Inventar el ma?ana, otra vez
Courr¨¨ges vuelve a primera l¨ªnea. Con nuevos propietarios y directores creativos, afronta el reto de sobrevivir a su propia leyenda: la de una marca visionaria que revolucion¨® el vestir
Pas¨® a mediados de los a?os sesenta. La carrera espacial coincidi¨® con la explosi¨®n del pr¨ºt-¨¤-porter. Dos incuantificables avances para la humanidad. Las mujeres hab¨ªan salido de la posguerra para despegar a otra galaxia. A sus propios reclamos (nuevas formas acorde con la liberaci¨®n de sus mentes y de sus cuerpos) se sum¨® la necesidad de imaginar un futuro lleno de ingenios y prosperidad. Ah¨ª estaban, como salidos de la NASA, Paco Rabanne, Rudi Gernreich, Pierre Cardin. Y en el centro de la plataforma de lanzamiento, Andr¨¦ Courr¨¨ges, expiloto militar, ingeniero civil, so?ador recalcitrante. Su legado de chicas extraviadas en la luna se posa en colecciones recientes de las firmas m¨¢s variopintas. Desde Louis Vuitton hasta Junya Watanabe, pasando por Jacquemus.
Solo era cuesti¨®n de tiempo que, en la escalada de recuperaciones de casas de moda hist¨®ricas ¨CCarven, Vionnet, Schiaparelli, Paul Poiret¨C, le llegase el turno a los nombres que definieron la era pop. Los encargados de revitalizar Courr¨¨ges son dos amigos de la infancia, Jacques Bungert y Fr¨¦d¨¦ric Torloting, dos ejecutivos de publicidad que abandonaron la presidencia de la filial francesa de Young & Rubicam para lanzar una marca junto al d¨²o de dise?adores Coperni, que acaban de fichar para la direcci¨®n creativa. Los actuales due?os de la firma pasaron no hace mucho por Madrid para promocionar el redise?ado Eau de Courr¨¨ges y sus fragancias hermanas, Rose de Courr¨¨ges y Blanc de Courr¨¨ges. ¡°Cuando lleg¨® la crisis, hubo una especie de p¨¢nico colectivo: se pensaba que las marcas iban a desaparecer. Nosotros publicamos en Madame Figaro un art¨ªculo donde apunt¨¢bamos que sobrevivir¨ªan las que supieran adaptar su imagen a estos nuevos tiempos¡±, explican.
¡°En la posguerra dominaba la austeridad, y nosotros pens¨¢bamos que las mujeres deb¨ªan empezar a ser felices¡±, dice Coqueline Courr¨¨ges
Dos d¨ªas despu¨¦s recibieron una llamada: ¡°Madame Courr¨¨ges quiere verlos¡±. A sus 76 a?os (ahora tiene 80), Coqueline manten¨ªa viva la tenue llama de la firma que hab¨ªa fundado junto a su marido, Andr¨¦, enfermo de Parkinson y hoy con 91. Apenas quedaba en pie la tienda insignia de la marca en Par¨ªs y algunas licencias en China. ¡°Ustedes, ?qu¨¦ quieren ser en la vida?¡±, les pregunt¨® Coqueline. La respuesta requer¨ªa tiempo. Tres horas despu¨¦s segu¨ªan charlando con un whisky en la mano. Un ritual que repitieron cada viernes durante meses y que a¨²n pervive. ¡°Hasta que un d¨ªa nos dijo: ¡®Ya s¨¦ a qui¨¦n quiero vender la marca: a vosotros¡¯. Pens¨¢bamos que andar¨ªa reuni¨¦ndose con millonarios chinos y cosas as¨ª. Pero nos dijo: ¡®Llev¨¢is toda la vida rodeados de creativos, y sab¨¦is que Courr¨¨ges es m¨¢s que una marca, es un estilo. Y eso requiere algo m¨¢s que dinero para venderse¡¡±.
La est¨¦tica Courr¨¨ges se define por tops de vinilo, minivestidos, botas gog¨®, ?pantalones! Hoy lo tenemos tan asumido que cuesta pensar que aquello fuera una revoluci¨®n. As¨ª lo explica la propia Coqueline: ¡°Hemos de ponernos en contexto. ?Qu¨¦ necesitaban las mujeres? Est¨¢bamos en plena posguerra. Lo pr¨¢ctico dominaba sobre la elegancia y la austeridad sobre la ostentaci¨®n. Andr¨¦ y yo empezamos a crear pensando en lo cotidiano con un horizonte: que las mujeres empezaran a ser felices¡±. As¨ª Courr¨¨ges se convirti¨®, seg¨²n apunt¨® la revista Elle, en ¡°el dise?ador m¨¢s copiado del mundo¡±. Incluso encendi¨® la llama del fuego promocional por su rencilla medi¨¢tica con Mary Quant: ¡°Yo invent¨¦ la minifalda, Quant solo comercializa la idea¡±. Su esposa reflexiona sobre ello: ¡°La ¨²nica respuesta que hay ante algo as¨ª es fabricar el producto que funciona; este es el que prevalecer¨¢ sobre el resto, que desaparecer¨¢¡±.
Andr¨¦ y Coqueline se enamoraron cuando ambos trabajaban en el taller de Balenciaga. ¡°?l era el artista y yo le ayudaba. Y, aunque ser costurera era un suplicio para mi espalda, me encargaba del taller y, mientras, ¨¦l dibujaba. En Courr¨¨ges la tela era el patr¨®n. Eso nos llev¨® a buscar materiales fuertes¡±.
Como proclam¨® Warhol, un incondicional: ¡°Las prendas de Courr¨¨ges son preciosas, todo el mundo deber¨ªa ir con esas pintas, vestido de plata. La plata pega con todo. Deber¨ªa llevarse de d¨ªa y con mucho maquillaje¡±. Tres a?os despu¨¦s de que fundaran su marca, la colecci¨®n Moon girl (1964) propuls¨® su moda al espacio exterior.
¡°Los astronautas nos aportaban algo nuevo; la funcionalidad¡±, recuerda Coqueline. Gracias a esa obsesi¨®n, ¡°nos convertimos en aprendices constantes. Le¨ªamos mucho, viaj¨¢bamos, ¨ªbamos a exposiciones, nos junt¨¢bamos con gente interesante. Nos gustaban ¨Cy nos gustan¨C Mir¨®, Calder, Kandinsky, Klee, la Bauhaus¡±. El propio Courr¨¨ges se gan¨® el apelativo de ¡°Le Corbusier de la moda¡±.
Tal y como apuntaban quienes toman hoy su testigo en la marca, Bungert y Torloting, ¡°¨¦l era cient¨ªfico, muy riguroso, pero a la vez bastante m¨ªstico. Ella, autodidacta, muy adelantada a su tiempo y apasionada por lo racional. Encontraron un buen equilibrio¡±. El sue?o se traduc¨ªa en ¡°la b¨²squeda de un mundo mejor¡±.
elpaissemanal@elpais.es
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