La batalla de los rapanuis
Los habitantes de la isla de Pascua han levantado la voz contra la pesca ilegal Piden que se declare una reserva marina, que ser¨ªa una de las m¨¢s grandes del planeta
La jornada no ha estado mal. Es mediod¨ªa en el peque?o muelle de la caleta de Hanga Roa, la capital de la isla de Pascua. Io Pakarati lleva puesto el mono impermeable amarillo mientras descarga de su bote tres hermosos atunes. Ah¨ª mismo, en el embarcadero, coge un cuchillo y los ronquea. Io, que est¨¢ en la treintena y vive del mar desde que sali¨® por primera vez a pescar con su padre a los seis a?os, hace balance: ¡°Hemos pasado siete horas y volvemos con tres kahi¡±.
Dejamos de ver el at¨²n durante nueve a?os. Nos quitan la comida para nuestras familias
Esos tres atunes le han solucionado el d¨ªa. Para capturarlos ha utilizado el arte tradicional en la isla: atar a un sedal de 80 metros una piedra con el cebo y el anzuelo y tirarla al mar. Todo lo que sacan las alrededor de 150 embarcaciones con licencia de la isla se destina al consumo local. Probablemente, los tres atunes de Io acaben en el est¨®mago de alguno de los alrededor de 80.000 turistas que llegan al a?o a este rec¨®ndito lugar del Pac¨ªfico, que pertenece a Chile pero geogr¨¢ficamente est¨¢ en la Polinesia. En la isla, donde a los visitantes se les recibe con un collar de flores y se les despide con otro de conchas y peque?as caracolas, hay censadas 5.600 personas, de las que 2.600 pertenecen al pueblo ind¨ªgena rapanui.
En la escena de pesca tradicional y de bajura del embarcadero de Hanga Roa algo no cuadra. A los pies de Io hay un caj¨®n de pl¨¢stico verde, que utiliza para los aparejos. Una inscripci¨®n en ingl¨¦s en un lateral indica que pertenece a un barco factor¨ªa de Nueva Zelanda. ¡°Lo encontr¨¦ en el mar¡±, dice Io sin soltar el cuchillo. Este caj¨®n y las redes y boyas que llegan hasta las calas son el rastro de una lacra: la pesca ilegal desde enormes buques en las aguas de Rapa Nui. ¡°Cuando salimos por la noche, vemos a lo lejos las luces de los pesqueros¡±, explica Io. Esos barcos se adentran sin permiso en las aguas de la isla y esquilman sus recursos.
Aqu¨ª las amenazas llegan por el mar. Por mar llegaron en sucesivas incursiones durante el siglo XIX los esclavistas. Diezmaron la poblaci¨®n hasta el punto de que en 1877 solo quedaban 110 rapanuis.
De hambrunas habla insistentemente Alberto Hotus, presidente del Consejo de Ancianos, donde est¨¢n representados los 36 clanes hist¨®ricos de Rapa Nui. Su casa de chapa, cuenta, es de las m¨¢s antiguas de la isla. Data de los a?os cincuenta del siglo pasado. Hotus repasa sus 86 a?os de vida, que es lo mismo que recorrer los 86 ¨²ltimos a?os de su pueblo. Naci¨® cuando la inmensa mayor¨ªa de Rapa Nui era propiedad de la Compa?¨ªa de Explotaci¨®n de Isla de Pascua, que mantuvo recluidos a los ind¨ªgenas en el n¨²cleo de Hanga Roa. De aquella ¨¦poca se mantiene la estructura urbana de la isla, donde la poblaci¨®n vive concentrada en Hanga Roa, una peque?a ciudad de casas bajas que en las ¨²ltimas d¨¦cadas ha visto surgir decenas de hoteles ¨Ctambi¨¦n de una planta¨C para acoger a los turistas.
