Mr. Nansen, supongo
Hay historias que s¨®lo la realidad se puede permitir. El encuentro entre Fridtjof Nansen y Frederick Jackson en la Tierra de Francisco Jos¨¦ en 1896 es una de ellas
Hay historias que s¨®lo la realidad se puede permitir. Si fueran puestas en un libro o en una pel¨ªcula, lectores y espectadores las rechazar¨ªan por inveros¨ªmiles. El encuentro que tuvo lugar entre Fridtjof Nansen y Frederick Jackson en la Tierra de Francisco Jos¨¦ en 1896 es sin duda una de ellas.
En junio de 1893, y luego de tres a?os de concienzudos preparativos, Nansen dej¨® atr¨¢s las costas de Noruega con la intenci¨®n de conquistar el Polo Norte. Su plan consist¨ªa en remontar el oc¨¦ano Glacial ?rtico a trav¨¦s del mar de Siberia para dejarse atrapar por el hielo y permitir que la propia deriva de la banquisa polar lo llevara hasta su objetivo. Entre los aspirantes a formar parte de su reducida tripulaci¨®n se hallaba un joven ingl¨¦s de nombre Frederick Jackson a quien Nansen rechaz¨® por no ser noruego.
Tras un a?o y medio varado en el hielo, Nansen decidi¨® abandonar su barco ¨Cel Fram¨C y acometer el intento de alcanzar el Polo Norte a pie con la ayuda de un solo hombre y un convoy de trineos. A las pocas semanas de partir, Nansen y Johansen, su ¨²nico acompa?ante, comprendieron que el objetivo resultar¨ªa inalcanzable, y en su camino de regreso pasaron 14 meses vagando por el hielo, soportando las condiciones m¨¢s extremas, hasta que alcanzaron la Tierra de Francisco Jos¨¦, un archipi¨¦lago pr¨¢cticamente inexplorado. Con las fuerzas casi extinguidas, una ma?ana de junio de 1896 salieron de su campamento para encontrarse con una figura humana que los observaba desde sus esqu¨ªs. ¡°?Usted es Nansen?¡±, pregunt¨® el hombre. Se trataba del Frederick Jackson, el mismo que, rechazado por Nansen, hab¨ªa decidido organizar su propia expedici¨®n para terminar convirti¨¦ndose en su providencial salvador.
?Cu¨¢l es la probabilidad de que un encuentro como este se produzca? Pablo Noriega, matem¨¢tico del CSIC, pondera los datos, garabatea algunos n¨²meros y revela que es de una en veinticinco mil. La probabilidad de ganar la loter¨ªa es de una en cien mil, lo cual equivale a decir que es como si Nansen hubiera comprado s¨®lo cuatro n¨²meros y se hubiese llevado el premio gordo, una probabilidad tan baja, explica Noriega, que t¨¦cnicamente califica como despreciable. Noriega cuenta una broma que circula entre los de su profesi¨®n. Trata acerca de un hombre que siempre que sub¨ªa a un avi¨®n llevaba una bomba con ¨¦l, ya que consideraba que la probabilidad de que hubiera dos bombas en un avi¨®n resultaba despreciable.
En la vida, a veces, lo despreciable ocurre. Y cuando lo hace, explica Noriega, es lo ¨²nico que cuenta. ?Estaba escrito en alguna parte que Nansen deb¨ªa rechazar a Jackson para que ¨¦ste pudiera rescatarlo cuatro a?os m¨¢s tarde, o se trat¨® sencillamente de la m¨¢s extraordinaria de las casualidades? Por lo pronto sabemos que, despu¨¦s de esta experiencia, Nansen abandon¨® para siempre el negocio de las expediciones polares.
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