¡°?Hasta mi criada har¨ªa un trabajo mejor!¡±
La escocesa Williamina Fleming, empleada en la casa del director del Observatorio de Harvard, termin¨® siendo una pieza clave en la aparici¨®n de la astrof¨ªsica
¡°?Hasta mi criada har¨ªa un trabajo mejor!¡±, pero el profesor Pickering jugaba con las cartas marcadas cuando les lanz¨® estas palabras de?¨¢nimo a sus ayudantes en Harvard. Delante de ellos se acumulaban las placas fotogr¨¢ficas con los espectros estelares m¨¢s detallados captados hasta la fecha. Las primeras placas de una enorme serie que, a la postre, estar¨¢ llamada a ser la llave con la que la vieja astronom¨ªa dar¨¢ paso a una ciencia nueva: la astrof¨ªsica.
C¨®mo es la vida; un d¨ªa tienes 19 a?os y el tiempo se te escapa. Rompes a correr sin rumbo, provocando al destino, te casas, te largas lejos y antes de dos a?os est¨¢s sola, en la calle, pre?ada y a 5.000 kil¨®metros de casa. Estos pensamientos deb¨ªan rondar la mente de Mina Fleming en la primavera de 1879 mientras se sobrepon¨ªa a los quiebros de la vida y se guardaba sus seis a?os de pr¨¢cticas de magisterio para buscar un trabajo urgente de criada. Su vieja Dundee natal no era, desde luego, sitio para una mente inquieta, m¨¢s all¨¢ de un duro pero estable futuro en la floreciente industria textil de fibra de yute o en las f¨¢bricas de mermelada. Tampoco su marido, James Fleming, un contable bancario, viudo y 15 a?os mayor, era, probablemente, su compa?ero de viaje ideal. Sea como fuere, Mrs. Fleming encontr¨® refugio, y trabajo, en el servicio dom¨¦stico de la casa del director del Observatorio de la Universidad Harvard, el profesor Edward Charles Pickering.
Sola, en la calle, pre?ada y a 5.000 km de casa, Mrs. Fleming encontr¨® refugio, y trabajo, en el servicio dom¨¦stico de la casa del director del Observatorio de la Universidad Harvard
Williamina Paton Stevens Fleming, ten¨ªa una personalidad magn¨¦tica y un rostro atractivo, con ojos brillantes y vivos que aumentaban el encantador efecto que, al entrar, dejaba en el aire un saludo alegre, adornado de acento escoc¨¦s. A Edward Pickering, entre cuyas habilidades estaba la de identificar el talento, no le pas¨® desapercibido ni un instante que, adem¨¢s, la nueva sirvienta ten¨ªa una educaci¨®n e inteligencia claramente superiores. As¨ª que esper¨® a que volviera de Escocia, a donde Williamina hab¨ªa regresado para dar a luz a su hijo y, conforme puso el pie de nuevo en Boston en abril de 1881, le ofreci¨® trabajo en el Observatorio. De momento, como ayudante en tareas administrativas y para hacer c¨¢lculos rutinarios en los que, en su visi¨®n de entonces, una mujer mostrar¨ªa especial destreza. Al menos, m¨¢s que sus ayudantes varones.
Pickering era un profesor de F¨ªsica al mando de un observatorio astron¨®mico, lo que no fue f¨¢cil de asumir para la vieja guardia de Harvard. Cre¨ªa que era el momento de introducir nuevos m¨¦todos. Dejar atr¨¢s la antigua astronom¨ªa de posici¨®n y movimientos para dar paso a la fotometr¨ªa y los estudios espectrales. Y aunque a¨²n sin la base f¨ªsica que permitiera conocer la naturaleza de los objetos, ten¨ªa claro que el camino era la obtenci¨®n y clasificaci¨®n de la mayor cantidad de datos. Para ello, al igual que hiciera Piazzi Smyth en su pionera campa?a en Tenerife, puso la t¨¦cnica delante del carro de la ciencia. Con el apoyo de su hermano menor William Henry, comenz¨® por adoptar el m¨¦todo de obtenci¨®n de espectros estelares mediante la colocaci¨®n de un prisma en el objetivo del telescopio, para seguir mejorando las t¨¦cnicas espectrosc¨®picas a lo largo de toda la d¨¦cada de los 80.
