Un h¨¦roe ruso en Nueva York
Gari Kasp¨¢rov libr¨® una particular batalla en Nueva York en 1997: la del hombre contra la m¨¢quina; las neuronas contra el silicio
Ocurr¨ªa ante m¨ª y no pod¨ªa creerlo. Una multitud de neoyorquinos aclamaba en 1997 al jugador con bandera rusa frente a otro con la estadounidense en un pa¨ªs de patriotismo muy marcado. Era Gari Kasp¨¢rov, sentado frente al operador de la computadora Deep Blue, de IBM. El p¨²blico presente, como millones de personas en todo el mundo, deseaba el triunfo del hombre contra la m¨¢quina, olvidando que los creadores de Deep Blue tambi¨¦n son humanos brillantes.
El miedo universal a que el silicio derrotase a las neuronas se reflej¨® en grandes fotos de Kasp¨¢rov por las calles de Manhattan. Y en titulares de portada (The New York Times, USA Today¡) del tipo ¡°?Ser¨¢ capaz este hombre de salvar al g¨¦nero humano?¡±. Kasp¨¢rov perdi¨® ese duelo por la m¨ªnima (3,5-2,5) porque no control¨® sus nervios y cometi¨® un burdo error en la ¨²ltima partida. Las acciones de IBM se dispararon en Wall Street. Y el ruso gan¨® una popularidad en EE UU que le iba a ser muy ¨²til m¨¢s tarde.
Ocho a?os despu¨¦s, Kasp¨¢rov anuncia su retirada de la alta competici¨®n ¨Ctras haber sido el n¨²mero uno 20 a?os seguidos¨C para centrarse en su furibunda oposici¨®n al presidente Vlad¨ªmir Putin. EL PA?S me env¨ªa a Mosc¨² para hacerle una entrevista sobre pol¨ªtica. Mi primera pregunta: ¡°?Ha le¨ªdo usted El Quijote?¡±. Cara de extra?eza. ¡°Por supuesto. ?Por qu¨¦ quiere saber eso?¡±. Le explico que ¨¦l me recuerda a Don Quijote: podr¨ªa vivir muy bien en cualquier pa¨ªs, ganando dinero sin meterse en l¨ªos (conferencias, exhibiciones, libros¡); pero prefiere jugarse la vida cada d¨ªa. Durante esas 72 horas que pas¨¦ con ¨¦l en Mosc¨², nos mov¨ªamos en un coche blindado, y tres turnos de guardaespaldas le proteg¨ªan en todo momento.
No soporto la perspectiva de que mis hijos crezcan bajo una dictadura disfrazada de democracia¡±
¡°?Ah!, ya le entiendo. Es que no soporto la perspectiva de que mis hijos crezcan bajo una dictadura disfrazada de democracia. Luchar para evitarlo es una obligaci¨®n moral¡±. Mientras le escuchaba, resonaban en mi cabeza unas palabras de su madre, Clara Shagenovna, que no olvidar¨¦ nunca. Me las dijo en la Navidad de 1985, mes y medio despu¨¦s de que su hijo fuera el campe¨®n del mundo m¨¢s joven de la historia (22 a?os): ¡°Ser siempre el mejor es muy duro. Vivir por el placer de vivir es algo que ni mi hijo ni yo comprendemos¡±.
Madre e hijo se sienten destinados a misiones que rozan lo imposible: popularizar el ajedrez en todo el mundo; evitar que la m¨¢quina pueda con el ser humano; convertir a Rusia en una democracia de primera. Para ellos, las detenciones y golpes de la polic¨ªa rusa; el dolor por el asesinato (el pasado 27 de febrero) de otro opositor, su amigo Bor¨ªs Nemtsov; la prohibici¨®n de entrevistar a Kasp¨¢rov en los medios rusos m¨¢s importantes; las cr¨ªticas furibundas, incluso desde dentro del ajedrez¡, son obst¨¢culos que forman parte de la gran misi¨®n.
El miedo a que lo matasen provoc¨® el exilio de Kasp¨¢rov en Nueva York hace unos a?os. Tiene una columna en The Wall Street Journal, es muy activo en la defensa de los derechos humanos, da conferencias para directivos, escribe libros de ajedrez y es una de las referencias cuando los periodistas quieren hablar de Rusia. A los 52 a?os exhibe una energ¨ªa de caballo purasangre, y es capaz de dormir una siesta de 15 minutos en cualquier sitio antes de visitar a un ministro o conceder una entrevista. Hace un a?o fracas¨® en su intento de ser presidente de la corrupta e ineficaz Federaci¨®n Internacional de Ajedrez (FIDE). Pero sus ¨²ltimas palabras cuando nos despedimos en Tromso (Noruega) tras las elecciones resumen su vida: ¡°?Seguiremos luchando!¡±.
elpaissemanal@elpais.es
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