?Se puede curar con la mente?
No obra milagros, pero el cerebro contribuye de forma notable a la mejora o empeoramiento de la salud. Hasta aqu¨ª llega su poder
Dolor de cabeza. Al paciente le administran una pastilla sin ning¨²n principio activo. Es solo una bola de sacarina, pero es muy probable que la molestia remita. Y lo har¨¢ de forma distinta si la pastilla es de un color o de otro, si se presenta en una caja de una prestigiosa marca farmac¨¦utica o en otra de una desconocida, si el m¨¦dico le cuenta por qu¨¦ le va a curar ese producto o simplemente se lo prescribe sin mayor explicaci¨®n. Seguramente le har¨ªa m¨¢s efecto si en lugar de tomar una pastilla fueran dos, o una p¨ªldora, cuya percepci¨®n subjetiva suele ser de m¨¢s potencia. O todav¨ªa mucho m¨¢s si se tratase de una inyecci¨®n, aunque la sustancia de la jeringuilla tampoco tuviese ninguna propiedad terap¨¦utica. La mejora, obviamente, no est¨¢ en la pastilla, la p¨ªldora o la inyecci¨®n. Reside en el cerebro, que act¨²a de forma sorprendente a la hora de curar, mediante el efecto placebo, o enfermar, por lo que se conoce como efecto nocebo.
Estos fen¨®menos no son un remedio alternativo a los f¨¢rmacos, que para ser aprobados tienen que demostrar precisamente que son m¨¢s eficaces que el placebo. Tampoco se trata de milagros. La mente tiene sus l¨ªmites a la hora de mejorar o empeorar la salud. Todav¨ªa quedan algunos misterios en cuanto a la influencia del pensamiento en la salud del resto del cuerpo, pero su existencia es un hecho cient¨ªficamente comprobado por m¨²ltiples experimentos de todo tipo que se han realizado en el ¨²ltimo medio siglo. Algunos son muy recientes, como uno de la Universidad de Cincinnati publicado el pasado enero en la revista American Academy of Neurology, que ven¨ªa a abundar en una l¨ªnea que ya se conoc¨ªa: los enfermos de p¨¢rkinson obten¨ªan mejores resultados con un f¨¢rmaco si pagaban m¨¢s por ¨¦l, aun siendo id¨¦ntico al m¨¢s barato. Otro, que vio la luz en noviembre en la revista Medicine & Science in Sports & Exercise, hizo la prueba de inyectar una soluci¨®n salina inocua a atletas haci¨¦ndoles creer que se trataba de EPO (hormona que potencia el rendimiento aer¨®bico). Subjetivamente, manifestaron menor sensaci¨®n de esfuerzo, aumento de la motivaci¨®n y mejora de la recuperaci¨®n. Objetivamente, su rendimiento se elev¨® en un 1,2%.
Los estudios sobre el poder de la mente en el cuerpo y el efecto placebo se remontan muy atr¨¢s en el tiempo. Ya los griegos hace 2.500 a?os advert¨ªan que la relaci¨®n del m¨¦dico con el paciente pod¨ªa tener ciertos efectos. Lo llamaban el arte de las palabras. Pero no fue hasta la Segunda Guerra Mundial cuando se comenz¨® a experimentar aplicando el m¨¦todo cient¨ªfico. Sucedi¨® casi por casualidad. El anestesista Henry Beecher iba a operar a un soldado, pero se hab¨ªa acabado la morfina. A una enfermera se le ocurri¨® inyectarle una soluci¨®n salina haci¨¦ndole creer que se trataba de un calmante. El paciente se tranquiliz¨®, soport¨® la operaci¨®n y no se produjo un shock cardiovascular, algo que podr¨ªa haber ocurrido dado el tremendo dolor que supon¨ªa la intervenci¨®n. A partir de ese momento comenzaron los experimentos con sustancias terap¨¦uticamente inanes.
La expectativa que tiene un paciente de ser curado suele influir en la sanaci¨®n
Y los hay de todo tipo. Existen incluso placebos m¨¢s eficaces que otros. Se puede decir que cuanto m¨¢s impresionante es el tratamiento, aunque en definitiva no sea m¨¢s que agua o az¨²car, mejor funciona. Porque las expectativas que tiene un paciente de ser curado suelen influir en la sanaci¨®n.
