Nuevo d¨ªa de clase, nuevo comienzo
Una ni?a en el colegio / cc Kevin Chang
AUTORA INVITADA: CRISTINA MARIANA STEFAN
Sin importar la edad de una persona, el primer d¨ªa de colegio, ese que marca el fin del verano y el comienzo de nuevas responsabilidades, se queda grabado en la memoria. Los de unos a?os permanecen con m¨¢s fuerza, con m¨¢s intensidad, y otros se vuelven difusos por la neblina del tiempo.
En mi caso, el primer d¨ªa de clase de 2007 y ese mismo a?o escolar me marcaron una nueva percepci¨®n del mundo. Ese d¨ªa inici¨¦ mi vida como estudiante en un pa¨ªs diferente. Antes de las clases llevaba lo justo para saber saludar y pedir una barra de pan.
De modo que mi peque?a hermana y yo ten¨ªamos mariposas en el estomago. Miles de preguntas me cruzaban por la mente: ?Qu¨¦ din¨¢mica tendr¨¢n las clases ? ?C¨®mo me trataran los profesores? ?Qu¨¦ tipo de compa?eros tendr¨¦ ? ?C¨®mo ser¨¢n?"...
Las puertas del colegio se abrieron y todos los que est¨¢bamos fuera entramos. Me sent¨ªa perdida, no sabia a donde ir y apenas entend¨ªa lo que se hablaba a mi alrededor. No recuerdo c¨®mo llegu¨¦ a la clase especial o de apoyo. Esta era extraoficial ya que mi verdadero curso deb¨ªa ser el de sexto de primaria; sin embargo, con ellos hac¨ªa solo la educaci¨®n f¨ªsica.
Me result¨® muy raro estar en la clase especial con mi hermana, que es tres a?os menor, y con otros ni?os de edades muy diferentes. Esta diversidad se deb¨ªa a que todos los que llegaban y no controlaban el idioma estaban ah¨ª. Algunos de ellos llevaban al menos un a?o en esa clase y mezclaban algunas asignaturas con los que deb¨ªan ser sus compa?eros seg¨²n la inscripci¨®n.
Deseaba que fuera al rev¨¦s, pasar m¨¢s tiempo en mi verdadera clase e ir solo a la clase de apoyo para dar lengua y literatura. De modo que hac¨ªa m¨¢s de lo que se nos ped¨ªa y me apunt¨¦ a muchas actividades extra escolares; todos los d¨ªas tenia que ir a algo: si no era karate, eran manualidades u otra cosa. A estas actividades a?ad¨ª la lectura, as¨ª que mi control sobre el idioma iba aumentando. A¨²n as¨ª tuve que destacar para que me dejaran unirme a los de sexto.
Sent¨ª mucha satisfacci¨®n al alcanzar mi objetivo. Pensaba que no me sentir¨ªa fuera de lugar al ser mis nuevos compa?eros m¨¢s o menos de la misma edad, pero signific¨® una nueva forma de adaptarme al entorno que me rodeaba. Tuve suerte porque gan¨¦ la confianza de los profesores, aunque mis compa?eros son otro cuento. En el recreo me quedaba con los que eran de la clase de apoyo. Ellos entend¨ªan mejor el sentimiento de encajar en un sitio, pero a la vez sentir que eras un intruso.
Era extra?o: si alguien me hubiera dicho que tendr¨ªa amigos de otras nacionalidades me habr¨ªa sonado raro porque nunca antes hab¨ªa tenido contacto con personas que no fueran rumanas. Al llegar a Espa?a cre¨ªa que tendr¨ªa a espa?oles como amigos. No muy lejos de la realidad, un chico espa?ol s¨ª era mi amigo. Tambi¨¦n conoc¨ª a una chica de Marruecos, a una amiga de mi hermana que era de Polonia y a otras personas fascinantes.
Mi percepci¨®n del mundo cambi¨®. Las cosas y los hechos no los pod¨ªa volver a dividir en dos bloques: lo Bueno y lo Malo. Entend¨ª y descubr¨ª que el c¨®mo me ven y el c¨®mo veo a los que pasan por mi vida no se clasifican con facilidad y que tampoco es sencilla la relaci¨®n que se crea. Comprend¨ª que los hechos y los sentimientos no son solo blancos o negros, que entre estos dos hay miles de matices y de diferencias. Existe una escala tan grande que te sientes confuso, no sabes si te aceptan como eres o te rechazan por ser de otro pa¨ªs y que les sorprenda que tu fisionom¨ªa no se parezca al estereotipo que se tiene sobre el lugar en el que naciste.
Ese primer d¨ªa de clase parec¨ªa igual que otros primeros d¨ªas de clase. Pero fue mucho m¨¢s: fue tambi¨¦n el primer d¨ªa hacia la realidad y el comienzo de aprender a convivir y a disfrutar de otras culturas.
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