La isla de Pascua es un planeta a escala. Representa lo que le puede pasar al mundo
Hotus vivi¨® la Segunda Guerra Mundial y recuerda cuando los americanos utilizaron Rapa Nui como punto de observaci¨®n. Pas¨® por el Ej¨¦rcito chileno y trabaj¨® como enfermero en el ya desaparecido leprosario de la isla. Tambi¨¦n estuvo nueve meses encarcelado por la dictadura de Pinochet por una protesta. A Hotus no se le olvida el hambre que durante d¨¦cadas azot¨® a su pueblo. ¡°Hay que cuidar el oc¨¦ano, porque el mar es la despensa del mundo¡±, opina al pie de uno de los ¨¢rboles de su jard¨ªn que ofrece jugosos n¨ªsperos.
Hotus se entiende con los suyos en rapanui. Este idioma polin¨¦sico, cargado de kas, tes y pes, suena rudo cuando lo hablan. Pero cuando lo cantan cualquier noche en alg¨²n bar de la isla suena tan mel¨®dico que parece que se cre¨® solo para la m¨²sica. Hotus, al igual que muchos de sus vecinos, se ha embarcado ahora en una batalla por defender su mar.
Rapa Nui o isla de Pascua es conocida en el mundo entero por los mo¨¢is, cerca de 900 enormes estatuas de piedra que representan a los ancestros de este pueblo ind¨ªgena, que se estima que lleg¨® desde la Polinesia en el siglo IV. La mayor¨ªa est¨¢n orientados hacia tierra. Pero al potente sector pesquero internacional lo que realmente le interesa es lo que hay a las espaldas de los mo¨¢is, el mar.
¡°Esto es un oasis en el desierto marino¡±. As¨ª define su tierra Sebasti¨¢n Yancovic Pakarati, un isle?o que realiza seguimientos de aves y peces. Rapa Nui parece estar en mitad de la nada, pero en verdad se trata de la cima de una cordillera submarina de 3.000 metros de largo. A la isla de Pascua se acercan en sus rutas migratorias grandes cet¨¢ceos, como las ballenas jorobadas, y especies de inter¨¦s comercial, como el pez espada y el at¨²n, que tambi¨¦n se reproducen aqu¨ª. La mala situaci¨®n de otros caladeros ¨Cla FAO estima que el 90,1% de las poblaciones de peces del planeta est¨¢n en situaci¨®n de sobreexplotaci¨®n o plenamente explotadas¨C ha hecho que las grandes compa?¨ªas internacionales miren hacia aqu¨ª.
¡°No tenemos suficientes recursos para controlar la pesca ilegal¡±, reconoce Heraldo Mu?oz, ministro de Asuntos Exteriores de Chile. ¡°Los buques se sit¨²an en el borde de nuestra zona econ¨®mica exclusiva, apagan el sistema de localizaci¨®n y entran a pescar¡±, a?ade. ¡°Se ve que pescan por la velocidad, van a entre uno y tres nudos¡±, indica el capit¨¢n Mario Montejo, director de Seguridad y Operaciones Marinas de la Armada. Mientras este militar relata las dificultades para atajar el problema, tras su espalda desfilan por una enorme pantalla peque?as flechas de colores que representan los barcos que est¨¢n dentro de las inabarcables aguas territoriales de Chile. Montejo habla desde la sede de la Armada de Valpara¨ªso. Las patrulleras tardan seis d¨ªas en recorrer los 3.800 kil¨®metros que separan este punto de la costa continental de Chile de la isla de Pascua. Es complicado capturar a los piratas en acci¨®n. Chile, en colaboraci¨®n con Reino Unido, est¨¢ inmerso en un proyecto de control por sat¨¦lite llamado Captapult que tratar¨¢ de evitar estas pr¨¢cticas.
La organizaci¨®n conservacionista Pew y la Fundaci¨®n Bertarelli realizaron un seguimiento por sat¨¦lite de la zona a finales de 2013. Detectaron 25 buques pesqueros en octubre de ese a?o que ten¨ªan apagados sus sistemas de localizaci¨®n dentro de las 200 millas de aguas territoriales de Pascua. Fue imposible comprobarlo al 100%, pero estas organizaciones ¨Cal igual que el Gobierno chileno¨C creen que estaban pescando ilegalmente. Los barcos llevaban bandera de Jap¨®n, Corea, Per¨², China y, tambi¨¦n, de Espa?a, se?alan estas organizaciones.
