Ciudades latinoamericanas: im¨¢genes de la segregaci¨®n y realidades desiguales
Por, Carlos Fidel, profesor de la Universidad Nacional de Quilmes, Argentina
La persistencia de las desigualdades en Am¨¦rica Latina, 10
Las ciudades fueron transform¨¢ndose y acentuando su relevancia en el mundo occidental.
El mapa urbano de Am¨¦rica Latina est¨¢ en permanente mutaci¨®n, aumenta su extensi¨®n y gravitaci¨®n relativa, a la par que var¨ªan las formas de gobernar, administrar y participar de los ciudadanos. El despliegue de nuevas tecnolog¨ªas desarrolla innovaciones digitales que transforman las redes y los dispositivos que inciden en la configuraci¨®n y dise?o de la trama urbana de amplias zonas. Tal es el caso de los usos del suelo, circuitos de tr¨¢nsito y de los procesos de construcci¨®n, produciendo formas de ciudad en el que operan agentes que se apropian de las ¡°ganancias extraordinarias localizadas¡±, al tiempo en que se generan nuevos modos de segregaci¨®n que, muchas veces, se suman a las existentes.
Los ejes del poder capital/trabajo se asentaron interactuando y moldeando el territorio, prendiendo sus signos en todas las formas donde flu¨ªan las nacientes relaciones sociales que se transmutaron y desarrollaron a lo largo del tiempo en las superficies del mundo.
Dicha forma concreta de producci¨®n, circulaci¨®n y consumo de bienes y servicios se proyect¨® en el presente, borrando significaciones del pasado y penetrando en los imaginarios de los paradigmas futuros. Cruzando los c¨¢nones de la disposici¨®n pol¨ªtica, cultural y los soportes de los centros del poder, irradi¨® su modo de organizar los usos del espacio moldeando las tecnolog¨ªas y estilos de vida rural/urbana.
En este escenario los grupos de dominio estrecharon y concentraron los v¨ªnculos entre los capitales, atravesados por las negociaciones, los enfrentamientos y las tensiones de la lucha por el poder. Los capitales se expandieron y ampliaron incesantemente la acumulaci¨®n de objetos, transform¨¢ndolos incesantemente en ¡°mercanc¨ªas¡±. Las luchas por la apropiaci¨®n entre las clases sociales y los aparatos pol¨ªtico-estatales fueron el contexto de expansi¨®n y opresi¨®n. Las sedes imperiales m¨¢s poderosas tendieron a expandirse y disputarse sus dominios a escala mundial, incluyendo la geograf¨ªa americana. Esa amplia ¨¢rea fue r¨¢pidamente dividida bajo las ¨®rbitas de influencia manejadas por pocos centros dominantes y extendiendo la ocupaci¨®n y producci¨®n de los espacios urbanos.
En los territorios urbanos se fueron concentrando los habitantes, de modo tal que, en la actualidad, el 54% de la poblaci¨®n mundial total se localiza en suelos de uso urbano. La tendencia es que esta din¨¢mica seguir¨¢ en aumento y que, en el a?o 2050, llegar¨¢ al 66%, seg¨²n datos de la ONU. Hoy, Asia concentra el 53% de la poblaci¨®n urbana mundial, seguida por el continente Europeo con el 14% y Am¨¦rica Latina y el Caribe con el 13%.
Entre los a?os 1990 y 2014 el mundo ha pasado de 10 megaciudades con m¨¢s de 10 millones de habitantes, a 28. Se estima que para 2030 habr¨¢ 41 ciudades con m¨¢s de diez millones de habitantes. Adem¨¢s, casi la mitad de los 3.900 millones de habitantes urbanos actuales residen en ¨¢reas urbanas con menos de medio mill¨®n de habitantes.
En la actualidad, en Am¨¦rica Latina y el Caribe, aproximadamente 80% de su poblaci¨®n (cerca de 468 millones de personas) viven en ¨¢reas urbanas, la mitad de ellas reside en ciudades de menos de 500 mil habitantes. M¨¢s de 111 millones de latinoamericanos viven en viviendas degradadas, sobreutilizadas y en zonas suburbanizadas. Ese segmento representa el 24% de la poblaci¨®n total urbana en la regi¨®n, la cual sufre graves problemas de acceso al agua y al saneamiento.
