Victorias cotidianas en El Aai¨²n
Autor invitado: Adri¨¢n Solana Mayayo (*)
Los maestros marroqu¨ªes en las escuelas de El Aai¨²n ense?an que la historia del S¨¢hara comienza el 6 de noviembre de 1975 con la Marcha Verde. Antes solo existe el olvido. La nada. Despu¨¦s de cuarenta a?os bajo la ocupaci¨®n, el simple hecho de vestir sus trajes t¨ªpicos o recordar las canciones de las abuelas en el desierto, son victorias cotidianas. Peque?as realidades, recreaciones que podr¨ªan parecer insignificantes, ejemplifican la crudeza a la que se enfrentan los saharauis en su d¨ªa a d¨ªa.
La p¨¦rdida de nuestra identidad ser¨ªa la victoria definitiva de Marruecos
Marruecos ha implantado una guerra cultural en los territorios ocupados y se ha servido de la educaci¨®n y los medios de comunicaci¨®n para ahogar la m¨¢s simple expresi¨®n identitaria saharaui de la vida p¨²blica e institucional. Los profesores son solo marroqu¨ªes y los ni?os tienen prohibido utilizar el hassan¨ªa, dialecto ¨¢rabe y rasgo com¨²n de las tribus originarias del S¨¢hara Occidental. Las jaimas, tiendas o casas donde viven, herencia de su tradici¨®n n¨®mada, est¨¢n prohibidas. No est¨¢ permitido celebrar las fiestas nacionales saharauis ni vestir ropas t¨ªpicas como el zam, el turbante negro utilizado en el desierto. Adem¨¢s, los medios de comunicaci¨®n marroqu¨ªes, con una presencia hegem¨®nica, ridiculizan su cultura.
Aun as¨ª, existe una transmisi¨®n generacional de los valores, la tradici¨®n y la lengua saharaui. Distintas asociaciones promueven desde hace a?os la recuperaci¨®n de la cultura como un valor necesario para conseguir la autodeterminaci¨®n. Ante la intransigencia de Rabat, hablar y escribir hassan¨ªa, vestir melfas y darras, levantar jaimas y vivir seg¨²n sus valores, son muestras de resistencia. ¡°Un pueblo que pierde la conciencia de serlo, es un pueblo derrotado. La p¨¦rdida de nuestra identidad ser¨ªa la victoria definitiva de Marruecos¡±, expresa Mohamed Hammia, miembro fundador de la Asociaci¨®n Saharaui para Proteger y Divulgar la Cultura y el Patrimonio (ASPDCP).
Desde 1975, la monarqu¨ªa marroqu¨ª ha desarrollado una intensa pol¨ªtica demogr¨¢fica para justificar la ¡°marroquinidad¡± del S¨¢hara Occidental. Ha promovido el desplazamiento de colonos mediante la adjudicaci¨®n gratuita de casas y parcelas, subvenciones directas, entrega gratuita de productos de primera necesidad o pluses en el sueldo de los funcionarios. Seg¨²n el censo espa?ol de 1974, en el S¨¢hara Occidental viv¨ªan 74 mil saharauis y 20 mil espa?oles. En la actualidad, el total de habitantes alcanza los 480 mil, de los que solo una tercera parte son de origen saharaui. ¡°Han intentado que nos sintamos como extra?os en nuestro propio pa¨ªs, que seamos una cosa que no somos¡±, aclara Mohamed Aabas, vicesecretario de la ASPDCP.
¡°Conservamos la cultura en la manera de vivir, de comer, de vestir, en nuestros valores. Las tradiciones y la cultura se quedan en las personas hasta que se mueren, es la forma de ser parte del pueblo¡±, reflexiona Fatimatu Zargo, fundadora de la ASPDCP, mientras prepara el t¨¦. La transmisi¨®n de la cultura saharaui, hasta ahora y como siempre, ha sido oral y las mujeres han jugado un papel determinante. Pero ante los ataques han tenido que reinventarse. Desde hace varios a?os se edita la revista cultural Jaima, se organizan encuentros entre j¨®venes, conferencias, clases de hassan¨ªa y recitales de danza, m¨²sica y poes¨ªa. Adem¨¢s, las redes sociales han ayudado a revivir y dignificar la cultura entre los j¨®venes.
Hoy ninguna asociaci¨®n saharaui es considerada legal por el gobierno marroqu¨ª, a excepci¨®n de la Asociaci¨®n Saharaui de V¨ªctimas de Violaciones de Derechos Humanos (ASVDH), que fue legalizada el pasado mes de julio. Es muy dif¨ªcil desarrollar proyectos culturales o sociales y el trabajo que realizan los diferentes colectivos casi siempre es clandestino. ¡°Sabemos que si nos detienen podr¨ªamos ir a la c¨¢rcel y ser torturados, solo por querer divulgar nuestra cultura. Aqu¨ª pasa cada d¨ªa¡±, se?ala Mohamed Aabas.
Rabat, adem¨¢s, se ha esforzado por hacer desaparecer los restos de la colonizaci¨®n espa?ola. Todo aquello que permita intuir que el S¨¢hara Occidental es un sujeto propio con derechos es erradicado. El castellano ha sido relegado de la educaci¨®n y la administraci¨®n. Resulta parad¨®jico que la huella de la colonia sirva ahora para reivindicar la singularidad frente a Marruecos. Seg¨²n el censo de 1974, el 13% de los adultos saharauis pod¨ªan leer y escribir en castellano, hoy esa cifra, aunque no hay datos exactos, es mucho menor. Marruecos se ha encargado de ello.
