La salud y todo lo que importa
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Por Bel¨¦n de la Banda, periodista
Durante los ¨²ltimos meses he tenido la oportunidad de visitar como paciente y como acompa?ante varios centros de salud, centros de especialidades y hospitales p¨²blicos en mi entorno. Afortunadamente, mis males no eran graves en absoluto, y estar all¨ª con cierta tranquilidad me ha permitido asistir a muchas escenas diferentes que me han abierto (a¨²n) mucho (m¨¢s) los ojos.
Lo que he visto es, b¨¢sicamente, un tesoro. Un sistema sanitario capaz de atender con eficacia, rapidez y humanidad, a un n¨²mero y variedad enorme de personas, con una gran diversidad tambi¨¦n de circunstancias que en cada momento formaban un inmenso retablo de la salud, de la falta de salud, y de las personas que cuidan de la salud.
En una de las ocasiones estaba frente al mostrador donde se recib¨ªan las urgencias. A mi lado, en una camilla, yac¨ªa una anciana que no recordaba qu¨¦ medicaci¨®n hab¨ªa tomado antes de sufrir el episodio por el que la hab¨ªan tra¨ªdo en ambulancias. Vi a doctoras, enfermeros y auxiliares desplegar de forma autom¨¢tica, discreta y cari?osa todos los recursos detectivescos para ubicar a su familia, hasta saber exactamente cu¨¢les eran los diferentes medicamentos, y buscar la explicaci¨®n y la soluci¨®n. Vi aut¨¦ntica preocupaci¨®n en los profesionales, y aut¨¦ntico alivio cuando lograron estar seguros de lo que hab¨ªa pasado y tomar las decisiones necesarias para estabilizarla y subirla 'a planta'.
Vi llegar camillas empujadas por param¨¦dicos, pacientes j¨®venes que hab¨ªan tenido accidentes de tr¨¢fico, personas enfermas con diferentes crisis, mayores con ca¨ªdas y desorientac¨®n. Y vi profesionales de todos los niveles escuchando atentamente, colgando sueros, inyectando medicamendos, resolviendo dudas, organizando tratamientos, animando. Repitiendo las pruebas hasta que se confirmaba el resultado, siguiendo la evoluci¨®n hasta que ten¨ªan la seguridad de que la crisis hab¨ªa pasado. Sonriendo con alegr¨ªa y alivio ante cada una de las personas que sal¨ªamos con el alta bajo el brazo.
Tambi¨¦n he asistido al trabajo de un equipo de cirug¨ªa ambulatoria, me ha parecido ver un trabajo entre relojer¨ªa y orfebrer¨ªa fina. Cada persona que llega -y normalmente se va en el mismo d¨ªa- despierta un absoluto ballet en el que cada cual tiene su funci¨®n y sus prioridades. Incluso las personas de pr¨¢cticas, incluso las y los pacientes. Y sus familiares. Esa ma?ana estaban contentos porque todo iba bien. Ni?as y ni?os que deb¨ªan ser operados eran recibidos con cari?o y ¨¢nimo, y mostraban una incre¨ªble valent¨ªa.
No pod¨ªa evitar acordarme de muchos amigos que, hace a?os, en Per¨², renunciaban a ir al m¨¦dico porque sab¨ªan que no tendr¨ªan dinero suficiente para pagar las medicinas que les recetar¨ªan. O de las operaciones que se postpon¨ªan una y otra vez hasta que la paciente lograra adquirir todo lo necesario (desde una gasa hasta la lente para una cirug¨ªa oftalmol¨®gica). Nada estaba incluido, la salud era inaccesible para quien no pudiera pagar una buena atenci¨®n o un buen seguro. Tambi¨¦n record¨¦ a Ernie y Eliot, dos personas valiosas, peruanos que viv¨ªan aqu¨ª y a quienes se les priv¨® del tratamiento necesario por las medidas de exclusi¨®n sanitaria.
Estas ¨²ltimas experiencias me reafirman en algo que no es nada original, pero no puedo evitar que me impresione cuando lo vivo en primera persona. La salud, especialmente desde el punto de vista de la prevenci¨®n, y tambi¨¦n de la atenci¨®n a las personas m¨¢s d¨¦biles, debe ser un derecho conocido y reconocido por todos. Hemos vivido tiempos de negaci¨®n del sistema, de recortes terribles en algunos centros. Asegurarse de que exista un sistema de salud disponible para todos y todas, como ha hecho el Ayuntamiento de Madrid con su campa?a.Para poder decir que en este pa¨ªs tenemos salud, la inclusi¨®n sanitaria deber¨ªa ser una de las primeras prioridades de un nuevo Gobierno. Porque la salud importa, y con ella llega todo lo que de verdad importa.
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