Pulso de populismos
La irrupci¨®n de Podemos en Catalu?a y Euskadi plantea un desaf¨ªo al secesionismo radical
El primer gran acto pol¨ªtico de Podemos en Barcelona, as¨ª como las encuestas del CEO catal¨¢n y del Euskobar¨®metro de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, auguran un notable efecto de la nueva formaci¨®n en Catalu?a y Euskadi, tanto en los Parlamentos auton¨®micos como en la correlaci¨®n de fuerzas entre los partidos nacionalistas y el resto.
Si el mapa electoral acaba pareci¨¦ndose a las proyecciones demosc¨®picas actuales, el partido de Pablo Iglesias ascender¨ªa a segunda fuerza en ambas comunidades y contribuir¨ªa poderosamente a la p¨¦rdida de ventaja del bloque nacionalista, rebajando en gran medida la viabilidad del proceso independentista catal¨¢n.
La presunta elevaci¨®n a segunda fuerza indica un impulso semejante al que registra en esta fase de novedad ¡ªy correlativo desgaste de los partidos convencionales¡ª en el conjunto de Espa?a. El perjuicio al soberanismo tiene que ver con la mayor cantidad de partidos presentes en ambas nacionalidades hist¨®ricas y con el hecho de que su propuesta se compara con otras de parecida ra¨ªz en la irritaci¨®n popular, aunque diferente formato, a trav¨¦s de la cuesti¨®n social o nacional.
As¨ª, el radicalismo inicialmente izquierdista de Podemos desaf¨ªa los caladeros electorales de otros radicalismos, como los de Bildu, la CUP e incluso Esquerra, que buscan canalizar el descontento social sobre todo hacia horizontes patri¨®ticos. Todos estos partidos traducen, en una u otra medida, la desafecci¨®n de diversos sectores sociales con la factura de la crisis, la conducta de la ¨¦lite pol¨ªtica y la anemia democr¨¢tica. Pero cada uno la orienta con distintos grados de populismo y diferentes propuestas sociales y territoriales. Por eso todos ¡ªy otros que, como Converg¨¨ncia, juegan a aprendices de brujo rupturistas¡ª se sienten amenazados en sus bases y los gratos pron¨®sticos que ven¨ªan acariciando.
Editoriales anteriores
Se comprende tanto desconcierto ¡ªde estos y otros partidos y fuerzas sociales¡ª ante las novedades, en un escenario pol¨ªtico que necesita aire y una reforma constitucional seria. Pero si el enfado produce ¨²nicamente sobresalto y este solo genera descalificaci¨®n, se habr¨¢ perdido una gran ocasi¨®n para argumentar. ?Qu¨¦? La mejor condici¨®n de las soluciones democr¨¢ticas frente a las asamblearias; y el recetario social disponible en las grandes fuerzas europeas frente a la improvisaci¨®n de recetas cambiantes, susceptibles de da?ar la estabilidad de un sistema susceptible de mejora.
Ni los ciudadanos desenga?ados en su honesto esfuerzo diario, ni los nost¨¢lgicos de una Espa?a roja antes que rota ¡ªni los c¨ªnicos del cuanto peor, mejor¡ª debieran relamerse por ning¨²n aumento de radicalismo, de cualquier signo, en Espa?a. Es preciso ahondar en el debate tranquilo sobre las distintas propuestas, sus itinerarios y sus riesgos: tambi¨¦n sobre la cuesti¨®n territorial en la que Podemos apunta, pero no concreta. Y estar atentos a las experiencias de pa¨ªses vecinos, como Grecia, que afronta hoy un dilema institucional de amplio calado: la estabilidad o una elecci¨®n anticipada llena de incertidumbres.
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