Luminet: ¡°Me interesa la diferencia entre lo real y lo que percibimos¡±
Astrof¨ªsico del prestigioso Centro Nacional de Investigaci¨®n Cient¨ªfica franc¨¦s, Jean-Pierre Luminet se dio a conocer con sus pioneros trabajos sobre los agujeros negros del espacio Conf¨ªa en que se haga realidad su sue?o: que se descubran formas de vida en otros universos. Existe un asteroide bautizado con su nombre
5523 Luminet. As¨ª se llama el asteroide. Est¨¢ situado en alg¨²n lugar remoto entre Marte y J¨²piter. Y tiene unos 10 kil¨®metros de di¨¢metro. El nombre es cosa de dos compa?eros de Jean-Pierre Luminet en el Observatorio de Par¨ªs, profundos admiradores de sus trabajos te¨®ricos sobre el espacio. Ellos propusieron bautizar a ese objeto espacial descubierto en 1991 por el astr¨®nomo Henry E. Holt con tan ¡®luminoso¡¯ apellido. Ocurri¨® en 1998, a?o m¨¢gico para este astrof¨ªsico franc¨¦s de 64 a?os. Por entonces, tambi¨¦n naci¨® uno de sus cuatro hijos. Dice que ¨¦l debe de ser uno de los ¨²ltimos investigadores a los que hicieron semejante honor. Ahora se descubren asteroides a un ritmo infernal. Hay decenas de miles. Ya no se les pone nombre.
Se presenta en la recepci¨®n de un hotel del madrile?o Campo de las Naciones con cara de estar muy cansado. Ha dado una conferencia la noche anterior en el Institut Fran?ais de Madrid y hoy ha dedicado seis horas a hablar para un grupo de ejecutivos. Nada que no pueda remontar con un buen martini blanco.
Te¨®rico que en 1995 propuso su tesis del universo arrugado, y que en 2003 traz¨® la idea de un universo con forma de bal¨®n (o, mejor dicho, con la forma de un espacio dodeca¨¦drico de Poincar¨¦), es un hombre que ha publicado sesudos trabajos en revistas cient¨ªficas como Nature, pero que cuenta con dotes de divulgaci¨®n que han sido, de hecho, reconocidas por la Uni¨®n Europea con el premio al mejor comunicador cient¨ªfico en 2008. Poeta y escritor, autor de m¨¢s de una veintena de obras que incluyen libros divulgativos, ensayos, novelas y poemarios, se dio a conocer en 1979 por ser el primer cient¨ªfico que propon¨ªa una imagen de los agujeros negros, esas regiones finitas del espacio con tal densidad de materia y energ¨ªa que su gravedad curva el espacio-tiempo.
Creo que todo empez¨® en aquellas noches en que usted sal¨ªa a observar los cielos estrellados de Cavaillon, la ciudad donde naci¨®, en la Provenza francesa¡ S¨ª, es en esa encantadora peque?a ciudad del sur de Francia, en el campo, donde empec¨¦ a mirar el cielo. Tuve una infancia bastante solitaria y contemplativa. Pero no tuve una vocaci¨®n de astr¨®nomo amateur; a m¨ª me interesaban muchas cosas, entre otras, los objetos que ve¨ªa en el cielo. El cielo provenzal, eso est¨¢ claro, es mucho m¨¢s bello que el de Par¨ªs.
A usted le intrigaban esos espacios oscuros que ve¨ªa entre las estrellas. Es verdad. Uno mira primero las estrellas, pero hay m¨¢s oscuridad que luces, as¨ª que uno se interroga sobre ello, son los misterios de lo invisible. Yo tal vez present¨ª intuitivamente que hab¨ªa m¨¢s cosas en lo oscuro que en lo que brillaba, pero no sab¨ªa que los desarrollos de la astrof¨ªsica y de la cosmolog¨ªa lo demostrar¨ªan m¨¢s tarde. Lo esencial del universo es invisible.
Jean-Pierre Luminet
Naci¨® el 3 de junio de 1951 en Cavaillon, en la Provenza francesa. Matem¨¢tico de formaci¨®n, el d¨ªa en que quiso entrar como investigador al prestigioso Centro Nacional de Investigaci¨®n Cient¨ªfica (CNRS), Brandon Carter, eminencia de la teor¨ªa de los agujeros negros que hab¨ªa trabajado con Stephen Hawking, le anim¨® a que desarrollara f¨®rmulas para dar con la primera representaci¨®n de un agujero negro del espacio. Y as¨ª lo hizo.
