La Tierra invade Marte
El planeta rojo se resiste a desvelar sus enigmas y los humanos nos empe?amos en descifrarlos Si todo sale bien, la sofisticada nave de la NASA ¡®Curiosity¡¯ se posar¨¢ ma?ana en su superficie para explorar si ha albergado vida
Durante m¨¢s de veinte minutos, cient¨ªficos e ingenieros de la NASA contendr¨¢n ma?ana el aliento mientras la nave m¨¢s sofisticada jam¨¢s enviada a Marte, bautizada como Curiosity, intentar¨¢ posarse en el planeta rojo. Ocurrir¨¢ hacia las siete y media de la ma?ana, hora espa?ola, si todo sale como est¨¢ previsto.
La nave, un platillo volante de casi una tonelada, entrar¨¢ en contacto con la alta atm¨®sfera marciana como un b¨®lido a 5.800 metros por segundo, brillando como un demonio enfurecido al rojo vivo. Unos cuantos cohetes se encender¨¢n para frenar un poco la ca¨ªda. Luego, el artefacto desplegar¨¢ un enorme paraca¨ªdas supers¨®nico y mientras cae se deshar¨¢ de su parte inferior, la loseta de protecci¨®n t¨¦rmica. En ese momento, el artefacto encender¨¢ un radar que explorar¨¢ el suelo, realizando los ajustes necesarios en su cerebro electr¨®nico en un tiempo cronometrado al mil¨ªmetro. El paraca¨ªdas frenar¨¢ su descenso, pero no del todo. Una vez desprendido, la nave seguir¨¢ su bajada a m¨¢s de 300 kil¨®metros por hora. Los retrocohetes tratar¨¢n de evitar el desastre. A solo veinte metros del suelo, la nave soltar¨¢ un robot con ruedas, al que permanecer¨¢ unido mediante cables. Como una ara?a met¨¢lica que sujeta su delicada presa con hilos de seda, el artefacto dejar¨¢ que las ruedas del rover toquen con suavidad el suelo, y luego se alejar¨¢.
¡®Curiosity¡¯ es el equivalente a mandar all¨ª un ge¨®logo humano, solo que armado con un instrumental formidable
Este descenso durar¨¢ siete minutos cr¨ªticos, que los expertos han calificado como de puro terror. Tendr¨¢n que esperar otros catorce para saber si ha tenido ¨¦xito. El re??tardo en las comunicaciones con Marte a?ade a¨²n m¨¢s suspense. ¡°Es el mayor desaf¨ªo al que nos hemos enfrentado. Jam¨¢s lo hab¨ªamos intentado en Marte¡±, indic¨® el ingeniero Miguel San Mart¨ªn en un v¨ªdeo del Laboratorio de Propulsi¨®n a Chorro de Pasadena (JPL en ingl¨¦s). Durante esa angustiosa ca¨ªda se encender¨¢n decenas de artefactos pirot¨¦cnicos. Un solo fallo, y el rover se habr¨¢ hecho pedazos contra el suelo. Es comprensible el nerviosismo que atenazar¨¢ ma?ana la garganta de m¨¢s de uno. Cualquier contratiempo en esta fase tan delicada puede desparramar sobre el barro marciano m¨¢s de 2.500 millones de d¨®lares de sofisticada tecnolog¨ªa, haci¨¦ndola pur¨¦. Pero si todo sale bien, la NASA habr¨¢ colocado con ¨¦xito un robot de seis ruedas, del tama?o de un utilitario, en el fondo de un cr¨¢ter de seis kil¨®metros de tama?o. Cuando sus c¨¢maras se activen, recoger¨¢n en sus retinas electr¨®nicas un mundo fr¨ªo y seco. Y empezar¨¢ la aventura.
