Un robot humanoide para pisar Marte
El congreso Humanoids 2014 debate la posibilidad de llevar estas m¨¢quinas al planeta controlados por astronautas en ¨®rbita. Un programa de le ESA planea dar el primer paso en esta direcci¨®n
La primera pisada en Marte ser¨¢ humanoide. As¨ª lo pronostica Alin Alb¨¹ Sch?ffer (Timisoara, 1968) investigador del Centro Aeroespacial Alem¨¢n y uno de los ponentes estrella del Humanoids 2014, el congreso de rob¨®tica humanoide m¨¢s importante a nivel mundial que se celebra desde el martes y hasta ma?ana en el Hotel Meli¨¢ Castilla de Madrid. Sch?ffer defiende su punto de vista con cifras de peso: ¡°Costar¨ªa 239.000 millones de euros mandar a un hombre a Marte. Es inviable. Lo que s¨ª podemos hacer es que esos hombres orbiten en torno al planeta y controlen robots humanoides¡±.
El sue?o est¨¢ lejos de ser una idea de ciencia ficci¨®n. Es un proyecto de la Agencia Espacial Europea (ESA) con colaboraci¨®n de la NASA que ya tiene nombre y fecha. METERON: red de operaciones rob¨®ticas multiprop¨®sito de principio a fin. Es decir, aut¨®matas en la superficie de un planeta controlados por un operador humano en tiempo real. ¡°Empezaremos controlando un robot simple con un joystick a finales de este a?o. El robot estar¨¢ en la Tierra y el astronauta en la Estaci¨®n Espacial Internacional (ISS). Luego iremos escalando los dispositivos¡±, explica Sch?ffer. Tabletas con instrucciones preprogramadas que solo hay que pulsar en un men¨² para lograr que el humanoide act¨²e. Y, para finales de 2015 o principios de 2016, un exoesqueleto, es decir, una pr¨®tesis que recubre una parte del cuerpo para poder transmitir remotamente el movimiento del miembro a una m¨¢quina.
La pregunta de por qu¨¦ un humanoide y no conformarse con los robots a ruedas que ya recorren Marte tiene para Sch?ffer una respuesta de una sola palabra: ambici¨®n. ¡°Si queremos buscar indicios org¨¢nicos en un planeta o comprender bien su geolog¨ªa, no podemos quedarnos solo en la superficie. Y para explorar ca?ones y cr¨¢teres necesitamos piernas. Al menos dos¡±. Y brazos. Para cargar con objetos, montar instalaciones, inspeccionar muestras¡ La precisi¨®n de los robots que manejan en el Instituto de Rob¨®tica y Mecatr¨®nica del Centro Aeroespacial Alem¨¢n, Toro y Rolling¡¯ Justin, ya les permite cazar pelotas al vuelo, limpiar cristales o coger un huevo.
Pero, evidentemente, hay m¨²ltiples baches tecnol¨®gicos que superar. Y casi todos tienen que ver con el espejo que sirve de modelo a un humanoide: el hombre. Por ejemplo, aspirar a un robot con unos sentidos tan precisos como los nuestros est¨¢ a¨²n lejos de perfeccionarse. La vista es de los m¨¢s complicados. ¡°Aqu¨ª tenemos una taza de caf¨¦. Una persona no tiene ning¨²n problema para reconocerla con cualquier iluminaci¨®n, incluso si est¨¢ medio oculta tras otro objeto. Y si le pones otra taza tambi¨¦n sabe que es una taza y no la pieza de un motor industrial. Pero a un robot le cuesta mucho m¨¢s aprender a relacionar objetos y situaciones¡±. Por eso Sch?ffer cree que la clave es emular de nuevo c¨®mo funcionan los sentidos en el hombre. ¡°Nuestros sensores, por separado, no son gran cosa. Pero somos muy buenos fusion¨¢ndolos para relacionarnos con coherencia con nuestro entorno. Creo que esta es una v¨ªa de investigaci¨®n en rob¨®tica humanoide que va a evolucionar mucho en el futuro¡±. Y que ser¨¢ particularmente importante para los colonos del espacio y las tareas complejas a las que se tendr¨¢n que enfrentar.
A Sch?ffer no le gusta nada hacer de or¨¢culo. Pero, tras insistir, se atreve a fabular con una posible predicci¨®n: ¡°Creo que sobreestimamos la frontera a cinco a?os vista y subestimamos la de 20. En ese per¨ªodo de tiempo puede pasar algo que lo cambie todo. Por ejemplo, nadie pod¨ªa predecir la invenci¨®n del Kinect (la c¨¢mara que detecta movimiento de la consola Xbox) y ahora cualquier laboratorio puede tener este sistema que funciona tan bien o mejor que uno de miles de euros¡±. Eso s¨ª, volviendo a Marte, tampoco cree que sea bueno correr demasiado en las ideas para esos colonos humanoides. ¡°Claro que podemos pensar en a?adirles m¨¢s brazos o hacerlos voladores. Pero la clave es que la rob¨®tica evolucione al mismo ritmo o incluso m¨¢s lenta que el interfaz que permite al hombre relacionarse con la m¨¢quina. Eso para m¨ª es algo esencial¡±. Y en cuanto a la pregunta que flota en el ambiente, si estos descubrimientos para el espacio tendr¨¢n beneficios a medio plazo mucho m¨¢s mundanos, como preparar el desayuno, Sch?ffer vuelve a caer, de puntillas y sonriendo, en el vicio que tan poco le gusta: ¡°No creo que para todas las tareas dom¨¦sticas, pero me atrever¨ªa a decir que en 20 a?os ya tendremos a alg¨²n robot en casa. Qui¨¦n sabe¡±.
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