El hombre que hizo llorar a Bob Dylan
Y otros viajes cinematogr¨¢ficos en busca de extra?as metas
G¨¹eros es M¨¦xico. G¨¹eros es un estado mental. La voz de una mujer que se subleva leyendo poes¨ªa a trav¨¦s de la radio. G¨¹eros es una risa que se burla de la historia del cine mexicano. G¨¹eros es un ni?o buscando al hombre que hizo llorar a Bob Dylan.
En G¨¹eros, la ¨®pera prima de Alonso Ruiz Palacios, los personajes est¨¢n en la huelga universitaria que tuvo lugar en 1999, pero es una pel¨ªcula donde la atm¨®sfera se respira atemporal. Personajes adormilados, zombis, enajenados de esos que deciden detener el coche en medio de una autopista, de esos que se lanzan a la b¨²squeda y conquista de lo que sea.
El motor, la excusa, es el personaje de ficci¨®n Epigmenio Cruz, el ¨²nico cantante que hizo llorar a Bob Dylan y el ¨²nico cantante que Tom¨¢s, el hermano menor, escucha incansablemente para recordar a su padre. Matar al padre, encontrarlo, re-instituirlo, matar cine y devolverle la vida. La pel¨ªcula de Ruiz Palacios est¨¢ filmada en un brillante blanco y negro que m¨¢s que evocar la Nouvelle Vague recuerda a los primeros filmes de Jarmusch. Rodada en formato 4:3, no apela a la nostalgia a trav¨¦s de la imagen, ni de esos primeros planos de los rostros, sino que lo hace mediante los sonidos. La banda de sonido es un prodigio, las canciones, esa mezcla de espa?ol e ingl¨¦s que hablan los viejitos, hace pensar en un M¨¦xico conquistado. O como cuando en el coche, que es empleado m¨¢s como veh¨ªculo mental o div¨¢n que como transporte, los personajes mascan unos tub¨¦rculos que han sacado de la tierra, el sonido de los dientes machacando la comida inunda la imagen y evoca esas estampas del cine mexicano que Ruiz Palacios quiere deconstruir a trav¨¦s de las burlas y la iron¨ªa.
Hay metacine. Y autocr¨ªtica. Una pel¨ªcula que ironiza sobre la historia de su cine, ¨¦sa que presenta a sus habitantes como perezosos, precoces o vagos. "Puto cine mexicano, agarran unos pinches los filman en blanco y negro y dicen que ya est¨¢n haciendo cine de arte". Hay tambi¨¦n un deseo de mirar detr¨¢s del cine que se quiere destruir y del que no se puede dejar de beber, y que se toma como contrapunto o como referencia. Si Tom¨¢s restituye la figura del padre mediante su hermano, Sombra lo hace cuando por fin se encuentran con el mito, el m¨²sico. Es entonces cuando entiende lo que su padre sent¨ªa al escuchar al propio Epigmenio Cruz, ese sentimiento que se encuentra detr¨¢s de las cosas.
En esa b¨²squeda del mito, del personaje, del padre del artista que acaba desilusionando, encontramos la misma apat¨ªa y nostalgia que hay en Mystery Train (Jim Jarmusch, 1989), en la pareja de japoneses que viajan de Yokohama a Memphis buscando los fantasmas de Elvis y de Carl Perkins, o en el protagonista de Alicia de las ciudades (Wim Wenders, 1974), que al final de la pel¨ªcula consigue poner fin a su bloqueo existencial.
Son numerosos los films que se han plegado al asfalto para narrarnos ese cambio emocional en los protagonistas que habitan las pel¨ªculas, ese punto de inflexi¨®n en sus vidas. Desde la arena que se respiraba en Las uvas de la ira (Ford, 1940), hasta ese ¨²ltimo viaje emprendido por el profesor Borg en Fresas Salvajes (Bergman, 1957). Ya en este siglo XXI las road movie son un g¨¦nero que se sigue explotando y del que nos quedan 'joyazas'. Impresionante El regreso del ruso Zvyagintsev, las infravaloradas El viaje a Darjeeling (Wes Andreson, 2007) y The Brown Bunny (Vincent Gallon, 2003) o la m¨¢s reciente Nebraska (Alexander Payne, 2013). Sea en coche, en tren o incluso caminando como en Gerry de Gus Van Sant, el camino m¨¢s importante a transitar es siempre una carretera de lo mental.
Volviendo a G¨¹eros, cabe recordar la frase de Bob Dylan a ra¨ªz de aquellos encuentros que mantuvo con su ¨ªdolo, Woody Guthrie, y que aparece como una nota en su disco The Freewhelin' Bob Dylan: "lo m¨¢s importante que aprend¨ª de Woody Guthrie es que soy mi propia persona. Nunca acabar¨¦ de decir lo que siento, pero cumplir¨¦ con mi parte de darle sentido a la forma en la que vivimos y no vivimos hoy en d¨ªa".
Conocer al mito hace que las m¨¢scaras caigan. Ese que es idolatrado se revela como alguien tan humano como el que lo est¨¢ buscando, incluso mezquino, viejo, derrotado... Lo que comparten las pel¨ªculas mencioandas, esta an¨¦cdota y la propia G¨¹eros es que tanto en la ficci¨®n como en la vida el final de ese camino es siempre un final de autodescubrimiento. Es ese mismo sentimiento de encontrarse y de vertebrar el mundo a trav¨¦s de las propias emociones. Una road movie en la que los personajes se recomponen en la nada de los d¨ªas y en un beso en el asiento de atr¨¢s de un coche, en primer¨ªsimo primer plano, que pasar¨¢ a la historia del cine como uno de los m¨¢s bellos jam¨¢s filmados.
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