Una p¨ªldora, m¨¢s efecto que una pastilla
As¨ª, en la l¨ªnea del ejemplo inicial, se ha comprobado que un placebo en forma de pastilla cura menos que una p¨ªldora, que a su vez es menos efectiva que una inyecci¨®n. Tambi¨¦n que en funci¨®n de la cultura del lugar donde se suministre, el color del medicamento falso influye en su porcentaje de ¨¦xito. Y que dos comprimidos de placebo cada ocho horas sanan m¨¢s que uno, y una p¨ªldora grande m¨¢s que una peque?a. Esto puede explicar en parte por qu¨¦ hay personas que reaccionan de forma distinta ante medicamentos reales aunque tengan el mismo principio activo. Porque, s¨ª: incluso en los tratamientos cient¨ªficamente probados hay una parte de placebo. Hasta qu¨¦ punto nos curamos por la acci¨®n del f¨¢rmaco y hasta cu¨¢l por el efecto subjetivo que hace en nosotros no siempre est¨¢ claro. Un estudio publicado en 1998 por la American Psychological Association sobre el tratamiento a personas con depresi¨®n mostr¨® que alrededor de un 25% del progreso de quienes tomaban antidepresivos se debi¨® a la remisi¨®n espont¨¢nea, el 50% al efecto placebo y solo un 25% al medicamento. Existen tambi¨¦n estudios que muestran un porcentaje mayor de ¨¦xito entre un tratamiento real a un grupo de pacientes que han sido cuidadosamente informados de en qu¨¦ consist¨ªa que a otro al que el doctor les despachaba el medicamento sin darles explicaci¨®n. Se han hecho incluso operaciones placebo, que consisten en una sedaci¨®n al paciente para hacerle peque?os cortes superficiales que simulan una intervenci¨®n real. Con problemas de rodilla se han demostrado bastante efectivas, incluso hay estudios que revelan alivios en angina de pecho. Muchos tienen que ver con el dolor: uno, por ejemplo, muestra que el suplicio que los pacientes percib¨ªan en el dentista era menor si le aplicaban una m¨¢quina de ultrasonidos, aunque estuviera apagada. Luis Caballero Mart¨ªnez, jefe del Servicio de Psiquiatr¨ªa y Psicolog¨ªa Cl¨ªnica del Grupo HM Hospitales, explica: ¡°La relaci¨®n entre factores psicol¨®gicos y enfermedades es bien conocida. Desde hace mucho existen subespecialidades m¨¦dicas centradas en esta relaci¨®n: las denominadas medicina psicosom¨¢tica y psiquiatr¨ªa de consulta y enlace. Virtualmente, todas las enfermedades tienen componentes psicosom¨¢ticos (es decir, factores psicol¨®gicos o de conducta que condicionan su aparici¨®n, curso o respuesta al tratamiento) y tambi¨¦n componentes somatops¨ªquicos (esto es, la presencia de enfermedades condiciona tambi¨¦n distintos aspectos del estado mental del paciente). Algunas ¡ªsobre todo cardiovaculares, respiratorias, gastrointestinales, endocrinas y metab¨®licas (incluida la obesidad), musculoesquel¨¦ticas, oncol¨®gicas y de la piel¡ª presentan ambos aspectos¡±.
