El dif¨ªcil di¨¢logo entre padres e hijos
Ceder en una confrontaci¨®n verbal con un adolescente no es sin¨®nimo de capitulaci¨®n Escuchar es clave para ayudar a crecer y para la salud de las relaciones paternofiliales
Algunos conflictos y rupturas surgen cuando ambas partes creen que tienen raz¨®n y no sueltan su idea. Esta actitud aporta seguridad, pero tambi¨¦n alimenta el conflicto cuando el otro implicado ¨Cpor ejemplo, nuestro hijo¨C opina algo distinto de nosotros. Debatir provoca en algunas personas un temor a perder la sensaci¨®n de seguridad, a mostrarse vulnerables. Sienten que si ceden les han vencido. Pero si no hay di¨¢logo, la ruptura en la relaci¨®n est¨¢ casi asegurada.
Las personas construimos una identidad a trav¨¦s de la narrativa: por c¨®mo contamos nuestra historia personal y por c¨®mo transmitimos nuestra opini¨®n. Sentir que tenemos raz¨®n, con una opini¨®n bien formulada y clara, es una manera de reafirmar esta identidad. Solemos considerar una debilidad el sentirnos inseguros. Pero mostrarnos dispuestos a modificarla y escuchar a los dem¨¢s son en realidad indicadores de la fuerza de una persona. Es m¨¢s sabio reconocer que uno no sabe y mantenerse abierto a otras perspectivas. Esto nos enriquece; nos ayuda a comprender y a decidir con m¨¢s claridad. ¡°Se produce un placer natural cuando hablamos con alguien que no lo sabe todo, que tiene la mente abierta y est¨¢ dispuesto a escuchar¡±, ilustra el autor budista Jack Kornfield.
Los l¨ªmites de mi lenguaje son los l¨ªmites de mi mundo"
Ludwig Wittgenstein
Juan llega a casa despu¨¦s de una larga jornada. Patricia, su hija de 17 a?os, est¨¢ sentada en el sof¨¢. Al poco rato se pelean: esta noche ella quiere salir con sus amigos y ¨¦l no se lo permite. Juan no siente predisposici¨®n para el di¨¢logo porque su mente est¨¢ ocupada con los problemas del trabajo. Sin prestar la debida atenci¨®n, su respuesta inmediata es ¡°no¡±. Y, como adulto, puede exponer tantas razones como precise.
Por lo general, la hija utilizar¨¢ recursos como ¡°soy la ¨²nica que no puede¡±, ¡°todos mis amigos van a ir¡± o ¡°me lo prometiste¡±. Argumentos que a menudo no ser¨¢n considerados como tales por los padres, lo que llevar¨¢ a la hija a rebelarse. Si los adultos reconocen sus puntos fuertes, ella no sentir¨¢ que debe definirse tanto por oposici¨®n. Aun as¨ª, la reacci¨®n es inevitable, y al padre le cuesta aceptarla porque siente que se cuestiona su autoridad. Juan debe plantearse en qu¨¦ se basa esa influencia sobre Patricia. ?En el miedo, el respeto, el amor o la confianza? ¡°Que mi hijo cuestione mis ense?anzas no tiene por qu¨¦ afectar a mi influencia¡±, sostiene Clara, una madre, ¡°pero si me muestro insegura, no me har¨¢ caso. Mi autoridad se basa solo en mi experiencia. Pero, precisamente, la inocencia de los hijos puede hacerles m¨¢s sabios. Hay que ser honestos y, cuando se oponen frontalmente, debemos recordar que les estamos educando. No se trata de nada personal entre ellos y nosotros¡±.
Virtud negociadora
Cuando dos personas se enfrentan, es imprescindible llegar a un acuerdo para no perpetuar el conflicto y sanear la relaci¨®n. Roger Fisher y William L. Ury, de la Universidad de Harvard, se centraron en la psicolog¨ªa del di¨¢logo en su libro Obtenga el s¨ª. El arte de negociar sin ceder. En ¨¦l se?alaron la importancia de determinar qu¨¦ necesidades son inamovibles y cu¨¢les flexibles para que pueda terminarse la discusi¨®n con ¨¦xito. Negociar es un arte que utilizamos en todos los ¨¢mbitos: el personal, el pol¨ªtico y el profesional. Hay quien cree que en toda discusi¨®n una de las partes debe ganar, aplastando al oponente, y la otra debe ceder. Pero existen alternativas. Estos autores plantean las siguientes propuestas:
No identifique a las personas con el problema. C¨¦ntrese en los intereses, no en las posiciones. Ofrezca opciones que beneficien a ambas partes e insista en utilizar criterios objetivos.
Educar no consiste en introducir informaci¨®n, sino en sacar a la luz la verdadera personalidad de alguien. Con los hijos a veces no se trata de dar razones, sino de ayudar a descubrir y predicar con el ejemplo. Se pueden plantear propuestas que comporten una responsabilidad por parte de los hijos y que demuestren confianza por parte de los padres. Las imposiciones tajantes no suelen funcionar. ¡°Un d¨ªa mi hijo estaba viendo un programa basura¡±, cuenta Clara. ¡°Deb¨ªa de tener 12 a?os. Le propuse que cambiara de canal y ¨¦l defendi¨® su libertad de elegir diciendo que si tenemos tele es para verla. Le pregunt¨¦ si le parecer¨ªa normal que le prohibiese beber un vaso de cianuro, y contest¨® que s¨ª. ¡®Pues para m¨ª¡¯, expliqu¨¦, ¡®esto envenena tanto tu mente como el cianuro tu cuerpo¡¯. Apago la tele para protegerte de algo, aunque desconoces el da?o que te va a hacer. Y ah¨ª se acab¨® la historia¡±.