Sara Roe, presidenta de la Asociaci¨®n de Pescadores Artesanales de la caleta de Hanga Piko, recuerda, igual que muchos en la isla, el largo periodo en el que los pescadores volv¨ªan del mar con las manos vac¨ªas. ¡°Dejamos de ver el at¨²n durante nueve a?os¡±. Y culpa a la pesca ilegal: ¡°Nos quitan la comida para nuestras familias y, si no hay pescado, a final de mes no tenemos dinero para pagar las facturas¡±. A partir de 2013, el at¨²n volvi¨®, algo que los pescadores achacan al incremento de los controles por parte de la Armada. ¡°Este a?o hemos realizado ya dos operaciones en la isla de Pascua que consisten en vuelos de ocho horas en la zona¡±, apunta el capit¨¢n Montejo. Se inspecciona un territorio de 720.000 kil¨®metros cuadrados.
Aquel periodo sin atunes caus¨®, a su vez, que los pescadores locales no respetaran sus antiguos tapu, las normas ancestrales que implicaban vedas y tama?os m¨ªnimos de capturas. ¡°Arrasamos con los peces m¨¢s chicos de la costa¡±, admite Sim¨®n Pakarati, un pescador que ahora colabora con Pew.
La escasez de pesca y la llegada de residuos pl¨¢sticos desde los buques factor¨ªa hicieron que el pueblo rapanui tomara conciencia. Hace justo un a?o se form¨® la Mesa del Mar, una asamblea de m¨¢s de 20 instituciones y asociaciones locales. A mediados de este septiembre, la mesa ha presentado una propuesta al Gobierno chileno para crear un ¨¢rea de protecci¨®n marina de 570.000 kil¨®metros cuadrados alrededor de la isla y del vecino islote de Sala y G¨®mez, donde no vive nadie y que ahora ya cuenta con una zona de protecci¨®n. Unos 480.000 kil¨®metros se encuadrar¨ªan dentro de la categor¨ªa de parque marino, lo que supone vetar cualquier tipo de pesca o de extracci¨®n de hidrocarburos y minerales. Los 90.000 kil¨®metros cuadrados restantes, los m¨¢s cercanos a la costa, se clasificar¨ªan como reserva. ¡°Solo se permitir¨ªa ah¨ª la pesca tradicional¡±, se?ala el alcalde de Rapa Nui, Pedro Pablo Edmunds Paoa. ¡°Nuestro mar es nuestro futuro¡±, apunta.
La Mesa del Mar ha contado con la colaboraci¨®n de Pew y la Fundaci¨®n Bertarelli, que han invitado a cinco medios internacionales, entre ellos a EL PA?S, a conocer este proyecto de conservaci¨®n. De aprobarse, ser¨¢ uno de los parques marinos m¨¢s grandes del planeta. Se espera un anuncio por parte del Gobierno chileno en este sentido durante la conferencia internacional sobre los oc¨¦anos que arranca este lunes en Valpara¨ªso. ¡°Lo que ellos acuerden ser¨¢ lo que se haga¡±, sostiene el ministro Heraldo Mu?oz en referencia al pueblo ind¨ªgena.
El paso dado por la Mesa del Mar para conservar sus recursos tiene una enorme importancia simb¨®lica. El pueblo rapanui ha estado al borde del colapso ambiental en varias ocasiones. Cuando el navegante holand¨¦s Jakob Roggeveen arrib¨® en la isla el domingo de Pascua de 1722, anot¨® que no quedaban pr¨¢cticamente ¨¢rboles. Sin embargo, varias investigaciones han indicado que siglos atr¨¢s tuvo una densa capa forestal. Las hip¨®tesis sobre la desaparici¨®n de los ¨¢rboles apuntan a una tala indiscriminada por parte de los rapanuis para lograr m¨¢s zonas de cultivo y abastecer a una creciente poblaci¨®n. Tambi¨¦n, al impacto de un roedor tra¨ªdo por el hombre, la rata del Pac¨ªfico, que arrampl¨® con las semillas de las palmeras.
