Hogueras

La frivolidad puede estar bien. De hecho, incluso muy bien a ratos, en un mundo tan serio y cansado. En este hastiado sitio gris, ?qu¨¦ ser¨ªa de nosotros sin el calor de la hoguera de las vanidades? Pero piano, piano. Mesura. Cierto es que no est¨¢ esta columna, ni esta columnista, para dar lecciones ni soltar moralinas. Pero es que hay cosas que llevan a pensar.

Toda esta chapa viene a ra¨ªz de una foto, bastante poco vista por suerte para sus retinas, pero que deja una terrible impresi¨®n. Personalmente, esa impresi¨®n me acompa?a desde el lunes, al verla por primera vez. Donatella, la siempre excesiva, megaoxigenada y recauchutada Donatella (no necesita ni apellido), posa durante una fiesta en la Semana de la Moda de Mil¨¢n, que termin¨® este martes. La cabeza creativa de los Versace iba acompa?ada de su hija, Allegra, tambi¨¦n heredera del imperio de la medusa, pero de un perfil mucho m¨¢s bajo que el de su mamma. M¨¢s bajo porque Allegra apenas se prodiga. Si la hubieran visto en esa ¨²nica foto (Google y Twitter se la ense?ar¨¢n, si realmente lo desean), tan, tan delgada que delgada no es ni de lejos la palabra, todav¨ªa se les repetir¨ªa su mirada perdida, sus bracitos, su cuello. Unos rasgos que delatan enfermedad y dolor.

No digo que la culpa sea suya, nuestra, m¨ªa. Pero es que tambi¨¦n veo a Gigi Hadid, una top incre¨ªblemente guapa y buenorra como pocas (y flaca, aunque la tele y las fotos enga?en: las modelos lo est¨¢n) teniendo que defenderse de acusaciones de estar ??gorda!? y no entiendo nada. O quiz¨¢ ah¨ª se empiece a entender todo.

Repito: frivolidades, todas. Pero no dejen que la hoguera les queme.