?Nos hemos cargado entre todos la econom¨ªa colaborativa?
Dif¨ªcil saber si es mercado, colaboraci¨®n u otro capitalismo. El consumo se reinventa con interrogantes
El ejemplo can¨®nico para explicar el consumo colaborativo es el del taladro: no es lo m¨¢s inteligente comprar uno para hacer solo dos o tres agujeros en toda nuestra vida. Entonces, ?por qu¨¦ no compartirlo y ahorrarnos un dinero? Lo propuso Rachel Botsman, autora del libro What¡¯s mine is yours: the rise of collaborative consumption (Lo m¨ªo es tuyo: el crecimiento del consumo colaborativo). ¡°Ahora vivimos en una aldea global donde se pueden imitar las relaciones que ten¨ªan lugar cara a cara, pero a una escala y de forma que nunca antes hab¨ªan sido posibles. (...). Hacer trueque, comerciar, intercambiar, compartir, pero reinventados en formas din¨¢micas y atractivas¡±, avanz¨® Botsman en una seminal charla TED en 2010. Bajo este nombre funcionan plataformas cada vez m¨¢s presentes en nuestra vida cotidiana impulsadas por el avance de la tecnolog¨ªa y los rigores de la crisis: AirBnB, BlaBlaCar, Uber, CouchSurfing, Wallapop, y un largo etc¨¦tera.
No es lo mismo compartir gastos de viaje que cobrar por hacer de ch¨®fer
Suena hermoso, y lo es. Pero lo que se llama consumo colaborativo (o sharing economy) ha evolucionado de m¨²ltiples formas y, en ese saco, han acabado cayendo muchas y diferentes iniciativas que tienen poco que ver entre s¨ª, crean controversia y, en ocasiones, entran en conflicto con las industrias tradicionales (v¨¦ase hoteles o taxis). ?Es consumo colaborativo cuando alguien trabaja como taxista oficioso, sin licencia, mediante Uber? ?Y cuando el propietario de varios apartamentos se monta una especie de hostal clandestino v¨ªa AirBnB? ?O solo deben compartirse taladros y similares fraternalmente entre vecinos? ?Cooperaci¨®n o mercado?
¡°Es dif¨ªcil saber qu¨¦ es econom¨ªa colaborativa y qu¨¦ no, es un problema sem¨¢ntico y existen diferentes posturas, desde la visi¨®n m¨¢s cooperativista hasta el capitalismo de Silicon Valley¡±, explica Albert Ca?igueral, fundador de la web Consumo Colaborativo y autor del libro Vivir mejor con menos (Conecta). No es lo mismo la cooperaci¨®n en Wikipedia o compartir sof¨¢ en CouchSurfing que plataformas en las que est¨¢ m¨¢s presente la transacci¨®n monetaria, y que acaban convirti¨¦ndose en negocios puros y duros. No es lo mismo vender un mueble viejo en Wallapop que comprar, al por mayor, cientos de pares de medias para montar una especie de tienda on line. Y no es lo mismo compartir los gastos de viaje en BlaBlaCar que cobrar por hacer de ch¨®fer. Muchas veces la diferencia est¨¢ m¨¢s que en la plataforma en el uso que se hace de ella. Adem¨¢s, muchas de ellas son en s¨ª mismas negocios m¨¢s que redes horizontales de colaboraci¨®n entre consumidores, y, a veces, los usuarios piden m¨¢s poder de decisi¨®n. ¡°Creo que lo ideal es que todas estas formas coexistan para que no se pierda ninguna oportunidad para la sociedad¡±, opina Ca?igueral, cuya charla TEDx sobre el tema se puede ver en la web de Mazda Rebels.
