Casablanca, ciudad de artistas urbanos
La capital financiera de Marruecos alberga asociaciones y espacios de expresi¨®n art¨ªstica que hacen vivir creativamente a los barrios m¨¢s desfavorecidos
Casablanca se parece a Buenos Aires. Es muy art dec¨®, arquitect¨®nicamente hablando, tan francesa como la capital del r¨ªo marr¨®n. H¨²meda y brumosa. Hay puerto y m¨¢s de cinco millones de habitantes. En ninguno de los dos casos es una paradoja conjugar el glamour con la decadencia. Casablanca es la capital financiera de Marruecos, la metr¨®polis por excelencia ¡ªlo que incluye toneladas de aquellas advertencias sobre violencia urbana en torno a una megal¨®polis que contiene y retiene inmensas desigualdades sociales¡ª. Las bidonvilles (villas miseria o de chabolas) son ciudades enteras, pero en las calles del centro, transitadas por el reluciente tranv¨ªa y entre edificios de fachadas europeas de las d¨¦cadas de los veinte, treinta y cuarenta se habla franc¨¦s.
?Qui¨¦n no lo evoca a¨²n? Hab¨ªan ¡°recuperado Par¨ªs en Casablanca¡± y tuvieron que despedirse a pie de pista. La m¨ªtica escena de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman puede revivirse por un instante a las puertas del Cinema Rialto: ¡°Siempre tendremos Par¨ªs¡±; aunque poco hay de Hollywood y Michael Curtiz all¨ª. Dar El Beida parece, sin embargo, menos marroqu¨ª que otras ciudades y apenas tiene una medina ¨¢rabe peque?a y deslucida. El n¨²cleo urbano es, b¨¢sicamente, lo que el colonizador dej¨®, maneras y acento incluidos.
Estos modos de la reconocible (y aspaventosa) cortes¨ªa francesa que el colonizador leg¨® en herencia se mezclan con la cultura amazigh, ¨¢rabe y jud¨ªa (sefard¨ª y bereber) que vienen dando vida a estos lugares desde hace siglos. Hace un par de d¨¦cadas, el skyline de Casablanca cambi¨® con la construcci¨®n de la Gran Mezquita junto al mar. Es imponente el edificio que construy¨® el rey Hassan II y que, curiosamente, es el ¨²nico templo musulm¨¢n al que un cristiano puede entrar en Marruecos, porque fue construido tras la descolonizaci¨®n (y la prohibici¨®n de que los no musulmanes entren a las mezquitas en Marruecos corri¨® por cuenta de las autoridades del Protectorado Franc¨¦s, 1912-1956).
Hacia las afueras, la gran banlieu casablanquesa es Sidi Moumen, el asentamiento del que salieron los terroristas que se inmolaron y causaron una masacre en la Casa de Espa?a y en el hotel Farah, en mayo de 2003. Para comprender lo f¨¢cil que les resultaba a los salafistas reclutar gente que malviv¨ªa en esos lugares, all¨ª est¨¢ el thriller de Nabil Ayouch Los caballos de Dios. Seg¨²n el gui¨®n de Ayouch, aquellos muyahidines suicidas ¡ªque antes hab¨ªan sido vendedores de hach¨ªs o de higos chumbos en calles de tierra, barro y burros de carga¡ª no hab¨ªan pisado jam¨¢s el centro de su propia ciudad hasta que los llevaron en minib¨²s a cometer el atentado. Hoy el tranv¨ªa llega hasta la villa.
Ficci¨®n o realidad, alej¨¢ndose un poco del centro, con un pie en alguno de los barrios donde ya el franc¨¦s escasea, se puede oler la gran ciudad atravesada por la pobreza. Ayouch, el mismo realizador y publicista que no ha conseguido la licencia de exhibici¨®n para su ¨²ltima pel¨ªcula, Much loved, sobre la prostituci¨®n en Marrakech, lidera ¡ªjunto a Mahi Binebine¡ª una Fundaci¨®n llamada Ali Zaoua, para cubrir una peque?a porci¨®n de las necesidades de Sidi Moumen, a trav¨¦s de la expresi¨®n art¨ªstica de sus habitantes. A instancias de la Fundaci¨®n, algunas de las familias de las v¨ªctimas y las de los kamikazes de 2003 se reencontraron 10 a?os m¨¢s tarde, para intentar un perd¨®n. El centro cultural Les etoiles de Sidi Moumen (Las estrellas de Sidi Moumen) es una de sus iniciativas.
En Hay Mohammadi, unas cuantas estaciones de tram antes de Sidi Moumen, todav¨ªa se intuyen los tiempos en que el viejo matadero cumpl¨ªa su funci¨®n. Enfrente de unos grandes edificios de los a?os veinte en los que se dej¨® de faenar ganado en 2000, el humo de los chiringuitos de barbacoa sobre la aceras sigue siendo el paisaje contempor¨¢neo. Sin embargo, ahora el p¨²blico habitual de la chuleta a la parrilla, con coches en doble y triple fila, se mezcla con los chicos modernos o rastafaris que acuden, en masa y a pie, a las viejas naves para los festivales de nuevas m¨²sicas. La gente joven del barrio y de toda Casablanca, incluso de la vecina Rabat, tiene citas culturales frecuentes en este espacio que, en 2009, se convirti¨® en la Fabrique Culturelle des Abattoirs (F¨¢brica cultural del matadero). Son 53.700 metros cuadrados, y de ellos 22.000 de edificios, que estuvieron operativos como epicentro bovino entre 1922 y 2000 y que, desde 2009, han acogido a m¨¢s de 200 artistas y m¨¢s de 400.000 visitantes.