Su sueldo 'de mujer', muy inferior al de sus compa?eros varones, fue otro de sus fastidios y motivos de protesta permanentes
Como siempre en ciencia, Pickering viajaba a hombros de gigantes en su empresa. Antes que ¨¦l, las primeras descripciones de los espectros de Sirio y Arturo de William Herschel (1798), la clasificaci¨®n de las l¨ªneas del espectro del Sol de Joseph von Fraunhofer (1814), la identificaci¨®n de elementos qu¨ªmicos en la atm¨®sfera solar por Gustav Kirchhoff y Robert Bunsen (1861), las primeras placas y clasificaciones de espectros estelares de Lewis Rutherfurd (1862) y, finalmente, el meticuloso trabajo del Padre Angelo Secchi (otro jesuita) durante la d¨¦cada de los 60 (siempre del siglo XIX) que culmin¨® en la primera clasificaci¨®n de estrellas por su distribuci¨®n de l¨ªneas espectrales, es decir, de momento, por los componentes qu¨ªmicos de sus atm¨®sferas (1867).
En 1886 lleg¨® el dinero de la viuda de Henry Draper, un pionero en la obtenci¨®n de fotograf¨ªas de espectros de estrellas. En memoria de su marido y para la finalizaci¨®n de su sue?o de realizar un gran cat¨¢logo, interrumpido por una muerte prematura, Mary Draper decidi¨® financiar los trabajos de Pickering. Fiel a su pragmatismo y poco complejo ante las novedades, Pickering no perdi¨® un momento. Su experiencia con Williamina Fleming no pod¨ªa haber sido mejor, as¨ª que contrat¨® a otras nueve mujeres para realizar los c¨¢lculos rutinarios y la clasificaci¨®n de los espectros en las placas fotogr¨¢ficas.
Era un equipo de calculadoras humanas que pasar¨ªan a ser conocidas como ¡°las computadoras de Harvard¡± o ¡°el har¨¦n de Pickering¡±, seg¨²n se fuera mejor o peor intencionado. Un grupo de mujeres que seguir¨ªa aumentando en los a?os siguientes, y entre las que se encontrar¨¢n algunos de los m¨¢s relevantes astrof¨ªsicos de la historia. Y un aut¨¦ntico chollo, al fin, para el pragm¨¢tico Pickering, que se hizo con un brillante equipo de 10 especialistas al precio de 5 ayudantes varones. Como responsable nombr¨® a Nettie Farrar, que tan s¨®lo unos meses despu¨¦s abandonar¨ªa su carrera para casarse. Una decisi¨®n de hace 130 a?os sobre cuya proyecci¨®n en el presente podr¨ªamos reflexionar. Pickering no tuvo dudas: la sustituir¨ªa Mrs. Fleming.
Descubri¨® 59 nebulosas, entre las que se encuentra uno de los objetos m¨¢s hermosos y fotografiados del firmamento, la nebulosa Cabeza de Caballo
Laboriosa, incansable y con el coraje suficiente para defender sus resultados, Williamina Fleming identific¨® y clasific¨® los espectros de m¨¢s de 10.000 estrellas. Ampli¨® la clasificaci¨®n de cuatro grupos de Secchi e introdujo un nuevo esquema basado en 16 tipos, tomando como referencia las l¨ªneas de absorci¨®n del Hidr¨®geno, identificados alfab¨¦ticamente desde A a N (saltando la J), m¨¢s las letras O para estrellas con l¨ªneas brillantes de emisi¨®n, P para nebulosas planetarias y Q para las estrellas que no encajaban en los grupos anteriores. Esta primera entrega del cat¨¢logo Draper, en compensaci¨®n por la financiaci¨®n recibida, la public¨® Edward Pickering en 1890 sin figurar Fleming como autora (aunque s¨ª est¨¢ citada en el interior y, posteriormente, no dud¨® en hacer reconocimiento p¨²blico de su autor¨ªa) y es la base de la clasificaci¨®n espectral hoy en uso (clasificaci¨®n de Harvard).
