La ¡®mataf¨ªsica¡¯
El sabor de la excrecencia no gusta al principio pero se tolera luego, como con los manjares que la primera vez nos saben mal
En el programa S¨¢lvame de esta semana ha venido apareciendo un hashtag con el nombre de mataf¨ªsica. Los hashtag (del ingl¨¦s hash, almohadilla; y tag, etiqueta) indican una zona en la Red donde se chatea sobre un determinado tema y se dice, en este caso, cualquier cosa. ¡°#Mataf¨ªsica¡± no es, desde luego, una alusi¨®n a la propia metaf¨ªsica sino al caso del colaborador Kiko Matamoros que mientras se estaba haciendo estos d¨ªas una cirug¨ªa est¨¦tica hab¨ªa enviado a su mujer, Makoke, para reemplazarle en el plat¨®. Muchos de los habituales (Mila, Bel¨¦n Esteban, Lydia Lozano, Kiko Hern¨¢ndez) la menospreciaron por tres o cuatro razones de peso medi¨¢tico y, al cabo, la sacaron de sus casillas. As¨ª que el mi¨¦rcoles a media tarde se puso violentamente en pie y dijo que abandonaba para siempre S¨¢lvame. Diferentes detalles sobre la vida de Makoke y su estrafalaria mansi¨®n se encuentran impresas en el ¨²ltimo n¨²mero de la revista Lecturas si es que no han lanzado ya otra edici¨®n.
La cosa estaba caliente, pero all¨ª nadie sabe lo que va a pasar despu¨¦s porque este programa ni parece que posea guion, objeto o destino. La metaf¨ªsica es lo contrario a la pataf¨ªsica del animador Jorge Javier que pasea por el escenario como un mentor a la manera teatral del Siglo de Oro. O sea, la vida misma teniendo en cuenta que toda existencia es teatro y los sue?os, sue?os son.
?Puede llamarse a esto telebasura? Basura es, pero ?qu¨¦ decir del basurero en cualquier ¨¢mbito actual? Comida basura, bonos basura, empleos basura, minutos basura, estafas, spams, dinero negro, sobornos, tarjetas black.
Una forma positiva de considerar el fen¨®meno de los muchos detritus volando sobre nuestro tiempo es atribuir su crecimiento a los humus de la riqueza y otro, tambi¨¦n estimulante, es constatar en la detecci¨®n de su malignidad la permanente sensibilidad popular hacia lo bueno. Condenamos la comida basura porque apreciamos la comida sana, hablamos de telebasura porque creemos en una televisi¨®n digna, abominamos del dinero negro porque amamos la claridad. A cada rechazo de lo malo corresponder¨ªa una fuerte valoraci¨®n de lo mejor y, de esta manera, como suced¨ªa con el pecado, todos desear¨ªamos superlativamente la gracia de Dios.
La cuesti¨®n, sin embargo, no queda despejada puesto que este tiempo es todo menos transparente o ejemplar. Si revolotea tanta gente en torno a los vertederos nauseabundos ?no se deber¨¢ a la atracci¨®n que sus almas sienten por la degradaci¨®n? ?poca de truhanes pol¨ªticos, religiosos y mercantiles; de peri¨®dicos, revistas, redes y emisoras amarillas, de contratos sin honor ni buen olor. Porque o nadie confiesa que aquello huele a p¨²trido ¡ªincluida la polic¨ªa¡ª o, por el contrario, se alza una nauseabunda marea que ahoga legislaturas completas.
A los concursos de MasterChef pronto seguir¨¢n las competiciones de mastershit. El sabor de la excrecencia no gusta al principio, pero se tolera luego como con los manjares que la primera vez nos saben mal. La telebasura tiene mala prensa pero la prensa es tambi¨¦n mala y hasta The New York Times se pirra ahora por un violador en serie que explotar¨ªa comercialmente en primera p¨¢gina. Hay que vender. Este es el lema. Y en la crisis valen m¨¢s los sentimientos que los hoy (dudosos) conocimientos.
La medicina para nuestra actual felicidad no se halla, en suma, ni en la filosof¨ªa ni en la teolog¨ªa (ambas desaparecidas por completo) sino en la mataf¨ªsica que nos infunde la sospecha de que, como insinuaba Makoke con su portazo, habr¨ªa un alentador karaoke m¨¢s all¨¢. Es decir, la edici¨®n del mismo programa, de lim¨®n, naranja o deluxe, un d¨ªa y otro d¨ªa, a trav¨¦s de una Telecinco prolong¨¢ndose m¨¢s y m¨¢s.
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