Al rescate del cerebro
El 40% de las personas que han sufrido un ictus se enfrentan a una discapacidad. Las nuevas tecnolog¨ªas ayudan a los pacientes a recuperarse
Un min¨²sculo co¨¢gulo de sangre es capaz de desencadenar una tragedia en el cerebro. Una mitad del cuerpo siente que se le va la fuerza; los ojos solo son capaces de ver una parte de lo que tienen delante o ven doble; hablar o entender lo que el otro dice se convierte en algo imposible, frustrante; el cuerpo pierde el equilibrio, se descoordina y tiene dificultad para poner en orden acciones que antes eran autom¨¢ticas, como hacer la cama. Son algunas de las secuelas del ictus, que se produce en la gran mayor¨ªa de los casos cuando una obstrucci¨®n en las arterias impide que la sangre fluya en el cerebro. La falta de ox¨ªgeno puede llegar a matar a las neuronas afectadas. Los accidentes cerebrovasculares son una de las principales causas de mortalidad en Espa?a y uno de los primeros factores de discapacidad: el 40% de los supervivientes se enfrentan a secuelas, de mayor o menor gravedad, que cambian la vida de muchos de ellos. Tienen un largo y duro camino por delante para reentrenar el cerebro.
La incidencia de esta enfermedad va en aumento en Espa?a (y en todo el mundo), en paralelo al envejecimiento de la poblaci¨®n y a unos h¨¢bitos de vida manifiestamente mejorables, seg¨²n constata la Sociedad Espa?ola de Neurolog¨ªa. Los datos para analizar la evoluci¨®n son a¨²n limitados. Lo que s¨ª se sabe es que hubo casi 120.000 altas hospitalarias de pacientes que hab¨ªan sufrido un ictus en 2013, un 36% m¨¢s que 15 a?os antes, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica. Los m¨¦dicos aseguran que la mejora del diagn¨®stico y el tratamiento se ha traducido en una reducci¨®n de la mortalidad, que ahora afecta al 30% de los casos.
¡°Diagnosticamos m¨¢s y mejor; hace 20 a?os esta enfermedad permanec¨ªa oculta¡±, opina Exuperio D¨ªez Tejedor, jefe del servicio de neurolog¨ªa del hospital Universitario La Paz en Madrid. Los ciudadanos disponen en la actualidad de m¨¢s informaci¨®n sobre los s¨ªntomas y los pasos a dar en caso de accidente cerebrovascular, tambi¨¦n conocido como infarto cerebral, hemorr¨¢gico, trombosis, embolia y apoplej¨ªa, aunque no todos son exactamente lo mismo. Lo que m¨¢s ha marcado la estrategia en relaci¨®n con el ictus es el descubrimiento a final del siglo pasado de que, contrariamente a lo que se cre¨ªa, las neuronas da?adas son capaces de recuperarse de una lesi¨®n e incluso las sanas pueden asumir funciones de otras que han muerto. ¡°Se pensaba que no hab¨ªa nada que hacer; hoy sabemos que el cerebro es altamente regenerable, sobre todo si se act¨²a r¨¢pido¡±, dice.
En ese duro proceso de recuperaci¨®n est¨¢ Javier Herreros, de 52 a?os, funcionario del Ministerio del Interior, ahora de baja, que desde que sufri¨® un ictus en julio de 2014 tiene dificultades para andar. ¡°La silla de ruedas es el signo m¨¢s evidente de lo que le ha sucedido, pero hay mucho m¨¢s detr¨¢s¡±, apunta Inmaculada G¨®mez Pastor, directora gerente del Centro Estatal de Atenci¨®n al Da?o Cerebral (Ceadac), situado en Madrid. Se trata de uno de los centros a los que se puede acudir en Espa?a en busca de rehabilitaci¨®n. Javier, casado y con una hija de 15 a?os, entr¨® hace tres meses. Tiene movilidad reducida en un brazo. No puede prepararse un caf¨¦. ¡°En el habla he mejorado mucho¡±, cuenta de forma pausada. ¡°Todo ha cambiado, no me queda m¨¢s remedio que asumirlo¡±, confiesa. ¡°Est¨¢ a punto de dejar la silla de ruedas¡±, destaca Susana Pajares, m¨¦dico rehabilitador. Toda una noticia para alguien que vive en un segundo sin ascensor. ¡°Cuando sufri¨® el ictus descubri¨® que ten¨ªa hipertensi¨®n y el colesterol alto¡±, dice.