Cuando present¨® su trabajo, en 1979, los investigadores pensaron desde el primer momento que tras ese nombre, Luminet, se esconder¨ªa alg¨²n famoso investigador. Que un tal Luminet firmara un trabajo sobre el objeto no luminoso por excelencia, sonaba raro. Pero as¨ª es como empez¨® a labrarse un nombre en la comunidad cient¨ªfica.
No deja de ser curioso que finalmente acabara usted estudiando los agujeros negros del espacio. S¨ª, aquello desemboc¨® en una realizaci¨®n efectiva: mi inter¨¦s por los objetos m¨¢s negros que puede haber, los agujeros negros.
?Qu¨¦ fue lo que le atrajo hacia estos fen¨®menos? No es solo que fueran el objeto invisible por excelencia, y que, por tanto, intentar que se pudieran visualizar supusiera un desaf¨ªo intelectual. Todo empez¨® para m¨ª con la teor¨ªa de la relatividad de Einstein. Yo hice estudios de matem¨¢ticas, que se me daban bien y me dejaban tiempo para la m¨²sica, la pintura, la literatura¡ Pero mediados los setenta le¨ª un libro sobre la teor¨ªa de la relatividad general que no era excesivamente t¨¦cnico, y otro de cosmolog¨ªa. Mis bases eran matem¨¢ticas, pero descubr¨ª la magia de esa teor¨ªa. Me pareci¨® genial que se pudiera describir la gravitaci¨®n por las curvaturas del espacio-tiempo. Lo que me interesaba eran las distorsiones que producen ilusiones ¨®pticas; la diferencia entre lo que es real y lo que percibimos. Los agujeros negros planteaban la cuesti¨®n de c¨®mo representar un objeto que va a deformar el espacio-tiempo de una forma extrema, que va a crear espejismos, ilusiones ¨®pticas.
Por cierto se van a cumplir 100 a?os de la teor¨ªa de la relatividad. ?Qu¨¦ vigencia tiene hoy? Es un modelo que ha tenido un ¨¦xito enorme, gener¨® predicciones de Einstein y de otros f¨ªsicos que han sido en su mayor parte comprobadas. Como toda teor¨ªa f¨ªsica, no es definitiva y alberga algunos puntos negros. Uno no puede m¨¢s que sentirse seducido cuando se acerca por primera vez a ella, como ante una mujer muy bella. Es de una elegancia extraordinaria, en los conceptos y en la expresi¨®n matem¨¢tica. Las ecuaciones de Einstein contienen tantas cosas pertinentes sobre el universo que resultan fascinantes.
?Incluso po¨¦ticas? Absolutamente po¨¦ticas. De alg¨²n modo, la curvatura del espacio-tiempo lo es.
Dada su faceta de poeta, ?c¨®mo describir¨ªa la poes¨ªa que encierran los fen¨®menos del universo que usted estudia? Para muchos, las ciencias del universo y la astronom¨ªa son, en s¨ª mismas, po¨¦ticas. Pero, para m¨ª, la poes¨ªa es una forma de expresi¨®n que permite hablar de cosas sobre las que la ciencia no tiene nada que decir. La poes¨ªa que yo aprecio es la del alma, el cosmos interior. Los t¨ªtulos de algunos de mis poemarios pueden evocar cosas del cielo, pero no son m¨¢s que met¨¢foras. Si acaso, hago met¨¢foras del cosmos exterior y el cosmos interior.
Entre sus poemarios, hay uno muy reciente, de 2013, Un trou ¨¦norme dans le ciel (un enorme agujero en el cielo). Tal vez sea dif¨ªcil para usted hablar de este libro, pero¡ S¨ª, mi hija mayor muri¨® en unas condiciones terribles en 2011. Es algo que es imposible de superar, pero hay que seguir viviendo. Como tengo esta posibilidad que permite expresar lo que racionalmente no se puede decir, recurr¨ª a la poes¨ªa. Escrib¨ª ese libro, que es terrible, pero, desde luego, me resulta muy dif¨ªcil leerlo en una soir¨¦e [recital] po¨¦tica.