Las paredes del viejo matadero de Hay Mohammadi cambian sangre por pintura; pasos ag¨®nicos por skate y acrobacias
Pero, marca de ¨¦poca, no siempre el cielo urbano est¨¢ despejado de las nubes de la especulaci¨®n urban¨ªstica. De ah¨ª el pedido de los agitadores culturales, entre ellos el activo Aadel Essaadani, de conseguir que el matadero figure entre las prioridades culturales de la ciudad, para que este barrio ¡ªque ya no es perif¨¦rico¡ª siga contando con este espacio de creaci¨®n, pero dotado de medios, para que las paredes de los viejos galpones sigan en pie, sin sangre, llenas de pintura y rebotando acordes.
¡°Fue un ¨¦xito que el sitio fuera incluido en la lista de monumentos nacionales en 2003 y, adem¨¢s, ya est¨¢ inscripto en el itinerario de la gente que se lo ha apropiado, los chicos del barrio que vienen a hacer graffitis o a patinar, los grupos de m¨²sica que ensayan aqu¨ª o los residentes de danza y teatro. No podemos permitir que este lugar de creaci¨®n cambie de fin (y se convierta en un hotel o restaurante chic) sin el aval del Ministerio de Cultura y destruyendo la econom¨ªa que hay en torno a los chiringuitos de comida enfrente y los festivales de m¨²sica¡±, declaraba Essaadani. ¡°Hay que rehabilitarlo porque la ciudad necesita a los artistas¡±, enfatizaba.
Siguen a¨²n aqu¨ª los ganchos y las poleas de los que ya no cuelga ninguna media res, ganchos pesad¨ªsimos que decoran el techo del galp¨®n que hace las veces de sala de prensa; sobre antiguas gr¨²as y artilugios mec¨¢nicos de otro siglo, los routers para la conexi¨®n a internet y las pantallas planas de los ordenadores: all¨ª la gente trabaja hoy en otros menesteres. Se acerca la dulce Maha, agente de prensa, y ofrece ayuda. ¡°Hay que cambiar la energ¨ªa de este lugar, despu¨¦s de tanta sangre derramada¡±, asegura con gesto tan calmo que convence. Sin duda, ya ha empezado a cambiar la vibra del espacio, que se ha llenado de obras gr¨¢ficas, cuerdas el¨¢sticas para los equilibristas que practican disciplinas circenses y, sobre todo, de gente alegre con ganas de espacios de libertad y de arte. Durante la semana hay talleres de teatro y circo, ensayos de m¨²sica, skate y encuentros para artistas de arte callejero. Algunos fines de semana, el sitio se convierte en sala de conciertos y pasarela de ferias.
Hace unas semanas fue justamente la asociaci¨®n EAC-L¡¯Boulvart (Education artistique et culturelle), para la que trabaja Maha, la que organizaba el Tremplin (trampol¨ªn) con un escenario para nuevos grupos de rap, rock, fusi¨®n y electr¨®nica, junto a un generoso zoco de asociaciones, para que cada uno mostrara y convidara lo suyo. En ese mercado sui generis del viejo matadero hab¨ªa dise?adores, ONG y hasta militantes estudiantiles difundiendo sus propuestas, al ritmo de batucada. Por caso, mostraban sus pancartas los estudiantes de la UECSE (Union de ?tudiants pour le Changement du System Educativ / Uni¨®n de estudiantes por el cambio del sistema educativo), chicos de universidades privadas y p¨²blicas promoviendo acciones pol¨ªtico-educativas, en las que la libertad y la calidad son las dos de las palabras clave.
EAC-L¡¯Boulvart, dec¨ªamos, es una asociaci¨®n que desde 1999 procura descubrir y acompa?ar la ¡°joven escena alternativa¡± marroqu¨ª. En 2010, crearon Boultek, centro de m¨²sicas actuales de Marruecos que, adem¨¢s, edita L¡¯Kounache, una publicaci¨®n dedicada a la creaci¨®n urbana. Proveen salas de ensayo, estudios de radio y de grabaci¨®n y salas de formaci¨®n en esta ciudad atravesada por tanta historia de despojos. Y se los ve por todo el pa¨ªs, porque desde Casablanca irradian apoyo a los nuevos talentos, a los desconocidos o medio-conocidos marroqu¨ªes de los medios no tradicionales.
Es dif¨ªcil recuperar hoy Par¨ªs en Casablanca, porque Casablanca es mucho m¨¢s suya que en tiempos de Humphrey Bogart, re¨²ne casi todo el swing disponible en Marruecos, es paseable, disfrutable y con marca propia. Cuna de raperos, cineastas, actores y artistas pl¨¢sticos, aunque no lo sepan, ellos, sus artistas, ya llevan la reconocible etiqueta made in Casablanca.
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