Segregaci¨®n y desigualdad urbana
En la literatura especializada el t¨¦rmino ¡°segregaci¨®n¡± remite a la proximidad espacial donde se localizan las unidades familiares que son parte de un mismo segmento social y/o la distancia con otros grupos ¨¦tnicos o socio-econ¨®micos. El concepto se utiliza para identificar a los grupos m¨¢s pobres as¨ª como a los que m¨¢s poseen. Estos ¨²ltimos tienden a auto-segregarse, en muchos casos como forma de mostrar su poder patrimonial, viviendo en zonas exclusivas donde solo pueden acceder las personas de grandes fortunas. En otros casos, sectores medios se localizan en terrenos cerrados, ¡°imitando¡± las conductas de los segmentos que concentran las riquezas de la sociedad.
As¨ª, como se?ala Martha Schteingart, es posible diferenciar entre las formas de ¡°segregaci¨®n pasivas¡±, es decir que derivan de rechazos sociales y econ¨®micos a los m¨¢s pobres, de las formas de ¡°segregaci¨®n activa¡±, que emerge en los comportamientos de aislamiento de los sectores m¨¢s poderosos. Estas modalidades de segregaci¨®n son expresiones de la desigualdad patrimonial, cultural y simb¨®lica que imperan en las sociedades urbanas latinoamericanas. una de cuyas formas de reproducci¨®n son el uso y la tenencia del suelo urbano.
El suelo y el marco construido
En los ¨²ltimos tiempos, uno de los fen¨®menos que m¨¢s afecta a los habitantes de las ciudades es la incesante oscilaci¨®n hacia la suba o a la baja relativa de los precios de los metros cuadrados del suelo urbano. Esa modificaci¨®n de la estructura del suelo y edificaciones registra la intervenci¨®n de agentes de producci¨®n y comercializaci¨®n del mercado inmobiliario que suelen ser una extensi¨®n de grupos econ¨®micos y, en muchos casos, provienen de extensiones de sociedades que operan en las esferas financieras transnacionales.
Otro hecho es el alto ritmo y nivel de construcci¨®n de marcos edificados en ¡°cercadas franjas urbanas¡±, dedicados a distintos usos que agrietan la mancha urbana, estropean el ambiente y obturan la comunicaci¨®n; distorsionando la distancia real y simb¨®lica entre los distintos segmentos de los habitantes de la ciudad.
En el proceso constructivo juegan los entramados de las variaciones del empleo de fuerza de trabajo y de las tecnolog¨ªas en la edificaci¨®n, con permanentes alteraciones en tipos y precios de los materiales e insumos en el sector de la construcci¨®n.
Considerando el ¨ªnfimo y caro cr¨¦dito p¨²blico y privado destinado a la adquisici¨®n de viviendas, en Am¨¦rica Latina, la situaci¨®n se torna m¨¢s problem¨¢tica para los usuarios de vivienda destinada a las clases medias y medias bajas, siendo a¨²n m¨¢s grave en las clases populares.
Mientras las carencias habitacionales se expanden en muchas ciudades, en las urbes que se destinan para la recreaci¨®n o el turismo, hay sobrantes de viviendas y espacios de alta categor¨ªa constructiva sin ocupaci¨®n ni utilidad la mayor parte del a?o. As¨ª, se evidencia una disposici¨®n edificada que expresa la virulenta contradicci¨®n entre la superabundancia de la capacidad construida instalada y las agudas insuficiencias de la utilizada.
La escasa planificaci¨®n y las debilidades de las pol¨ªticas estatales fueron dando lugar a espacios p¨²blicos que privilegian el uso del autom¨®vil individual, en detrimento del acceso al transporte colectivo que mantiene o refuerza la segregaci¨®n social y espacial, incrementa la contaminaci¨®n ambiental y despilfarra las fuentes de energ¨ªa natural no reproducible. A la vez, el despliegue de nuevas tecnolog¨ªas desarrolla innovaciones digitales que transforman las redes y los dispositivos que inciden en la configuraci¨®n y dise?o de la trama urbana de amplias zonas. En las ¨²ltimas d¨¦cadas se registr¨® un fuerte cambio en el que irrumpieron fisuras que atravesaron la morfolog¨ªa segregada, modificaciones que contin¨²an hoy d¨ªa, profundizando la alteraci¨®n y desigualdad de la distribuci¨®n del acceso al suelo, a la vivienda y al uso de la ciudad.
