Las cig¨¹e?as acortan su migraci¨®n por la basura y los cultivos humanos
Las poblaciones que pasan el invierno junto a asentamientos humanos gastan menos energ¨ªa
No hace mucho tiempo, las cig¨¹e?as dejaban los cielos del norte al final del verano camino de la c¨¢lida ?frica. Sin embargo, un n¨²mero creciente de poblaciones de cig¨¹e?a blanca (Ciconia ciconia) invernan donde nacieron o realizan migraciones m¨¢s cortas. Un estudio sobre el coste energ¨¦tico de la migraci¨®n muestra ahora que estos nuevos patrones est¨¢n relacionados con actividades humanas: Los basureros, cultivos o piscifactor¨ªas ofrecen mayor disponibilidad de comida en invierno, reduciendo la energ¨ªa dedicada a obtenerla.
La migraci¨®n de la cig¨¹e?a blanca es una de las m¨¢s estudiadas de entre las aves migratorias. Pero casi todo lo que se sabe es sobre las poblaciones europeas y su doble peregrinaje. Las occidentales, las que viven en Espa?a entre ellas, abandonan sus nidos durante el verano por la ruta del oeste. Se re¨²nen por miles en los alrededores del estrecho de Gibraltar a la espera de los vientos que las lleven planeando hasta el Sahel, la sabana que hay al sur del S¨¢hara. Las que cr¨ªan en tierras rusas, polacas o griegas sobrevuelan el B¨®sforo por la ruta oriental, viajando casi siguiendo el Nilo para acabar en el sur de ?frica.
Pero la migraci¨®n de las cig¨¹e?as es mucho m¨¢s compleja que todo eso. Aquellas dos rutas tradicionales dejan fuera importantes poblaciones no europeas o que est¨¢n en sus bordes, como las de Armenia, las de T¨²nez, que migran sin salir de ?frica, o las que viven m¨¢s al este, en las llanuras de Uzbekist¨¢n, en Asia Central.
Cig¨¹e?as de Europa Occidental se quedan en los basureros del norte de ?frica
Ahora, un estudio en el que han participado ornit¨®logos y bi¨®logos de instituciones de 9 pa¨ªses diferentes coordinados por cient¨ªficos del Instituto Max-Planck de Ornitolog¨ªa no solo ha dibujado el mapa m¨¢s completo de las migraciones de las cig¨¹e?as. Tambi¨¦n ha determinado el coste energ¨¦tico que estos desplazamientos tienen para las aves.
"Hasta ahora hab¨ªa sido un reto infranqueable estimar el gasto energ¨¦tico de un animal salvaje", dice?el investigador de la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana, del CSIC, y coautor del estudio, Julio Blas. "Y nunca se hab¨ªa abordado c¨®mo var¨ªa el coste energ¨¦tico dentro de una misma especie en todo su rango de distribuci¨®n geogr¨¢fica", a?ade. Este gasto de energ¨ªa es un factor clave que afecta a lo que los naturalistas llaman eficacia biol¨®gica: la combinaci¨®n de la longevidad de un determinado ejemplar y el n¨²mero de descendientes que deja.
Los investigadores siguieron la pista a unos 70 ejemplares nacidos durante la temporada del estudio. Adem¨¢s de anillarlos unas semanas antes de que dejaran el nido, les colocaron un m¨®dulo GPS y, lo m¨¢s novedoso, sensores de movimientos o aceler¨®metros. Con todo ello, los cient¨ªficos pudieron medir no solo la distancia diaria y total recorrida por cada cig¨¹e?a, sino estimar los momentos que desciende, se posa en el suelo, alza el vuelo o aletea hasta encontrar la corriente donde planear. Todos estos movimientos tienen un coste energ¨¦tico derivado de la aceleraci¨®n necesaria para realizarlos.
Los resultados del estudio, publicados en Science Advances muestran un panorama m¨¢s variado de los que se pensaba sobre las migraciones de las cig¨¹e?as. Se mantienen las dos grandes rutas. Pero existe una tercera dentro de ?frica. Las poblaciones del norte del continente africano atraviesan el S¨¢hara por el medio, no por los costados como hacen las europeas, hasta llegar a las sabanas del sur. Un caso particular es el de los ejemplares de Armenia, que realizan la migraci¨®n m¨¢s corta, poco m¨¢s de mil kil¨®metros, para llegar al golfo P¨¦rsico.