Ejemplos como el siguiente ilustran que quiz¨¢ no se trate solo de tener raz¨®n. ¡°Mireia, mi hija, es rebelde¡±, explica Francisco, otro padre. ¡°Si le impongo un l¨ªmite tengo asegurado un conflicto, o que me mienta. Eso no es lo que quiero¡±. Expone una posible soluci¨®n. ¡°Una vez, al llegar a casa por la tarde, la encontr¨¦ viendo la televisi¨®n. Le pregunt¨¦ qu¨¦ pasaba con los deberes. Le dije que me gustar¨ªa que se supiera administrar. ¡®Te pedir¨ªa que apagaras la tele, pero entonces nos enfadar¨ªamos¡¯. La dej¨¦ all¨ª, acept¨¦ que ella escogiera y yo renunci¨¦ a obligarla. Al cabo de media hora la tele estaba apagada, y ella, en su habitaci¨®n¡±.
Al plantear un l¨ªmite, si uno se mantiene abierto al desacuerdo, y escucha y respeta, puede llegar a un mejor entendimiento. La pregunta para Francisco ser¨ªa: ?est¨¢ dispuesto a recibir un ¡°no¡±, a que ella no haga los deberes? ?Est¨¢ dispuesto a escuchar qu¨¦ quiere su hija? Cuando ella se niegue, la actitud de su hija no deber¨ªa impedirle interesarse por sus motivos. Se trata de mantenerse abiertos al di¨¢logo sabiendo que se puede poner un l¨ªmite a los hijos despu¨¦s de escucharlos. Francisco lo explica as¨ª: ¡°Quiero que sean conscientes de que he escuchado lo que quieren, y que aun as¨ª mantengo mi postura. Lo hago si creo que es por su bien y est¨¢ conforme con mis valores¡±. No perder la conexi¨®n a pesar de la negativa de la hija es todo un arte.
Si deseas conocer la verdad, solo tienes
que dejar de atesorar opiniones¡± Seng T¡¯san
En ocasiones, no es tanto el contenido de la discusi¨®n, sino la forma, lo que produce el conflicto. Al hablar con irritaci¨®n y con palabras impositivas uno provoca reacciones defensivas. Los enfados calientan el ambiente y no permiten un di¨¢logo sereno. Discutir desde el ¡°tengo raz¨®n¡± genera una distancia entre las partes, e incluso puede quebrarse su conexi¨®n. Por eso es importante no dejar las cosas a medias. Javier, un cuarto caso, cuenta: ¡°Cuando discut¨ªamos en casa, mi padre nunca abandonaba a medias la discusi¨®n. Dec¨ªa: ¡®Ma?ana seguimos¡¯. Las cosas importantes hay que finalizarlas. No puede quedar pendiente un sinsentido o una herida. Su enfoque era hablar de ello al d¨ªa siguiente, despu¨¦s de dejar que se enfriaran los ¨¢nimos¡±. Esto sirve con los hijos, pero tambi¨¦n en las relaciones de trabajo y entre los amigos.
Si perdemos la conexi¨®n entre las partes y se quiebra la relaci¨®n, ?merece la pena mantenerse en sus trece? Javier intenta proyectar suavemente sus razones sobre sus hijos. ¡°Permito que corran su carrera. Intento dejar que se equivoquen¡±. Consiste en dar espacio y permiso para que el otro crezca a su ritmo.
Observando la miseria en las opiniones ajenas, sin adoptar ninguna, descubro la paz interior¡± Buda
En pareja, es importante hacer equipo. Cuando no hay acuerdo respecto al conflicto con un hijo, conviene hablarlo y decidir en qu¨¦ va a ceder cada cual, o qui¨¦n va a llevar la voz cantante. Cuando ellos perciben un ?desacuerdo entre sus padres, se arriman al sol que m¨¢s calienta. Esto resulta nefasto, porque divide. La clave para establecer acuerdos est¨¢ en saber qu¨¦ es importante para cada uno, en respetar y compartir el criterio de la pareja.
Sea cual sea el paso que deba darse, casi siempre corresponder¨¢ a los padres plantear cambios en la relaci¨®n con los hijos. Se trata de que estos dejen de ver a sus progenitores como a los abominables seres del no, y de establecer conjuntamente acuerdos y l¨ªmites.
Los progenitores deben mirar a su hijo como a alguien que va en su mismo barco, y que se enfrenta a las mismas preguntas que ellos se plantearon a su edad. ¡°Me acerca a ellos el seguir cuestion¨¢ndome las cosas¡±, explica Clara. ¡°Cuando exponen sus razones, muchas veces est¨¢n tratando de definir qui¨¦nes son. Ayudarlos a conocerse a s¨ª mismos me facilita la salida del enfrentamiento¡±.
M¨¢s que de tener raz¨®n, se trata de apelar a ella. Est¨¢ en las manos de los padres que la vida con sus hijos consista en una relaci¨®n de crecimiento, en lugar de convertirse en una contienda de desgaste mutuo.
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