?Qu¨¦ es exactamente Marte? Piense en un planeta seco hasta los huesos, un poco m¨¢s de la mitad de tama?o que la Tierra. Un mundo m¨¢s peque?o, pero grandioso. All¨ª hace un fr¨ªo mortal. Temperaturas de hasta noventa grados bajo cero se conjugan con una atm¨®sfera enrarecida, sin ox¨ªgeno y, por supuesto, sin agua l¨ªquida. Marte es como un desierto, helado hasta el tu¨¦tano. Pero al mismo tiempo, el paisaje que se abre ante sus ojos es sencillamente inigualable. En su parte m¨¢s occidental, las tierras ocres rinden homenaje a los volcanes, y el Olimpo, el mayor de todo el Sistema Solar, est¨¢ rodeado por nubes de part¨ªculas de hielo y eleva sus paredes de lava hasta la estratosfera, a m¨¢s de 22 kil¨®metros de altura, gracias al milagro de la baja gravedad de Marte. Tiene que ser un espect¨¢culo contemplar c¨®mo esos inmensos farallones de lava de millones de a?os reflejan la luz de un sol empeque?ecido.
El Laberinto de la Noche (Noctis Laby?rinthus) es un enjambre de valles secos colmados por centenares de hondonadas y barrancos colosales, en cuyo fondo se proyectan sombras sobre las que se distinguen brumosos jirones de di¨®xido de carbono helado a m¨¢s de cien grados bajo cero. Forma parte del Valles Marineris, un gigan?tesco ca?¨®n que recorre miles de kil¨®metros como una herida abierta, con gargantas de hasta siete kil¨®metros de profundidad. En comparaci¨®n, el Ca?¨®n del Colorado es un aut¨¦ntico enano.
Marte es extra?o tambi¨¦n si se echa un vistazo a su mapa global. Lejos han quedado los tiempos en los que el astr¨®nomo italiano Giovani Schiaparelli crey¨® ver canales all¨ª, el fruto de una civilizaci¨®n inteligente. Lo cierto es que la mayor parte de su hemisferio sur est¨¢ agujereado por cr¨¢teres de impactos colosales, hecho de una tierra rugosa y accidentada, de una forma que nos recuerda a la Luna. Sin embargo, en su hemisferio norte la superficie es lisa, tan extraordinaria que es muy f¨¢cil imaginarla como el lecho ahora seco de un oc¨¦ano. Los expertos especulan que hace quiz¨¢ muchos millones de a?os, el hemisferio norte de Marte estuvo sepultado bajo un mar de noventa metros de profundidad, lo que habr¨ªa borrado los impactos de los meteoritos. La Curiosity (bautizada tambi¨¦n como Mars Science Laboratory o MSL) aterrizar¨¢ precisamente en un lugar relativamente cercano a esa costa marina, el cr¨¢ter Gale, en la frontera entre las tierras lisas del norte y el rugoso sur.
¡°Hasta que no vayan seres humanos, tal vez sea dif¨ªcil determinar si existi¨® vida¡±
Es un sitio intrigante. Aunque en medio del cr¨¢ter se alza una monta?a de cinco kil¨®metros, el anillo que la rodea no es sino una depresi¨®n tan profunda que el agua ¡°debi¨® de haber formado aqu¨ª lagos¡±, en palabras de John Grotzinger, el cient¨ªfico principal de la misi¨®n, en una animaci¨®n realizada por la NASA. El lugar est¨¢ formado por capas de sedimentos presumiblemente depositados por el agua. Si los expertos tienen ¨¦xito, conducir¨¢n el rover mediante control remoto a trav¨¦s de un terreno de capas que, en palabras de Grot?zinger, ser¨ªan como los cap¨ªtulos de un libro desconocido sobre la geolog¨ªa marciana. ¡°Si comienzas por la parte baja de la monta?a, lo haces sobre los sedimentos m¨¢s antiguos, mientras que las capas que est¨¢n en la cima ser¨ªan los cap¨ªtulos m¨¢s j¨®venes¡±. El rover entrar¨¢ posteriormente en un ca?¨®n plagado de rocas que se formaron presumiblemente por la acci¨®n del agua y las someter¨¢ a su an¨¢lisis. Ser¨¢ una conducci¨®n lenta. El artefacto tardar¨¢ bastantes semanas, puede que meses, en llegar hasta aqu¨ª. La misi¨®n podr¨ªa durar dos a?os. Si hay suerte y conserva energ¨ªas suficientes, la Curiosity podr¨ªa explorar un terreno a¨²n m¨¢s rugoso y extra?o que se abre despu¨¦s de ese ca?¨®n.