Sugesti¨®n y analgesia
Dando por sentado que la mente puede influir en las enfermedades del cuerpo, ?se sabe realmente c¨®mo lo hace y por qu¨¦? En ciencia, se hallan hechos que se admiten como reales por la evidencia emp¨ªrica cuyos mecanismos son desconocidos. Esto le ha sucedido al placebo durante mucho tiempo. Todav¨ªa hoy restan lagunas, pero ya hay despejadas muchas inc¨®gnitas. Uno de los m¨¢s amplios estudios que aborda el funcionamiento del placebo se public¨® en la revista The Lancet en 2011. Concluye que no hay un solo efecto placebo, sino muchos que act¨²an de diferentes formas. Explica que por un lado est¨¢n los psicol¨®gicos, entre los que existe una ¡°multitud de mecanismos¡± que contribuyen a esta curaci¨®n por medio del cerebro. Hay dos especialmente bien documentados. Uno es el relativo a las expectativas, la sugesti¨®n: el hecho de creer que algo nos puede curar tiene efectos analg¨¦sicos. El otro es el condicionamiento cl¨¢sico. Igual que el perro de P¨¢vlov segregaba jugos g¨¢stricos al o¨ªr una campanita porque la asociaba con comida, si vinculamos un est¨ªmulo neutral con un medicamento puede llegar a suceder que adquiera algunas de las propiedades de la droga. Con esta t¨¦cnica se ha demostrado c¨®mo el cuerpo puede segregar determinadas hormonas y respuestas inmunes ante sustancias sin efecto real. Estas dos facetas interact¨²an juntas. El estudio de The Lancet asegura: ¡°Cuanto m¨¢s alta es la expectativa, m¨¢s alto es el efecto placebo y, potencialmente, tendr¨¢ m¨¢s consecuencias con futuras tomas de medicamento¡±.
No compre desesperanza
El psiquiatra Luis Caballero explica que hoy hay mucha evidencia cient¨ªfica de que los factores psicol¨®gicos son capaces de "alterar la susceptibilidad, la progresi¨®n o la respuesta terap¨¦utica de enfermedades autoinmunes, enfermedades infecciosas y algunos tipos de c¨¢ncer". Dylan Evans, en su libro sobre el placebo, afirma: "El sistema inmunitario puede contribuir a impedir que ciertos c¨¢nceres se desarrollen, as¨ª que no ser¨ªa de extra?ar que las personas que padecen depresi¨®n, que est¨¢ relacionada con un mal funcionamiento del sistema inmunitario, corran mayor peligro de padecer la enfermedad". Sin embargo, esto no es m¨¢s que una hip¨®tesis. Como recuerda el Instituto Nacional del C¨¢ncer de Estados Unidos, si bien el estr¨¦s puede provocar una serie de problemas de salud f¨ªsica, la evidencia de que pueda causar el funesto trastorno es d¨¦bil. "Las pruebas experimentales s¨ª indican que el estr¨¦s psicol¨®gico puede afectar la capacidad que tiene un tumor para crecer y diseminarse", precisa el organismo. Un famoso estudio de la Universidad de Stanford dividi¨® en dos grupos a 86 mujeres con met¨¢stasis avanzada de pecho. A uno le aplicaron una terapia de grupo, mientras que el otro no recibi¨® ning¨²n apoyo psicol¨®gico extra. El primero experiment¨® menos dolor y vivi¨® un promedio de 18 meses m¨¢s. Una hip¨®tesis del director del estudio, David Spiegel, es que el cortisol y las hormonas del estr¨¦s perjudicasen el sistema inmunoprotector del cuerpo. Pero reconoce que es probable que el hecho de apoyarse entre ellas cuando surg¨ªan problemas fomentase un mayor esfuerzo por curarse y seguir las recomendaciones m¨¦dicas. "Son mecanismos de comportamiento muy valiosos, pero tienen poco que ver con el efecto de la mente en la sanaci¨®n. Cuando han crecido lo suficiente para que puedan ser detectados, la mayor¨ªa de los tumores est¨¢n tan arraigados que las c¨¦lulas que defienden de forma natural al organismo ya no pueden eliminarlos. En el caso de algunas enfermedades que, como el c¨¢ncer, no son susceptibles al efecto placebo, una actitud positiva puede servir para combatirlas indirectamente, porque gracias a ella es m¨¢s probable que los pacientes tomen todas las medidas oportunas para intentar sanarse", relata Evans. As¨ª, Puig anima a que la gente cuide su estado de ¨¢nimo. "Que no compren as¨ª como as¨ª la desesperanza, la tristeza y la ira. El esfuerzo merece la pena", asegura.