¡°Es dif¨ªcil saber qu¨¦ es econom¨ªa colaborativa y qu¨¦ no, es un problema sem¨¢ntico y existen diferentes posturas, desde la cooperativista a la capitalista¡±, aclara Albert Ca?igueral
Una forma de clasificar este tipo de actividad es la propuesta del Comit¨¦ de la Regiones (CDR) de la Uni¨®n Europea, que viene a poner algo de orden en esta jungla. Seg¨²n este organismo, el consumo colaborativo podr¨ªa dividirse en cuatro categor¨ªas: la econom¨ªa de acceso, que se refiere a las iniciativas que buscan acceder a bienes y servicios y no a su tenencia; la econom¨ªa de los trabajos ocasionales, que incluye trabajos espor¨¢dicos acordados digitalmente; la econom¨ªa inter pares, que implica a los usuarios en el dise?o del proceso de producci¨®n o convierte a los clientes en una comunidad; y la econom¨ªa de puesta en com¨²n para iniciativas de propiedad o gesti¨®n colectiva. Todas, seg¨²n el CDR, tienen en com¨²n el acto de compartir, cooperar o colaborar. El organismo, adem¨¢s, critica los proyectos que se hacen llamar colaborativos para beneficiarse y reproducir mercados que ya exist¨ªan sin afrontar los mismos gastos; y advierte de las malas condiciones que pueden provocar en el ¨¢mbito laboral.
¡°Para nosotros no es determinante si existe ¨¢nimo de lucro o no¡±, precisa Jos¨¦ Luis Zimmermann, director general de la Asociaci¨®n Espa?ola de la Econom¨ªa Digital (Adigital), que agrupa a casi 40 empresas encuadradas en la econom¨ªa colaborativa, entre las que est¨¢n AirBnB, Amovens, etece.es, BlaBlaCar, Rentalia, Ticketbis o Spacebee, entre otras. Todas tienen algo en com¨²n: que se enfrentan a entornos regulados que no recogen su actividad¡±, explica.
Cifras de la 'sharing economy'
335.000 millones de euros: Son los que mover¨¢ la econom¨ªa colaborativa en 2025 a nivel mundial.
53%: Porcentaje de espa?oles que estar¨ªa dispuesto a particiapar en este tipo de transacciones, lo que sit¨²a a Espa?a como uno de los pa¨ªses con mejor proyecci¨®n.
500: Es el n¨²mero estimado de empresas espa?olas que siguen estos modelos.
Pero esto no evita el conflicto: Uber est¨¢ prohibido en Espa?a por iniciativa jur¨ªdica del sector del taxi y AirBnB no acaba de encontrar encaje legal.
Un mercado de freelancers
La generaci¨®n de precariedad laboral es otra sombra que planea sobre algunas de estas iniciativas. Como existen plataformas donde los profesionales ofrecen sus servicios (modelos bajo demanda m¨¢s que colaborativos), muchas veces se compite al precio m¨¢s bajo; adem¨¢s, los trabajadores carecen de cualquier tipo de protecci¨®n: no hay bajas, ni pensi¨®n de jubilaci¨®n, ni mucho menos vacaciones pagadas. ¡°El trabajo fijo de ocho horas va desapareciendo y vamos hacia un mundo de freelancers¡±, explica Ca?igeral. ¡°Las plataformas colaborativas solo son un reflejo de esa realidad, la precarizaci¨®n viene de antes. Lo que se necesita es que los beneficios sociales y la seguridad no se asocien a un contrato, sino a las personas concretas. En definitiva, apoyar a este creciente tipo de trabajador¡±, a?ade.
Montado sobre las iniciativas de la econom¨ªa colaborativa surge la figura del ciudadano productor, que deja atr¨¢s al ciudadano meramente consumidor. ¡°As¨ª llamamos a las personas que pueden sobrevivir compartiendo sus activos a trav¨¦s de estas plataformas¡±, puntualiza Zimmermann; ¡°la legislaci¨®n no recoge esta figura, pero sacar¨ªa a flote buena parte de la econom¨ªa sumergida, adem¨¢s de proporcionar un modus vivendi¡±. Y para la revista Time es una de las 10 ideas que van a cambiar el mundo.
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