Imag¨ªnelo como un laboratorio con ruedas: el equivalente a mandar all¨ª un ge¨®logo humano, solo que armado con un instrumental formidable. Este ge¨®logo muestra un aspecto mucho m¨¢s marciano: posee diecisiete ojos, dos cerebros y un cuello muy largo. Contemplar¨¢ el mundo desde una altura superior a los dos metros. Con su mirada l¨¢ser ser¨¢ capaz de vaporizar una min¨²scula muestra de roca a siete metros de distancia, determinar si se trata de una roca volc¨¢nica o sedimentaria, y analizar de qu¨¦ est¨¢ hecha. En sus tripas, el explorador llevar¨¢ una decena de instrumentos cient¨ªficos. Espectr¨®grafos para determinar los tipos de minerales, instrumentos de difracci¨®n de rayos X, aparatos para identificar residuos org¨¢nicos. Lleva una estaci¨®n ambiental dise?ada por cient¨ªficos espa?oles del Centro de Astrobiolog¨ªa del INTA para medir la temperatura del aire, suelo, presi¨®n y humedad, y radiaci¨®n ultravioleta. Extender¨¢ un brazo rob¨®tico hasta 1,7 metros, con una mano provista de un taladro, un cepillo, bandejas para muestras, y una c¨¢mara de alta resoluci¨®n para fotografiar lo que encuentre entre dos cent¨ªmetros y el infinito. Ciertamente, la Curiosity no habr¨ªa desentonado en un filme como La guerra de los mundos, de Byron Haskin, donde las portentosas naves marcianas se alzan en el aire para escupir rayos abrasadores sobre los humanos. En este caso, los invasores somos nosotros.
Un l¨¢ser vaporizar¨¢ una muestra de roca. es?una oportunidad excelente para encontrar materia org¨¢nica
A pesar de todas esas fabulosas capacidades, el artefacto no podr¨¢ decirnos si hay vida o no en Marte. Si tiene ¨¦xito, los cient¨ªficos podr¨¢n deshojar la geolog¨ªa con m¨¢s precisi¨®n y afirmar que el planeta tuvo las condiciones para albergar vida en el pasado (o quiz¨¢ no). Lo que no es poco. Desde los a?os cincuenta, el cine de ciencia ficci¨®n nos ha regalado invasiones de alien¨ªgenas hostiles, pero en los ¨²ltimos 35 a?os les hemos devuelto la jugada. De acuerdo con la Sociedad Planetaria, Marte es el mundo m¨¢s invadido por los seres humanos despu¨¦s de la Luna. Pero no es un mundo amigable. La mitad de los intentos para conquistarlo ¨Cunos cuarenta¨C han fracasado. Si ma?ana la Curiosity tiene ¨¦xito, se unir¨¢ a un grupo selecto aunque reducido de sondas robot que est¨¢n escudri?ando este extra?o mundo.
La lista es corta, pero fascinante. La Mars Reconnaisance Orbiter de la NASA se encuentra en ¨®rbita desde 2006, fotografiando el planeta con sus c¨¢maras y espectr¨®metros; el rover Opportunity, que aterriz¨® en 2004, se encuentra ahora explorando un cr¨¢ter de 22 kil¨®metros (su hermano gemelo, Spirit, se qued¨® atascado en el fango y agot¨® sus bater¨ªas hace poco m¨¢s de dos a?os, se le da por muerto); la Mars Express, de la Agencia Espacial Europea, lleg¨® en 2003 y est¨¢ proporcionando las visiones m¨¢s fabulosas del paisaje marciano en tres dimensiones, pero el robot que transportaba, el Beagle 2, se estrell¨® en su intento de amartizaje; la Mars Oddisey, de la NASA, lleg¨® en 2001, un mes despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre. Ha detectado dep¨®sitos masivos de agua helada bajo los polos marcianos.