Por otro lado, est¨¢n los mecanismos neurobiol¨®gicos. Muchos estudios se han centrado en el efecto analg¨¦sico del placebo. Para ello se ha demostrado que este puede ser total o parcialmente revertido con naxolona, que es el antagonista de los opi¨¢ceos, de lo que se desprende que el placebo puede ejercer una funci¨®n parecida a esta droga. ¡°Estos resultados han sido confirmados con captaciones de im¨¢genes del cerebro como la tomograf¨ªa por emisi¨®n de positrones y las resonancias magn¨¦ticas. Se ha demostrado que los cambios inducidos en el cerebro por el placebo son similares a los que se ven con la administraci¨®n de una droga opi¨¢cea¡±, subraya la investigaci¨®n de The Lancet. Explica, asimismo, que aunque se ha probado el efecto placebo en otras enfermedades m¨¢s all¨¢ de dolor y analgesia, existen menos conocimientos acerca de c¨®mo act¨²a. Se ha comprobado, por ejemplo, que hay secreci¨®n de dopamina ¡ªque produce beneficios motores¡ª en pacientes de p¨¢rkinson con tratamientos placebo; es precisamente lo que sucede en el experimento en el que los medicamentos m¨¢s caros son m¨¢s efectivos. Tambi¨¦n se han observado cambios en la actividad metab¨®lica en el cerebro de pacientes con depresi¨®n.
Pensamientos que da?an la salud
Mario Alonso Puig, cirujano y miembro de la Asociaci¨®n Americana para el Avance de la Ciencia, ilustra c¨®mo influye el cerebro en el sistema inmune: ¡°Existen conexiones con los ganglios linf¨¢ticos, donde se generan linfocitos que luchan contra agresiones, infecciones, tumores. Se sabe que los estados emocionales producen la activaci¨®n de n¨²cleos en el cerebro que hacen que ciertas hormonas se liberen en la sangre, como la adrenalina o el cortisol. Esto afecta a las c¨¦lulas de defensa del cuerpo y a las fibras nerviosas. Por ejemplo, cuando una persona est¨¢ en un estado mental de desesperanza durante un tiempo, frustraci¨®n, resentimiento, hay una liberaci¨®n de cortisol por las gl¨¢ndulas suprarrenales. Esta sustancia, liberada de forma an¨®mala, da?a las c¨¦lulas. Favorece una p¨¦rdida de masa muscular y ¨®sea, la hipertensi¨®n y deteriora el sistema inmune, as¨ª como todos los ¨®rganos del cuerpo¡±.
El efecto analg¨¦sico del placebo puede ser parecido al que los opi¨¢ceos ejercen en el cerebro
La mente, de esta forma, no solo puede curar o mejorar la salud de una persona, sino que tambi¨¦n la puede empeorar. Existen ciertos est¨ªmulos neutros que son interpretados por el individuo como perniciosos y pueden llegar a causar malestar: se conoce como efecto nocebo. Es lo que parece ocurrir con algunas enfermedades psicosom¨¢ticas, como la llamada sensibilidad qu¨ªmica o la sensibilidad electromagn¨¦tica m¨²ltiple. Quienes las sufren padecen dolores, malestar, incluso irritaciones de la piel por la supuesta interacci¨®n de ciertos productos sint¨¦ticos, en el primer caso, o por ondas como las del wifi o el tel¨¦fono m¨®vil, en el segundo. Lo cierto es que todos los experimentos rigurosos que se han hecho muestran que es la creencia de estar en contacto con estos agentes lo que les hace sentirse mal, ya que, salvo alguna alergia concreta a un producto, ni los qu¨ªmicos que conviven con las personas ni las ondas electromagn¨¦ticas que nos llegan por m¨²ltiples v¨ªas constantemente son, por lo que se sabe, capaces de alterar el estado de salud de los seres humanos. Se han realizado m¨²ltiples experimentos haciendo creer a estos afectados que, por ejemplo, estaban junto a un router encendido, y han presentado los s¨ªntomas de malestar que asocian a las ondas wifi, aunque el aparato en realidad no estuviera emitiendo nada. M¨¢s antiguas son las pruebas en las que se hace pensar a sujetos con los ojos vendados que se les est¨¢ tocando con una hoja de hiedra o roble venenoso y generan una dermatitis roja. Quienes padecen estos trastornos sufren verdaderamente, no fingen, pero el dolor no es causado por lo que ellos piensan. Es su mente la que, en ¨²ltima instancia, parece estar gener¨¢ndoles ese malestar.