La llegada de espectros cada vez de mayor resoluci¨®n y la instalaci¨®n de un telescopio en Arequipa, Per¨², en el Hemisferio Sur, permiti¨® al equipo dirigido por Fleming y Pickering evolucionar en la clasificaci¨®n, sobre todo con las decisivas aportaciones de otras 2 ¡°calculadoras¡±, Antonia C. Maury y Annie J. Cannon, que reordenaron los grupos espectrales y aumentaron el n¨²mero de estrellas clasificadas. En la publicaci¨®n de las extensiones del cat¨¢logo Draper lideradas por Maury (1897) y Cannon (1901 y varias otras hasta su muerte en 1941) ya figuran ellas como las autoras del trabajo. En total, las clasificaciones de estrellas llevadas a cabo por estas mujeres fueron m¨¢s de 400.000.
La aportaci¨®n de Williamina Fleming podr¨ªa considerarse decisiva y envidiable para cualquier astr¨®nomo hasta aqu¨ª, pero se le debe sumar el descubrimiento de 10 supernovas y m¨¢s de 300 estrellas variables, de las que midi¨® la posici¨®n y magnitud de 222 de ellas (1907), como parte de la l¨ªnea de trabajo que llevar¨ªa a otra eminente ¡°computadora de Harvard¡±, Henrietta Swan Leavitt, a realizar uno de los descubrimientos fundamentales de la astrof¨ªsica: la relaci¨®n periodo-luminosidad de las Cefeidas, la base de la medici¨®n de distancias en el Universo. Finalmente, 59 nebulosas, entre las que se encuentra uno de los objetos m¨¢s hermosos y fotografiados del firmamento, la nebulosa Cabeza de Caballo en la constelaci¨®n de Ori¨®n (1888). Uno solo de estos descubrimientos servir¨ªa para compensar los sacrificios de cualquier astr¨®nomo. Antes de que una neumon¨ªa se llevara a Mina a los 54 a?os, a¨²n le dio tiempo de publicar una ¨²ltima clasificaci¨®n de un tipo de estrellas con un espectro especialmente particular y color blanco que dar¨¢ lugar a lo que posteriormente se denominar¨¢ ¡°enanas blancas¡±.
Williamina Fleming identific¨® y clasific¨® los espectros de miles de estrellas
El ¨¦xito en el desempe?o de sus tareas y su capacidad de trabajo terminaron carg¨¢ndola con tareas m¨¢s prosaicas que la alejaban, con fastidio por su parte, de la ciencia. Mrs. Fleming fue nombrada conservadora de la colecci¨®n fotogr¨¢fica del Observatorio, siendo este el primer cargo org¨¢nico ocupado por una mujer. Pero tambi¨¦n gast¨® innumerables horas, por ejemplo, en labores de edici¨®n y correcci¨®n de los Anales del Observatorio. Su sueldo ¡°de mujer¡±, muy inferior al de sus compa?eros varones, fue otro de sus fastidios y motivos de protesta permanentes, puede que parcialmente compensado, a cambio, por el reconocimiento y honores que tuvo de numerosas sociedades astron¨®micas.
En alguna tarde de domingo, quiz¨¢s a la vuelta del estadio de f¨²tbol americano tras ver a los Harvard Crimson, mientras sus manos zigzagueaban rematando con la aguja un precioso traje de mu?eca vestida al m¨¢s completo estilo de los Highlands escoceses y sus pensamientos divagaban libres entre preocupaciones cotidianas y desvelos de madre. -tal y como describir¨® su compa?era Annie Cannon-, puede que volvieran a rondar por su mente reflexiones acerca de los meandros del azar y de c¨®mo es la vida.
Julio A. Castro Almaz¨¢n es f¨ªsico y miembro del SkyTeam del Instituto de Astrof¨ªsica de Canarias (IAC), especialista en Caracterizaci¨®n de Observatorios Astron¨®micos y ?ptica Atmosf¨¦rica.
Cr¨®nicas de AstroMAN?A es un espacio coordinado por el Instituto de Astrof¨ªsica de Canarias (IAC), donde se publican relatos con el Universo como inspiraci¨®n, desde an¨¦cdotas hist¨®ricas relacionadas con la astronom¨ªa hasta descubrimientos cient¨ªficos actuales. Un viaje literario por el espacio y el tiempo.
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