Monarqu¨ªa, fidelidad y ¡®gin-tonics¡¯
William Tallon fue uno de esos privilegiados que cumpli¨® sus sue?os infantiles, que no eran otros que servir a la reina de Inglaterra durante 49 a?os
En una vi?eta del divertid¨ªsimo Los libros en The New Yorker (Libros del Asteroide), una pareja est¨¢ en la cama, mientras un hombre lee papeles y cartas en el escritorio. ¡°No le hagas caso¡±, dice el marido. ¡°Es ese tipo que est¨¢ escribiendo mi biograf¨ªa no autorizada¡±.
Una nueva biograf¨ªa no autorizada acaba de publicarse precedida por un esc¨¢ndalo de andar por palacio: Backstairs Billy: The Royal Life of William Tallon. Tallon, mayordomo de la reina madre durante 49 a?os, fue uno de esos privilegiados que cumpli¨® sus sue?os infantiles, que no eran otros que servir a la reina de Inglaterra. Yo, que he servido a la reina de Inglaterra, podr¨ªa haber dicho, a lo Bohumil Hrabal. Lo hizo desde los 18 a?os hasta que ella muri¨® con 101, en 2002. Empezaba la jornada a las 7.30, sirviendo a la abuelita ¨Cas¨ª la llamaba el pr¨ªncipe Carlos¨C un t¨¦ aguado, un bol con semillas de amapola y una rajita de mel¨®n.
Despedido al morir la ancian¨ªsima, Tallon jam¨¢s cont¨® sus secretos, pese a las sumas ofrecidas por los tabloides. Thomas Quinn, escritor especializado en hurgar en la intimidad de los sirvientes, asegura en su libro que ella le veneraba porque sab¨ªa preparar los gin-tonics como nadie: nueve partes de ginebra y una de t¨®nica. A?ade el chism¨®grafo no autorizado que en la intimidad los Windsor fumaban, beb¨ªan, blasfemaban y hac¨ªan chistes crueles. Margaret Rhodes, sobrina de la reina madre, 89 a?os a cuestas, lo niega, afirmando que prefer¨ªa los martinis con ginebra.
Seg¨²n Quinn, Tallon se conoc¨ªa el protocolo al dedillo, y sab¨ªa c¨®mo hacer que las reuniones en Clarence House, residencia de la ancian¨ªsima, no decayeran. A los veteranos de guerra les echaba whisky en el t¨¦. Un habitual de las cenas de gala cuenta que daba igual tapar el vaso con las manos, pues el taimado lacayo escanciaba el licor entre los dedos. Su homosexualidad era una ventaja para la reina madre, entre otros motivos porque con ¨¦l no peligraban las princesas Isabel y Margarita. Bailar un foxtrot con Elton John fue uno de sus momentos cumbre.
Pero Tallon ten¨ªa su lado oscuro. Era alcoh¨®lico, y un depredador sexual que acosaba a los otros sirvientes. ?l y su amante castigaban a los que les rechazaban a limpiar la plata o a recoger las hojas muertas de una higuera, y la sacud¨ªan para que cayeran m¨¢s cuando el trabajo estaba finalizado, infantil castigo quiz¨¢ de refinada crueldad. Su amante muri¨® en 2000. Tallon, en 2007, solo, apartado de la realeza y con lo justo.
A primera vista, todo esto no es m¨¢s que una sarta de estupideces. Sin embargo, se pueden extraer no pocas ense?anzas que tal vez sean de utilidad para algunos. Aqu¨ª van varias: 1. Se puede ser pobre y desayunar mucho mejor que la reina de Inglaterra. 2. Los veteranos de guerra son mucho m¨¢s divertidos si est¨¢n achispados. 3. Quiz¨¢ no sea tan malo que no se cumplan los sue?os infantiles. 4. A m¨¢s sirvientes, menos intimidad. Y 5. Un libro no constituye per se algo valioso.
Esta ¨²ltima me da ¨¢nimos para deshacerme de algunos, que ya no caben en mis estanter¨ªas. Y vuelvo a Hrabal, ahora al personaje de Una soledad demasiado ruidosa, que trabaja destruyendo libros.
Y pienso, llev¨¢ndolos a un contenedor, en esa soledad demasiado ruidosa en la que se quedan los muertos cuando se airean sus miserias.
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