal creativo: con un poco de harina, az¨²car, mantequilla y alguna cosa m¨¢s se hacen verdaderas obras de arte.
Pero los dulces tambi¨¦n gozan de cierta mala fama, basada, por una parte, en la opini¨®n de que uno puede vivir sin pepitos de crema ni brownies. Algunos lo ven como un signo de debilidad. Por esa raz¨®n en una comida de empresa todo el mundo pide de postre caf¨¦ solo. Lo dulce, para muchos, es ?o?o, cursi. Cuando ven una pel¨ªcula rom¨¢ntica dicen que es ¡°empalagosa¡±, y seguramente est¨¢n pensando en un trozo de turr¨®n guirlache. Los amantes de la comida sana tampoco ven con buenos ojos su consumo desmedido, y en este caso no les falta raz¨®n. Una ingesta excesiva de az¨²car puede ir asociado a problemas de obesidad y enfermedades cardiovasculares, seg¨²n la OMS.
Un estudio de la EAE Business School publicado en octubre de 2013 revelaba que Espa?a es el segundo pa¨ªs del mundo con mayor consumo de boller¨ªa y pan: 48 kilos por habitante al a?o. Nos gustan los bollos, y quien m¨¢s quien menos ha sentido alguna vez esa necesidad s¨²bita de comer algo dulce porque se lo pide el cuerpo. ¡°La principal raz¨®n por la que esto pasa es una fuerte bajada de nuestros niveles de az¨²car en sangre debido a la reacci¨®n que provoca la insulina que segrega el p¨¢ncreas¡±, explica la nutricionista Ana Checa, directora de varios centros en Alicante. ¡°Dicho de otra manera, cuando comemos una comida rica en hidratos de carbono (pasta, arroz, pan, helados, boller¨ªa, pasteles, etc.), el cuerpo responde digiriendo y transportando estos az¨²cares por la sangre. Puesto que unos elevados niveles de az¨²car sangu¨ªneo son perjudiciales para el organismo, se activa el ciclo de la insulina pancre¨¢tica para reducirlos. Por este motivo, se puede llegar a producir una dr¨¢stica bajada de az¨²car en sangre que al final es la responsable fisiol¨®gica, junto a otros factores psicol¨®gicos, de ese ataque que en ocasiones hacemos hacia los dulces¡±.
Para todos aquellos que sienten esa necesidad frecuentemente ¡ªlos que nos consideramos ¡°enganchados¡± al dulce¡ª, la especialista Ana Checa aporta cuatro sencillos trucos para superar su dependencia.
- Enga?e a su cerebro. Tenga siempre a mano alimentos que le puedan sacar del apuro en los momentos de crisis y le den gato por liebre a su mente sin alterar su glucemia. ¡°Son un buen recurso los caramelos de sabores sin az¨²car, los refrescos light o el chocolate de al menos 70 % de cacao¡±.
- Evite hacer la compra cuando tiene hambre. Est¨¢ demostrado que bajar al s¨²per con apetito implica llenar el carro de todo aquello que le entra por los ojos, incluidos chocolates, bollos y es posible que hasta milhojas. Haga la compra bien comido, confeccione una lista y diga no a las improvisaciones. ¡°Sin los citados manjares en casa, las probabilidades de picar son mucho menores¡±, dice Ana Checa.
- Elabore recetas caseras con ¡°trampa¡±. ?Es fan¨¢tico del flan? ?Se pirra por un buen bizcocho? Pues m¨¦tase en la cocina y prep¨¢reselo usted mismo. ¡°Basta con sustituir los ingredientes m¨¢s ricos en az¨²cares por otros con ausencia o reducci¨®n importante de los mismos¡±, precisa la nutricionista. Los edulcorantes y variedades de alimentos sin az¨²car (galletas, mermelada¡) ser¨¢n sus grandes aliados.
- Mant¨¦ngase ocupado y activo. Si nuestra ansia de az¨²car nos llega mientras estamos atareados en algo, nos ser¨¢ m¨¢s sencillo obviarla. En este sentido, la especialista recomienda la actividad f¨ªsica: ¡°Preferiblemente de car¨¢cter aer¨®bico, es decir, de media/larga duraci¨®n y baja/media intensidad, ya que favorecer¨¢ la activaci¨®n de v¨ªas energ¨¦ticas lipol¨ªticas (grasas) de manera que ayudar¨¢ igualmente a no alterar excesivamente los valores de az¨²car en sangre. Algo que s¨ª pasar¨ªa despu¨¦s de una sesi¨®n corta y extenuante¡±, explica.
Hablamos siempre de una dependencia en el sentido figurado, porque como detalla Nuria Guill¨¦n, dietista-nutricionista del hospital San Joan de Reus y profesora en la Universidad de Tarragona, no existen estudios que avalen que el az¨²car sea adictivo. "Si no seguimos una dieta equilibrada que contenga un 50 % de hidratos de carbono, puede que nuestro cuerpo s¨ª que sufra disminuci¨®n de az¨²car en sangre y que se traslade con s¨ªntomas como hambre por comer cosas m¨¢s dulces", a?ade. As¨ª, por tanto, no conviene abusar de los hidratos, pero ni mucho menos descartarlos. Contin¨²a Guill¨¦n: "Hay dietas hipocal¨®ricas en las que casi no existen los hidratos de carbono del tipo de los cereales, pan, pasta, arroz y legumbres, pero si se siguen durante mucho tiempo, pueden desencadenar en una ansiedad por alimentos dulces que se absorben m¨¢s r¨¢pidamente". Hay situaciones especiales, como la menstruaci¨®n, donde los cambios hormonales provocan en la mujer m¨¢s ganas de comer dulce. "Pero no lo pide el cerebro directamente", matiza la experta: "El dulce es agradable para el paladar humano, y una manera de paliar situaciones de estr¨¦s o des¨¢nimo, por el placer que genera".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.