En Espa?a, hay 55 unidades hospitalarias especializadas; una veintena de provincias no tiene ninguna
El colesterol alto, la hipertensi¨®n, la diabetes, las cardiopat¨ªas (arritmias), el tabaquismo, el alcohol, el sedentarismo y la obesidad son factores t¨ªpicos de riesgo de las enfermedades vasculares. A veces la v¨ªctima es el coraz¨®n, a veces el cerebro. En el caso de los hombres, la primera causa de mortalidad es el ataque cardiaco, seguido del cerebral. En el caso de las mujeres, el ictus est¨¢ en el primer puesto. En ambos casos se trata de causas individuales. Si se suman todas las muertes debidas a diferentes tumores, el c¨¢ncer va en cabeza.
El envejecimiento de la poblaci¨®n es un factor clave. ¡°El ictus no es una enfermedad solo de ancianos, aunque es evidente que afecta sobre todo a los m¨¢s mayores¡±, afirma D¨ªez Tejedor. Tambi¨¦n afecta a gente m¨¢s joven. La Sociedad Espa?ola de Neurolog¨ªa estima que un 10% tienen menos de 50 a?os. Pese a que nunca ha habido tanta informaci¨®n disponible para llevar una vida sana, los factores de riesgo siguen al alza. ¡°Existe una tendencia a la negaci¨®n de la enfermedad. Por ejemplo, cuando preguntamos a nuestros pacientes por qu¨¦ creen que han sufrido un ictus, muchos lo achacan a los nervios, al estr¨¦s, a un susto, a la mala suerte; y no a que coman mal, fumen, beban y no hagan ejercicio. Lo m¨¢s curioso es que despu¨¦s de pasar por un taller informativo que organizamos sobre el ictus, muchos siguen contestando lo mismo. La prevenci¨®n de la enfermedad vascular deber¨ªa empezar en la infancia¡±, relata el doctor en su despacho en la planta de neurolog¨ªa de La Paz.
La unidad de ictus del hospital es pionera. Ahora cumple 20 a?os. En ella, profesionales de la sanidad especializados en infarto cerebral trabajan para que el diagn¨®stico y el tratamiento se consigan en el menor tiempo posible. La supervivencia y el alcance del da?o que sufra el paciente depender¨¢n en gran parte de la rapidez con la que sea atendido. ¡°Cuanto antes se libere la obstrucci¨®n y se restaure el flujo sangu¨ªneo, mejor ser¨¢ la expectativa de recuperaci¨®n¡±, dice la responsable de esta unidad, Blanca Fuentes, mientras se?ala en la pantalla del ordenador la imagen de un trombo alojado en la arteria de un enfermo.
¡°Las primeras horas son cruciales. En esa unidad controlamos al paciente para intentar que reciba el tratamiento sin sufrir complicaciones, como infecciones, alteraciones de la tensi¨®n, entre otras¡±, explica la neur¨®loga. Otro paso importante es aplicar el tratamiento sin esperar mucho. En las cuatro o cinco horas despu¨¦s del inicio de los s¨ªntomas, en el caso de un ictus isqu¨¦mico (son el 80%; el resto son hemorr¨¢gicos), la primera opci¨®n es la tromb¨®lisis intravenosa, que permite llegar a la obstrucci¨®n cerebral a trav¨¦s de la sangre. Si no funciona, la alternativa puede ser un cateterismo: desde la car¨®tida, en el cuello, se introduce un cable hasta el trombo y se extrae con una especie de pinza.
El ¨¦xito de las unidades de ictus llev¨® a las comunidades aut¨®nomas a suscribir en 2008 una estrategia nacional contra el infarto cerebral. El objetivo era disponer de al menos una plaza especializada por cada 100.000 habitantes (incluida una cama, con un neur¨®logo presente las 24 horas, enfermeros entrenados y monitorizaci¨®n). Sin embargo, este plan lleva cuatro a?os de retraso. Una veintena de provincias no cuentan con una unidad de ictus, seg¨²n la Sociedad Espa?ola de Neurolog¨ªa, lo que hace disminuir la calidad de la atenci¨®n m¨¦dica que reciben sus habitantes. En la actualidad hay 55 unidades de ictus, casi todas concentradas en Madrid y Barcelona, un dato que mejora sustancialmente lo que hab¨ªa hace unos a?os, pero que est¨¢ todav¨ªa lejos de lo previsto. Solo Navarra y Cantabria cumplen el objetivo de una cama por cada 100.000 habitantes.
