As¨ª se vivi¨® en Espa?a el estreno de Star Wars en 1977
'Los ¨²ltimos jedi' es la pel¨ªcula del a?o, pero hace mucho tiempo, en una ¨¦poca muy lejana, el fen¨®meno a¨²n no hab¨ªa comenzado
Hace 40 a?os la sombra de Flash Gordon sobrevolaba en todas las cr¨ªticas sobre La guerra de las galaxias. Nada de llamarla Star Wars. En Espa?a a Luke se le comparaba con un San Jorge interestelar y se hablaba de ¡°barcos interplanetarios¡± y ¡°tiradores de rayos l¨¢ser¡±. La que se convirti¨® en la pel¨ªcula m¨¢s taquillera de la historia del cine en ese momento, recaudando un mill¨®n de d¨®lares diarios en EE UU, descoloc¨® a medio mundo, incluidos a los espectadores y cr¨ªticos espa?oles. La guerra de las galaxias: Una nueva esperanza no era la fr¨ªa y on¨ªrica 2001: Una odisea en el espacio estrenada una d¨¦cada antes. En perspectiva, el invento aventurero del joven George Lucas era otra cosa, tan revolucionaria, tan cercana al mismo tiempo, que aliment¨® a toda una generaci¨®n ¨¢vida de evasi¨®n pura y dura.
Un estreno tard¨ªo
Nos hemos acostumbrando a los estrenos simult¨¢neos con EE UU de pel¨ªculas y series de televisi¨®n. Con El despertar de la Fuerza ha habido una preventa de m¨¢s de 300.000 entradas. Un total de 1.356 pantallas en 407 cines proyectar¨¢n la pel¨ªcula en Espa?a desde el viernes 18 de diciembre. O lo que es lo mismo: un hito, la mayor apertura en la historia de nuestro pa¨ªs. A esto hay que a?adir la exposici¨®n Face the Force en Madrid; el desfile homenaje de Alvarno y el spot de la Selecci¨®n Espa?ola. Despliegue impensable en 1977. No s¨®lo eso. La pel¨ªcula de George Lucas, que se hab¨ªa estrenado el 25 de mayo en EE UU, llega a las pantallas espa?olas casi medio a?o despu¨¦s, el 7 de noviembre. No est¨¢bamos para viajes por el espacio. Otro hecho hist¨®rico ocupa las portadas de los peri¨®dicos: el 15 de junio se celebran elecciones generales, las primeras en libertad tras la dictadura de Franco. ?Una nueva esperanza? El subt¨ªtulo del futuro hito de la cultura pop ven¨ªa que ni pintado.
La guerra de las galaxias, episodio I ¨Ca¨²n quedaba mucho para renombrarla como episodio IV¨C se estrena por f¨ªn un fr¨ªo lunes, de esos de 1977 en los que no hab¨ªa peri¨®dico (ni promoci¨®n ni cr¨ªticas), y s¨®lo en dos cines en una ciudad como Madrid en la que hab¨ªa 500 salas: en el Real Cinema y el Roxy B, todos los d¨ªas, en tres pases de sesi¨®n numerada (que no continua). ¡°?La mejor pel¨ªcula del a?o!¡±, proclamaban. Los que vivieron aquel d¨ªa recuerdan largas colas para entrar en las salas, regresar al d¨ªa siguiente para disfrutar de nuevo de un filme que los marcar¨ªa de por vida, simular luchas con palos como si fueran espadas l¨¢ser, construir naves con lo primero que ten¨ªan a mano, tararear la canci¨®n sin venir a cuento, hasta hablar como Yoda¡
Una nueva ciencia-ficci¨®n
Si para J. J. Abrams supone la s¨¦ptima entrega de la saga (y una mirada nost¨¢lgica a los or¨ªgenes), con La guerra de las galaxias George Lucas propon¨ªa un espect¨¢culo tan nuevo que no se pod¨ªa comparar con nada hecho anteriormente. ?Sonido en el espacio y h¨¦roes sin escafandras, m¨¢s ficci¨®n que ciencia? En su af¨¢n por colgarle etiquetas, en Espa?a se hablaba de mezcla de homenajes (western, cine b¨¦lico, comedia rom¨¢ntica, aventura), de un ¡°espect¨¢culo de amor y violencia¡±, un filme ¡°divertido y espectacular¡±, con ¡°h¨¦roes y princesas que necesitan ser rescatadas¡±, incluyendo incluso spoilers del final en el enfrentamiento del bien contra el mal, donde ¡°el bien triunfa¡±. El mejor: una ¡°gesta ¨¦pica, como en las novelas de caballer¨ªa¡±.
