Los derrapes de Bolivia al volante del Dakar
El rally llega a terrenos pr¨¢cticamente v¨ªrgenes del pa¨ªs andino con un enorme impacto ambiental. Los pros y contras de albergar la carrera generan un debate en la zona
Entre los pueblos ind¨ªgenas del altiplano es habitual challar (ofrecer regalos a la Pachamama) cuando se realiza una actividad en la que se incomoda a la Madre Tierra, como labrar los campos, construir una casa o iniciar un trabajo en un nuevo lugar. Hoy el Rally Dakar entra en el altiplano boliviano con 143 motos, 109 coches, 46 quads y 56 camiones compitiendo por la victoria en la carrera ¡°m¨¢s dura y m¨¢s peligrosa del mundo¡±, seg¨²n publicitan sus organizadores. El Gobierno de Evo Morales, el primer presidente ind¨ªgena del pa¨ªs, ratific¨® en 2012 la Ley de Derechos de la Madre Tierra, en la que se propugna restaurar los efectos directos e indirectos de las actividades humanas sobre el planeta y acabar con la contaminaci¨®n y los residuos t¨®xicos. Parad¨®jicamente, el mismo ejecutivo ha sido tambi¨¦n el responsable de conducir el Dakar y todo su impacto ambiental por los territorios semiv¨ªrgenes de Uyuni, cerca de las fronteras con Argentina y Chile. Los regalos que los dirigentes ind¨ªgenas hayan podido hacer en la challa a la Pachamama son desconocidos, pero lo que s¨ª se ha hecho p¨²blico es que el gobierno boliviano ha pagado m¨¢s de tres millones de d¨®lares por meter el Dakar en territorio andino. Y, tambi¨¦n, que el mismo Evo Morales ha sido invitado a copilotar uno de los veh¨ªculos en varios tramos del enlace.
¡°Hay que ver este para¨ªso vac¨ªo, sin veh¨ªculos, para darse cuenta de lo que vamos a perder durante los pr¨®ximos d¨ªas,¡± dice Juan Huayca, un profesor de escuela, natural de Uyuni. El crujir de la sal del suelo bajo sus botas es el ¨²nico sonido que perturba la escena. La inmensidad del paisaje le consume mientras intenta explicar las dimensiones de uno de los desiertos m¨¢s espectaculares del mundo: el salar de Uyuni. ¡°Hace 11.000 a?os todo esto formaba parte de un mar interior. Era casi tan grande como la mitad de B¨¦lgica. Hoy se calcula que contiene 10.000 millones de toneladas de sal y que en su m¨¢ximo espesor alcanza una profundidad de 130 metros.¡± En el horizonte, a 3.600 metros de altura sobre el nivel del mar, se observan unas monta?as min¨²sculas. Es la cordillera de los Andes, que separa Chile de Bolivia, y que vigila sobre las llamas, los flamencos y los cultivos de quinoa que se extienden alrededor del salar. ¡°?No les parece bonito esto?¡±, pregunta Juan. ¡°Todas las personas deber¨ªan venir aqu¨ª al menos una vez antes de que sea demasiado tarde¡±.
Miles de neum¨¢ticos a toda velocidad har¨¢n crujir la sal de Uyuni hasta el pr¨®ximo s¨¢bado en las tres etapas que el rally m¨¢s famoso del mundo ha programado en Bolivia. Los parajes des¨¦rticos, que habitualmente pertenecen s¨®lo a las plantas y a los animales andinos, se convertir¨¢n en pistas de carreras para pilotos de todas partes del globo. El Rally Dakar es uno de los m¨¢s grandes espect¨¢culos automovil¨ªsticos y la prueba de motor m¨¢s exigente del mundo: la muerte, los accidentes y los da?os colaterales son un ingrediente inevitable en la historia de la competici¨®n.
El rally entra en el altiplano boliviano con 143 motos, 109 coches, 46 quads y 56 camiones compitiendo por la victoria en la carrera ¡°m¨¢s dura y m¨¢s peligrosa del mundo¡±
Entre 1979 y 2007, el nombre del Dakar todav¨ªa respond¨ªa a la l¨®gica. El rally siempre se dirig¨ªa desde una ciudad europea (habitualmente Par¨ªs) por el norte de ?frica hasta la capital senegalesa. Pero desde que en 2008 la inestabilidad pol¨ªtica imposibilitara el recorrido tradicional, la carrera se traslad¨® desde Europa y ?frica a Sudam¨¦rica. Primero, la ruta se dibuj¨® a trav¨¦s de Argentina y Chile; en 2012 lleg¨® a Per¨²; y en 2014 hizo su primera aparici¨®n en Bolivia. A pesar del cambio de paisajes, la popularidad del Dakar no ha disminuido con el tiempo: m¨¢s bien, sigue atrayendo audiencias y corredores de los cinco continentes. Y todav¨ªa sigue siendo un evento global, aunque la controversia alrededor de su impacto vaya en aumento.