Aqu¨ª no hay magia
El poder del cerebro para sanar es considerable. Estas capacidades sirven a muchas pseudociencias o terapias alternativas para presumir de beneficios que no tienen nada que ver con la terapia en s¨ª, sino con el efecto placebo que generan por la creencia del paciente en que se curar¨¢. Tambi¨¦n es campo de cultivo para la charlataner¨ªa y para quienes afirman que el cerebro lo es todo en la salud y que pr¨¢cticamente la voluntad puede mantenerle a uno sin enfermedades. Pues bien, no es as¨ª. Pongamos un ejemplo extremo con uno de los virus m¨¢s letales que existen, el de la rabia: si alguien que se contagia empieza a manifestar s¨ªntomas y no es tratado con medicamentos reales, morir¨¢. Da igual lo que crea o el estado de ¨¢nimo con el que afronte la enfermedad. Dylan Evans, autor de Placebo, el triunfo de la mente sobre la materia en la medicina moderna, lo resume as¨ª en su libro: ¡°La respuesta placebo no es m¨¢s que un r¨¢pido reajuste de los propios mecanismos de curaci¨®n del cuerpo ante un asomo de esperanza y [...] tienen l¨ªmites por mucho que un optimismo de ¨ªmpetu industrial los refuerce. La respuesta placebo no es m¨¢gica¡±.
El efecto placebo: ?soluci¨®n o problema?
Desde alg¨²n punto de vista, el placebo podr¨ªa considerarse la medicina ideal: invita al propio cuerpo a curarse y, en principio, no presenta efectos secundarios. Sin ning¨²n conocimiento sobre sus mecanismos y su efecto real, fue usado ampliamente a lo largo de la historia; no hay que remontarse siglos atr¨¢s para encontrar a doctores que administraban pastillas de az¨²car a los enfermos con el objetivo de hacerles sentir mejor sin decirles que se trataba de un simple dulce. Esto va hoy contra los c¨®digos deontol¨®gicos de la pr¨¢ctica m¨¦dica, que no permite a los profesionales de la salud administrar sustancias terap¨¦uticamente inanes ni enga?ar a sus pacientes. Los medicamentos deben superar ensayos cl¨ªnicos que prueben que son m¨¢s efectivos que el placebo para poder comercializarse, y quienes participan en ellos deben estar informados de que pueden pertenecer a un grupo de control con placebo si no se conoce remedio o con el medicamento m¨¢s efectivo que exista hasta la fecha para su dolencia ¨Cesto es algo que tendr¨¢ una excepci¨®n en Espa?a con la aprobaci¨®n por parte del Ministerio de Sanidad de un reglamento que cataloga a los productos homeop¨¢ticos como medicamentos. En este caso no cuentan con tal exigencia, puesto que no existen evidencias de que sean m¨¢s que placebo¨C. Existen estudios que, curiosamente, muestran mejor¨ªas de los pacientes con la administraci¨®n de placebo a¨²n habi¨¦ndoles advertido de que lo era. Esto puede tener su explicaci¨®n en que muchos de ellos no se cre¨ªan que el m¨¦dico pudiese estar recet¨¢ndoles una pastilla de az¨²car, seg¨²n declaraban en encuestas posteriores a algunas de estas pruebas. En su libro Placebo el triunfo de la mente sobre la materia en la medicina moderna, Dylan Evans teoriza sobre la posibilidad de, solo en algunos casos poco graves y susceptibles de responder al efecto placebo, administrar productos inanes a los pacientes haci¨¦ndoles la advertencia de que lo son. Plantea explicarles algo as¨ª como: ¡°Esta sustancia no tiene efecto terap¨¦utico real, pero en algunas ocasiones, si cree que le puede curar, funciona¡±. Ser¨ªa una forma en la que quiz¨¢s se podr¨ªan poner en marcha los mecanismos de curaci¨®n del cerebro sin enga?ar al paciente. Desde otro punto de vista, m¨¢s que una medicina ideal, el placebo es un lastre para la investigaci¨®n cl¨ªnica y el avance de la medicina, ya que en muchas ocasiones no queda claro si los medicamentos son realmente efectivos o las mejor¨ªas se han debido a la sugesti¨®n y los mecanismos analg¨¦sicos y de activaci¨®n del sistema
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