Moda brasile?a, algo m¨¢s que biquinis

Quien piense que la moda brasile?a se limita a biquinis y ropa de playa, se ha quedado parado en el tiempo. Exactamente en 1995, cuando Brasil carec¨ªa de una semana de la moda que organizara el calendario nacional de lanzamientos y no hab¨ªa ninguna plataforma para apoyar y divulgar a los estilistas m¨¢s con m¨¢s talento del pa¨ªs. El panorama cambi¨® con la creaci¨®n de la S?o Paulo Fashion Week (SPFW), actualmente la mayor semana de moda de Am¨¦rica Latina, que presenta tendencias propias, menos pendientes de Europa, y cuenta con profesionales a lo largo de toda la cadena de producci¨®n, incluido un equipo de modelos que ¨Ca pesar del adi¨®s de Gisele B¨¹ndchen el a?o pasado¨C es uno de los mejores del mundo.

Con esas conquistas, el evento celebra 20 a?os de existencia y realiza su edici¨®n n¨²mero 40, que cierra este viernes, con desfiles que presentan las colecciones de invierno 2016 de 29 marcas nacionales. En las pasarelas ¨Cque hoy cuentan con mayor presencia de modelos negras, adem¨¢s del estereotipo de rubias de ojos azules¨C, no faltan propuestas. Del biquini brasile?o, depurado gracias a la omnipresente cultura de playa (tamb¨¦n en invierno, porque Brasil tiene 10.000 kil¨®metros de costa) a los vestidos de fiesta, los creadores insisten en buscar una f¨®rmula propia que sea atractiva tambi¨¦n a nivel mundial.

¡°La moda brasile?a siempre ha buscado su identidad para ser reconocida dentro y fuera del pa¨ªs, pero creo que esa discusi¨®n es interminable. Lo que tenemos, claramente, son contribuciones brasile?as a una moda que hoy es global. Para m¨ª, la principal de ellas es el casualwear, representado por nuestros jeans, que es uno de los mejores del mundo¡±, opina la consultora de moda Gloria Kalil, responsable de la primera web de moda de Brasil, Chic.

A la ropa vaquera, la esencial de colecciones como las de Ellus y de Colcci, la especialista a?ade una novedad en el panorama: el aspecto artesanal de la ropa, que si hace 20 a?os era visto como se?a de identidad folcl¨®rica, parece que vivir¨¢ un rescate para el pr¨®ximo invierno. Un ejemplo es la colecci¨®n de Ronaldo Fraga, un conocido estilista que tiene el h¨¢bito de trabajar con artesanos y defiende una producci¨®n 100% nacional.

Ni tan artesanal, ni excesivamente comercial. Es lo que ¨Cen Brasil y en el resto del mundo¨C quiere la mayor¨ªa del p¨²blico. Seg¨²n la periodista Maria Prata, del canal Globonews, una se?al de madurez de la moda brasile?a es el mayor di¨¢logo que existe hoy entre las pasarelas y el mercado. ¡°Las marcas que consiguen un equilibrio entre el lado autoral y el comercial son las que est¨¢n funcionando mejor en el mercado¡±, dice la editora. Para ella, estilistas revelados por la SPFW, como Alexandre Herchcovitch, Oskar Metsavaht y Reinaldo Louren?o, son exponentes de la moda brasile?a que transitan perfectamente entre la cara y la cruz. ¡°Alexandre, que es uno de los brasile?os conocidos tambi¨¦n en el exterior, tiene un universo personal riqu¨ªsimo y sus colecciones reflejan de manera muy fiel esa identidad¡±, afirma sobre el estilista que abri¨® esta edici¨®n del evento con una colecci¨®n rigurosa, que pasea con fluidez por el punk y el pop.

Los efectos de la crisis econ¨®mica que atraviesa Brasil se han dejado sentir en los pasillos de la semana de moda paulistana. El evento ha adoptado un formato m¨¢s peque?o, m¨¢s concentrado, y en los pasillos se habla del fin de los creadores de productos de gama media (desaparecidos entre la alta costura y la moda de consumo r¨¢pido) y hasta de la escasez de materias primas en el mercado brasile?o. ¡°En 1990, el presidente Fernando Collor de Mello abri¨® los puertos de Brasil a las importaciones de tejidos, que hasta entonces estaban prohibidas. Eso, sin previo anuncio y sin planificaci¨®n alguna. Muchas empresas quebraron, y el sector textil nacional no se ha recuperado desde entonces. Los tejidos pasaron a ser importados y, hoy, con el d¨®lar a cuatro reales, las cosas han empeorado ¡±, explica Gloria Kalil. Complicado buscar una identidad propia, opina la especialista, cuando el propio Brasil no valora su industria.