Tanta controversia que Chile y Per¨² ya se han apartado de la carrera y los rumores apuntan a que Argentina podr¨ªa estar cerrando tambi¨¦n su participaci¨®n. En Per¨², los desastres clim¨¢ticos causados por El Ni?o han provocado una h¨ªpersensibilidad de la poblaci¨®n a los da?os ambientales. En Chile, sin embargo, fueron unas inundaciones en el norte del pa¨ªs las que provocaron que el gobierno reasignara el presupuesto del Dakar para recuperar los terrenos afectados por las lluvias. La relaci¨®n para la gente resulta muy sencilla cuando varios centenares de veh¨ªculos de competici¨®n transforman los parques naturales en carreteras, con las correspondientes emisiones de gases, erosi¨®n de los neum¨¢ticos, y contaminaci¨®n ac¨²stica y lum¨ªnica. Ya en 2012 la Unesco mostr¨® su preocupaci¨®n por el impacto que los veh¨ªculos pudieran tener en su paso por estas regiones.
Sin embargo, los administradores de la carrera defienden su buen hacer en la elaboraci¨®n y planificaci¨®n de cada etapa. ¡°La construcci¨®n del recorrido de cada edici¨®n empieza en marzo del a?o anterior. Se estudian distintas alternativas para cada etapa y se consens¨²an con las autoridades gubernamentales, ambientales y patrimoniales de cada lugar. En Bolivia, este trabajo se hace junto al Ministerio de Cultura y el de Medio Ambiente¡±, afirman desde la organizaci¨®n.
Los responsables del Dakar inciden en las cifras que manejan para compensar el impacto social y ambiental de la carrera: el Dakar compensa el 100% de las emisiones de carbono directas; en 2015 se reciclaron 94 toneladas de pl¨¢stico, aluminio, papel y vidrio; se han invertido 635.000 d¨®lares en la selva amaz¨®nica peruana para evitar la deforestaci¨®n; y, desde hace seis a?os, patrocinadores, competidores y organizadores han ofrecido m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares para construir viviendas de emergencia y centros educativos. ¡°Cada a?o estudiamos c¨®mo mejorar a¨²n m¨¢s nuestra pol¨ªtica medio ambiental,¡± aseguran.
Los parajes des¨¦rticos, que habitualmente pertenecen s¨®lo a las plantas y a los animales andinos, se convertir¨¢n en pistas de carreras para pilotos de todas partes del globo
Ademar, mec¨¢nico en Uyuni y gu¨ªa andino, tiene una visi¨®n pragm¨¢tica del asunto y espera el evento con ilusi¨®n: ¡°Sabemos que el rally tiene efectos nocivos para nuestra tierra, pero tambi¨¦n los tienen las multinacionales mineras que est¨¢n extrayendo nuestros recursos. Mucho m¨¢s que la carrera¡±. El salar de Uyuni re¨²ne la mayor concentraci¨®n de litio en el mundo y tambi¨¦n cuenta con importantes reservas de potasio, boro y magnesio, lo que atrae a la zona a varias mineras internacionales.
Tampoco hay que obviar que el Dakar produce un fuerte impacto social. El a?o pasado por estas fechas no quedaban alojamientos en la peque?a ciudad de 40.000 habitantes, mientras que los restaurantes hac¨ªan su agosto con precios europeos en los mismos platos que preparan todo el a?o. Las infraestructuras de la ciudad tambi¨¦n se benefician con la carrera, con una mejor cobertura de agua potable, de saneamiento y de telecomunicaciones.
Pero a pesar de estas prebendas, no todos los habitantes de Uyuni est¨¢n contentos con la carrera. Juan Huayca, el profesor de ni?os, sigue sin estar convencido. ¡°Si podemos permitirnos el Dakar o no, no es una cuesti¨®n de dinero,¡± dice, ya que ¡°el precio puede ser mucho mayor.¡± Huayca se refiere a la desaparici¨®n de especies end¨¦micas y de un posible impacto en las cosechas, como ya est¨¢ pasando en otras regiones del pa¨ªs debido al cambio clim¨¢tico y al desarrollo industrial. ¡°Estamos cambiando nuestro futuro por diversi¨®n.¡±
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