Regeneraci¨®n y vestigios
Uno de los rasgos m¨¢s caracter¨ªsticos que se derivan del apartado precedente es que las urbes est¨¢n marcadas por la profunda diferenciaci¨®n que existe entre ellas; al tiempo que internamente son atravesadas por complejas y variadas diferencias en la hechura arquitect¨®nica, los rasgos culturales y pol¨ªticos, las utilidades del suelo urbano, los modos y las formas constructivas, acoplados a los entornos ambientales que van cambiando en las distintas ciudades.
Cruzado con los anteriores aspectos, otro eje anal¨ªtico ineludible es el modelo de pol¨ªtica econ¨®mico-social que predomina a nivel macro, que demarca los tipos de estructura de ciudad: la extensi¨®n de la pobreza, la localizaci¨®n concentrada de la opulencia de edificios y de los automotores que circulan por sus calles: un estilo de modelo social-econ¨®mico sostenido en estrategias de gobierno que van demarcando los grados de separaciones que segregan en zonas diferenciadas a los habitantes.
En este marco, podemos distinguir a los pa¨ªses que aplican estilos de pol¨ªticas gubernamentales ortodoxas y tradicionales, frente a nuevas tendencias con enfoques que tienden a sociedades urbanas m¨¢s igualitarias con aperturas participativas de la poblaci¨®n.
Fisuras conflictivas o violentas
Uno de los rasgos que asemeja a las ciudades latinoamericanas es la presencia de diversas formas de violencia que se ejercen cotidianamente contra las mujeres; las que deben prestar un tributo especial para residir en las ciudades. En un contexto en el que persiste la violencia de g¨¦nero, hay manifestaciones recurrentes de car¨¢cter sangriento, siendo notable que gran parte tiene un fuerte contenido sexual.
Otro factor que refuerza las fracturas que atraviesan intensamente muchas de las urbes latinoamericanas son las oleadas de miedo que se instalan en los habitantes, olas provenientes de niveles de violencia e inseguridad reales o ficticios, muchas veces replicados por los medios de comunicaci¨®n. En las urbes latinoamericanas es clave la falta de una pol¨ªtica de seguridad ciudadana, adem¨¢s de pol¨ªticas p¨²blicas locales basadas en una estrategia participativa y democr¨¢tica con el objeto de prevenir y atender las necesidades fundamentales de un amplio conjunto de la poblaci¨®n, buena parte de ellos olvidados de los derechos civiles.
Otra aguda problem¨¢tica vinculada a la violencia y a la inseguridad proviene de los estrechos y enga?osos acuerdos que se establecen entre camarillas organizadas y fracciones del poder tanto p¨²blicas como privadas. Esos acuerdos son el marco que propicia y encuadra el crimen ampliado: el tr¨¢fico de personas, as¨ª como el de armas y productos prohibidos; transgresiones que desbordan el espacio de las ciudades latinoamericanas.
Estas uniones de agrupaciones ilegales se mueven extendi¨¦ndose hacia los sitios ocultos de los s¨®tanos urbanos, pactando con otros n¨²cleos similares de otras regiones cercanas y de otros pa¨ªses. En general, derivan sus ganancias y basan su estabilidad en negocios l¨ªcitos. Uno de los sectores preferidos para incorporar a la legalidad el dinero de origen ilegal es el sector de la construcci¨®n y el mercado inmobiliario, porque la din¨¢mica de los agentes y las modalidades comerciales y financieras permiten inflar u oscurecer los or¨ªgenes y las reales cantidades de los fondos que se destinan a dichas actividades.
La creciente gravedad de los hechos con las consecuencias violentas que conlleva exige la pronta aplicaci¨®n de esfuerzos y el dise?o de estrategias r¨¢pidas, inteligentes y participativas que coordinen a todos los niveles de gobierno y convoquen al conjunto de la poblaci¨®n, para llevar a cabo acciones de prevenci¨®n efectivas e integradoras.
Conclusiones y reflexiones
Las ciudades latinoamericanas transitan tiempos de cambio.