A finales de los 70, las naves eran capaces de ¡°penetrar el hiperespacio¡± y Flash Gordon sal¨ªa a relucir por ¡°el vestuario de tebeo¡±. R2D2 y C-3PO, que no se mencionaban por sus nombres, eran ¡°copilotos computadoras, robots casi humanos¡±. En el programa 24 im¨¢genes por segundo, que emiti¨® TVE dos d¨ªas despu¨¦s del estreno, se dec¨ªa de forma ambigua que hab¨ªa una entrevista con ¡°los robots aut¨¦nticos de la pel¨ªcula¡±. ?Qu¨¦ miedo! ?Y Darth Vader? Atenci¨®n. Un ¡°poderoso esgrimista¡±, una ¡°mezcla de caballero templario y de ingeniero electr¨®nico del ma?ana¡±, un ¡°espantoso tirano¡±. Los seres de otros planetas ten¨ªan ¡°ojos hexagonales, trompas de mosquito o peludas y gigantescas formas¡±. Todo sorprend¨ªa y de qu¨¦ manera. Ahora s¨®lo lo hace para Carlos Boyero ¡°un personaje sin el menor inter¨¦s al que interpreta horrorosamente un actor negro¡±.
Protagonistas desconocidos
Se hablaba de Luke Skywalker como heredero de Flash Gordon, el ¡°aventurero sin l¨ªmites¡± creado por Alex Raymond. La princesa Leia era como Dale Arden, su compa?era. Esa ¡°activista y rebelde¡± raptada era rescatada por Luke convertido en un ¡°San Jorge interestelar¡±. Destacaban c¨®mo la inocencia reca¨ªa en el lado de Luke (algo que parece recuperar J. J. Abrams en El despertar de la Fuerza), ayudado por el ¡°veterano de turno¡±. Pero no se mencionaba el nombre de sus int¨¦rpretes y s¨ª, confusamente, a los secundarios de renombre, como Alec Guiness o Peter Cushing.
A Carrie Fisher se la recordaba por ser la hija de Debbie Reynolds y Eddie Fisher, resumiendo: ¡°No canta, pese a sus antecedentes¡±. ?Leia al karaoke? De locos. En un programa especial de Revista de cine emitido el 17 de octubre de 1977 en TVE, unos t¨ªmidos Carrie Fisher y Harrison Ford se sorprend¨ªan de que los preguntasen por su estatus de estrellas. Lo que m¨¢s llama la atenci¨®n, sin embargo, son las escenas de Star Wars que acompa?an al reportaje sin traducci¨®n, a pelo, y en blanco y negro.?
El mensaje buenrollista
¡°Ciencia-ficci¨®n optimista¡±. Eso se le¨ªa en Espa?a sobre La guerra de las galaxias y su moraleja final. George Lucas no s¨®lo hab¨ªa inventado un universo completo, lograba salvar a la Humanidad. El futuro se ve¨ªa cercano, como se muestra tambi¨¦n en la ¨²ltima versi¨®n de Abrams, algo que resultaba entonces novedoso: naves r¨¢pidas pero deformadas, trajes ¨²ltima generaci¨®n pero gastados, ciudades futuristas de gran credibilidad. Estamos hablando de 1977: los efectos especiales eran brutales. Uno se queda pasmado ante aquel primer tr¨¢iler al que le faltaban a¨²n los arreglos finales.? La mirada era peterpanesca, claro, la de un director en la treintena que quer¨ªa recuperar su adolescencia (Abrams lo ha hecho casi a los 50, ?boom!) y la m¨²sica, ¡°juguetona¡±, un adjetivo tontorr¨®n teniendo en cuenta que John Williams se llevar¨ªa su tercer Oscar tras El violinista en el tejado y Tibur¨®n.
El legado gal¨¢ctico
Cuando J. J. Abrams dirigi¨® el reboot de Star Trek, fueron muchos los que apostaron porque relanzar¨ªa tambi¨¦n la saga Star Wars. Algo parecido ocurri¨® con La guerra de las galaxias tras su pase en el Festival de Cine de San Sebasti¨¢n en septiembre de 1977. Los all¨ª presentes imaginaron r¨¢pido que aquel ¡°hito en el cine actual¡± ten¨ªa la ¡°apariencia de pr¨®logo¡±. O lo que es lo mismo, vaticinaron que Star Wars podr¨ªa ser una serie de pel¨ªculas (con diferentes directores) que llegar¨ªa para ¡°rescatarnos de una cierta rutina¡±. La guerra de las galaxias, resum¨ªan, era ideal para aquellos espectadores ¡°que conserven la ilusi¨®n y tengan la inocencia como para seguir sorprendi¨¦ndose¡±.
Mucho ha cambiado la saga (y el espectador) desde entonces, pero algo permanece. Una de las bazas de la nueva entrega dirigida por J. J. Abrams es que ha sabido recuperar esa sensaci¨®n de sorpresa casi infantil que debieron sufrir los espectadores de finales de los 70. Que la sala de cine aplauda con fervor la reaparici¨®n de Han Solo en Star Wars: El despertar de la Fuerza te puede hacer una idea (si no lo viviste) de lo que debi¨® ser ver por primera vez el Halc¨®n Milenario en una pantalla gigante.
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