El otro coraz¨®n de las tinieblas
Varios cientos de miles los refugiados est¨¢n llegando a Europa, aunque son millones lo que han abandonado su hogar. El problema no es repartir a los exiliados, sino reconstruir lo destruido y propiciar su retorno a casa
El dolor y la indignaci¨®n suscitados por los atentados de Par¨ªs tienen un inevitable efecto a?adido: el instintivo rechazo por parte del ciudadano hacia determinado tipo de inmigrante y, muy en especial, hacia la inmigraci¨®n masiva que desde hace semanas viene produci¨¦ndose desde Oriente Pr¨®ximo. ?Cu¨¢ntos yihadistas no se habr¨¢n colado en Europa sin el menor problema?, se pregunta la gente. Una reacci¨®n similar, aunque m¨¢s atemperada, a la que en Israel ha originado la reciente epidemia de apu?alamientos.
?Las migraciones masivas, como la procedente desde hace a?os del ?frica subsahariana, suelen ser consecuencia de la miseria, as¨ª como, frecuentemente, de los horrores propios de un r¨¦gimen desp¨®tico. Una situaci¨®n a la que por supuesto no son ajenos los pa¨ªses desarrollados, que siempre miran para otro lado. Lo que cuenta es tener ah¨ª una buena fuente de materias primas a precios sin competencia. Poco importa que, de propiciar un desarrollo en todos los ¨®rdenes, los pa¨ªses del ¨¢rea se convertir¨ªan adem¨¢s en consumidores, en una serie de nuevos mercados que en principio debiera interesar al mercado. Pero el mundo de los negocios es as¨ª, decant¨¢ndose siempre por el p¨¢jaro en mano.
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En el extenso y variado ¨¢mbito de pa¨ªses isl¨¢micos la situaci¨®n es muy diferente. Desde la primera invasi¨®n de Irak y la de Afganist¨¢n pocos a?os despu¨¦s, los acontecimientos no han hecho sino precipitarse. Y cada vez con similar complejidad, ya que si Sadam Husein fue en su momento un aliado de Estados Unidos, los talibanes ¡ªpresentados inicialmente como estudiantes de teolog¨ªa isl¨¢mica¡ª tambi¨¦n lo fueron en su lucha contra el Gobierno afgano de tendencia prosovi¨¦tica. Curiosas alianzas condenadas a terminar como el rosario de la aurora.
Con todo, tanto la segunda invasi¨®n de Irak como la de Afganist¨¢n, tras los atentados del 11 de septiembre, respond¨ªan a un patr¨®n convencional, al de una intervenci¨®n militar directa, lo que antes se entend¨ªa por una declaraci¨®n de guerra. En cambio, los acontecimientos que se han ido produciendo aqu¨ª y all¨¢ en el curso de los ¨²ltimos a?os obedecen a otros par¨¢metros. No se trata de invasiones; ni siquiera de guerras propiamente dichas, con sus frentes, sus vanguardias, sus retaguardias. Lo de ahora est¨¢ m¨¢s pr¨®ximo a lo que sol¨ªa entenderse por guerra civil, aunque tampoco sea ¨¦ste exactamente el caso. Se nos presenta m¨¢s bien como una revuelta popular a dos, tres o cuatro bandas, asombrosamente bien armadas todas ellas, y conforme a una organizaci¨®n y una estrategia que nada tienen de espont¨¢neo, de tradicional movimiento o alzamiento de masas. ?Y Occidente a qui¨¦n apoya? Imposible saberlo. Suele apoyar el alzamiento en s¨ª, pero poco se sabe de las partidas enfrentadas en su lucha contra los poderes establecidos, de sus planteamientos en apariencia contradictorios.