En 2012 public¨® usted Asteroides, la tierra en peligro. En el libro hablaba del peligro que representaba el asteroide Apofis [de 325 metros de di¨¢metro], que pod¨ªa colisionar con la Tierra, se dec¨ªa entonces, en 2036. En 2013, la NASA desech¨® esta posibilidad. ?En qu¨¦ ha quedado todo esto? Podr¨ªa ocurrir antes. Apofis ha sido un desencadenante, una toma de conciencia de que puede haber asteroides potencialmente peligrosos. Inicialmente las trayectorias indicaban un riesgo importante, primero para 2029 y luego para 2036. Medidas posteriores muestran que en 2029 pasar¨¢ a 32.000 kil¨®metros; no es lejos, pero bueno. Sirvi¨® para ver que, si no es Apofis, podr¨¢ ser otro y para convencer a agencias espaciales y Gobiernos de poner m¨¢s dinero en redes de vigilancia telesc¨®pica. Desde 2004 se han desarrollado enormemente, y ahora hay grupos que trabajan en escenarios de desviaci¨®n, por si ocurriera. Pero hoy sabemos que, muy probablemente, no parece que vaya a suceder en los pr¨®ximos decenios.
En caso de que ocurriera, ?c¨®mo se desviar¨ªa? La clave es detectar el asteroide con decenas de a?os de antelaci¨®n y poner en marcha t¨¦cnicas que est¨¢n siendo estudiadas. La que parece m¨¢s plausible es la del tractor gravitacional. Enviar¨ªamos una nave espacial a ponerse en torno al asteroide y el simple hecho de estar en ¨®rbita a su alrededor le apartar¨ªa poco a poco de su trayectoria.
Hawking se convirti¨® en una estrella internacional y se prest¨® al juego¡±
Volviendo a los agujeros negros, Stephen Hawking ha vuelto a agitar el debate este verano al decir en Estocolmo que no son tan negros como se cre¨ªa, proponiendo que lo que cae en uno de ellos no desaparece en sentido estricto. Un peque?o problema que hay con Stephen Hawking es que se ha convertido en un icono medi¨¢tico que excita enormemente a los periodistas. Los f¨ªsicos te¨®ricos, que admiran a Hawking por sus trabajos pasados, son un poco m¨¢s reservados y se quedan un tanto perplejos. Pero nadie quiere ser demasiado cr¨ªtico porque Stephen Hawking es, en cualquier caso, un hombre excepcional por lo que ha hecho en su vida; no solo por sus aportaciones intelectuales, sino tambi¨¦n por c¨®mo ha sobrevivido, es admirable. En los primeros a?os de su enfermedad fue un f¨ªsico extremadamente prol¨ªfico y activo; realiz¨® avances espectaculares, aunque solo fueran te¨®ricos. Todas las cosas que ha calculado y predicho no son observables y demostrables, y esa es una de las razones, por cierto, por las que no obtendr¨¢ el Premio Nobel de F¨ªsica. Todo el mundo dice que es el m¨¢s grande f¨ªsico hoy en d¨ªa. Bueno, pues no le dar¨¢n el Nobel. El Nobel es m¨¢s bien para la f¨ªsica experimental. Yo, al principio, admiraba mucho sus trabajos, ¨¦l se centraba en temas que me apasionaban, el proceso de evaporaci¨®n de los agujeros negros. De hecho, me empec¨¦ a formar como investigador en su laboratorio, en Cambridge, en 1976, en un momento en que ¨¦l era un absoluto desconocido para el gran p¨²blico.
?Tuvo mucha relaci¨®n con Hawking? Es dif¨ªcil tener mucha relaci¨®n por el problema del habla. Pero s¨ª, tuve trato con ¨¦l, le ve¨ªa, le he cogido en mis brazos para subirle a mi coche y llevarle a seminarios, he empujado su silla¡ Comunicarse con ¨¦l era un poco dif¨ªcil. M¨¢s tarde public¨® su famoso libro, se convirti¨® en una estrella internacional y se prest¨® al juego. Es normal, visto el estado en el que estaba: encontr¨® una forma de compensaci¨®n. Le gusta que le comparen con Newton, con Einstein, y cay¨® en el juego. Y, hoy, el juego medi¨¢tico marcha a fondo, basta con que emita lentamente dos o tres frases para decir que ha resuelto un problema para que los periodistas del mundo entero escriban 10.000 art¨ªculos, mientras, en paralelo, hay otros 15 f¨ªsicos te¨®ricos tan brillantes como ¨¦l que han publicado papers tan buenos o mejores y de los que la prensa nunca habla. Y eso es lo que ocurri¨® en Estocolmo. Hawking aborda un problema en el cual trabajan muchos f¨ªsicos desde hace 20 a?os, la paradoja de la informaci¨®n de los agujeros; hace una conferencia divulgativa para el gran p¨²blico, periodistas y algunos cient¨ªficos que por cortes¨ªa vienen a escucharle, porque ya no puede dar charlas t¨¦cnicas, y dice que ha resuelto el problema. Pero como luego no puede dar detalles, afirma que hay un art¨ªculo en preparaci¨®n. El trabajo m¨¢s t¨¦cnico lo hacen sus colaboradores, que, por supuesto, son m¨¢s reservados que ¨¦l y dicen que est¨¢n siguiendo una pista, pero que a¨²n no han resuelto nada y que queda mucho por hacer.