Pero la situaci¨®n m¨¢s extrema es la de la poblaci¨®n uzbeka, apenas estudiada hasta ahora. Ninguno de los j¨®venes anillados emigr¨® a la India, zona donde la subespecie de cig¨¹e?a asi¨¢tica se retiraba tradicionalmente a pasar el invierno. En este caso, los investigadores apuntan a la existencia de piscifactor¨ªas que ofrecer¨ªan una fuente de alimento segura y cercana. Este proceso de sedentarizaci¨®n no es excepcional. En Espa?a, por ejemplo, una gran parte de las poblaciones adultas ya no emigran. Y, en el estudio, de las que proced¨ªan del sur de Alemania, la mitad se quedaron en el norte de ?frica, sin adentrarse en el desierto.
Desde un punto de vista del coste energ¨¦tico, podr¨ªa parecer que el hecho de no echar a volar miles de kil¨®metros es la estrategia m¨¢s acertada. Pero no siempre es as¨ª. El aire en el norte es m¨¢s fr¨ªo y pesado, elevando el gasto de energ¨ªa en cada desplazamiento. Adem¨¢s, las que no emigran no har¨¢n vuelos largos, pero s¨ª tienen que realizar un mayor n¨²mero de vuelos cortos en busca de una comida que, en invierno, es menos abundante.
"Migrar menos distancia o incluso dejar de migrar reduce el gasto energ¨¦tico"
"Es la paradoja de las cig¨¹e?as de Uzbekist¨¢n. Son sedentarias, pero las distancias diarias que recorren son tan elevadas como las que realizan las que hacen las grandes migraciones", comenta Blas. Las cig¨¹e?as rara vez aletean, planean como surfistas, buscando siempre columnas y corrientes de aire. Eso las hace consumir muy poca energ¨ªa por unidad de distancia recorrida. Pero las uzbekas necesitan aletear m¨¢s a menudo. "Tienen unos costes muy altos a pesar de no hacer grandes desplazamientos", a?ade.
Seg¨²n Blas, en t¨¦rminos de energ¨ªa locomotora, estiman que "puede salir un 15% m¨¢s econ¨®mico volar al sur del S¨¢hara que quedarse al norte. Pero, la mayor disponibilidad de comida en forma de vertederos o cultivos solventa esa desventaja. Los basureros en las ciudades norteafricanas o, en el caso que mejor conoce Blas, los arrozales en las cercan¨ªas de Do?ana, se han convertido en los comederos preferidos de un gran n¨²mero de cig¨¹e?as. "Migrar menos distancia o incluso dejar de migrar, para la cig¨¹e?a blanca implica pasar el invierno en zonas m¨¢s humanizadas, y eso reduce el gasto energ¨¦tico", sostiene el bi¨®logo espa?ol.
Que un n¨²mero creciente de cig¨¹e?as dejen de migrar o acorten sus migraciones puede ser una especie de adaptaci¨®n a una presi¨®n selectiva, la humana, con sus vertederos, cultivos o piscifactor¨ªas. A corto plazo, los primeros que pierden son los africanos. Las cig¨¹e?as tienen en su dieta a los saltamontes, por lo que son un agente natural para el control de plagas de langostas en zonas como Sud¨¢n o Etiop¨ªa.
Pero los cient¨ªficos a¨²n no tienen claro qu¨¦ impacto tendr¨¢n estos nuevos patrones migratorios en las propias aves. Como dice la ornit¨®loga del Instituto Max-Planck y coordinadora de la investigaci¨®n, Andrea Flack, "cada patr¨®n parece tener su lado bueno, pero tambi¨¦n tienen sus desventajas. Volar todo el camino hasta Sud¨¢frica puede ser costoso y peligroso por la gran distancia. Pero alimentarse en h¨¢bitats m¨¢s naturales puede ser m¨¢s saludable a largo plazo que hacerlo de la basura. No sabemos las consecuencias a largo de usar los vertederos como fuente de comida, as¨ª que no podemos decir cu¨¢l es la ruta m¨¢s efectiva".
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