¡°La isla de Pascua es un planeta a escala, representa lo que le puede pasar al mundo¡±, opina Rodolfo P¨¦rez, asesor del Ayuntamiento de la isla en asuntos de desarrollo y planificaci¨®n. Mike Rapu, propietario de dos centros de buceo, reconoce que su pueblo se convirti¨® en el ejemplo de c¨®mo se ¡°puede exterminar lo que hay en la tierra¡±. ¡°Ahora podemos decir al mundo que estamos despertando y hemos aprendido la lecci¨®n¡±, dice sobre el parque marino.
Menos conocida que la deforestaci¨®n (y m¨¢s reciente) fue la casi desaparici¨®n de las aves. ¡°Hasta los a?os noventa se produjo una devastaci¨®n; el pueblo cog¨ªa los huevos para comer, hab¨ªa mucha hambre¡±, detalla Sebasti¨¢n Yancovic Pakarati.
Que la propuesta del parque marino haya partido del pueblo rapanui es importante, porque muchos entienden que otras experiencias similares han sido impuestas desde el continente. Mario Tuki insiste en la necesidad de que el parque luego sea gestionado desde la isla. ¡°Todos los Gobiernos de Chile han estado impidiendo que el pueblo tenga autonom¨ªa¡±, dice este miembro del llamado Parlamento de Rapa Nui, una asociaci¨®n que aboga por la independencia de la isla. Muki hace referencia al parque nacional terrestre que protege los mo¨¢is y que se gestiona desde la capital de Chile. Cinco socios de esta organizaci¨®n fueron detenidos durante unas horas hace unas semanas por la polic¨ªa por intentar cobrar a los visitantes del parque. ¡°No era una entrada, era una aportaci¨®n voluntaria para pagar a los vigilantes que protegen estos sitios sagrados¡±, apunta Muki.
¡°Cualquier proyecto de conservaci¨®n que pretenda ser efectivo y aceptado en la isla debe contar con la participaci¨®n de la comunidad¡±, opina Yolanda S¨¢nchez, una espa?ola licenciada en Ciencias del Mar que ha puesto en marcha un programa de educaci¨®n ambiental dirigido a los ni?os de Pascua. ¡°El pueblo rapanui es muy dif¨ªcil, cambia de opini¨®n¡±, admite Rodolfo P¨¦rez, asesor del Ayuntamiento. Paralelamente a la propuesta de la Mesa del Mar, otro grupo de pescadores decidi¨® crear una asociaci¨®n que rechaza la creaci¨®n del parque. Enrique Hei, miembro de esta asociaci¨®n, argumenta que la prohibici¨®n de la pesca en las aguas exteriores podr¨ªa limitar en el futuro la actividad econ¨®mica de su pueblo.
Los rapanuis, en su reciente petici¨®n de declaraci¨®n del parque, insisten en la necesidad de que se implanten medidas efectivas de control. La experiencia con el parque marino del vecino islote de Sala y G¨®mez no ha sido buena. Por un lado, el Gobierno la declar¨® sin consultar al pueblo rapanui. Por otro, no ha estado acompa?ado de un verdadero sistema de control. ¡°Se trata de un parque de papel, solo est¨¢ pintado en el mapa y no hay plan de gesti¨®n y control¡±, se?ala el catedr¨¢tico de Biolog¨ªa Marina Juan Carlos Castilla, uno de los cient¨ªficos de m¨¢s prestigio de Chile. En definitiva, la batalla emprendida por los rapanuis busca frenar a los pesqueros piratas que cercan sus aguas y acaban con los recursos. ¡°No hay otra soluci¨®n que cuidar el mar¡±, concluye Alberto Hotus sentado en el porche de su vieja casa de chapa.
elpaissemanal@elpais.es
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