¡®Boatin¨¦¡¯
Ya no veo se?oras pase¨¢ndose por la calle en bata y zapatillas. Es una l¨¢stima. De peque?a, me parec¨ªan unas 'frikis' impresentables, pero he cambiado de opini¨®n
Ya no veo se?oras pase¨¢ndose por la calle en bata y zapatillas. Es una l¨¢stima. De peque?a, me parec¨ªan unas frikis impresentables, pero he cambiado de opini¨®n. A inicios de los ochenta era de lo m¨¢s cool bajar a las playas ibicencas vistiendo combinaciones antiguas de raso, como las brit¨¢nicas exc¨¦ntricas. Entrados los noventa, se celebr¨® con gran boato a Madonna y Jean-Paul Gaultier por sacar la ropa interior al exterior en forma de exagerados cors¨¦s. Reconozco haber necesitado sesudos estudios de g¨¦nero para relacionar estas tendencias con el ilustre precedente de nuestras tradicionales se?oras en bata de boatin¨¦.
Sacar la bata a la calle es una transgresi¨®n inadvertida que extiende el ¨¢mbito puramente dom¨¦stico al vecindario m¨¢s inmediato. En pos del ordenado cumplimiento de sus labores, esas mujeres traspasan una frontera simb¨®lica invisible: la que separa el espacio p¨²blico, tradicionalmente asignado a los varones, del privado. Con la tranquilidad que confiere el sentido del deber bien cumplido, se van en bata al banco (ah¨ª no son las ¨²nicas en ignorar los c¨®digos de la respetabilidad) y se la cruzan cuando van a decir algo importante.
Mientras investigaba la cultura popular del boatin¨¦ por Internet (los recortes en ciencia tienen consecuencias insospechadas), he tropezado con un hilarante v¨ªdeo que exporta y reinterpreta esta costumbre typical Spanish. ¡°En bata por el metro¡± a muestra un hombre en bat¨ªn jugando relajadamente con su m¨®vil en el metro de Londres. Aparece su esposa, tilda de rid¨ªculo su atuendo y le abronca: "?D¨®nde te hab¨ªas metido? ?Llevo toda la ma?ana busc¨¢ndote!", etc¨¦tera. Sin avergonzarse por la escenita dom¨¦stica, ¨¦l trata de calmarla y recaba alguna mirada de simpat¨ªa entre los viajeros, que se parten de la risa con brit¨¢nico disimulo.
Yo trabajo en casa y, cuando llega el fr¨ªo, salto de la cama al estudio con mitones y bata. No es de guata, pero es larga, rosa y calentita; si me pongo la capucha parezco muy buena chica. As¨ª protegida, me arriesgo a apalabrar sin complejos mi vulnerabilidad m¨¢s ¨ªntima. Estoy tan c¨®moda, que me da pereza vestirme, pero vivo en un antiguo barrio popular reciclado en bo-b¨® (burgu¨¦s bohemio) y corren tiempos fashionistas. En el escaparate de la tienda vintage de la esquina descubro un abriguito de una dise?adora italiana, estilo boatin¨¦ con bordados chinescos en hilo dorado. Si un d¨ªa me atrevo a bajar con la m¨ªa, la aut¨¦ntica, lo comparto en Facebook. Palabra.
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