Las migraciones masivas suelen ser fruto de la miseria y del horror de los reg¨ªmenes desp¨®ticos
En algunos pa¨ªses ¡ªEgipto, T¨²nez¡ª, mejor o peor, la situaci¨®n parece estar reconduci¨¦ndose; en otros, el panorama es no ya el de un pa¨ªs en guerra sino el de un pa¨ªs en ruinas, especialmente Libia y Siria. A la vista de lo sucedido con Palmira, me pregunto qu¨¦ habr¨¢ sido de las espectaculares ruinas griegas y romanas existentes en Libia cuando el pa¨ªs entero es una sucesi¨®n de ruinas y m¨¢s ruinas. O de determinados barrios de Alepo y Damasco. Gadafi fue sin duda un dictador. El Assad, un heredero del poder. Pero si Libia era el pa¨ªs con el nivel de vida m¨¢s elevado del norte de ?frica, Siria fue uno de los pa¨ªses con una vida cotidiana m¨¢s tolerante de Pr¨®ximo Oriente. ?Tiene algo de raro que la mayor parte de los miles y miles de personas que buscan refugio en Europa procedan de all¨ª?
El escenario, por otra parte, no deja de ampliarse y complicarse. Y no me refiero ya al problema kurdo, que s¨®lo se resolver¨¢ con la fijaci¨®n de un Kurdist¨¢n, sino al hecho de que, por primera vez, las revueltas y enfrentamientos de diverso signo afecten ya a la pen¨ªnsula ar¨¢biga, a Yemen, colindante con Arabia Saud¨ª. ?Terminar¨¢ afectando tambi¨¦n a este pa¨ªs? ?Y por qu¨¦ no? Numerosos islamistas radicales ¡ªBin Laden era s¨®lo uno de ellos¡ª proceden de all¨ª y, en un momento determinado, bien podr¨ªan decirse que nada mejor que La Meca como capital del Califato.
Y quien dice Arabia Saud¨ª, dice los diversos emiratos del Golfo, ya que todos ellos, al igual que el r¨¦gimen saud¨ª, subvencionan con frecuencia a uno y otro bando de los enfrentados en las diversas revueltas de Pr¨®ximo Oriente, lo que les hace a la vez aliados y enemigos de los intereses de los pa¨ªses occidentales. La s¨²bita ca¨ªda de los precios del petr¨®leo puede ser un s¨ªntoma, y la aproximaci¨®n generalizada a Ir¨¢n, que desde siempre ha mantenido una postura mucho m¨¢s clara, otro dato no menos relevante. Al margen del conflicto, gracias a su neutralidad real, quedar¨ªan tan s¨®lo Om¨¢n y Jordania, ambos regidos con mucho m¨¢s tacto que los pa¨ªses vecinos.
?Es raro que la mayor parte de las personas que buscan refugio procedan de Libia y Siria?
Por el momento son unos cuantos cientos de miles los refugiados que est¨¢n llegando a Europa. Pero los que han abandonado su hogar o lo que fue su hogar son ya millones, aunque no tantos como los que puede acabar produciendo el efecto llamada no ya en Siria sino tambi¨¦n en los restantes escenarios b¨¦licos, empezando por Irak. ?Qu¨¦ hacer ante tal avalancha?
Pero a la vista de semejante panorama la verdadera pregunta es: ?cu¨¢l es el epicentro del problema, la causa de las causas? Yo no creo en un plan cuidadosamente dise?ado sea por Israel, sea por Estados Unidos, como con frecuencia se tiende a sugerir, pero s¨ª en la conjunci¨®n de una serie de intereses y maniobras de diverso origen cuya confluencia puede acabar creando situaciones que poco o nada tengan que ver con lo inicialmente previsto. Vamos, de forma similar a como un rumor basado en un peque?o dato puede acabar desencadenando una crisis financiera de consecuencias imprevisibles. Es decir, todo lo contrario a un plan: el triunfo de la irreflexi¨®n y de la irracionalidad como resultado final de la intersecci¨®n de intereses cruzados.
Si el coraz¨®n del problema resulta ser un laberinto, su soluci¨®n es o debiera ser obvia para todos. Y no reside en repartir as¨ª o as¨¢ los refugiados sino en que deje de haber refugiados por el procedimiento de acabar sobre el terreno con las causas de semejante ¨¦xodo; Putin y sus aliados iran¨ªes parecen tenerlo claro. Y a partir de ah¨ª, reconstruir lo destruido, propiciar el retorno a casa de los exiliados.
Luis Goytisolo es escritor.
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