Marte tambi¨¦n est¨¢ lleno de cad¨¢veres met¨¢licos y tiene una historia de fracasos sonados. Rusia ha lanzado hacia all¨ª un total de 17 sondas, pero ninguna ha tenido ¨¦xito. No ha podido superar una especie de maldici¨®n (en contraste con la fiabilidad de sus cohetes rusos para transportar personas). El fiasco m¨¢s reciente fue el Phobos-Soil, que se lanz¨® el pasado enero, pero que no pudo colocarse en la ¨®rbita adecuada y cay¨® al oc¨¦ano Pac¨ªfico (llevaba en su interior una sonda china, la Yinghuo-1). Estados Unidos tiene el monopolio de victorias, y algunas derrotas especialmente dolorosas. La Mars Polar Lander, que deb¨ªa dejar dos sondas, se perdi¨® poco despu¨¦s de llegar a Marte en Navidades de 1999 por un fallo de software; el Mars Climate Orbiter tuvo el mismo destino en septiembre de 1999 por un error de la NASA al enviar datos a la nave en el sistema anglosaj¨®n, ?cuando esta los calculaba en el sistema decimal!; el Mars Observer desapareci¨® tres d¨ªas antes de llegar a Marte en 1993¡ Por su parte, la sonda japonesa Nozomi no lleg¨® m¨¢s que a aproximarse a 1.000 kil¨®metros de Marte y ahora est¨¢ orbitando el Sol como chatarra espacial. Europa ha logrado un ¨¦xito important¨ªsimo con la Mars Express. ¡°Sigue su camino, y cumplir¨¢ diez a?os el a?o que viene, sus instrumentos a¨²n funcionan, es algo que nunca imaginamos¡±, dice el espa?ol Agust¨ªn Chicarro, cient¨ªfico principal de Marte de la Agencia Espacial Europea.
Lo m¨¢s extraordinario de todo no es el n¨²mero de fracasos ¨Cla exploraci¨®n espacial es un asunto dif¨ªcil¨C, sino el hecho de que de todas las misiones que han alcanzado el planeta solamente dos fueron pensadas para detectar directamente vida en el rojizo y helado suelo marciano. Las naves gemelas Viking 1 y 2 llegaron all¨ª hace ahora 36 veranos, en 1976. Fueron las primeras en posarse sobre el planeta rojo. Gilbert Levin, el cient¨ªfico responsable de uno de los experimentos ¨Cbautizado como el experimento de liberaci¨®n marcada o LR?¨C, no duda ahora de su ¨¦xito. ¡°Encontraron vida¡±, afirma Levin al otro lado del tel¨¦fono a El Pa¨ªs Semanal. El mundo cient¨ªfico entonces no lo crey¨® as¨ª. Pero existe una posibilidad de que la Curiosity, que no lleva ning¨²n experimento directo para hallar vida, le d¨¦ la raz¨®n.
Marte est¨¢ lleno de cad¨¢veres met¨¢licos y tiene una historia de fracasos sonados
Las Viking aterrizaron en dos puntos separados m¨¢s de 6.400 kil¨®metros. Tomaron muestras del suelo marciano y depositaron sobre ellas una soluci¨®n de nutrientes marcados con carbono-14, un is¨®topo radiactivo. De existir microorganismos, estos metabolizar¨ªan la comida, exhalando di¨®xido de carbono radiactivo como consecuencia de su digesti¨®n. Los instrumentos detectaron la presencia de este gas radiactivo en todos los casos. Para descartar que el fen¨®meno no se debiera a un proceso biol¨®gico, se calentaron muestras hasta 160 grados cent¨ªgrados, y se repiti¨® el proceso. El suelo no produc¨ªa gas, presumiblemente porque los microorganismos habr¨ªan muerto por el calor.
A pesar de estos resultados, la NASA descart¨® la posibilidad de vida debido a que otros aparatos fueron incapaces de detectar materia org¨¢nica. El chasco fue monumental. ¡°Los resultados del experimento LR fueron rechazados¡±, cuenta Levin, quien acept¨® en principio la decisi¨®n de la NASA por prudencia. Hasta que en 1997, y tras numerosas investigaciones, cambi¨® de parecer. Por una parte, explica, el cromat¨®grafo de la clase que llevaba la Viking para encontrar materia org¨¢nica empez¨® a fallar en numerosas pruebas realizadas aqu¨ª, en la Tierra. A veces era incapaz de detectar restos org¨¢nicos en muestras de suelo repletas de bacterias. Sin embargo, eso no ha sucedido con el experimento LR, el cual ha pasado elegantemente todas las pruebas. ¡°Ning¨²n otro ha logrado duplicar los resultados positivos del LR, salvo con microorganismos vivos. Lo hemos ensayado miles de veces, antes de la misi¨®n de las Viking y despu¨¦s, y en ninguna ocasi¨®n obtuvimos un fallo positivo o negativo. Si los microorganismos estaban ah¨ª, el LR los encontr¨®¡±. Levin no lo duda. Su t¨¦cnica funciona tanto en Marte como en nuestro planeta. De haberse realizado en 1976 en la Tierra, ¡°nadie nos habr¨ªa disputado el hecho de que habr¨ªamos encontrado vida¡±.