O sea que no le dar¨¢n el Nobel, dice usted. Hay algunas excepciones de te¨®ricos puros que lo han conseguido, pero lo obtuvieron porque sus teor¨ªas se confirmaron estando ellos vivos; no hay premios Nobel p¨®stumos. Lo que puede resultar un poco enervante, dado que hay todo un folclore en torno al Nobel como si fuera la consagraci¨®n absoluta en el mundo de la f¨ªsica, es comprobar c¨®mo muchos de los grandes f¨ªsicos del siglo XX no se llevaron el premio por ser te¨®ricos tan adelantados a su tiempo que las verificaciones de sus teor¨ªas no se produjeron estando ellos vivos. Fue el caso de Georges Lema?tre, el inventor del Big Bang. As¨ª que Hawking no obtendr¨¢ el Nobel porque estando vivo no se habr¨¢ comprobado la evaporaci¨®n de los agujeros negros.
Le¨ª que su sue?o cient¨ªfico es poder asistir al descubrimiento de otras formas de vida en otros universos. S¨ª, as¨ª es. La exploraci¨®n en Marte ya nos podr¨ªa dar en algunos meses o a?os la prueba de que se han encontrado bacterias f¨®siles en Marte. Si se encuentran all¨ª, hay miles de millones de planetas en el universo que se van a parecer a Marte o a la Tierra. Estoy convencido de que hay vida, estoy impaciente por que se demuestre. No por m¨ª, por el resto de la humanidad. Ser¨ªa un shock saludable. No todo cambiar¨¢ de la noche a la ma?ana, habr¨¢ gente que lo cuestionar¨¢, como duda de que el hombre haya llegado a la Luna. Pero servir¨¢ para que dejemos de pensar que estamos en el centro de lo que sea, que estamos en la cima de la evoluci¨®n, que somos un pueblo elegido por un Dios; somos una especie viva en medio de millones de otras. Ocurrir¨ªa como con las repercusiones de la revoluci¨®n copernicana. No olvidemos que a¨²n hay entre un 30% y un 40% de la poblaci¨®n que cree que la Tierra est¨¢ inm¨®vil en el centro del cosmos y que el Sol gira a su alrededor. ?Queda mucho trabajo por delante!
?La posibilidad de formas de vida en alguno de los millones de planetas que hay podr¨ªa incluir alguna existencia similar o m¨¢s avanzada que la nuestra? Los desarrollos de la biolog¨ªa te¨®rica y de la gen¨¦tica molecular demuestran que, incluso con las mismas bases f¨ªsicas y qu¨ªmicas, es extremadamente improbable que las formas de vida extraterrestres se parezcan al ser humano. Esas representaciones que tenemos en la ciencia-ficci¨®n, tipo Encuentros en la tercera fase, con alien¨ªgenas antropomorfos con grandes cabezas como si fueran m¨¢s inteligentes y por tanto tuvieran un cerebro m¨¢s grande, con un cuerpo estupendo porque hacen m¨¢s deporte, son muy naif. Probablemente tampoco sean pulpos. Esas formas de vida, en un 95%, ser¨¢n bacterias; la masa viva en la Tierra son sobre todo bacterias. Lo que s¨ª ser¨ªa deseable es que di¨¦ramos con existencias m¨¢s avanzadas en vez de m¨¢s primitivas. La adaptaci¨®n de las especies al entorno las vuelve cada vez m¨¢s eficientes, de modo que podemos imaginar formas de vida en el universo m¨¢s adelantadas que la nuestra. Bastar¨ªa con que un planeta con condiciones favorables a la eclosi¨®n de la vida se haya formado con algunas centenas de millones de a?os antes que la Tierra, y es el caso de muchos, para encontrar civilizaciones mucho m¨¢s desarrolladas.
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