Con el riesgo de simplificar o esquematizar excesivamente, por un lado, se observa una tendencia al predominio de gobiernos locales que llevan a cabo pol¨ªticas de corte neoliberal, propiciando as¨ª la disminuci¨®n de la intervenci¨®n y la regulaci¨®n gubernamental, acompa?ada por la privatizaci¨®n de los servicios colectivos rentables y delegando las acciones inmobiliarias a los agentes del mercado, lo que produce una transferencia de los sobrantes monetarios hacia las zonas habitadas por los sectores de mayores ingresos. Todo esto agudiza la segregaci¨®n del uso y la circulaci¨®n del espacio urbano, conformando ciudades atravesadas por la polarizaci¨®n y la exclusi¨®n social.
Por otro lado, Am¨¦rica Latina tambi¨¦n es uno de los escenarios privilegiados para el desarrollo de pol¨ªticas heterodoxas, inspiradas en los ¡°Estados del Bienestar¡± de la segunda mitad del siglo pasado y nacidas de una matriz de pensamiento neo-keynesiana. Esos gobiernos colocan en el centro de sus acciones un fuerte acento en las cuestiones sociales, en el desaf¨ªo de disminuir la pobreza, mejorar el empleo, ampliar los derechos de los ciudadanos y promover una mejor distribuci¨®n de la riqueza.
En este contexto, las ciudades adoptan pol¨ªticas para avanzar progresivamente en la disminuci¨®n de los m¨²ltiples factores que se acoplan potenciando la segregaci¨®n, al tiempo que tienden a unir a los habitantes en el uso del espacio. Generan as¨ª una progresiva igualaci¨®n en los niveles de distribuci¨®n de los ingresos, gracias a la aplicaci¨®n de iniciativas p¨²blicas o privadas que mejoran las condiciones de vida de los segmentos despose¨ªdos, modificando las inserciones en el aparato productivo y ampliando los accesos a la educaci¨®n en tanto determinantes de la igualdad y la integraci¨®n social.
Estos nuevos escenarios sociales de las ciudades latinoamericanas van ampliando los derechos y creando ciudadan¨ªa sobre la base de formas participativas y democr¨¢ticas de los gobiernos locales; dise?ando pol¨ªticas que buscan sistemas igualitarios de g¨¦neros y enfrentando las diversas violencias contra las mujeres en los ¨¢mbitos urbanos.
Uno de los ejes centrales de los gobiernos locales progresistas se concentra hoy en la elaboraci¨®n planes integrales y participativos, que buscan crear ensambles estables entre actores acad¨¦micos, especialistas, gubernamentales y la conjunto de la poblaci¨®n, dise?ando estrategias efectivas de acci¨®n que desarrollen mejores condiciones de vida en ciudades edificadas sobre la justicia social y la igualdad.
En las urbes latinoamericanas hay mucho por transformar. Las tareas son arduas y complejas si lo que aspiramos es a abordar, con decisi¨®n pol¨ªtica, desigualdades sociales cr¨®nicas; si queremos abolir de manera definitiva la asim¨¦tricas distribuci¨®n de oportunidades y beneficios entre ricos y pobres; si queremos combatir las persistentes formas de violencia de g¨¦nero, las causas de la contaminaci¨®n ambiental, las carencias alimentarias y educativas, las de transporte y seguridad, el d¨¦ficit habitacional y los estructurales problemas de saneamiento. De esto depender¨¢ que las ciudades latinoamericanas dejen de ser el espejo en el que se refleja una realidad de segregaci¨®n, abandono e injusticia.
Carlos Fidel es profesor titular de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Ha sido profesor en diversas universidades latinoamericanas. Es director del Centro de Desarrollo Territorial de la Universidad Nacional de Quilmes. Tambi¨¦n dirige las revistas Mundo Urbano e Investigaci¨®n Cr¨ªtica I+C, esta ¨²ltima publicada por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Es autor y coautor de 18 libros acad¨¦micos y de 4 de ficci¨®n, tambi¨¦n de 99 art¨ªculos publicados en libros, revistas y peri¨®dicos en varios pa¨ªses. A lo largo de su actividad como investigador desarroll¨® varias l¨ªneas tem¨¢ticas, convergiendo en las problem¨¢ticas sociales y econ¨®micas de la ciudad. Entre sus obras se destacan: (Des)encuentros entre reformas sociales, salud, pobreza y desigualdad en Am¨¦rica Latina (Tomo I y Tomo II); Mujeres: violencia y sociedad urbana; y Miradas y controversias del desarrollo territorial en Argentina. Fue consultor del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Banco Mundial (BM).
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