Desde entonces, este experto, que trabaja en el Centro Beyond de la Universidad de Arizona junto con destacadas figuras cient¨ªficas, como Paul Davies o Lawrence Krauss, est¨¢ convencido de que si la Curiosity no se estrella ma?ana ¨Cle da un 50% de posibilidades de ¨¦xito¨C, el rover apoyar¨¢ sus conclusiones. ¡°Lleva un sistema mucho m¨¢s sensible para rastrear materia org¨¢nica. Tiene un l¨¢ser que vaporizar¨¢ una muestra de roca, y otros l¨¢seres realizar¨¢n an¨¢lisis espectrogr¨¢ficos. Ellos [en referencia a los responsables de la misi¨®n] tienen una oportunidad excelente para encontrar materia org¨¢nica. Estoy seguro de que la detectar¨¢n en cantidades suficientes como para justificar los microorganismos que nosotros encontramos en 1976¡±.
A Levin no le importa sentirse casi como un hereje, en contra del consenso cient¨ªfico. Eso le carga de pol¨¦mica. ¡°La tect¨®nica de placas tard¨® m¨¢s de cuarenta a?os en admitirse¡±, dice. Su elegante experimento de nutrientes marcados dio entonces mucho que hablar, pero la atenci¨®n del mundo se desvi¨® hacia otros aspectos m¨¢s mundanos al certificar la ciencia que Marte era oficialmente un planeta bald¨ªo. Por entonces, los cient¨ªficos interesados en estudiar la vida en otros planetas ¨Clos exobi¨®logos en suma¨C no eran legi¨®n. Fueron apartados de golpe. Sin embargo, esta historia ha cambiado gradualmente. El descubrimiento de que muchos microorganismos son capaces de soportar ambientes terribles ¨Chay bacterias capaces de vivir en el interior de los reactores nucleares, resistiendo dosis letales de radiaci¨®n, o bajo el hielo ant¨¢rtico¨C ha convencido a la NASA de que Marte tiene un pasado ¨Cy quiz¨¢ un futuro¨C para la vida. Es un mundo muy rico en hierro, aunque en estado de chatarra. Y el hierro, seg¨²n han puesto de manifiesto las investigaciones del cient¨ªfico espa?ol Ricardo Amils y su equipo en Minas de Riotinto (Huelva), es tambi¨¦n una fuente de energ¨ªa para determinados microorganismos capaces de vivir en ambientes totalmente desprovistos de ox¨ªgeno. La exobiolog¨ªa se llama ahora astrobiolog¨ªa. ¡°Marte es el planeta m¨¢s fascinante de nuestro Sistema Solar, aparte de la Tierra, precisamente porque tiene las mejores probabilidades de haber albergado vida en el pasado¡±, recalca en un correo electr¨®nico el excelente planet¨®logo James Kasting, de la Universidad de Pensilvania en Estados Unidos. ¡°Esa es la raz¨®n del inter¨¦s de la NASA¡±.
Cualquier contratiempo har¨¢ pur¨¦ 2.500 millones sobre el barro marciano
La mayor¨ªa de los expertos creen que la vida en la superficie marciana es muy improbable. El planeta est¨¢ oxidado, ba?ado por dosis letales de rayos ultravioleta, no hay agua l¨ªquida precisamente por lo enrarecido que est¨¢ el aire marciano (la presi¨®n atmosf¨¦rica all¨ª es cien veces inferior a la de la Tierra). Argumentan que es preciso excavar quiz¨¢ decenas de metros en el suelo marciano para tener alguna posibilidad razonable de encontrar vestigios f¨®siles, y quiz¨¢ ¨Csolo quiz¨¢¨C alguna forma viva. Pero esa tecnolog¨ªa queda lejos. Marte se nos escapa. Disponemos de sensores capaces de detectar mol¨¦culas y un asombroso poder de computaci¨®n, pero la presumible vida marciana se escurre entre los dedos. La evoluci¨®n tecnol¨®gica acontecida en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas no nos ha permitido responder a los interrogantes que dejaron las Viking. ?Por qu¨¦ no repetir los experimentos de detecci¨®n directa usando una tecnolog¨ªa mucho m¨¢s sofisticada? ?Por qu¨¦ no ir al grano?