¡°Los planes promovidos desde la Administraci¨®n suponen un impulso, aunque muchas cosas las hemos conseguido por iniciativa de los propios hospitales, organiz¨¢ndonos entre nosotros¡±, a?ade D¨ªez Tejedor. ¡°Todo est¨¢ parado; confiamos en que el plan se reactive a lo largo del a?o¡±, explica Carmen Aleix, presidenta de la Federaci¨®n Espa?ola de Ictus, que agrupa a asociaciones de pacientes y familiares. Aleix no es la ¨²nica que considera que invertir en prevenci¨®n y en estas unidades supone al final un ahorro para las arcas p¨²blicas: ¡°El coste social del ictus se estima en 6.000 millones de euros al a?o, el equivalente al 5% del gasto sanitario¡±.
Una de las ¨²ltimas novedades ha sido la aplicaci¨®n de la telemedicina. La unidad de La Paz, por ejemplo, est¨¢ conectada con otros centros de la comunidad que no disponen de este servicio a trav¨¦s de videoconferencia. Si a esos centros llega un enfermo sospechoso de sufrir un ictus, se le pone en contacto con un neur¨®logo del hospital, que le explora, consulta las pruebas que le hayan hecho y decide, en ese mismo momento y si es posible aplicarlo, qu¨¦ tratamiento es el mejor, antes incluso de que sea trasladado en ambulancia.
La mejora de las pruebas diagn¨®sticas ¡ªesc¨¢neres y resonancias sobre todo¡ª ha facilitado la identificaci¨®n del da?o cerebral. Adem¨¢s, ingenieros, inform¨¢ticos y neuropsic¨®logos est¨¢n trabajando en el desarrollo de nuevas tecnolog¨ªas que ayuden a mejorar el d¨ªa a d¨ªa de las personas con secuelas importantes. Los expertos en rehabilitaci¨®n del Ceadac han puesto en marcha varias iniciativas. Un sistema de focos luminosos que apuntan al suelo ayuda a aprender, de nuevo, un patr¨®n normal de marcha. ¡°Hay una aplicaci¨®n m¨®vil que permite comunicarse a las personas que tienen dificultades para escribir o hablar; si necesitan ayuda, marcan con un solo dedo una imagen de un se?or preocupado y el receptor recibe el mensaje escrito de ¡®necesito ayuda¡±, explica la directora del centro. Colaboran con la Fundaci¨®n Vodafone a fin de desarrollar un sistema de comunicaci¨®n m¨®vil para personas con dificultades. Mientras, un mecanismo de estimulaci¨®n el¨¦ctrica ayuda a los afectados a reconectar con sus m¨²sculos.
Situado en el norte de Madrid, el Ceadac est¨¢ abierto a ciudadanos de toda Espa?a. Depende del Ministerio de Sanidad y fue creado hace 12 a?os como centro de referencia para la rehabilitaci¨®n de personas con traumatismo craneoencef¨¢lico, con una edad tope de 55 a?os. La estancia media oscila entre seis y ocho meses. Sin embargo, la mayor¨ªa de los 250 usuarios que pasan cada a?o por el centro se est¨¢n recuperando de un ictus. ¡°Salvamos vidas que antes no salv¨¢bamos y ahora sabemos que el cerebro es pl¨¢stico y podemos rehabilitarlo¡±, cuenta su directora. ¡°La gente que tenemos aqu¨ª es muy joven y tiene toda la vida por delante; hemos de intentar que la vivan lo mejor posible¡±, asegura. El Ceadac es una de las opciones para los que necesitan rehabilitaci¨®n. Otras alternativas son los servicios de fisioterapia de los propios hospitales y sus centros especializados de ¨¢rea, los hospitales de media estancia y los centros privados.
Para las familias, la recuperaci¨®n del paciente es determinante. El coste para alguien que necesite ayuda a diario ¡ªno hay datos sobre qu¨¦ porcentaje son¡ª se calcula en unos 25.000 euros al a?o de media. ¡°Los grandes discapacitados no podr¨¢n volver a trabajar; requerir¨¢n el apoyo de un cuidador o alguien de la familia que quiz¨¢ tenga que dejar el trabajo; si van en silla de ruedas, deber¨¢n adaptar la vivienda¡±, relata Carmen Aleix, que a?ade que los recortes presupuestarios en rehabilitaci¨®n y dependencia por la crisis han empeorado la situaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.