Pero los activistas saharauis reclaman que el Gobierno espa?ol no olvide su responsabilidad en la situaci¨®n actual. La precipitada salida de la ¨²ltima colonia y el abandono de los saharauis a su suerte. El S¨¢hara Occidental es el ¨²nico territorio de ?frica que queda por descolonizar. La hu¨ªda de la metr¨®poli y los acuerdos Tripartitos de Madrid de 1975, entre Espa?a, Marruecos y Mauritania condenaron al S¨¢hara a la ocupaci¨®n. Fue el alfil que la dictadura espa?ola, con un Franco convaleciente a punto de morir, sacrific¨® para mantener los intereses econ¨®micos en la zona.
Rabat proh¨ªbe las jaimas, el turbante negro y el hassan¨ªa en las escuelas
Los contingentes militares desplazados por el gobierno alau¨ª en el territorio ocupado superan los 160 mil soldados y un muro de 2720 km separa las principales ciudades del pa¨ªs de los campamentos de refugiados en Tinduf (desierto de Argelia), donde viven unos 170 mil saharauis. Adem¨¢s, la poca eficacia de la Misi¨®n de Naciones Unidas para el Refer¨¦ndum en el S¨¢hara Occidental (MINURSO), en el territorio desde 1991, se ha hecho evidente. Es la ¨²nica misi¨®n de Naciones Unidas que no vigila la violaci¨®n de derechos humanos y parece todav¨ªa lejos de cumplir sus objetivos. Los saharauis contin¨²an a la espera. Luchan para no olvidar y para no ser olvidados.
La jaima
Un proverbio saharaui dice: ¡°Lo m¨¢s amargo para Marruecos son las jaimas y el atsaghrita¡± (grito de las mujeres). Las jaimas simbolizan la vida del pueblo, son la escenificaci¨®n de la tradici¨®n n¨®mada de las tribus que recorr¨ªan largas distancias a trav¨¦s del desierto. Son un s¨ªmbolo de la identidad y la cultura saharaui. Y por eso, est¨¢n prohibidas.
Asociaciones saharauis trabajan en la clandestinidad para conservar su cultura
En octubre de 2010, se levant¨® a las afueras de El Aai¨²n, el campamento de Gdeim Izik o campamento de la dignidad. Miles de jaimas y m¨¢s de 20 mil personas. Una manifestaci¨®n pac¨ªfica para reivindicar la mejora de los derechos sociales y econ¨®micos de la poblaci¨®n saharaui en los territorios ocupados. Noam Chomsky lo consider¨® el inicio de la Primavera ?rabe. El campamento fue desalojado el 8 de noviembre y las protestas posteriores en la capital, reprimidas. Las autoridades marroqu¨ªes prohibieron la entrada de prensa extranjera, reteniendo varios periodistas. Al menos cuatro muertos, miles de heridos y 140 detenidos, de los cuales algunos han sido condenados a cadena perpetua por el Tribunal Militar de Rabat, seg¨²n datos de la ASVDH.
El pueblo saharaui hizo una demostraci¨®n de fuerza y de organizaci¨®n. De unidad. Y una escenificaci¨®n de su forma de vida. La jaima. Desde entonces, el levantamiento de tiendas es considerado por Marruecos un acto de desobediencia. Aun as¨ª, los saharauis contin¨²an construy¨¦ndolas en las terrazas de sus casas, hechas con telas y pelo de camello. En ellas hacen el t¨¦, comen, conviven, cantan, bailan. En ellas mantienen su cultura.
La vida en el desierto
Los saharauis son un pueblo n¨®mada. Transe¨²ntes de un desierto del que se sienten parte y del que han obtenido, por dif¨ªcil que parezca, todo lo que necesitan para vivir. Se les ha definido como ¡°Hijos de las nubes¡±, porque van a donde ¨¦stas van. Sin l¨ªmites, sin barreras. En busca de pastos para sus reba?os de cabras y camellos.
La ocupaci¨®n cultural de Marruecos ahoga la identidad saharaui
En la Conferencia de Berl¨ªn de 1884-1885, los europeos se repartieron ?frica. Establecieron fronteras improvisadas en unos desiertos y selvas que nunca las hab¨ªan tenido. Dividieron pueblos, clanes, tribus, familias. El S¨¢hara Occidental qued¨® bajo administraci¨®n espa?ola. Era el comienzo de la ocupaci¨®n de unas personas que ve¨ªan como su forma de vida quedaba supeditada al modo de hacer de la nueva autoridad colonial.
¡°Las ciudades para los saharauis, son c¨¢rceles. Adoramos la libertad de los espacios abiertos y en el desierto nos sentimos libres, sin obst¨¢culos¡±, se?ala Mohamed Hammia. Para alguien que siempre ha vivido en El Aai¨²n, el simple hecho de estar en el desierto, de poder cantar, hablar y decir lo que quiera, sin que nadie le controle, es la sensaci¨®n m¨¢s parecida a la libertad que ha podido tener. Una experiencia que, posiblemente, nadie que no haya sufrido la ocupaci¨®n ser¨ªa capaz de entender.
Del desierto y de la forma de vida de los clanes tribales que viv¨ªan en ¨¦l, nace la identidad saharaui. La comunidad y la solidaridad son pilares de su forma de vida. La conciencia nacional de los saharauis tuvo sus primeras expresiones a finales de los sesenta en el movimiento de liberaci¨®n. A d¨ªa de hoy, todav¨ªa reivindican sus or¨ªgenes. Su derecho a ser y a vivir seg¨²n sus costumbres. La vida en el desierto.
(*) La entrevista con la ASPDCP tuvo lugar en primavera de 2015, El Aai¨²n (S¨¢hara Occidental)
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