¡°Es la pregunta clave¡±, responde Levin. Y suelta la bomba. ¡°Se la he formulado a los oficiales de la NASA muchas veces. Y la ¨²nica respuesta que me han dado fue: ¡°Nos quemamos los dedos con las Viking, ya que tus experimentos nos proporcionaron una respuesta ambigua. Y nos tememos que si vamos con otro experimento de detecci¨®n de vida, podr¨ªamos obtener otra respuesta ambigua, y eso ocasionar¨ªa un gran da?o a nuestro programa¡±. Para Levin, la actitud de la agencia espacial es contraria a la ciencia. Es mucho m¨¢s pol¨ªtica que cient¨ªfica. Es como si la NASA no quisiera pillarse los dedos otra vez, escarmentada con el patinazo del famoso meteorito marciano ALH84001, presentado por el presidente Clinton como una evidencia de vida alien¨ªgena que no fue ratificada despu¨¦s. Las Viking, insis??te Levin, dejaron un cap¨ªtulo abierto a se??guir.¡°Tienes que duplicar los experimentos para expandir la base del conocimiento. Pero ellos nunca lo han hecho¡±.
La NASA espera traer alg¨²n d¨ªa muestras de roca y suelo marciano a la Tierra para zanjar la cuesti¨®n, pero Levin se muestra muy cr¨ªtico; como un aut¨¦ntico outsider, al que le dan la raz¨®n al menos un pu?ado de astrobi¨®logos, afirma: ¡°Si hay microorganismos marcianos, ser¨ªa muy imprudente traerlos aqu¨ª. No sabemos si ser¨¢n peligrosos. Demostramos que si encerr¨¢bamos suelo marciano en una caja durante dos meses, su actividad se esfumaba. Traer una muestra a la Tierra requiere al menos nueve meses de viaje. No sabemos qu¨¦ temperatura o pH tendr¨ªamos que mantener. Lo m¨¢s probable es que los microorganismos llegasen ya muertos, por lo que no sabr¨ªamos si hay o no vida en Marte¡±.
A pesar de todo, la Curiosity podr¨ªa desvelar un misterio que no se encuentra en la superficie, sino sobre ella. En una novela policiaca, este enigma podr¨ªa llamarse el caso del metano misterioso. El gas ha sido detectado por la Mars Express. Los volcanes producen metano, pero en Marte todos est¨¢n apagados. ?De d¨®nde diablos procede este metano? Los c¨¢lculos sugieren que en Marte, el metano atmosf¨¦rico no podr¨ªa durar mucho: se oxidar¨ªa a los trescientos a?os. Las mediciones indican que la cantidad de este metano var¨ªa con las estaciones marcianas y con la latitud, as¨ª que debe de existir una fuente que est¨¢ reemplazando el metano que se pierde. En la Tierra, las bacterias producen grandes cantidades de este gas. James Kasting est¨¢ muy interesado en el problema. La Curiosity tiene un cromat¨®grafo de gases ¡°capaz de medir el metano a niveles muy bajos¡±, explica. ¡°Y eso podr¨ªa tener implicaciones en el caso de que Marte tuviera al??g¨²n?tipo de vida subterr¨¢nea¡±. Pero Kasting se muestra muy cauto al respecto. La posibilidad existe, pero tambi¨¦n es factible explicar la presencia de este gas sin acudir a la presencia de la vida.
Para Agust¨ªn Chicarro, la Curiosity no va a cerrar la cuesti¨®n de la vida en Marte. El misterio seguir¨¢, ya que hay posibilidades de que ¡°exista agua l¨ªquida bajo la superficie. Hasta que no vayan probablemente seres humanos all¨ª, tal vez sea dif¨ªcil determinar si la vida en Marte existi¨® o se refugi¨® en lugares concretos¡±. Lo cierto es que este mundo no ha perdido ni un ¨¢pice de magnetismo. Conserva intacta la capacidad de sorprendernos ocultando un poco m¨¢s sus secretos.
elpaissemanal@elpais.es
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.